71. Siempre juntos
Pasaron tres meses, Nereida lucía preciosa con su pancita totalmente crecida. Las muchachas partieron a un día normal de clases, se encontraban escuchando al profesor Blodin cuando de repente, Nereida comenzó a gritar. Agarraba su vientre al tiempo que comenzaba a tornarse ligeramente roja. Recordaron que la muchacha se había sentido mal en la mañana, de hecho, días anteriores se había estado sintiendo terrible.
El profesor se quedó sin habla no movió ni un solo dedo, era la primera vez que veía algo así, la muchacha gritaba desgarradoramente. Shinzo se levantó de inmediato y corrió por la señora Nerzo, Kimiosea y Esmeralda caminaron hacia su amiga y trataron de tranquilizarla.
Nadie hacía nada, todas miraban aterrorizadas a las amigas. El profesor reaccionó tardíamente y corrió hacia su alumna, le preguntó qué le sucedía pero ella no contestaba sólo seguía quejándose por el dolor.
El profesor comenzó a sudar un poco por la frente, miró a todas las alumnas, pero ellas tampoco sabían qué era lo que sucedía. En ese momento Shinzo y la señora Nerzo entraron corriendo y sujetaron a la muchacha para retirarla. La señora les dijo a Esmeralda, Shinzo y Kimiosea que no podían venir porque era muy probable que fuese el momento en el que naciera la criaturita de Nereida. Las amigas se quedaron sorprendidas, al igual que el resto de las alumnas y el profesor.
Cuando la alumna se retiró, la clase tardó un momento en restablecerse, fue un momento muy extraño para todos, pero, gracias a la señora Nerzo, todas se quedaron mucho más tranquilas.
Terminaron los dos periodos y nadie tenía aún noticias de Nereida, pasaron muchas horas, nadie se atrevía a decir nada. Todas estaban en el cuarto de Nereida y Esmeralda, mirándose con ansias de saber si las cosas había salido bien, si había sido una niña o un niño, todos los detalles posibles sobre el nacimiento de lo que sería un miembro más de esa nueva unidad.
Ya había pasado mucho tiempo cuando alguien llamó a la puerta y al abrir notaron que era la señora Nerzo.
—¿Cómo está Nereida? —preguntó de inmediato Esmeralda.
—Bien, señorita Daar, todo fue un éxito —informó la señora provocando alivio entre las presentes.
—¿Fue una niña o un niño? —interrogó curiosa Kimiosea.
—Fue un precioso niño, señorita Bénel —respondió la mujer con seriedad y una pizca de alegría.
—¿En dónde está ella? —dijo Shinzo con una sonrisa.
—Su esposo llegó a tiempo para ver nacer a su bebé, ambos se encuentran ahora en su casa en Noif, reposará unas semanas y retomará las clases muy pronto con ustedes —explicó la señora Nerzo causando ligera tristeza—. Me disculpo, pero sólo venía a informarles que todo resultó bien, con su permiso, señoritas —concluyó la mujer y cerró la puerta al salir.
—¡Ya quiero conocerlo! —dijo emocionada Kimiosea dando un saltito.
—Yo igual, pero tendremos que esperar —comentó Esmeralda.
—Lo importante es que Nereida se encuentre bien y reposando —afirmó Shinzo y todas asintieron.
Se quedaron tranquilas por saber que todo estaba bien, pero tristes por tener que dejar a su amiga. Era una situación nueva para todas, un nuevo miembro de la pequeña familia que habían conformado en esos años.
Aquella noche Esmeralda se quedó sola, situación que se repetiría por los siguientes cuarenta días. Se sentía muy fría la habitación sin una amiga con la cual platicar antes de quedarse dormidas. Recordó entonces los momentos en los que Nereida no le dirigía la palabra, se sentía justo así. La muchacha tomó una hoja y se dispuso a escribirle otra carta a su madre.
Querida madre:
Acaba de pasar algo extraordinario, ¡ya nació el bebé de Nereida! La señora Nerzo, nuestra coordinadora, nos avisó hace rato que fue un niño. Estoy tan feliz por ella, aunque un poco triste, ya que no podremos verla hasta que se recupere completamente. Espero que regrese al Coralli, es una amiga muy especial para mí.
Ahora está cada vez más cerca la graduación y estoy muy nerviosa. No sé si alguna dama de la nobleza me elegirá, pero si no lo hace, sabes que regresaré contigo y te ayudaré en el taller. No te preocupes que nunca te dejaré sola. Si me eligieran, entonces te visitaré cuando me lo permitan, ¡te quiero muchísimo, mamá!
