CAPÍTULO 10
ALEXANDRA PEMBERTON
Hoy me reuniría con Lucca para hablar sobre el acuerdo y aunque apenas pasó un día desde nuestro beso, mis nervios ya se habían disipado y me sentía mucho más segura; reflexioné mucho sobre las palabras de Noah y llegué a la conclusión de que tenía que intentarlo, al menos para no arrepentirme en el futuro, pero a pesar de que estaba dispuesta a darle una oportunidad a Lucca, no se lo dejaría fácil y tendría que demostrar que estaba dispuesto a luchar por nosotros, así como también yo lo haría.
Muy temprano antes de irme a la oficina me despedí de Daphne que el día de hoy retomaría sus lecciones y me mantuve serena hasta que llegué a mi destino; en aproximadamente una hora Lucca estaría frente a mí y necesitaba de toda mi fuerza de voluntad para mantenerme tranquila y actuar con la cabeza fría, no podía permitirme bajar la guardia, tenía que ser fuerte y evaluar hasta el más mínimo detalle con absoluta precisión.
- Señorita Pemberton aquí están los documentos que solicitó – dijo mi secretaria colocando una pila de archivos frente a mí
- Gracias, por favor avísame cuando el señor Andreotti llegue, lo veré en la sala de reuniones
- Por supuesto señorita
Una vez que estuve sola comencé a revisar los documentos que tenía pendientes y tomé un par de notas; normalmente mis días no variaban mucho y por más trabajo que tuviera siempre me ordenaba lo suficiente para disfrutar de otros aspectos de la vida, pero ahora con el asunto del acuerdo, estaba saturada y si a eso le sumaba mis problemas personales, realmente era un caos.
Extrañaba el tiempo cuando todo era más sencillo, cuando las preocupaciones no me agobiaban tanto y mis emociones se sentían más claras; extrañaba los viejos tiempos cuando me sentía capaz de enfrentar cualquier cosa, pero por más que echara de menos el pasado, no podía aferrarme a él o mi presente se iría volando.
Hice los documentos a un lado y cerré los ojos mientras me apoyaba sobre el escritorio, estaba cansada y bastante estresada, pero el día apenas estaba comenzando, así que era hora de mantenerse firme y tener paciencia.
Me permití descansar por un segundo y solo reaccioné cuando la secretaria regresó a informarme que Lucca ya había llegado y me esperaba.
- Buenos días – dije entrando a la habitación
- Buenos días Alexa
- Pensé que fui clara, señor Andreotti
- ¿Seguirás llamándome así?
- Es lo apropiado
- Alexa... - murmuró
Tomamos asiento uno frente al otro con la mesa entre nosotros y permanecimos en silencio por lo que pareció una eternidad.
- Señorita Pemberton – dijo Lucca rompiendo el silencio – Lamento si la incomodo, pero me niego a dejar de pronunciar su nombre, porque para mí es la palabra más dulce que podría decir – una pequeña sonrisa se asomó en mis labios y no pude contenerla
- Señor Andreotti, por más dulce que sea mi nombre en sus labios, debería comportarse como es debido o podría ocasionar un malentendido – respondí siguiéndole el juego
- Me haré responsable de cualquier malentendido siempre que pueda seguir disfrutando de su compañía
- Creo que olvida el verdadero motivo de esta reunión
- No podría olvidarlo, pero como ya le dije en una oportunidad, mis prioridades son otras
- Tal vez debería poner sus prioridades en orden
- Créeme, están en perfecto orden
- ¿De verdad? – cuestioné
- Mi prioridad eres tú y eso no va a cambiar
- En el pasado tus prioridades fueron diferentes – respondí con más brusquedad de la necesaria
- Y he pagado por ello – declaró de golpe – Puede que cometa errores, pero aprendo de ellos y me esfuerzo por no volver a cometerlos
Se escuchaba tan seguro al hablar que realmente deseaba creerle, pero las palabras no bastaban, necesitaba que demostrara que podía confiar en él.
- Mi prioridad eres tú – repitió
- Deberíamos concentrarnos
- Estoy concentrado
- Señor Andreotti... - murmuré
- Lucca – respondió y rodé los ojos
- ¿Podríamos hablar de lo realmente importante? – cuestioné
- Para mí nosotros somos lo más importante
En verdad empezaba a frustrarme y mi paciencia estaba al límite; Lucca podía ser encantador, pero cuando se lo proponía podía ser realmente estresante.
