CAPÍTULO 1

ALEXANDRA PEMBERTON

Cinco años

Para algunos una eternidad, para mi tan solo un instante

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Cuando Lucca se marchó no solo rompió mi corazón, sino que terminó por confirmar lo que todos siempre dijeron:

"No se puede confiar en un Andreotti"

Creí que no podría recuperarme, que jamás volvería a sonreír y entonces ella apareció como una luz en medio de las tinieblas y de inmediato se convirtió en mi adoración.

Ahora, cinco años después las cosas eran muy diferentes; ya no quedaba rastro de aquella ingenua chica a la que le destrozaron el corazón, ya no era una heredera asustada que solo sabía obedecer, ahora todo era distinto.

Me convertí en la directora ejecutiva de las empresas Pemberton y aunque mi padre seguía al pendiente de varios negocios, su confianza en mi era plena y me apoyó completamente cuando hace dos años tuvo que dejar su cargo por razones de salud; desde ese momento mi vida se centró en dos cosas, el trabajo y la familia, ninguna más importante que la otra.

Al inicio fue difícil encontrar el equilibrio, pero con un poco de esfuerzo lo conseguí y ahora todo era mucho más fácil; en estos años me encargué de que las empresas llegaran cada vez más lejos y mantuve en alto el apellido de mi familia, pero nunca dejé a las personas que amaba de lado, en lugar de eso, las convertí en mi prioridad.

-        ¡Mamá! – escuché un grito y extendí los brazos para recibir a mi pequeña

-        Daph te dije que no corrieras – escuché la voz de mi padre viniendo detrás de mi hija

-        ¡Mamá! ¡mamá! – siguió diciendo Daphne y sonreí

-        ¿Cómo está la niña más linda del mundo?

-        ¡Bien! – gritó haciendo reír a mi padre - ¡El Abu dijo que iríamos a comer helado!

-        ¿Ah sí? – pregunté mirando a mi padre que solo asintió sonriéndole a su nieta

-        En ese caso, ¿puedo ir con ustedes? – pregunté y mi hija asintió frenética

Daphne era una niña preciosa, con un par de ojos verdes que destellaban cuando sonreía y un cabello castaño con toques dorados que brillaba bajo el sol; era una niña dulce, amorosa, muy inteligente y risueña, le encantaba probar cosas nuevas y se pasaba el día riendo casi por cualquier cosa; Noah decía que ella era la mezcla perfecta entre Lucca y yo, porque físicamente se parecía mucho a mí, pero su personalidad siempre nos recordaba a su padre; ella era decidida y disciplinada como yo, cuando empezaba algo siempre quería sobresalir y le encantaba ganar, pero también era aventurera y en ocasiones podía llegar a ser todo un terremoto. 

Cuando alguien conocía a Daphne por primera vez quedaban encantados con ella y eso a mi pequeña hija le fascinaba; adoraba los bailes, los vestidos pomposos y las tiaras de princesa que Noah siempre le compraba, pero también le encantaba la equitación y mucho más cuando Benjamin le enseñaba.

Durante estos años Benjamin se convirtió en un gran amigo y adoraba a mi hija; solía venir a menudo a la ciudad e inclusive colaboramos en un par de proyectos importantes, pero lo mejor sin duda era cuando le enseñaba a Daphne sobre caballos y podías ver sus ojos agradarse de emoción; al principio tuve mis dudas, porque bueno, no me entusiasmaba mucho la idea de que mi hija de cuatro años se acerca a un caballo, pero Benjamin me aseguró de todas las formas posibles que todo iría bien, así que acepté y sin duda fue una buena decisión porque desde ese día, Daphne adoraba a esos animales y que mi hija fuera feliz era lo que yo más deseaba.

-        ¿Qué helado quieres esta vez? – pregunté una vez que tomamos asiento

-        ¡Este! – señaló mi hija con una sonrisa y mi padre enarcó la ceja

-        ¿Un barco de chocolate con helado de colores y gomitas? – cuestionó mi padre como si fuera una elección muy extraña

-        ¡Sí! Se ve bonito ¿verdad mamá?

