37. El pueblo de Cristaló


Era el último día de la semana cuando inició la clase del profesor Tausum. El hombre venía emocionadísimo, dejó sus cosas sobre el escritorio y salió corriendo a la entrada para ayudarle con una enorme mochila verde a un hombre alto, delgado y de edad un poco avanzada.

—Mis queridas alumnas, es mi gran placer presentarles a Yastio Corpio, el más reconocido viajero de Imperia, ha recorrido cada centímetro de este reino. Es un verdadero honor tenerlo aquí —presentó sonriente el profesor Tausum.

—No hay que exagerar, nadie ha recorrido cada centímetro de Imperia, pero sí he abarcado bastantes —dijo el invitado esbozando una sonrisa.

—Muy bien. ¿Alguien tiene alguna pregunta? —comentó el profesor dándole su silla al señor Corpio y sentándose sobre el escritorio.

—Vamos alumnas, no sean tímidas —indicó el señor poniéndose cómodo en la silla. Las alumnas se miraron unas a otras y Nereida, que estaba ahí por ser de las pocas clases que aún tomaba con sus amigas, levantó la mano lentamente.

—Yo tengo una duda. ¿Es cierto que hay bestias horribles en Imperia?

—Bien...

—Nereida.

—Bien, Nereida —respondió el señor Corpio—. Imperia es un lugar con mucha variedad en cuanto a fauna. En la antigüedad se relataba que este reino poseía millones de monstruos voraces, que sólo los guerreros más valientes podían acabar, con el tiempo, la creación de palacios, comercios y pueblos los ahuyentaron poco a poco, y sólo quedaron animales más pequeños. Actualmente sólo existen tres bestias monstruosas con vida, no se asusten, están prisioneros y encadenados en grandes cárceles de alta seguridad, no han encontrado la forma de matarlos, pero sí la de mantenerlos encerrados.

—¿Cuáles son los nombres de las bestias? —insistió Nereida.

—Se llaman Trontio, Baracia y Saunbunde.

—¿Cómo son? —interrogó Nereida y el profesor sonrió.

—Trontio es una bestia tan grande como ochenta palacios, su piel es dura como la roca y tiene un color verde azulado muy peculiar, posee algunas púas en su espalda, sus garras son extremadamente largas y filosas, sus colmillos son tan grandes que no caben en su propia boca y sobresalen. Baracia es una especie de serpiente gigante, su piel es de apariencia viscosa y de color blanco, tiene escamas color azul a los costados y su cabeza es cómo la de un dragón; se arrastra, pero también puede levantarse sobre su cola; mide aproximadamente el espacio que se abarca desde la puerta de la escuela hasta el final del bosque que conocen. Finalmente Saunbunde, es una bestia horrible, mide el doble que Trontio, su piel es de color negro; sus ojos, amarillos y grandes, envuelven de miedo a cualquiera; posee cuernos desde su frente hasta su espalda baja de manera vertical, sus dientes son afilados y puntiagudos; es extremadamente sigiloso, pero de las tres bestias es el más agresivo a la hora de atacar —explicó el señor Corpio tratando de describir a las bestias con sus manos—. Los hechiceros dicen que si las tres bestias se reunieran en "el círculo místico", se desataría el caos y la destrucción, pero eso nunca sucedería, ya que todas están en tres regiones diferentes; además de habitar muy recluidos y bajo la más estricta seguridad.

—¿Qué tipo de desastres se desatarían?

—Creo que es suficiente acerca de las bestias, ¿no creen? —dijo el invitado cambiando de tema.

Las muchachas se quedaron admiradas con aquella historia, jamás habían escuchado hablar de Trontio, Baracia y Saunbunde. Se tranquilizaron al pensar que las bestias estaban encarceladas, pero no podían evitar imaginar qué es lo que sucedería si algún día escaparan.

Esmeralda explicó a sus amigas que en segundo año tenían permitido salir al pueblo, les dijo que sería agradable ir un rato a comprar unos cuadernos para empezar el diario que les pidió el profesor Piuick para el final del año escolar; así que al siguiente día se prepararon para salir. Le preguntaron a la señora Nerzo el procedimiento para ello. Ella les dijo que debían darle sus nombres para llevar un control de las alumnas dentro y fuera de la escuela, podían ir a la calle con o sin uniforme, la condición era no armar alborotos y no regresar muy tarde. Así pues, la señora las anotó y les abrió la puerta de la escuela.

Admiraron al increíble pueblo de Cristaló, el cual era enorme. Las calles estaban limpias y perfectas, comenzaron a avanzar por una que era muy estrecha, los cristales que colgaban de las casas producían un destello impresionante. Las caras sonrientes de los pueblerinos no tenían comparación. Corrían niños entre las bellas casas hechas de piedra, libres y felices; los negocios poseían letreros tallados en madera con el nombre del establecimiento y su función. 

Nereida, Esmeralda, Shinzo y Kimiosea dieron pasos tranquilos, era un día perfecto. Un aroma a pan recién horneado inundaba el ambiente y el cielo. El bosque y las montañas daban amplitud a aquel hermoso lugar. Aún no habían recorrido mucho cuando notaron un negocio que tenía grabado: «El rincón del estudiante: Venta de útiles escolares».