- ¡Basta!
- ¿Basta con qué? – preguntó con falsa inocencia
- Lucca – me quejé y sonrío
- Me encanta como dices mi nombre
- Bien, no puedo contigo, cuando quieras hablar en serio, pides una cita – me levanté con la clara intención de marcharme, pero antes de que pudiera cruzar la puerta, Lucca tomó mi brazo y jaló de mí haciéndome caer en sus piernas
- Hola principessa – dijo y bufé
- ¿Qué crees que estás haciendo?
- Eres bonita incluso cuando te enojas
- Lucca – dije bastante enfadada y forcejeé para levantarme
- Te extrañé mucho – respondió y por un segundo me relajé
Cada vez que Lucca y yo nos mirábamos a los ojos un sentimiento extraño me nublaba la mente y una montaña rusa apareciera en mi estómago; era como si una fuerza invisible me impulsara hacia él y toda la lógica desapareciera.
Mis sentimientos eran demasiado fuertes e intensos, pensé que los tenía bajo control, pero cuando Lucca me miraba, justo como lo hacía ahora, cada nervio de mi cuerpo se ponía alerta y mis defensas se desmoronaban.
Lucca acercó su mano a mi rostro y acarició mi mejilla con delicadeza sin despegar sus ojos de los míos, pero cuando comenzó a acercarse y sus intenciones se revelaron, prácticamente salté de sus piernas y me aparté lo más que pude.
- No vas a besarme – declaré con seriedad mientras mi corazón latía como loco, pero Lucca solo sonrío
- Me encantas – respondió y lo miré confundida
- ¿Podemos por favor trabajar?
- ¿Y si salimos a comer? – preguntó y mi confusión aumentó
- No tenemos tiempo para eso
- Siempre hay tiempo, principessa
- Deja de llamarme así
- Entonces principessa, ¿vamos a comer? – dijo ignorándome
- ¡No! – exclamé exasperada
- Siempre nos fue mejor cuando salíamos de la oficina
- Eran otros tiempos
- Me haces sentir viejo
- Por favor – supliqué perdiendo la paciencia
- ¿Recuerdas la cafetería a la que solíamos ir? Esa donde siempre pedías el helado de vainilla con fresas
Involuntariamente sonreí; por supuesto que recordaba ese lugar y solía ir a menudo acompañada de Daphne o Noah.
- Pues ya está, vamos – dijo levantándose y tomando mi mano
- Tenemos que trabajar
- Podemos hablar del acuerdo mientras disfrutamos de un buen helado
- Lucca...
- Dale Principessa, cede un poco – pidió mirándome con los mismos ojos de cachorro que Daphne solía utilizar
- Un helado y nos ponemos a trabajar ¿bien? – cuestioné y asintió
- Perfecto
La parte racional de mi cerebro me decía que ir con Lucca era una pésima idea, pero luego estaba esa otra parte que me impulsaba a irme con él y francamente esa era la parte que siempre solía ganar.
Cuando salimos de la sala de reuniones varios de los empleados se giraron para vernos y muchos de ellos parecían realmente sorprendidos, aunque eso era de esperarse, no solo por la rivalidad que seguía existiendo entre nuestras familias si no porque hasta hace unos días, yo le gritaba a Lucca en la oficina.
Estaba por arrepentirme de esta decisión, pero Lucca no me dio oportunidad de escapar y afianzó su mano con la mía sacándonos del edificio; yo tenía intenciones de protestar, pero casi de inmediato subimos a un taxi y ahí fue donde toda mi parte racional se vino abajo y solo pude sonreír.
Realmente lo eché de menos; extrañé sus impulsos y la forma como siempre conseguía salirse con la suya, extrañé sus halagos y como me sentía con sus palabras, lo extrañé a él; pero que lo extrañara no borraba todo lo que había pasado en estos años.
- Extrañaba verte sonreír – dijo y entonces reaccioné
- Yo no sonreía
- Claro que sí – aseguró devolviéndome la sonrisa y solo rodé los ojos
- No tientes tu suerte
Mis palabras parecieron tener algún efecto en Lucca por lo que simplemente se quedó en silencio mirándome con esa sonrisa suya que tantas veces me hizo caer.