-        Claro princesa – respondí

A Daphne le encantaba el helado y sus elecciones me recordaban mucho a las de Lucca, tan espontáneas, divertidas y extravagantes; mientras que yo siempre elegía los sabores clásicos, pero adoraba ese lado de ella, tan diferente a mí.

-        Delicioso – exclamó Daphne probando su extraño helado

Mi hija empezó a devorar su helado como si fuera el último sobre la tierra y francamente no podía dejar de mirarla mientras sonreía; cada uno de sus gestos, de sus sonrisas y la alegría que irradiaba me enternecían el corazón; ella era lo mejor en mi vida y la adoraba.

Después de comer, dimos un paseo por las tiendas cercanas y Daphne me convenció de comprarle un pequeño peluche de elefante que vio en un escaparate, aunque no le fue muy difícil convencerme, esa niña tenía un poder especial para siempre conseguir lo que quería y no es que fuera berrinchuda o caprichosa, sino más bien que utilizaba la lógica para convencerte que tenía la razón.

A pesar de ser tan pequeña, ella entendía perfectamente lo afortunados que éramos y que había personas menos afortunadas que necesitaban ayuda, así que cada cierto tiempo juntaba todos los juguetes que ya no usaba y los colocaba en una caja para donarlos, además asistía conmigo no solo a las galas de beneficencia, sino que también nos acompañaba a Noah y a mí a albergues, comedores comunitarios y diferentes lugares a los que asistíamos para ayudar.

Desde un inicio estuve segura que no deseaba criarla con miedo o encerrándola en una burbuja; quería que conociera la realidad del mundo, que supiera que, así como nosotros teníamos mucho, el dinero no venía de los árboles, sino que era fruto del esfuerzo de muchas personas y que era nuestro deber estar a la altura; no quería que fuera egoísta o narcisista, no quería que fuera prejuiciosa y mucho menos que tratara mal a otros solo por ser diferentes.

Quería que fuera una niña amable, dulce, valiente e independiente, que agradeciera a los demás sin creerse superior, que pensara en otros y fuera capaz de dar sin pensar en lo que podría recibir; pero así como me encargaba de educarla, también le daba la libertad de ser una niña, de jugar, divertirse e inclusive hasta cierto punto, la dejaba tomar sus propias decisiones aunque fuera solo en cosas pequeñas, como que ropa usar en la mañana, que peluche llevar, que helado comer; pequeñas decisiones que la hacían sentir independiente.

Después de dejar a mi padre y a Daphne en casa, fui a la oficina de Noah a buscarlo ya que teníamos que revisar unas cuentas cosas importantes, así que en cuanto llegué, de inmediato me dirigí a su oficina donde ya me esperaba con dos tazas de café.

En estos años Noah se centró mucho en seguir los pasos de su padre, aunque a todo le daba su toque personal y eso era lo mejor; pero a pesar de todo el trabajo, él estuvo siempre para mí, ayudándome durante el embarazo y después ayudándome con Daphne; para el mundo entero, Noah Bogani era un respetable abogado, jefe de una de las firmas más importantes de Inglaterra e inclusive contaba con despachos judiciales en otros países; él era excelente en su trabajo y tenía una visión increíble para llegar cada vez más lejos; pero en el interior del hogar, seguía siendo mi mejor amigo, que adoraba molestarme y consentir a mi hija tratándola como a una auténtica princesa.

Noah y su padre trabajaban juntos, cada uno encargándose de diferentes asuntos, pero aunque tenían visiones diferentes, se apoyaban mutuamente y lograban entenderse de una forma increíble; pero desde que tomé el control del imperio Pemberton, Noah se convirtió en mi mano derecha y se encargaba de cada asunto legal y cada contrato, lo que nos permitió mantenernos más cerca que nunca, además, Daphne solía ir mucho a casa de los Bogani para pasar la tarde con la madre de Noah que la adoraba como a una nieta.

Isabella Bogani era como una segunda madre para mí y durante mi embarazo me hizo sentir que podía con todo; me ayudó a escoger la cuna, la ropa de bebé y en el momento más sensible, estuvo siempre ahí para secar mis lágrimas y hacerme sonreír, así que estaba sumamente agradecida tanto con Noah, con su padre y su madre por todo el apoyo que me brindaban.

