56. La reunión en el kiosco


Las clases comenzaban a ser cada vez más pesadas, y a pesar de que les habían quitado la mayoría de sus materias, la carga de trabajo se compensaba porque las clases extras eran mucho más difíciles. Esmeralda trató de buscar a Cindél entre todos los alumnos del Coralli, pero no podía encontrarla, eran tantos; además no contaba con el tiempo suficiente. En clase de Historia seguía sin poner tanta atención, pero ahora sí entregaba tareas de calidad y ejercicios completos.

Continuaron pasando los días, el otoño comenzaba a irse, ese día las chicas decidieron tomar el almuerzo en el kiosco y, por primera vez, invitar a Naudur, Dimitri y a Iniesto. Se quedaron de ver frente a los dormitorios de las chicas, todos llevaron comida para poder compartir, sirvieron los platillos y se sentaron cómodamente para disfrutar de esas dos horas que les otorgaba la escuela para comer.

—¡Qué rica comida! No sabía que eras tan buen cocinero, Iniesto —comentó Nereida mientras probaba un delicioso postre.

—Lo preparé especialmente para ti, preciosa.

—Sí, Nereida, lo compró a un estudiante Uvruam especialmente para ti —rió Dimitri y su amigo le dio un codazo.

—El que no sabe nada bien es el de Naudur —dijo Iniesto haciendo cara de asco.

—Al menos yo no lo compré.

—Pues a mí me sabe muy bien —declaró Kimiosea tomando más porción.

—No hay duda de que el amor mata a las papilas gustativas —bromeó Nereida y los demás también soltaron risitas.

—Iniesto, alerta de chica molesta —advirtió Dimitri con voz discreta.

—¡Hola, Iniesto! —saludó Jamié que venía con sus amigas.

—¿Cómo te va Jamié? —preguntó el chico girando los ojos.

—¿Qué es lo que hacen? No me digan que han preparado comida y no me han invitado —dijo la chica con un nuevo tono de amabilidad que las muchachas nunca habían escuchado.

—Si no te invitamos no fue por error —exclamó enojada Esmeralda.

—Vamos, Esmeralda, si todos somos amigos —comenzó a decir Jamié dejando a todos anonadados.

—Oye, estamos comiendo, no queremos moscas rondando por aquí —dijo Nereida levantándose para ir junto a ella—. Vete.

—Oblígame —Nereida la empujó y la chica comenzó a forcejear con ella.

—¡Deténganse! —les dijo Iniesto separándolas con ayuda de su amigo—. Jamié, entiende, por favor.

—Veo que tu amiguita no se puede controlar —dijo enojada Jamié.

—Es mi novia y te pido que la respetes y que respetes esta relación —concluyó el muchacho y caminó, junto a Nereida, de regreso al kiosco.

—Bien —exclamó furiosa Jamié y se fue.

—No te preocupes, Jamié —la tranquilizó una de sus amigas cuando ya estaban lejos del lugar—. Tú eres mucho más bonita, además de que tienes mucha clase y porte.

—Lo sé, lo sé, pero es como si Iniesto no se diera cuenta —dijo impotente la muchacha.

—Sólo se está divirtiendo, sabes que él ha salido con muchas chicas, con todas hace lo mismo —comentó otra de las muchachas.

—Sí, además yo creo que tú fuiste especial para él. Para mí que sólo está disfrutando un poco antes de... ¡proponerte matrimonio! —exclamó sobresaltada su amiga.

—Tienen razón, yo creo que antes de la graduación ya seré la esposa de Iniesto Ápoca —declaró la muchacha y todas sus amigas asintieron.

La comida resultó más callada cuando Jamié se fue, arruinó el tiempo de los chicos. Todo terminó muy pronto y regresaron a sus clases. Los muchachos continuaron con aquel día, Dimitri se quedó sorprendido por la actitud de su amigo, así que en cuanto se encontraron solos, a punto de irse a dormir, no pudo evitar preguntarle.

—¿Con que respetar tu relación con Nereida, no? —insinuó el muchacho y su amigo, quien leía un libro, sólo lo volteó a ver y continuó leyendo—. Si fuera cualquier otra chica, estoy seguro de que habrías dejado que se pelearan.

—Eso no te incumbe —contestó Iniesto cambiando de página.

—Tú querrías "guerra de chicas" —afirmó el muchacho—. O tal vez... Ella no es "cualquier chica".

—Déjame tranquilo —pidió su amigo mientras cerraba el libro y sacaba un par de niros de su cajón—. Por cierto, aquí están los doscientos niros que me pagaste para ir a tu cita con Shinzo. —El chico los recibió y se quedó mirándolos.

—Me devuelves el dinero que te pagué por salir con Nereida, le dices a una hermosa chica que respete tu relación... No me digas que estás...