Cuando llegamos a nuestro destino, Lucca volvió a tomar mi mano y honestamente no puse resistencia; no tenía claro que tan sensato era darle una oportunidad, pero no podía negar lo que sentía cuando él estaba a mi lado y reprimir mis emociones era difícil, así que por un momento me permitiría ceder, aunque fuera solo un poco.
Tomamos asiento en la terraza y cuando fue momento de ordenar, me di cuenta que seguíamos siendo los mismos; yo continuaba eligiendo vainilla con fresas mientras él disfrutaba de sabores extravagantes y figuras raras; quizá pasó el tiempo, pero no éramos tan diferentes como esperaba.
- ¿Quieres? – preguntó Lucca señalando la extraña mezcla de helados que tenía frente a él
- Estoy bien así – dije intentando parecer tranquila
- ¿Segura? – preguntó tomando un poco de helado y colocándolo cerca de mis labios
Debería enojarme o tal vez rechazarlo, pero extrañamente lo que hice fue abrir la boca y aceptar la cucharada de helado que me ofrecía y después de probarlo, sonreí; esto éramos nosotros y lo extrañaba más que a nada.
Por años traté de convencerme que lo malo pesaba más que lo bueno, porque ciertamente el final que tuvimos hace cinco años fue devastador, pero ahora que lo tenía en frente, tenía que admitir que lo bueno pesaba más; porque cada momento que pasamos fue grandioso, cada locura que me llevó a cometer fue inigualable y extrañaba mucho esos viejos días donde lo que más quería era verlo, hablar con él y sentirlo cerca.
Lucca y yo éramos una combinación complicada, pero al mismo tiempo, éramos una combinación que sin duda funcionaba, eso quedó claro en el pasado y quizá en el presente aun podía funcionar; después de todo, aunque pasara el tiempo, nosotros seguiríamos siendo nosotros.
- Conocí a Daphne – soltó de pronto y casi me atraganto
- ¿Cómo...? – pregunté tosiendo
- Si, la conocí en la gala – aclaró – Es una niña muy dulce; ¿Estás bien? – preguntó y asentí
- Sí, es muy linda – dije intentando mantenerme tranquila
- ¿Es la hija de Noah? – preguntó y por un segundo me fue difícil respirar
¿Qué se supone que dijera? ¿Sí? ¿No? ¿Mi expresión aterrada sería demasiado obvia? ¡Estaba en pánico! ¿Qué sucedería si le decía la verdad?
- Ajá... - murmuré y mordí mi labio
Mi plan no era mentir para siempre, pero por el momento realmente no podía decirle la verdad, así que prefería esquivar el tema lo más posible; mi relación con Lucca ya de por si era complicada y no podía llegar y decirle...
Hola, escucha, sé que no te lo dije antes, pero tenemos una hija y es precisamente esa niña que conociste ¿Quieres formar parte de su vida o volverás a huir?
Tenía miedo de su respuesta, porque Daphne era mi prioridad y por más que amara a Lucca, si él no estaba preparado para ser su padre, yo no lo obligaría a quedarse a nuestro lado y no permitiría que mi hija sufriera la misma decepción que yo sufrí cuando él se fue; tenía miedo de todos los escenarios que se formaban en mi cabeza y no sabía cual de todos ellos era peor, así que por ahora solo evaluaría la situación y pensaría la mejor forma de revelarle la verdad.
- Espera – pidió llamando mi atención y acercó su mano a mi rostro – Te manchaste – dijo deslizando sus dedos por la comisura de mis labios y me estremecí
- Lucca – amenacé y solo me dedicó una sonrisa inocente
- ¿Qué? – preguntó y una pequeña risa se me escapó
- También te extrañé
Antes de que pudiera reaccionar ante las palabras que escaparon de mi boca, Lucca ya sonreía y supe que no había marcha atrás; mis palabras eran sinceras, yo si que lo había extrañado y aunque ambos lo sabíamos, ahora sin querer realmente hacerlo, yo lo había confirmado y eso también confirmó otra cosa.
Lucca tenía una oportunidad
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
UN NUEVO CAPÍTULO ✨
ESPERO LES HAYA GUSTADO
CUÉNTENME QUE LES PARECIÓ
¿Alexa podrá decirle la verdad a Lucca?
¿Él volverá a equivocarse?
Los leo
Voten y comenten ❤️
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