Te mando millones de besos.
Con amor, Esmeralda.
La muchacha guardó la hoja en su escritorio para entregarla al siguiente día a la señora Nerzo. Caminó hasta su cama y se recostó, permaneció mirando el techo unos segundos.
Sintió su piedra del destino y se la descolgó para mirarla. Era tan hermosa, ¿qué significaban aquellas dos "E"?, tal vez jamás lo sabría. Volvió a colgárselo, después miró el collar que aquel hombre misterioso le dio en el Shésimu, sonrió. Se preguntaba, qué le reservaba la vida para cuando terminara el Coralli. Había dos caminos: comenzar a vivir en castillos y palacios o regresar a Lizonia con su madre. A esas alturas, ella estaba feliz con cualquiera de las dos.
Al siguiente día Esmeralda experimentó lo que era tomar clases solamente con Kimiosea, otra vez. Inmediatamente todas sintieron la ausencia de su amiga, pero así sería la manera en la que tendría que ser hasta dentro de un tiempo.
Las clases de Contabilidad le hicieron recordar los días de primer año, cuando no pasaba ni un segundo sin que Nereida y ella estuvieran diciendo algo gracioso al momento de estar realizando los ejercicios juntas. También Blodin le recordaba a su amiga, fue una pena pasar el primer día sin ella. Lo mismo se sintió a la hora de la comida, momento en el que Shinzo y Esmeralda gastaron mucho tiempo juntas, pues Nereida no estaba y Kimiosea trataba de pasar el mayor tiempo posible con Naudur.
Ese muchacho que el destino quiso que conociera, alguien que la entendía tan bien y que desde el principio había sido perfecto y, tal como pintaba el panorama, lo sería para siempre, como aquel día. Ambos estaban recostados en el pasto, no hay nada como un momento en el cual descansar junto a tu ser amado. Se encontraban pensando en que se acercaba el final, pronto tendrían que decirse adiós, pero no necesariamente para siempre.
—¿Tú que harás al graduarnos? —preguntó Kimiosea mirando las nubes.
—No lo sé, ¿a dónde irás tú? —respondió el muchacho.
—Probablemente a Beroa, ahí podría conseguir un empleo como redactora —dijo la rubia suspirando.
—Entonces yo también iré para allá —expresó el muchacho.
—¿En serio?
—¡Claro! Puedo crear allá mi propia compañía Encinel o trabajar por mi cuenta —explicó Naudur.
—¿Entonces, no nos separaremos? —inquirió la chica sonriente.
—Espero que jamás —dijo el muchacho y Kimiosea le dio un abrazo.
Regresaron al segundo periodo de clases y después se fueron a dormir. La rubia muchacha estaba contenta al enterarse de que no se separaría de Naudur al terminar el Coralli. Su primer amor al parecer sería el único, esa persona que la hacía sentir cosas muy hermosas, como algo nuevo y muy bello que creció en ella desde el momento en el que lo vio. Se durmió con mucha felicidad en su corazón, sonriendo, tranquila y en paz.
Esa noche, mientras el resto del Coralli tenía una noche cualquiera, Esmeralda tuvo un sueño muy extraño. Un sueño mucho más que realista:
La muchacha estaba en un lugar extraño, era una especie de castillo destruido. El frío inundó de pronto los alrededores, era una sensación entre escalofriante y refrescante. La neblina cubría todo. No se escuchaba más que el suave sonido de la naturaleza; el cielo se admiraba gris y misterioso.
La muchacha miró sus manos, éstas tenían una espada, con cuidado la colocó en el suelo. Se levantó y sacudió toda la tierra que ensuciaba un hermoso vestido verde que traía puesto. Dio unos cuantos pasos y sintió escalofríos, sobre de ella pasó volando un cuervo, el animal la miró y ella notó esa acción. El cuervo comenzó a acercarse y la chica sintió una sensación muy extraña, el miedo la recorrió y corrió de regreso hasta la espada, la tomó y giró para golpear al cuervo con ella. En el momento en que la espada tocó al animal todo se tornó blanco y apareció una imagen con el collar que el extraño le entregó a la muchacha. La chica despertó de repente, estaba sudando, sintió su collar y se tranquilizó, miró al techo impresionada, fue un sueño horrible. Tomó una bocanada de aire, fue por un poco de agua a la cocina y regresó a dormir.
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-Sweethazelnut.
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