34. Naudur y Pirplín
Amaneció y las chicas cumplieron con su rutina establecida. Tomaron los cuadernos que necesitarían para su primer día como alumnas de segundo grado, además de su traje para montar, y metieron todo en su bolso.
A primera hora tenían Historia, para las alumnas de segundo año ésta se impartía en el salón setenta y dos. Nereida no podría tomar aquella clase, pues a esa hora las alumnas de primero cursarían una hora de Cuidado Personal, y como ella había obtenido A5 en esa asignatura debía ir al salón cuarenta y dos para tomar esa clase junto con las chicas nuevas. Shinzo también se despidió, como de costumbre, así que sólo quedaron Esmeralda y Kimiosea para tomar aquella clase.
—Muy buenos días —saludó la profesora Clovery—. Les quiero dar la bienvenida a este segundo curso lleno de trabajo, no les voy a mentir, pero también de experiencias inolvidables. Me complace anunciarles también que ninguna obtuvo A5 en mi asignatura... Bueno, casi ninguna —comentó mirando a Esmeralda.
La muchacha sintió tanta furia que desvió la mirada y decidió no dedicarle ni un gramo de su atención a esa mujer insoportable. Pasó la hora, como siempre, demasiado pesada para Esmeralda. Nereida también había obtenido A5 en Estrategia Económica, la clase que seguía en el horario de primero, así que tampoco estuvo presente en la segunda clase, una nueva llamada «Redacción» que se impartiría en el salón ciento veinte. Al entrar vieron a un profesor de cabello corto y negro, poseía unos lentes enormes que aumentaban el tamaño de sus ojos considerablemente.
—Buenos días, jovencitas. Mi nombre es Dero Piuick, impartiré la materia de Redacción para ustedes —se introdujo el profesor caminando por el salón—. En primer año el profesor Dahen comenzó a mostrarles el maravilloso mundo de la lectura, ahora, yo les mostraré la cuna de ella: la escritura. Haremos un ejercicio. Escriban una autobiografía, pero quiero que narren de manera que parezca que ustedes fueran otra persona. Escriban sin miedo, pues no las juzgaré por lo que lea, ni mucho menos divulgaré sus historias.
El profesor parecía muy amable, esperó sentado a que sus alumnas terminaran, después poco a poco fue revisando los escritos. Al final dejó una tarea, él especificó que la revisaría al final del año, el proyecto consistía en llevar un diario personal.
Cuando se vio finalizada la clase del profesor Piuick, las muchachas caminaron al salón sesenta, en donde tendrían su clase de Contabilidad. El salón de segundo año era diferente, ahora las mesas eran individuales. Nereida seguía en los salones de primero, ya que también había obtenido A5 en Lengua. Sin Nereida la clase era muy aburrida, pero Esmeralda hizo su mejor esfuerzo, después de todo, su objetivo era obtener A1 en todas las materias de segundo.
Las clases de Contabilidad ahora eran mucho más difíciles. La profesora Acárada constantemente las apresuraba para completar las dos prácticas que exigía por día. La cabeza le dolía, pero logró entregar ambos ejercicios, miró el horario.
Para los afortunados continuaba una nueva clase llamada «Ecología», pero para Esmeralda era hora de volver a verle la cara a la profesora Clovery. Tenía que caminar al salón ochenta y cuatro para tomar Historia con las alumnas de primero y, para empeorar su situación, Nereida había obtenido A4 esta vez, así que no estaría con ella.
La muchacha entró sola al salón, donde estaban un montón de caras desconocidas. En cuanto la vieron se giraron hacia ella, buscó un lugar en donde sentarse. Las miradas no se apartaban, se comenzaba a sentir muy incómoda, en ese momento entró la profesora Clovery, la mujer se quedó viéndola y después comenzó su clase.
—Buenos días, jovencitas. Mi nombre es Ika Clovery y seré su profesora de Historia. Les enseñaré las bases sobre las que se sostiene el reino actualmente, si se esfuerzan, esta materia será una de las asignaturas más sencillas, pero si no, terminarán como su compañera Esmeralda: repitiendo la materia.
Esmeralda no podía entender qué le había hecho a la profesora. Se recostó sobre su paleta, copió unas cuantas palabras de lo que hablaba la mujer y entregó los ejercicios a regañadientes. Al termino de la clase caminaba hacia la salida cuando la detuvo la voz de la profesora.
—Sigue así y terminarás con A5 de nuevo.
Esmeralda sólo se volteó y siguió su camino al kiosco en donde la esperaban sus amigas para disfrutar de una rica comida.
—¡Qué horrible es tomar clases con las de primero! —soltó Esmeralda con furia.
—Estoy totalmente de acuerdo contigo, es horrible, esas bobas no dejan de mirarte todo el tiempo —apoyó Nereida.
