35. Una noche para recordar


Comenzaron a percatarse de la diferencia entre ser de primer año y ser de segundo, casi nunca estaban juntas entre clases y al final de ellas tampoco podían, ya que tenían asesorías, tutorías y horas de recuperación. Los días pasaron lentamente hasta que llegó el fin de la semana.

Ese día amaneció muy bonito, los profesores los habían invitado cordialmente al espectáculo de Encineles que se llevaría a cabo en el «Área de convivencia» que se encontraba justamente al lado contrario del sauce llorón. El espectáculo era en la noche, así que en la mañana temprano Kimiosea, Esmeralda, Nereida y Shinzo se prepararon para un día espectacular. Hacía mucho tiempo que no veían a sus amigos, así que fueron a los dormitorios del Ejército Rojo para invitarlos al espectáculo. Los muchachos estaban justamente saliendo del establecimiento cuando las chicas los vieron.

—¡Dimitri!, ¡Iniesto! —gritó Esmeralda, los chicos voltearon y caminaron a saludarlas.

—Mira nada más, nuestras damas de compañía —dijo Dimitri con una sonrisa, acto seguido abrazó a Esmeralda y Shinzo se puso un poco roja.

—Vamos, Shinzo —comentó el muchacho—. No te pongas celosa, todavía eres mi muñeca

—Eres un engreído —expresó Shinzo dándose la vuelta.

—No venimos a pelear —interrumpió Kimiosea—. Hemos venido a preguntarles si nos acompañarían en la noche al espectáculo Encinel.

—¿Irás, Iniesto? —preguntó enérgicamente Nereida, el chico giró los ojos y sonrió forzadamente.

—No pensábamos ir, pero con chicas tan bonitas, cómo resistirse —rió Dimitri tomando la mano de Shinzo, dicha que la quitó de inmediato—. Si tenemos suerte, a alguien se le quitará lo malhumorada.

—Se me quitaría, si dejara de verte.

—¡Perfecto! Todos conocerán a mi nuevo amigo —exclamó emocionada Kimiosea.

—Pasaremos al anochecer por sus majestades, en nuestros hermosos corceles —dijo Dimitri inclinándose exageradamente, mientras Iniesto se reía.

—No te molestes, nosotras tenemos a los nuestros, nos vemos en la caballeriza al anochecer —expresó Esmeralda segura.

—Bien, como ustedes prefieran, nos veremos en un rato —concluyó Dimitri sonriendo mientras se despedía de sus amigas.

—Yo tengo caballo, pero aún no puedo montar, por lo de mi tobillo.

—Cierto, entonces yo tendré que llevarte, muñeca —concluyó Dimitri, logrando, de nuevo, que la chica se enojara.

—¡Adiós, Iniesto! —se despidió Nereida con una sonrisa enorme y el muchacho sólo desvió la mirada y entró a los dormitorios.

En total llevaban cuatro clases de equitación. En todas habían aprendido mucho, pero aún no lograban domar a los caballos completamente. Podían dar paseos muy tranquilos, pero siempre bajo la supervisión de alguien con experiencia. Consideraban prudente, entonces, montar bajo la supervisión de sus amigos; así que regresaron a los dormitorios para arreglarse.

Se tardaron horas aseándose, cuando terminaron, comenzaron a peinar su cabello. Nereida lo cepilló varias veces hasta que quedó liso y sedoso, después se puso la mezcla de siempre para mantenerlo fijo. Kimiosea, por otro lado, se hizo una media coleta con moño e igualmente se puso la mezcla. Shinzo sólo se cepillo el cabello y se colocó una cinta color amarilla y finalmente Esmeralda se realizó un chongo sencillo, dejando que algunos de sus rizos se escaparan. 

Cuando terminaron se vistieron con finos vestidos. Kimiosea buscó y rebuscó entre su ropa, hasta que encontró un vestido que su madre le había regalado en uno de sus cumpleaños. Era color rosa claro, con pedrería en el área de la cintura y mangas vaporosas; Nereida se puso un vestido negro que poseía bordados en turquesa y magenta, era muy elegante. Esmeralda no tenía nada que usar, así que Nereida le prestó un vestido gris liso, con pedrería cerca del cuello y Shinzo usó un vestido amarillo a juego con su cinta. Todas se colgaron su collar de hielo, Nereida, además, se colocó su frasco con la piedra. Tomaron sus respectivos perfumes, se pusieron un poco y para cuando terminaron ya había anochecido.

Las cuatro amigas caminaron hacia las caballerizas, se notaba que Kimiosea estaba un poco nerviosa. El aire de verano era delicioso y estaba acompañado por una noche hermosa; las estrellas admirarían el espectáculo junto al resto de los estudiantes, sonrientes desde el cielo. Al llegar a la caballeriza las muchachas vieron a sus amigos, ellos ya tenían a Trinity y a Ánimus. Shinzo fue ayudada por Dimitri para subir a su caballo y que se fueran juntos, las demás chicas entraron a buscar a Situani, Armania y Firos. Acariciaron a los caballos, antes que nada, ya los sentían parte de ellas, los prepararon para salir y avanzaron con calma.

