6. Bô

Por la cantidad de tiempo que había caminado, y la velocidad del paso, podía asegurar que seguía bajo Gueza. La consolaba saber que, al menos, podría estar avanzando hacia alguna frontera. Si se era optimista, podría pensarse en Lífinis, la región a la que originalmente quería llegar la pelirroja; pero siendo realista, Celta se conformaba con salir de la madre de Ífniga.

La pelirroja seguía sin descifrar lo que realmente hacía aquella creatura, pero decidió no darle demasiada importancia; finalmente, las bestias imperianas parecían no tener la inteligencia promedio y mucho menos aquel bô que solamente se dedicaba a rondar por los túneles que había construido.

Cuando aquella idea estaba pasando por su cabeza, el bô finalmente pareció despertar de su trance. Se detuvo en seco y una breve corriente de energía inundó el lugar. La mirada empezó a enfocarse, ahora era como la del bestiario, y movió su gelatinoso cuerpo para sacar dos pequeños brazos que sostenían una especie de báculo.

La creatura miró hacia arriba con determinación y después levantó el báculo para tocar la parte superior del túnel.

Todo se iluminó de manera impresionante, notó que el túnel estaba lleno de un símbolo repetido. Aquel no era un brillo cegador, sino más bien un resplandor dorado que iba envolviendo cada centímetro de tierra que estuviera alrededor de ellos. Parecía que todo eso también llegaba a la superficie, porque alcanzaban a observarse las raíces de los árboles siendo nutridas por la misma luz. Lucían casi felices, si es que se puede decir eso de una raíz.

Celta no pudo dejarse deleitar por ese espectáculo por mucho tiempo, pues notó que parte del túnel estaba siendo afectada por los movimientos del bô. El cúmulo de tierra, antes perfectamente moldeado, ahora empezaba a moverse. Se estaba ajustando para volver a su forma original, dejando un espacio nulo y el rastro del bô imperceptible.

La guerrera reaccionó de inmediato y empezó a correr en dirección contraria. Sus piernas se movían con todas sus fuerzas, probablemente había sido la ocasión que más rápido se replegaba. Todo tenía un toque exagerado, puesto que la tierra parecía haber estado esperando pacientemente para que el bô terminara su trabajo y ella pudiera regresar a su habitual descanso.

El corazón empezó a latirle rápidamente, pero de igual forma intentó llevarlo con disimulo. Sabía que si descansaba un segundo, se tropezaba o realizaba una maniobra imprudente, podía terminar sepultada en la antigua tierra imperiana. Sin nadie que siquiera pudiera sospechar que se encontraba bajo los bosques misteriosos de Gueza.

Podía escuchar peligro impregnado en los crujidos de la tierra moviéndose, las rocas apilándose y las raíces reconstruyéndose. Podía percibir su respiración agitada y en el último minuto se deslizó en un intento de alcanzar al bô.

En cuanto levantó la cabeza pudo observar que todo estaba bajo control. La respiración bajó el ritmo y todo pareció desaparecer cuando notó que algo estaba a un lado de ella.

La pelirroja volteó, observó al bô mirándola tranquilo. Aún tenía esa mirada indescifrable y curiosa que recordaba con claridad en el libro. Le causó escalofríos sin dudarlo. ¿Cómo es que había detenido el desastre en un suspiro?

—Llévame a la salida —dijo ella intentando averiguar si el bô conocía su idioma.

Con esa expresión, parecía poseer una consciencia parecida a la humana. El bô permaneció observándola. Celta percibió algo que la recorría, como si la bestia estuviera lanzándole algún tipo de energía que le provocaba sentirse de esa forma tan indescriptible.

La mujer acercó su mano al sitio donde guardaba el puñal, con la intención de protegerse, pero poco a poco la expresión del bô se suavizó hasta convertirse en lo que era al inicio. Un montón de rasgos desparramados por una cara gelatinosa.

El bô perdió el interés de inmediato y volteó hacia adelante para continuar por el túnel que venían.

No estaba segura de lo que acababa de suceder, pero tenía la impresión de estar frente a un ser con dos personalidades. Aquella que parecía totalmente perdida y la que lucía como un antiguo guerrero con instrucciones tan cercanas a la suyas. Se detuvo en sus pensamientos al notar que lo había llamado "guerrero" y después sacudió la cabeza para tirar esa idea de sí.

Siguió avanzando con las alertas totalmente levantadas. No estaba segura de poder confiar en el bô, pero tenía claro que aquel era su única alternativa o esperanza para salir, así que simplemente continuó por la pequeña vereda que se marcaba.

Las horas pasaban y la misma acción que había presenciado inicialmente se repetía. El bô se detenía de vez en cuando, iluminaba el túnel y todo lo que estaba detrás iba desapareciendo como si jamás hubieran pasado por ahí. Nuevamente, cuando aquello sucedía, aparecía el ser que se percataba de la presencia de Celta y le miraba con sumo recelo, como si intentara decirle que estaba invadiendo su espacio personal, pero después desaparecía dicha expresión y continuaba avanzando por la vereda con tranquilidad.