—También es horrible ya no tomar todas las clases con ustedes —expresó Kimiosea apoyándose en su mano.
—Bueno, eso no es nada nuevo para mí —dijo Shinzo sonriendo.
—Oye, tú aún nos tienes que contar qué pasó con Dimitri —recordó Nereida a su amiga, quien se aclaró la garganta con nerviosismo.
—Nada, ese tonto solamente ama molestarme, sólo eso.
—Me encantaría ir a preguntarle a Dimitri si opina lo mismo —comentó Esmeralda sonriente.
Regresaron pronto a los dormitorios para después despedirse de Shinzo. La clase que tomarían a continuación sería la primera que tendrían las tres juntas y sería curiosamente: Equitación. Cuando llegaron al salón había una mujer con un traje parecido al que les había otorgado la escuela, la mujer poseía rasgos finos y un moño hecho son su hermoso cabello color miel.
—Bueno días, mi nombre es Arabela Bronét y seré su profesora de Equitación. La mayoría de clases no serán tomadas aquí, se realizarán en el campo de práctica que nos corresponde y que podrán ubicar en el mapa que les dieron en primer año —explicó la mujer que poseía un porte muy elegante—. Se les asignará un caballo que será su compañero por el resto de su vida. En las caballerizas hay pequeños vestidores en los que podrán colocarse su traje para montar, ahora las conduciré hasta allí y elegirán a sus compañeros.
Las muchachas se levantaron y siguieron a la profesora, afuera de los salones estaba un hermoso caballo blanco que la profesora montó para guiarlas hasta un enorme espacio sin árboles que poseía pasto extraordinariamente verde. Nereida inmediatamente ubicó que estaban muy cerca de los dormitorios de los futuros soldados y no se equivocaba, ya que la profesora Bronét entró a la caballeriza y les indicó cuáles caballos podían seleccionar y cuáles no, puesto que una parte pertenecían a los alumnos del Ejército Rojo. Otra parte eran muy jóvenes aún y el resto eran de las alumnas de grados superiores, la profesora indicó que después de realizar la elección debían dirigir a su corcel hacia el centro del campo de práctica.
Las muchachas caminaron mirando a los caballos detenidamente.
Nereida buscó y buscó. Con semblante serio estaba un caballo negro azulado, tomó su rienda, él relinchó con furia y levantó sus patas delanteras en el aire, pero ella lo acarició con calma y él se tranquilizó y la siguió.
Kimiosea miraba cómo los caballos estaban inquietos por la presencia de las muchachas, excepto uno. La chica se acercó al caballo que era muy hermoso, blanco con manchas color miel. El caballo se mantenía pasivo, la chica sonrió y lo acercó hacia el centro como indicó la profesora.
Esmeralda admiró a cada uno de los caballos, ninguno le parecía especial hasta que vio a un hermoso caballo color caoba que miraba al cielo y de vez en cuando trataba de empujar la puerta que lo aprisionaba. La chica lo acarició, recargó su cabeza en la del caballo y lo condujo hasta el punto de encuentro.
Cuando todos los caballos se encontraban ya en el centro del campo de práctica, la profesora indicó que se alinearan y pasó con lista en mano para anotar los nombres de las nuevas dueñas de los equinos.
—Muy bien, veamos... ¿Cuál es tu nombre, jovencita?
—Soy Nereida Ditón —respondió la muchacha rápidamente.
—De acuerdo, Nereida, has elegido a Firos, tiene un temperamento fuerte —comentó la profesora pasando con la siguiente—. Dime tu nombre.
—Kimiosea Bénel.
—Perfecto, Kimiosea. Tú tienes una hermosa yegua que se llama Armania —explicó la mujer caminando hacia la próxima alumna—. ¿Cómo te llamas?
—Mi nombre es Esmeralda Daar —pronunció con seguridad la chica.
—Muy buen caballo, Esmeralda, su nombre es Situani. Cuidado de que nunca se escape, este precioso adora correr libre.
La profesora terminó de indicar los nombres de cada uno, por fortuna, nadie había obtenido A5 en Geografía, que era la clase que tenían en ese momento las de primero, y todas las muchachas pudieron escoger a su caballo.
—Estos hermosos caballos son muy jóvenes. Cuídenlos, respétenlos, ámenlos. La escuela se los obsequia cuando terminan de estudiar. Protéjanlos, porque en cualquier parte de Imperia los necesitarán y ellos a ustedes.
Cuando terminó les mostró los cuidados que necesitarían los caballos. La mayoría serían cubiertos por el personal de la escuela, pero de vez en cuando, estaban obligadas a atender a sus corceles. Acto seguido la profesora Bronét les enseñó cómo subirse a ellos correctamente, todas juntas dieron un pequeño paseo por todo el campo de práctica para aprender lo básico.
