86. La realidad en Imperia


Así transcurrió un mes en el castillo de Nitris, cuando menos lo esperaban ya se hallaban subiendo a un carruaje que rebasaba todos los límites del lujo para emprender su viaje hacia Farblán y Alúan.

Ezra y Esmeralda se encontraban muy contentos de pasar unos momentos solos en el transporte, sin nadie que los molestara, solo una suave y deliciosa conversación. La primera parada sería en Noif para visitar a su amiga Nereida que no veía desde hace poco más de un año. Se sentía muy emocionada de poder volver a verla a ella y al pequeño Ushán que a esas alturas ya tendría casi un año y medio.

Cuando llegaron a Noif, los recuerdos atacaron a Esmeralda de inmediato, todo lo que había vivido antes; cuando ayudaron por primera vez a la mudanza y la emoción de quedarse juntas ahí todo un verano.

Escondida y apartada se encontraba la que ahora era la casa de los Ápoca, tan hermosa como siempre, pequeñita y acogedora. Ezra y Esmeralda bajaron del carruaje y llamaron a la puerta, esperaron pacientemente. Se comenzaron a escuchar pasos que se aproximaban a la puerta, de pronto se alcanzó a oír un llanto de bebé y al mismo tiempo una risita. Esmeralda miró a su amigo como esperando a que le diera una respuesta a lo ocurrido y un segundo después la puerta se abrió. Allí estaba Nereida de pie con un bebé en brazos.

—¡Nereida! —gritó emocionada abrazándola con cuidado de no lastimar al bebé.

—¡Esmeralda! —dijo con lágrimas en los ojos la chica de cabello lacio y negro—. ¡No sabes cuánto las he extrañado!

—¡Igual yo!... Mira, te presento a mi mejor amigo, Ezra —introdujo la muchacha a su compañía.

—Es un placer conocerte —respondió el chico con agrado.

—Igualmente, Ezra... Pero pasen, por favor —invitó Nereida a sus huéspedes. Esmeralda y su amigo entraron y la anfitriona cerró la puerta—. Miren, les presento a Amad —dijo Nereida acariciando la carita del bebé que tenía en brazos—. Y Ushán está por aquí, síganme.

La muchacha subió por las escaleras, seguida de Esmeralda y Ezra; la casa era aún más hermosa por dentro, las pocas cosas que Nereida pudo comprar aquella vez, cuando vivía sola, no eran nada comparado con las flores y adornos tan bellos que ahora daban la impresión de que una familia muy unida y sólida vivía ahí.

Todo tenía un toque algo antiguo, pero también de pulcritud y una pizca hogareña. La terraza en la que antes solamente yacían una mesa y una silla, ahora estaba decorada con macetas y juguetes regados en el suelo; agitando uno de ellos se encontraba el pequeño Ushán. Ahora lucía más grande, su cabellito continuaba siendo rizo como el de su padre y su piel blanca como la de su padre.

—Mira Ushán, llegó tu tía Esmeralda —dijo Nereida al tiempo que levantaba al pequeñito y lo aproximaba a la muchacha.

—"Emalda" —balbuceó el niño sonriendo.

—¡Hola, Ushán! —respondió ella acariciando al pequeño mientras Ezra le sonreía.

El niño era simplemente adorable. A pesar de sus cortas edades, Ushán y su hermanito, Amad, se diferenciaban bastante. Mientras que Ushán era activo y se la pasaba riendo y jugando, Amad no hacía más que dormir. Nereida comentó que era mucho más pasivo que Ushán, casi no lloraba y prefería descansar casi todo el tiempo.

Cuando comenzó a hacerse tarde, Nereida le pidió a Esmeralda que la ayudara a acomodar algunas cosas; mientras tanto Ezra jugaba con Ushán y Amad se encontraba dormido.

—¿No has sabido nada de Kimiosea? —preguntó Esmeralda mientras movía unas cajas con objetos que Nereida tenía arrumbadas.

—No, realmente no he sabido nada de ninguna, hasta que Iniesto me dijo que estabas en el castillo trabajando —explicó ella—. Mira esto, es precioso conservarlo. Me alegra tanto de que ahora ya sea nuestra —mostró la muchacha a su amiga un certificado, la chica lo tomó y comenzó a leerlo:

La honorable región de Noif, autoriza la reasignación del registro de la propiedad ubicada en la calle Manifié, número 423, en el pueblo principal de la región de Noif, Imperia, a nombre de la señora Nereida Ditón y el señor Iniesto Ápoca, los cuales por medio de este acuerdo se encuentran obligados al pago de los impuestos correspondientes. A cambio, se le otorgarán beneficios como lo son: el suministro de agua (potable y no potable), el uso de servicios de salud en los establecimientos correspondientes, inclusión en el servicio postal y de entregas. 

En caso de que haya niños viviendo en la propiedad (entre 3 y 17 años), se les brindará inscripción inmediata a uno de los cinco colegios de los cuales dispone esta región. Se seleccionará el grupo y colegio por medio de un examen único. 