Entraron a aquel lugar y una campanilla sonó al abrir de la puerta. Había estantes enormes con libros de cualquier autor o género, todo decorado con flores color fucsia y verde; en el centro se encontraba una repisa de cristal, dentro había cuadernos girando en exhibición con distintos diseños, todos hechos a mano. En el lugar también había plumas de distintos tipos, mapas, bolsos, mochilas, todo tipo de accesorios; en el fondo, un mostrador con cosillas pequeñas, cajitas para guardar notas, sobres, entre otras curiosidades. Las chicas recorrieron la tienda y escogieron los cuadernos más bonitos. Se acercaban al mostrador cuando Kimiosea admiró un objeto que llamó su atención, se trataba de un broche de oro para el cabello que tenía una diminuta plumita a cada lado.

—¡Mira eso! —gritó la rubia sonriente señalando el objeto.

—Es hermoso, señorita —comenzó a decir una anciana que venía con su marido, al parecer, los dueños del lugar—. Si me permite decirle, un objeto muy útil. No sólo es un perfecto accesorio, también hace algo muy especial.

—¿Y qué es lo que hace?

—Si le pones una nota y acaricias las plumas, el broche le dará el mensaje a quien tú quieras, no importa qué tan lejos esté —explicó la mujer y su esposo sonrió.

—¡Es increíble! —dijo la muchacha—Quiero llevármelo.

—Yo quisiera esos paquetes de sobres y hojas para cartas —pidió Esmeralda mientras colocaba los cuadernos sobre el mostrador—. Y también llevaremos estos cuadernos.

—Muy bien, serían... veinte niros por cada cuaderno, cien del paquete de cartas y quinientos del broche mensajero... En total son seiscientos sesenta niros — contó el anciano marido sonriente.

—¿Cien? Mejor olvídelo, sólo tengo cincuenta niros —explicó decepcionada Esmeralda.

—Yo lo pago y después me lo repones —ofreció Nereida.

—No, ya me has prestado muchas cosas, creo que paso esta vez.

—Entonces serían... Quinientos sesenta niros —corrigió el hombre anotando las cuentas en un papel, para después, entregárselos.

Cada quién aportó la cantidad correspondiente y salieron de la tienda. Kimiosea inmediatamente se colocó su broche para el cabello, era tan hermoso. Caminaron otro tramo, de pronto, vieron un establecimiento enorme. Un lugar que estaba hecho con madera fina, tenía una estructura con forma circular y una gran letrero con un nombre que decía «Shésimu: Cafetería Uvruam». Esmeralda recordó su acuerdo con Dimitri, distrajo hábilmente a sus amigas y entró al establecimiento.

Un lugar precioso, tenía vitrales con hermosas figuras. Había distintos tipos de mesas, todas tenían unos adornos con pequeñas flores violetas. Un piano se escuchaba tenuemente a lo lejos. La muchacha notó que había una mujer en la entrada, portaba un uniforme compuesto por un vestido a la rodilla azul marino, con botones dorados desde el cuello hasta abajo, apenas se podía admirar que los botones tenían grabado el nombre de la cafetería, debajo usaba una blusa blanca con cuello redondo y llevaba su cabello café en un moño.

—Buenas tardes, señorita, mi nombre es Amalia Éminos, bienvenida a Shésimu. ¿En qué puedo ayudarla?

—Buenas tardes, quisiera hacer una reservación para unos amigos, ¿se podría? —dijo Esmeralda vigilando que sus amigas no la atraparan.

—Por supuesto, permítame un segundo —expresó amable la señorita y se fue.

Esmeralda se quedó mirando todo, el ambiente era delicioso. De pronto, se percató de que había un pequeño letrero que decía: «Se solicita empleada», la muchacha abrió los ojos y sonrió.

—Listo, señorita, aquí tengo el libro de reservaciones, ¿para cuántas personas va a ser?

—Para seis, a nombre de Dimitri... Sólo Dimitri, para el próximo fin de semana —indicó la chica—. Disculpe, ¿solicitan una empleada?

—Sí, señorita, se necesita una mesera que trabaje los fines de semana. Un pequeño puesto que ocupaba una estudiante del Coralli que se graduó hace poco. ¿Quisiera que le diera una solicitud? —preguntó la empleada y Esmeralda asintió, la mujer fue por un papel y se lo entregó a la chica, después anotó los datos de la reservación—. Le confirmo: una reservación para seis personas, a nombre de Dimitri, para el próximo fin de semana. Por cierto, puede venir ese mismo día y le avisaré si fue seleccionada para la entrevista.

—Está correcto. ¡Muchas gracias!

—Fue un placer, que tenga una bonita tarde.

La chica salió del establecimiento justo a tiempo, pues sus amigas ya la estaban buscando. Siguieron recorriendo el hermoso pueblo de Cristaló, atardeció muy pronto y las chicas regresaron a la escuela puntualmente. Esmeralda preguntó a la señora Nerzo acerca del empleo, dijo que a partir de segundo año se autorizaba que las alumnas trabajaran los fines de semana.

Las amigas se fueron a dormir después de un tranquilo día. Esmeralda pensó que un empleo sería lo indicado, así podría tener niros para comprarse vestidos, el paquete de cartas y todo lo que ella quisiera.

La noche cayó una vez más sobre Cristaló, una preciosa noche que cerró aquel día especial.

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-Sweethazelnut.

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