Los chicos tuvieron que ir al paso de sus amigas, afortunadamente no llegaron tarde. Era un lugar enorme, una multitud de estudiantes caminaban entusiasmados hacia una carpa parecida a la que vieron en Lizonia durante las vacaciones. Dimitri e Iniesto dejaron a sus caballos sueltos, pero Kimiosea, Nereida y Esmeralda tuvieron que atar las riendas a las ramas de un árbol cercano. Al entrar notaron que el escenario estaba colocado de la misma manera, viendo de frente hacia el público, todo estaba iluminado tenuemente. Por más que intentó de evitar Iniesto, Nereida terminó sentada junto a él, seguida de Dimitri junto a Shinzo, después Esmeralda y al final Kimiosea.

El espectáculo comenzó, un chico de sombrero extraño los presentó e inmediatamente comenzó a sentirse ese aire mágico que poseían los Encineles. Trucos de ilusionismo que asombraban al público que aplaudía a más no poder, actos inhumanos de valentía que sorprendían hasta al más duro entre la audiencia, todo fue increíble. De pronto, llegó el turno de los alumnos de segundo, las luces se apagaron, se empezó a observar humo color morado, y de él salió un amiguito que Kimiosea conocía bien: Pirplín. El animalito corrió hasta el centro del escenario, sonó una especie de pandero, el pequeñín comenzó a bailar con mucha gracia causando expresiones de ternura en los presentes; de entre el humo comenzaron a salir extraños personajes con piernas y brazos larguísimos, sombreros puntiagudos con cascabeles y pintados de distintos colores. Un chico apareció de la nada haciendo saltos mortales, poseía un traje dorado con azul y una máscara plateada, Pirplín lo siguió y lo imitó, se detuvo el sonido del pandero. El chico miró hacia el escenario y Kimiosea pudo ver que era Naudur, la muchacha le sonrió y el chico correspondió el acto. Unos tambores comenzaron a escucharse junto con cascabeles y otros instrumentos; Naudur dio otro salto mortal y se quedó sobre una mano, todos mostraron señales de asombro, Pirplín subió a él y comenzó a bailar la canción, los alumnos lo animaban con las palmas y el pequeñito saltaba de emoción, toda la noche fue asombrosa pero ese acto fue muy especial para Kimiosea.

La función terminó muy noche, ya estaba haciendo mucho frío. La rubia muchacha convenció a los demás de esperar a que salieran los Encineles para presentarles a Naudur.

—El espectáculo fue increíble —comentó Kimiosea sonriendo.

—No estuvo mal —dijo indiferente Iniesto—. Lo que me fascinó fue acompañarlas en sus veloces corceles, iban tan rápido que no podía ver quién era quién —se burló el muchacho provocando que Dimitri se botara de la risa.

—Ríete todo lo que quieras, ya verán que seremos mejores jinetes que ustedes en unos cuantos meses —contestó Shinzo con voz segura.

—Vamos, Shinzo relájate un momento, nada mejor que estar a la mitad de la noche con el frío consumiéndote —dijo Dimitri mirando a Kimiosea—. Oye, ¿cuánto tiempo tardará tu "amiguito"?

—No lo sé, no debe demorar mucho —respondió la muchacha mirando alrededor desesperadamente hasta que vio a lo lejos a su nuevo amigo que le sonrió de inmediato—. Está por allá. ¡Naudur! ¡Estamos aquí!

—Fue divertido ver el espectáculo junto a ti —pronunció Nereida mirando a Iniesto que se alejó un poco de la chica. El amigo de Kimiosea se acercó a los jóvenes corriendo mientras se quitaba la máscara, traía en su hombro a Pirplín y una gruesa capa de colores para cubrirse del frío.

—Kimi, ¡qué gusto que hayas venido! —jadeó el muchacho mientras le daba un abrazo.

—Te quiero presentar a mis amigos, ellos son: Dimitri, Esmeralda, Shinzo, Iniesto y Nereida —introdujo la muchacha cordialmente—. Y él es Naudur.

—Es un gusto —dijo amablemente el muchacho estrechando la mano de cada uno.

—¡Oye, hermano! ¿«Mundo enano» se te perdió? —comentó burlonamente Dimitri, ya que, tanto Iniesto como él, eran notoriamente más altos que el muchacho.

—Sí, vengo de allá. Me la pasé muy bien en las vacaciones, todos cabíamos en una tacita de té y nos deslizábamos por una montaña de helado, ¿pueden creerlo? ¡Fue fantástico!... ¡Ah! Por cierto, pasé por «Mundo afeminado» y te mandaron saludos —contestó sonriente Naudur al rubio chico e Iniesto no pudo evitar soltar una risa, provocando que su amigo lo mirara con desprecio—. Él es mi mascota y principal ayudante, Pirplín.

—Es una ternura —exclamó Shinzo acercándose a la criaturita, la cual solamente gruñó con su aguda vocecita.

—Lo siento, tiene un mal temperamento. Se ve tierno en el escenario, pero no te dejes engañar por esta bolita de pelo —rió Naudur acariciando al pequeño para que se calmara—. Fue un gusto conocerlos a todos. Kimi, ¿quisieras venir a dar un paseo conmigo? —invitó el chico dándole la mano.

