55. Un nuevo cometido.
Las semanas comenzaron a pasar. Esmeralda batallaba cada vez más con la profesora Clovery y Nereida estaba muchísimo más que estresada con todo, afortunadamente, Iniesto la relajaba con esos largos paseos durante el tiempo de comida. Cada vez eran más y más unidos, todo el tiempo libre que tenían lo dedicaban uno al otro, al igual que Kimiosea y Naudur; lo cual dejaba continuamente a Esmeralda y a Shinzo solas.
Nereida les había confesado hace unos días que había traído con ella el cuaderno de Dulce; así que al momento de la comida, cuando no estaban con sus caballos, Shinzo y Esmeralda se juntaban en el kiosco, y ésta última, se la pasaba leyendo el cuaderno de la hermana del profesor.
—No entiendo qué le encuentras de interesante a ese viejo cuaderno, Esmeralda —comentó Shinzo mientras se comía una manzana y admiraba cómo su amiga se perdía entre las páginas del cuaderno—. Yo no comprendo nada de lo que dice y, honestamente, me da escalofríos leerlo.
—Eso es lo interesante, sería asombroso poder descifrarlo, poder saber cuáles son los secretos que alberga —explicó emocionada la chica tomando entre sus manos más papeles.
—No creo que oculte secretos tan grandes, después de todo es un simple diario, ¿no es así? —preguntó Shinzo.
—No lo podemos saber, yo creo que hay algo, algo más dentro de todo esto —defendió la muchacha.
—¿Qué podría haber? —insistió Shinzo dándole otra mordida a su manzana.
—No lo sé, pero presiento que... Algo así como una gran aventura —sonrió Esmeralda y su amiga sólo negó con la cabeza.
—Si tú lo dices, Esmeralda... sabes, es algo molesto que Kimiosea y Nereida ya nunca estén con nosotras —expresó la muchacha soltando un suspiro.
—Déjalas, están viviendo una experiencia diferente, además, yo sé que pronto estarás como ellas —dijo su rizada amiga esbozando una sonrisa, pero sin quitar los ojos del cuaderno.
—¿Yo? —preguntó Shinzo abriendo los ojos.
—No finjas que Dimitri ya sólo pasa como tu amigo —insinuó la muchacha notando que su amiga se sonrojaba un poco.
—No empieces, Esmeralda, trato de llevar las cosas tranquilas con él... Sólo es mi amigo —explicó la chica.
Esmeralda comenzó a reírse y Shinzo le aventó su manzana, ambas se rieron y continuaron charlando otro rato.
El cuaderno parecía un misterio sin resolver, las anotaciones de Dulce intrigaban bastante a Esmeralda, ni siquiera Nereida estaba tan metida en el asunto del cuaderno como ella, pero era algo indudablemente maravilloso.
Decidieron caminar un rato por los alrededores de la escuela, cuando se encontraron sorpresivamente al profesor Tausum, quien andaba tranquilamente con sus libros en la mano admiraba los árboles, las flores, todo, menos a ellas, quienes lo sorprendieron al acercarse repentinamente.
—¡Profesor Tausum! —saludó Shinzo y el hombre dio un saltito por el susto.
—Shinzo, Esmeralda, no esperaba verlas aquí, ¿cómo están? —preguntó el profesor sonriente.
—Muy bien profesor, nos desilusionamos mucho al ver que ya no llevábamos Geografía este año —dijo Esmeralda y el profesor asintió.
—Yo también lamento mucho ya no estar con ustedes, ni este ni el próximo año —explicó el profesor.
—¿El próximo año tampoco estará con nosotras? —preguntó Shinzo asombrada
—Lo siento, pero así es el programa, segundo fue nuestro último año juntos —rió el profesor—. Pero no se preocupen, el próximo año asistiré a su baile de graduación.
—Es una lástima... Significa que... ¿la excursión a Alúan fue la última excursión que tendríamos? —dijo preocupada Esmeralda.
—Lo siento, pero sí.
—Jamié nos la va a pagar —exclamó Shinzo y el profesor sólo sonrió.
—Tengo que irme muchachas, pero fue un placer verlas de nuevo, nos veremos, en dos años —se despidió el profesor y siguió su camino.
Las chicas no podían creer haberse perdido aquel evento, estaban tan enojadas con Jamié, pero pronto encontrarían la manera de vengarse. No era algo que acostumbraran, pero haberse perdido la última excursión las hacía enfurecer.