Cuando se decida dejar esta propiedad deberá darse de baja en las oficinas correspondientes, ubicadas en el pueblo principal, con la intención de que se anuncie su venta y así se encuentre un comprador. En caso de ya tenerr uno, se deberá notificar a las oficinas. 

Se entiende que actualmente viven tres personas en el domicilio (matrimonio y un hijo), los niños que ahí habitan no son mayores de tres años (por lo tanto se le dará alta inmediata en los colegios en cuanto se cumpla la edad mencionada). No existen mascotas. 

Si existe algún error o cambio favor de aclararlo en las oficinas correspondientes.

El rey Hibresto autoriza este acuerdo y espera que se cumplan con las condiciones y, a su vez, promete que cumplirá con los servicios dados a cambio.

—En ese momento aún no había nacido Amad —aclaró Nereida guardando el certificado de nuevo—. Con que aquí estaba —comentó la mujer al abrir otra caja—. Lo había estado guardando durante un tiempo, sólo que hasta hace poco lo creí perdido —dijo sacando de la caja un cuaderno que la chica reconoció a la perfección—. Sabía que tarde o temprano te volvería a ver.

—¡Es el cuaderno de Dulce! —comentó emocionada mientras lo recibía.

—Sé que te gustaba mucho leerlo —dijo Nereida sonriendo.

—¡Muchas gracias!

Pasaron el resto de la tarde recordando viejos momentos, la visita terminó más pronto de lo esperado. En cuanto comenzó a anochecer los muchachos subieron al carruaje y miraron por la ventana tristemente a Ushán, Amad y Nereida despidiéndose.

No faltó mucho para que llegaran a su destino, por fin arribaron a Farblán. El lugar continuaba siendo tan fúnebre como Esmeralda lo recordaba, triste y sin un poco de luz que alegrara aquel enorme pueblo. Pasaron la noche en una posada muy sencilla. Notaron un par de miradas extrañas, por parte de los habitantes, pero no les prestaron mucha atención y se dedicaron a descansar.

Cuando amaneció partieron en el carruaje al centro de la región, al bajar notaron como la gente les lanzaba miradas llenas de odio.

—¡Habitantes de Farblán! —gritó Esmeralda subiendo a la esquina de una fuente abandonada para ser escuchada—. ¡Vengo en nombre del rey Ciro! —La gente no se detenía, a pesar de que el anuncio de Esmeralda rompía el profundo y siniestro silencio que envolvía a la región—. ¿Por qué me ignoran? —dijo desesperada Esmeralda—. ¡He dicho que vengo en nombre del Rey! ¡Él me ha pedido que averigüe sus necesidades para resolverlas de inmediato!

—¡Mentira! —gritó al fin un hombre que lucía sucio y cansado—. ¡Ese hombre no quiere ayudarnos!

—¡Claro que sí! —defendió de inmediato la muchacha—. ¡Él quiere que dialoguemos y lleguemos a un acuerdo!

—¡No queremos nada de ustedes! —gritó ahora una mujer que se acercaba en las mismas condiciones que el otro hombre.

—¡Lárguense! —les gritó alguien más, Esmeralda se percató de la apariencia de todos los presentes.

—¡Asquerosos! ¡Les debería dar vergüenza decir que quieren ayudarnos! —concluyó una anciana que tomó una piedra y la lanzó fallidamente hacia Esmeralda.

—¡Largo de aquí! ¡Malditos mentirosos! ¡Asquerosos! ¡Nos dan asco! —gritaba la multitud que se había formado, todos tratando de herir a sus visitantes con piedras.

Ezra y los guardias tomaron a Esmeralda y la metieron al carruaje, de inmediato partieron; pero tanto la consejera real, como su ayudante se quedaron más que sorprendidos. ¿Por qué los habitantes de Farblán los odiaban tanto? 

La incógnita continuó todo el camino hasta Alúan, allí, la chica bajó del carruaje para repetir exactamente la misma acción, sólo que en Alúan la reacción del pueblo fue inmediata.

—¡Largo de aquí! ¡Asesinos! —gritaron al tiempo que intentaban agredir a la ya bastante maltratada Esmeralda.

Así, con la sorpresa en sus corazones, fueron donde Mim. Aguardaban, por lo menos, una buena bienvenida desde que abandonaron la casa de Nereida. Lizonia era tan bonita como Esmeralda y Ezra la recordaban, tan fresca y verdosa como siempre, donde yacía una primavera eterna y una paz total. Bajaron del carruaje y el muchacho comenzó a ponerse muy nervioso, llamaron a la puerta y ambos se miraron con emoción.

—¿Sí? —dijo Mim al tiempo que abría, al verlos a los dos abrió los ojos desorbitadamente y comenzó a llorar—. ¡Ezra!

—¡Señora Daar! —gritó el muchacho mientras la mujer lo abrazaba envuelta en lágrimas.