-        Bueno, sabes el asunto pendiente ¿no? – dijo y mi corazón se aceleró

-        Aún queda tiempo

-        El plazo está por terminar... - respondió mirándome fijamente - Sus abogados se pusieron en contacto conmigo por la cláusula...

-        Queda un mes... - murmuré y él negó

-        Queda una semana, Alexa

-        ¿Una semana? – pregunté con la voz temblorosa

-        Has evitado el tema demasiado tiempo

-        No lo suficiente

-        Ustedes fueron los que acordaron eso

-        Bueno, en ese momento no creí que todo se vendría abajo

-        Dije que no podías viajar en este momento y sus abogados me comunicaron que él accedió a venir

-        ¿Aquí? ¿A Londres? – cuestioné y Noah me miró como diciendo que la respuesta era obvia

-        No volvió a la ciudad desde hace cinco años

-        Eso es porque es un cobarde

-        Alexa...

-        No quiero verlo – sentencié y Noah suspiró

Desde hace ya bastante tiempo que Noah y yo discutíamos el asunto, pero era mi intención ignorar el tema hasta el final; no quería ni siquiera pensar en la posibilidad de verlo, no quería ni podía hacerlo.

-        No es si quieres o no, el contrato que te recuerdo ustedes redactaron dice claramente que ambos son los únicos que pueden volver a tratar el contrato, te leo lo que dice – empezó y rodé los ojos – "De acuerdo a lo dispuesto con anterioridad y después de considerarlo apropiadamente, se ha concluido que los únicos con la potestad de renovar el contrato son los herederos Alexandra Charlotte Pemberton y Lucca Leandro Andreotti; la renovación deberá hacerse en el plazo de un mes después del vencimiento del presente contrato..."

-        Sé lo que dice – lo interrumpí y él volvió a suspirar

-        Pues entonces deja de discutir e ignorar el asunto, es importante que renueves el contrato; todo es más fácil si no perdemos el tiempo en peleas tontas con los Andreotti

-        Sé que es importante... pero... ¿Y si lo descubre? ¿Y si su familia lo descubre?

-        Nadie va a quitarte a Daphne – aseguró – Además, mientras más rápido soluciones el asunto, más rápido regresará a Italia y volveremos a estar tranquilos.

Mentiría si dijera que no tenía miedo, porque lo tenía y mucho; durante los primeros meses de embarazo pensé mucho en Lucca, pero cada vez que lo hacía, dolía...

Parte de mí quería decirle de la existencia de Daphne, quería que él supiera que tenía una hija preciosa que arrugaba la nariz cuando dormía justo como él lo hacía y que me hacía sonreír a cada momento; pero luego recordaba sus palabras antes de irse... "Fue un error"

¿Y si él creía que mi pequeña era un error? ¿Y si decidía ser parte de su vida y luego la abandonaba como a mí? ¿Y si decidía pelear por su custodia y se la llevaba? ¿Y si su familia se la llevaba?

Tenía miedo de lo que podría suceder si se sabía la verdad, porque me costó mucho mantener la identidad del padre de mi hija como un misterio y si se descubría el secreto, las cosas serían muy difíciles; los medios de comunicaciones especularon mucho sobre ella, algunos dijeron que era hija de Noah, lo cual francamente fue una locura, otros dijeron que era hija de Benjamin y, por último, muchos dijeron que era hija de un amor de una noche; gracias al cielo solo hubo unos cuantos que sugirieron que era hija de Lucca, pero esas pocas voces fueron acalladas de inmediato.

No me importaba que especularan, pero, aun así, me mantuve tranquila y estable para no llamar la atención hasta que poco a poco el tema fue quedando de lado y los reportaros se concentraron solo en lo hermosa que era Daphne y ahí quedó todo; pero ahora las cosas volvían a complicarse y no tenía idea de lo que haría al ver a Lucca otra vez o cual sería mi reacción.

-        ¿Cuándo vendrá? – pregunté resignándome

-        En tres días

-        Pues tenemos que prepararnos

-        De eso no hay duda

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Ha pasado mucho tiempo
¿Qué creen que suceda cuando Lucca y Alexa vuelvan a verse?

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