De alguna u otra manera la semana fue pasando y el fin de la semana llegó. Esmeralda tuvo que partir al pueblo para asistir a su trabajo, el lugar se sentía tan diferente después de haber estado dos meses conviviendo en el pueblo de Noif.
Como siempre, el lugar estaba muy agitado. Esmeralda caminó a la entrada de atrás de la cafetería, saludó a Amalia y, registró su turno con ella. Fue a las mesas y se reencontró con su amiga Cindél.
—¡Esmeralda! No sabes lo mucho que te extrañé durante las vacaciones —saludó la muchacha al ver entrar a su amiga con el uniforme.
—¡Yo también te extrañé mucho, Cindél! —respondió la chica dándole un abrazo.
—¡No vas a poder creerlo! —exclamó exaltada la chica con cabello rosa.
—¿Qué, qué pasó? —preguntó Esmeralda extrañada.
—¡Entré al Coralli! —informó la chica desbordando alegría y su amiga comenzó a dar saltos de emoción.
—¿En serio?
—¡Sí! ¡Aceptaron mi solicitud!
—¡Felicidades! —dijo Esmeralda sonriendo.
—Gracias —contestó la muchacha, mientras se tranquilizaba y continuaba limpiando la mesa.
—En verdad, es una gran oportunidad —expresó Esmeralda, vigilando que ni Dimesco ni Amalia las hubieran visto y tomando un trapo para limpiar otra mesa
—¿Qué especialidad estas tomando?
—Sífniga —respondió la chica con una sonrisa.
—Es maravilloso, trataré de buscarte dentro de la escuela, así te podré presentar a todos mis amigos —dijo emocionada Esmeralda.
—Oye, me enteré que tú conocías a los chicos que se pelearon aquí la otra vez, ¿es cierto? —preguntó la chica cautelosamente.
—Sólo a uno de ellos, pero no te preocupes, no es que gusten de pelearse todo el tiempo. Lo que pasa es que mi amigo defendió a una de mis amigas del otro chico —explicó Esmeralda.
—¡Qué caballero! —dijo fascinada su amiga.
—Si supieras la historia completa —rió Esmeralda y la chica esbozó una sonrisa.
—¿Cómo te la pasaste en las vacaciones? —preguntó Cindél.
—Muy bien, estuve en casa de una amiga. La verdad es que extrañé mucho a mi madre, pero me consuela saber que la veré el próximo verano.
—Qué bien, yo me la pasé cuidando a mi hermanito y trabajando, pero valió la pena para que al final sí me aceptaran en el Coralli —sonrió Cindél con un brillo especial en los ojos.
—Me alegro tanto por ti —expresó Esmeralda mientras notaba que había unos platitos que aún no tenían la salsa de uva—. ¿Por qué esos platos no tienen todavía la salsa de uva?
—Fui a llenarlos, pero sólo estaba Wolt, me miró y después se giró hacia una de sus ollas y no se movió de ahí... Jamás —relató la chica causando una pequeña risita en su amiga.
—Iré a llenarlos, tal vez ahora sí esté Kuri —dijo la chica, tomó los platos y se metió en la cocina.
—¡Hola, Esmeralda! —saludó Kuri, mientras agregaba más ingredientes a una olla.
—Hola, Kuri, Wolt —respondió la chica y Wolt sólo la miró y le sonrió—. Vengo a que me llenen estos platitos con salsa de uva, ¿ya está lista?
—Desde hace rato que está lista —respondió Kuri tomando todos los platitos de Esmeralda.
—Pues, a mi me dijo Cindél que vino y no le dieron nada.
—Yo nunca la vi entrar, ¡ya lo tengo! Debió ser cuando fui por más ingredientes a la bodega y Wolt se quedó sólo —recordó el chico comenzando a llenar los platos—. Él no puede ver a Cindél sin quedarse paralizado.
—Qué tierno —expresó Esmeralda y Wolt sólo bajó la mirada.
—Desearía hablarle, pero no puede —terminó de decir el chico mientras rellenaba más platos.
—¡Claro que puede! —dijo la muchacha tomando algunos platitos —Nosotros te ayudaremos, ¿cierto, Kuri?
—No creo que podamos, pero si tú lo dices... Lo haremos —respondió el muchacho.
—Perfecto, voy a dejar estos platitos y regreso por los demás —dijo la muchacha y regresó al restaurante con su amiga, colocó los platitos en unas mesas y se acercó a ella—. Ya traje la salsa.