Esos minutos estaban tan repletos de monotonía que su enfocada mentalidad no tuvo más remedio que empezar a traer ideas aleatorias al primer plano. La primera fue: ¿por qué había decidido no poner atención a la clase de bestias en el Coralli?

Intentó recordar cuando andaba por ahí. Una chica pobre que no tenía la menor posibilidad de entrar a esa escuela tan digna y mucho menos en la especialidad del Ejército Rojo. Una pequeña melodía empezó a sonar en su cabeza, como recordatorio de cuando era una niña y observaba a su madre tocando la lira, pensó claramente que aquello iba a ser su futuro. Provenía de una familia de músicos y bailarines profesionales, la elección de ser encinel hubiera tenido más coherencia. Aunque su corazón no estaba de acuerdo.

Entre un montón de listones, aquel recuerdo se fue tornando oscuro y parecía pertenecer a una pesadilla, más que a un hermoso sueño. Celta sacudió la cabeza y volvió la atención a su compañero . No le gustaba que en su presencia todo se ponía demasiado reflexivo, demasiado profundo para su gusto.

Ya había dejado muy atrás los momentos en los que lloraba toda la noche inundada por los recuerdos, ahora era una mujer muy fuerte que evitaba tropezar con el pasado para dar marcha atrás por caminos ya olvidados.

Logró reservarle una mirada especialmente fría al bô, le pareció que rebotaba hacia ella cuando aquel ni siquiera reparó en la molestia que destilaba.

El hartazgo la invadía, ella no estaba hecha para este tipo de misiones. Ella quería acción, quería correr libremente por ahí. Quedarse en un sitio repitiendo la misma tarea por horas, tan sólo le recordaba sus años como sirvienta de una casa rica de Cristaló.

Recordaba mirar la ventana con tanta añoranza que quizá su sentimiento entero pudo haber roto el vidrio. Veía los árboles y a las personas pasar tan libremente que se derretía de celos a cada instante. Mientras la vida pasaba afuera de esa mansión, Celta fregaba los suelos con suma tristeza. Quería romper todo y ser libre.

Justo como en aquel momento, con el bô avanzando lo más lento posible y su paciencia disminuyendo.

¿Qué pasaría si aquel ser no planeaba detenerse jamás? ¿Qué tal si el bô se dedicaba a recorrer todo el reino sin rumbo y a cerrar el camino tras de él. Aquello podría ser más que posible, ya que era complicado adivinar por dónde se había estado arrastrando la creatura una vez que  eliminaba su rastro.

La pelirroja decidió guardar la compostura por unos momentos más, pero mientras el tiempo avanzaba en el túnel, más ideas empezaban a amenazarle con asaltarla. Miles de recuerdos que no eran bienvenidos en su mente. Un jarrón roto, el rojo manchando el piso reluciente y su madre soltando un grito ensordecedor. La lira... La lira rota frente a ella.

—¿Qué no piensas avanzar? —dijo finalmente la chica.

Por un momento creyó que no tendría ninguna respuesta. Tenía pensado que el bô no entendía su idioma para nada y mucho menos la importancia de que ella comprendiera su plan para tomar decisiones; sin embargo, la creatura se detuvo en el mismo instante en el que ella pronunció una palabra. La miro fijamente, aunque fuera con esos ojos gelatinosos y sin firmeza. La chica resopló, parecía intentar marcar su territorio con ello, pero al mismo tiempo quería sacar un poco de tensión de su cuerpo.

De pronto, el cuerpo del bô empezó a retorcerse levemente y volvieron a hacer aparición sus manos extrañas y la mirada intentó fijarse con una expresión tan contundente que la chica estuvo a punto de hacer una reverencia.

El ser mantuvo esa mirada por largos minutos en silencio. Celta no decía nada tampoco, creía que si lo hacía estaría interrumpiendo el turno de la creatura, así que se mantenía de pie sin intentar hacer ninguna interacción.

Después de un larguísimo silencio, la pelirroja decidió hablar. No tenía sentido seguir guardando la compostura ante eventos que no permitían el avance de su misión.

—Lo lamento —dijo ella sintiéndose extraña. Le hablaba a una bestia imperiana sin una mínima idea de lo que sucedía en el reino que lo cobijaba—. Necesito que sigas avanzando. No importa si vas o no a alguna parte, pero necesito avanzar.

El bô la miró con los ojos más entornados y pareció casi soltar una risa. Celta pensó por unos instantes que no había nada de divertido en lo que estaba sucediendo, pero aquel bô realmente parecía opinar lo contrario. Antes de que cualquier pudiera hacerse una opinión, el ser bajó la guardia y su expresión se volvió gelatinosa e indescifrable.

El bô retomó su ruta, le pareció que inclusive un poco más rápido de lo normal. Ella quedó un desconcertada al inicio, pero después empezó a seguirlo sin más. ¿Sería que la llevaría finalmente a la salida?

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