—Me encantaría, pero traje a mi yegua y no puedo montarla sin supervisión.

—No te preocupes, estoy segura de que Naudur te cuidará muy bien, ¿verdad? —expresó Esmeralda dirigiéndose al muchacho con una sonrisa.

—Absolutamente —contestó rápidamente agradecido por la amabilidad.

—¡Muy bien! Entonces iré por Armania y nos iremos —dijo sonriente la muchacha corriendo por la yegua. Naudur se despidió de todos cordialmente y corrió en la misma dirección que Kimiosea.

Armania se encontraba muy tranquila, como siempre. Kimiosea comenzó a desanudar su rienda y subió a ella, casi un momento después llegó Naudur. El muchacho subió detrás de la chica y comenzaron a avanzar lentamente, se movieron hacia el lado este de la escuela. Empezaron a notar un lago con dos puentes que atravesaban entre sí, el mismo lugar por el que pasó Esmeralda cuando, en primer año, no la dejaron entrar a la clase de la profesora Clovery. Kimiosea detuvo a Armania a un lado del lago, ambos descendieron y juntos amarraron, de nuevo, a la hermosa yegua.

Comenzaron a correr por uno de los extensos puentes, se sentía el frío aire acariciando sus rostros, moviendo sus cabellos, se reían de una manera tan pura y fresca. Al llegar a la mitad del puente, justo donde cruzaba el otro, se detuvieron. Kimiosea se sentó y tocó el agua del lago, que no se encontraba muy lejos, con sus manos.

—Es muy divertido estar contigo —dijo la muchacha sonriendo, mientras salpicaba ligeramente al chico que comenzó a reírse y se sentó junto a ella.

—Opino lo mismo, Kimi, eres alguien... Diferente. —Sonrió Naudur mirando el cielo—. De verdad, me alegra muchísimo que hayas venido.

—Me encantó, fue increíble. Me pareció incluso más fantástico que el espectáculo de «La compañía Encinel de las Estrellas de fuego» —confirmó la muchacha tumbándose en el puente.

—Eso significa mucho, ¡los admiro tanto! Espero algún día pertenecer a esa compañía.

—Lo harás, Naudur. Tienes un don muy especial.

—Oye, muchas gracias. —El muchacho sonrió y se quedaron un momento mirándose. Kimiosea se levantó de golpe, acto que siguió Naudur.

Ambos caminaron hasta el final del puente y después de regreso, se pasaron horas y horas charlando y riéndose. Naudur llevaba tan buenas notas como Kimiosea, le encantaban los espectáculos Encinel desde que era un niño. Sus padres, de buena posición económica, esperaban que se convirtiera en un soldado rojo, o en algo mucho más formal, pero a Naudur le ilusionaba la idea de hacer sonreír a las personas, un don que desde pequeño tenía bien desarrollado. El muchacho siempre se había topado con chicas como Jamié, engreídas, malhumoradas y mandonas, que siempre lo trataban mal ante cualquier broma o comentario que hiciese. Encontrar a Kimiosea fue algo maravilloso para él, nunca había conocido a alguien tan amable, tan tierna y con un sentido humano increíble.

Estaba demasiado oscuro cuando ya regresaron. Naudur caminó junto a Armania de regreso, platicaba con la chica y ambos jugaban con Pirplín que adoraba interactuar con la rubia muchacha. Cuando llegaron a la caballeriza, Naudur ayudó a acomodar a Armania. Le dejaron un poco de agua y el chico le dio su capa a Kimiosea.

Comenzaron a avanzar hasta arribar a los dormitorios de las damas de compañía, ahí, Naudur se despidió de su nueva amiga. La chica intentó devolverle la capa pero el joven se negó. Se despidieron lentamente y, cuando Kimiosea se encontraba ya dentro de la escuela, Naudur soltó un suspiro y se fue sonriente.

Sus amigas ya estaban más que dormidas, la rubia solamente se cambió y se fue a acostar. Esa noche fue tan especial para ella, nunca la olvidaría, tanto el espectáculo como el paseo con Naudur. Kimiosea cerró los ojos y se sintió en las nubes, miró cómo Shinzo dormía tranquilamente, se acurrucó entre sus cobijas y se quedó profundamente dormida.

Naudur estaba en su habitación, todo estaba en penumbras y Pirplín comenzó a hacer chillidos.

—¿Qué pasa, amiguito? —preguntó el muchacho a su mascotita—. ¿No me digas que tú también la extrañas? —El animalito se acurrucó junto a su compañero—. Es una chica muy especial, ¿no es así?

Pirplín cerró los ojos y se quedó dormido.

Naudur se quedó mirando otro rato las estrellas por la ventana, cuando menos se dio cuenta ya se había quedado dormido y había terminado uno de los mejores días de su vida.

¡Recuerda acompañar tu lectura con la playlist oficial y seguir las últimas noticias en las redes sociales! ¡Gracias por todos sus comentarios!

-Sweethazelnut.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top