—Lo veo —rió Cindél que empezaba a acomodar las mesas como se debía.
—Sabes... Wolt es un chico muy agradable —comenzó a decir Esmeralda.
—Pues... Supongo —contestó la chica extrañada.
—¿Sabes qué sería genial? Que pudiera ...
—¡Esmeralda! —llamó Amalia provocando un saltito en la chica—. Muchacha, no se te paga para estar charlando.
—Lo siento, señorita Amalia —se disculpó la chica y regresó a la cocina—. No pude decirle nada —les dijo Esmeralda a sus amigos Uvruam—. Pero fue un buen primer intento.
—Ahora tenemos que lograr que el chico hable —comentó Kuri sonriendo mientras terminaba de llenar último platito.
—Vamos Wolt, hablaste muy bien cuando les pregunté por qué estudiaban para Uvruam —recordó Esmeralda sonriéndole.
—No será tan sencillo, pero admiro tu tenacidad —dijo Kuri mientras le daba el resto de los platitos—. Mejor preocúpate por conservar tu trabajo y después veremos lo que pasa con Wolt y Cindél.
—De acuerdo —se rió la chica y continuó su trabajo.
Quería ayudar a Wolt para que estuviera con la chica, así como quisiera ayudar a Dimitri para que estuviera con Shinzo, y aunque no resultó muy bien; ahora, su nuevo cometido sería intentarlo con sus amigos del Shésimu.
Regresó muy cansada a la escuela, pero le gustaba tanto su trabajo, además era muy relajante salir y caminar por las solitarias calles del pueblo, solamente ella y sus pensamientos. Nereida todavía seguía despierta, algo muy raro en ella, ya que siempre que volvía del Shésimu, la muchacha ya estaba en lo más profundo de sus sueños.
—Hola, Nereida —saludó sigilosa la chica, entrando al cuarto.
—¿Qué tal, Esmeralda?, ¿cómo te fue en el trabajo? —preguntó la chica que se encontraba mirando el techo.
—Bien, lo normal, tú sabes... Que un anciano te reclame, que un niño te patee —contestó sonriendo la chica mientras se cambiaba a su ropa para dormir—. ¿Me prestas el cuaderno de Dulce?
—Claro, tómalo, está en mi mesa de noche —indicó la muchacha soltando un suspiro—. Shinzo me dijo que te la pasas con él.
—Es verdad, pero es que me encanta todo ese misterio que alberga el cuaderno —explicó la chica tomándolo.
—A mí también, me gusta mucho, pero creo que a ti te fascina —sonrió ligeramente la muchacha.
—Pues, supongo que sí —afirmó la rizada chica.
—¿Sabes a quién me encontré hoy? —dijo Nereida.
—No sé, pero no se te ve muy feliz —comentó Esmeralda sentándose a leer el cuaderno.
—A Jamié —soltó Nereida y Esmeralda abrió la boca.
—¿En serio? —preguntó la chica dejando el cuaderno a un lado para escuchar atentamente a su amiga.
—Así como lo escuchas.
—¿Te hizo algo malo?
—¡Esa tonta! Yo estaba hablando con mi Iniesto y la muy digna se acercó a saludarlo —comenzó a relatar la joven—. Quise reclamarle, pero la tonta no dejaba de hablar con Iniesto como si yo no estuviera presente.
—¿Y él no hizo nada? —preguntó Esmeralda.
—¡Claro que hizo algo! Le dijo que se fuera porque estaba conmigo —contestó Nereida.
—¿Y qué le dijo ella?
—Pues obviamente no le hizo caso, a pesar de que él se lo repitió varias veces. Seguía haciéndole plática, Iniesto trataba de incluirme en la conversación, pero ella seguía excluyéndome.
—¡Qué pesada! —comentó Esmeralda enojada.
—Ya sé, de seguro en el verano se enteró de que Iniesto y yo ya somos novios, sólo quiere molestarme.
—No te preocupes, no le hagas caso. Es sólo una mala persona —contestó Esmeralda.
—Eso intento, ¿sabes?, ella no sabía que Iniesto estudia aquí, me resulta extraño —afirmó Nereida acomodándose en su cama.
—Creo que tu chico sabe cómo esconderse de alguien indeseable —rió Esmeralda y se levantó para guardar el cuaderno en la mesita de Nereida.
—Buenas noches, Esmeralda —dijo sonriente su amiga.
—Buenas noches, Nereida —contestó la muchacha y se quedó profundamente dormida.
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-Sweethazelnut.
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