—¡No lo digas! —dijo sobresaltado el muchacho levantándose de su cama.

—E...

—¡Basta! —exigió el chico tratando de taparle la boca a su amigo.

—...Enamorado —terminó de decir el muchacho y se comenzó a reír.

—¡Dimitri! —dijo el chico dándole un golpe a su amigo en el brazo.

—¿En serio estás enamorado?

—¡No! Claro que no, jamás lo estaré... Tú sabes que las chicas vienen y van —expresó Iniesto y se volvió a recostar en su cama para leer.

—Yo creo que algo más te está pasando, si no fuera así, hubieras regresado al instante con Jamié —comentó Dimitri.

—¿Te gusta, Jamié? —preguntó Iniesto tranquilamente.

—Es muy bonita, no te lo voy a negar, pero no es que la quiera, como...

—Como a Shinzo —completó su amigo y el muchacho sólo volteó la cabeza.

—Somos amigos, ella no me quiere... Ni yo a ella —concluyó el chico—. Mejor ya duérmete.

—Como quieras —rió Iniesto mientras cambiaba la página.

Iniesto quería creer en su interior que no estaba enamorado, pero la verdad era que cada vez estaba más y más interesado en Nereida. Era extraño como antes no quería ir a ningún lugar si se enteraba que iba la chica, pero ahora era todo lo contrario. Se sentía muy a gusto con Nereida y no le importaba que Dimitri se riera cada vez que hacía algo ridículo con ella, eso nunca antes le había sucedido.

El fin de semana llegó y Esmeralda partió al trabajo con su misión en la cabeza, tenía que hacer que Wolt comenzara a hablar más, y ya terminado eso, tendría que hacer que tuviera una cita con Cindél. No sabía por qué, pero le encantaba la idea de Wolt y Cindél juntos. Ya quería llegar a la cafetería para comenzar con la misión.

Saludó a todos, como de costumbre, se dirigió directo a las mesas, junto a su compañera, y comenzó a limpiarlas.

—¿Y cómo te ha ido en la escuela? —preguntó Esmeralda a su amiga.

—Bien, un poco pesado, debo admitir. Son muchas materias, pero me agrada bastante —contestó la muchacha colocando los arreglos florales en cada mesa.

—Ya veo... Sabes... Wolt también estudia en el Coralli —comentó la chica y su amiga la miró.

—Sí, lo sé, también Kuri, ambos serán Uvruam —dijo Cindél continuando con su trabajo.

—Ha de ser una persona con capacidades extraordinarias, creo que la comida que él cocina es la más sabrosa —le dijo Esmeralda a su amiga.

—Sí, hace unos Yamis deliciosos —aceptó la chica tranquilamente.

—¡Deja tú los Yamis! Prepara unos Puffipots increíbles —continuó diciendo la chica—. ¿Te has fijado en que es muy apuesto?

—Pues, sí, supongo que es apuesto, aunque debería hablar un poco más —comentó Cindél.

—Eso no es un problema, si no te fijas, casi no se nota.

—Creo que será mejor que vayas a que te rellenen los platitos con salsa de uva —pidió la chica y Esmeralda sonrió y caminó a la cocina con los platitos.

—Tenemos que hacer que Wolt hable —dijo precipitadamente Esmeralda entrando a la cocina.

—Hola a ti también, Esmeralda —expresó Kuri mientras tomaba los platitos que traía la chica.

—Lo siento —se disculpó la chica—. Dinos algo Wolt, algo corto —pidió la chica y el muchacho sólo levantó las cejas.

—No lo lograrás, habla muy poco, pero sólo conmigo —relató Kuri.

—Por Cindél, imagínatela tomada de tu mano, diciéndote que te quiere. —El chico esbozó una sonrisa cuando Esmeralda le dijo lo anterior.

—Sería lindo —dijo, al fin, Wolt.

—¡Lo hiciste! —gritó Esmeralda y Dimesco se acercó.

—¡Esmeralda! —llamó el hombre causando que la chica volteara asustada—. No distraigas a mis Uvruam.

—Lo siento, señor —dijo la muchacha y tomó los platitos con salsa de uva para llevarlos a las mesas.

La chica tuvo que volver al trabajo, poco después, la cafetería abrió sus puertas y comenzó el verdadero desastre. Wolt por fin había hablado y Esmeralda esperaba poder convencerlo pronto para que tuviera una cita con su amiga.

Regresó muy tarde de trabajar, esta vez, su amiga ya no estaba despierta. Entró sigilosamente a la habitación, tomó el cuaderno de Dulce entre sus manos y comenzó a leerlo, aún no lograba comprender nada; después de un rato se cambió de ropa y se fue a dormir.

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-Sweethazelnut.

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