El caballo de Nereida, Firos, no se hizo esperar y la profesora tuvo que ir a calmarlo; Armania, la yegua de Kimiosea, era muy tímida, y la profesora tuvo que ir nuevamente pero a ayudar a la chica para que se moviera; y, en contraparte, Situani trotaba cuando la profesora había indicado ir sólo al paso.
De una manera u otra, las tres lograron acoplarse a los caballos para cuando acabó la hora, pero más importante que nada, se vincularon con ellos de una manera muy especial.
Volvieron a ponerse sus uniformes azules y regresaron a la escuela después de que se les otorgaran las llaves del box de su respectivo caballo. Nereida se despidió para poder dirigirse a los salones de primero, Kimiosea y Esmeralda caminaron mientras tanto al salón sesenta y seis para tomar la clase del profesor Tausum, Geografía II.
El profesor llegó sonriente, como siempre. Dejó sus cosas en el escritorio y escribió en la pizarra el nombre «Yastio Corpio».
—¿Alguien sabe quién es él? —preguntó el profesor sin obtener respuesta—. Él es uno de los exploradores más reconocidos de Imperia, vendrá en un par de meses como invitado a ésta clase y podrán preguntar cualquier cosa sobre nuestro reino. ¡Será como viajar a esos lugares!
El profesor sonrió ampliamente y, al no obtener respuesta, soltó una risita y continuó su clase. Esmeralda se preguntó cómo sería aquel hombre, sea como fuese, tendría mucho que preguntarle. Continuaba la clase de Estrategia Económica, el profesor Blodin comenzó su clase inmediatamente, dejó una tarea enorme. Cuando terminó estaban exhaustas, pero apenas era el inicio, se dirigieron al salón noventa para tomar Etiqueta.
Llegó el fin de las clases normales pero comenzaban las asesorías, que se impartían en la biblioteca, y las tutorías dadas en el salón de la materia correspondiente. Tuvieron treinta minutos libres antes de que Esmeralda tuviera que irse a tomar tutoría de Estrategia y Shinzo, al mismo tiempo, asesorías de la misma, para después partir a asesorías de Lengua. Después Nereida tuvo que asistir a las tutorías de Historia y Ciencias Sociales, para posteriormente salir las tres juntas, dejando sola a Kimiosea (ya que Nereida tomaría tutorías de Geografía, Shinzo asesorías de ésta asignatura, y Esmeralda, como había obtenido A1, asesoraría a Shinzo para obtener créditos extras en Historia).
Ya estaba oscuro cuando la rubia se quedó sola, se sintió aburrida en su habitación así que decidió salir a dar un paseo. Caminó al este del dormitorio de las damas de compañía, sabía que al lado contrario estaba el dormitorio de las Avaié, y no se imaginaba a sí misma enfrentándose con Jamié, así que dio pasos pequeños.
El verano apenas se estaba despidiendo, así que el aire, aunque fuese nocturna, era deliciosamente cálida. La rubia disfrutaba de un hermoso paseo, cuando de repente, se escuchó un chillido y un animal pequeño, peludo y color café le saltó encima. Kimiosea gritó aterrorizada y cayó al suelo del susto, de pronto, alguien llegó, le quitó al animalito y comenzó a reírse.
—Lo siento, no sabía que Pirplín asustaba tan... —dijo un chico de estatura ligeramente bajita, piel oscura, ojos saltones y pequeños churros que se formaban con su cabello, que se interrumpió a sí mismo cuando vio a la chica en el suelo mirándolo con ojos llorosos—. Yo... Lo siento —continuó el muchacho, pero a Kimiosea se le empezaron a escapar unas lágrimas—. Oye, oye, no. No llores.
—Lo siento, es que me asusté mucho pero estoy bien —dijo amable la muchacha limpiándose las lágrimas—. Nunca había conocido a una chica que no se pusiera histérica cuando algo así pasara —comentó el desconocido riendo y extendiéndole la mano, para que se levantara—. Soy Naudur.
—Y yo Kimiosea —contestó ella dándole la mano.
—Él es Pirplín —presentó el muchacho a su mascota—. Un peludo malcriado, pero muy talentoso.
—Es muy lindo —dijo Kimiosea mirando bien al animalito, que tenía pequeñas orejas, con redondos ojos negros llenos de brillo y su tierna naricita con bigotes parecidos a los de un gato.
—Es un gran bailarín de día y de noche gusta de asustar niñas lindas. —Sonrió Naudur a Kimiosea que soltó una pequeña risita. Pirplín se acercó lentamente a la muchacha y subió hasta su hombro, ella acarició con su dedo la tierna y pequeña cabeza de la curiosa mascotita—. Vaya, creo que le agradas, si fueras cualquier otra persona ya tendrías que contar con los dedos hasta nueve y volver a comenzar para llegar al diez.