—¡No puedo creerlo! —dijo emocionada Mim al tiempo que abrazaba también a su hija—. Estoy tan contenta de que estés bien, Ezra.... Deben estar hambrientas, entren, tengo lista una sopa deliciosa, creo que alcanzará para los tres. —Al entrar a aquella casa ambos se sintieron invadidos por un sentimiento de nostalgia. Esos años en los que jugaban juntos y la vida era mucho más sencilla. No se detuvieron mucho en esos pequeños recuerdos, más bien disfrutaron el estar ahí con Mim, deleitándose con esa maravillosa sopa y relatando los enormes acontecimientos dados en ese tiempo.

—Me alegra mucho que hayan logrado trabajar en el castillo de Nitris, es un gran honor —comentó Mim al terminar de escucharlos.

—Pues... Ahora que lo mencionas, hay algo raro que nos pasó ahora que veníamos de camino —recordó Esmeralda—. Cuando entramos a Farblán nos comenzaron a insultar y terminaron por echarnos, lo mismo sucedió en Alúan. ¿Qué habrá sucedido?

—Ya veo, pues creo que sé la respuesta —dijo Mim terminando su sopa—. Es un problema de hace varios años, pero hasta ahora la gente ha tenido trabas, bueno, más de las habituales, han decidido revelarse ante todo eso —explicó la mujer.

—¿Pero qué tipo de cosas, señora Daar? —preguntó Ezra angustiado.

—El Rey casi no envía dinero a esas dos regiones. Sus leyes ahí son muy injustas, escasea el alimento, hogar y trabajo, los gobernantes son prepotentes y corruptos, hay muchos bandidos en las calles —respondió Mim mirando como los chicos se quedaban mirándose entre ellos.

—No es culpa de Ciro —dijo al fin Esmeralda.

—No —dijo Ezra irónicamente—. ¿Entonces de quién?

—Tal vez, él no está enterado de esto —explicó Esmeralda—. Sea como sea tenemos que cumplir la misión e ir a hablar con el pueblo.

El muchacho asintió, Mim comprendió que la situación era urgente y aceptó que ambos se tuvieran que ir tan pronto. Partieron al pueblo, nuevamente, al bajar fueron insultados, pero Esmeralda se mantuvo fuerte y contestó.

—¡Pueblo de Alúan! ¡No buscamos aparentar! ¡Queremos hacerles notar que somos parte de ustedes! —gritó y la gente se tranquilizó un poco.

—¡Tú naciste entre oro, riquezas y porcelana! ¡Nosotros tuvimos que trabajar todo lo que tenemos! —respondió uno de los hombres.

—¡Claro que no! ¡Yo crecí aquí, aquí mismo, en estas calles! ¡Denme la oportunidad de demostrarles que soy una de ustedes! —pidió la chica a los habitantes.

Tardó un momento, pero al final los convenció. Pasaría una tarde con ellos, al igual que Ezra, y, al final del día hablarían con ella. Así pues, la chica gastó toda su tarde ayudando para los preparativos de una pequeña fiesta que tendrían en la noche, dicha en la que juntaban la comida de todos para que se la repartieran en partes iguales.

Cuando cayó la noche, la gente encendió una fogata enorme, abrieron una carpa grande y comenzó la celebración.

Todos se tomaron de las manos; se sentía el calor del fuego. Esmeralda se asustó un poco, pero al ritmo de los instrumentos, que creaban una hermosa y alegre canción, fue jalada por los habitantes de aquel lugar para comenzar a dar vueltas y saltos alegres al compás de las melodías. 

Soltó carcajadas pues la tierra suelta hacía que no viera con claridad y tropezara con frecuencia. Los habitantes le aplaudían con gozo, casi un miembro de la realeza descalza y bailando con el pueblo, era difícil de creer. Le invitaron a disfrutar de la comida que habían juntado, los púos más enormes yacían en el centro de una gran mesa tosca de madera; había Drifeos humeantes y Vaiia para tomar, la más pura que había bebido desde hacía mucho tiempo, fresca pero no empalagosa. La luna brillaba más que nunca sobre un pueblo que festejaba y sufría por dentro, que cantaba y lloraba por su pena, nadie había ido a ayudar. Esmeralda se sintió obligada a convencer al Rey para que invirtiera en mejorar la vida en Alúan y Farblán.

Al finalizar el día Esmeralda le preguntó a un grupo de hombres la situación.

—Ha sido horrible —dijo uno de ellos—, más que antes. Ha habido muchos muertos por el hambre, gente muy inocente. Padres que por darle de comer a sus hijos se han quedado sin alimento. Hable con el Rey. Si usted dice que él no sabe nada, confiamos es usted, señorita.

La noche acabó con aquella plática, se hospedaron en una posada que los mismos habitantes recomendaron y ofrecieron.

A la mañana siguiente fueron despedidos como héroes, héroes que vinieron a salvarlos de la miseria. Esmeralda se mantenía pensando en el camino que Ciro era tan bueno que de inmediato haría algo para ayudarlos, eso la hizo sentir algo aún más profundo por él. Estaba segura, regresando del viaje, se lo diría.

¡Recuerda acompañar tu lectura con la playlist oficial y seguir las últimas noticias en las redes sociales! ¡Gracias por todos sus comentarios!

-Sweethazelnut.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top