—¿Eres del Ejército Rojo? —preguntó Kimiosea riendo.
—No, dijeron que era más probable que matara al enemigo de risa que con una espada, así que soy Encinel.
—Yo soy dama de compañía —dijo Kimiosea sonriendo—. Ser Encinel ha de ser magnífico.
—Me gusta hacer que alguien triste sonría, en especial, cuando su sonrisa es tan extraordinaria como la tuya —explicó Naudur mirando fascinado a Kimiosea.
—Gracias —contestó la chica ruborizada—. Tú también eres fantástico.
—Tal vez tus profesores te avisen pronto, o tal vez no, pero los estudiantes de Encinel organizaron un espectáculo por el inicio de clases que será al final de esta semana. ¿Quieres venir?
—Claro, llevaré a mis amigos —dijo la rubia tomando a Pirplín para devolvérselo al muchacho—. Ya tengo que volver, pero fue muy bonito conocerte.
—Igualmente «Kimi». ¿Puedo llamarte así?
—No hay problema, nos vemos —contestó la muchacha caminando de regreso a su habitación.
—¿Cuándo volveré a verte? —gritó Naudur a Kimiosea que ya estaba a una distancia considerable.
—En el espectáculo —dijo ella gritando para que la escuchara y después siguió caminando.
—¿Y si no vas?
—¡Lo haré!
—¡Ten en cuenta que Pirplín se deprimiría si no fueras!
Kimiosea llegó a su habitación y se recostó sobre su cama aún con una sonrisa, se colocó su ropa para dormir y comenzó a cepillarse el cabello. Unos minutos más tarde llegó Shinzo.
—¡Qué día tan pesado! —exclamó Shinzo tumbándose sobre su cama—. Esmeralda y Nereida se quedaron a recuperar las materias que perdieron hoy por estar en las clases de primero... Kimiosea, ¿me estás escuchando?
—¿Qué? ¡Ah! Sí claro, algo de Esmeralda... Hace rato conocí a alguien.
—Ya veo, de seguro ese «alguien» es el culpable de que no me estés prestando atención —continuó Shinzo, mirando como su amiga sonreía dulcemente—. ¿Cómo se llama?
—Naudur —contestó la muchacha—. Es estudiante de Encinel, me invitó a un espectáculo que tendrán por el inicio de clases.
—Quisiera conocer a ese caballero misterioso —dijo Shinzo sonriendo mientras se ponía su ropa de dormir y se acurrucaba en su cama.
—¡Lo harás! Me gustaría que fuéramos todos juntos. Ya sabes, Esmeralda, Nereida, Iniesto, Dimitri, tú y yo —concluyó la rubia chica guardando su peine en un cajón, para después acomodarse en su cama—. Buenas noches, Shinzo.
—Buenas noches, Kimiosea —La chica se quedó un rato mirando el techo de la habitación, por alguna razón se sintió un poco nerviosa con la idea de volver a ver a Dimitri.
Mientras tanto, Esmeralda estaba llegando al salón ciento setenta y nueve de Ecología, ya estaba mucho más oscuro que antes. El salón sólo estaba iluminado con una pequeña vela, la cual se encontraba a un lado de una mujer pequeña y delgada, cuya melena le llegaba hasta las mejillas.
—¿Esmeralda Daar? La estaba esperando, hoy es la única alumna que recuperará esta materia —dijo la mujer que poseía una curiosa mirada.
—Así es —confirmó Esmeralda y tomó uno de los asientos del frente.
—Es una lástima que no puedas tomar las clases en el horario normal. Desgraciadamente no podrás obtener A1, pues, según mi horario, siempre tendrás que tomar una de las tres clases aquí en el salón. Por lo tanto estarás atrasada en la parte práctica, pues ésta siempre se toma al aire libre, pero estoy segura de que te gustará esta asignatura.
—Entiendo, seguro que lo haré —contestó amable la chica y la profesora se levantó y caminó hacia el frente.
—Mi nombre es Serva Pimblea. Me alegra comenzar con esta materia, elemental para vivir en un mundo tan diverso como Imperia. Debemos respetar a la naturaleza para que ella, a su vez, nos permita disfrutar de su esplendor —comenzó diciendo la profesora—. Te enseñaré a sentir a la naturaleza como a una extensión de ti.
Cuando la clase concluyó ya estaba haciendo un poco de frío. Caminó apresuradamente hasta los dormitorios, al entrar notó que Nereida aún no llegaba, le faltaban unas horas de clases que recuperar aún.
La chica se preparó para dormir, trató de esperar un momento a su amiga, pero no pudo y se quedó dormida; para cuando Nereida llegó, todo estaba en penumbras, la muchacha se cambió rápidamente y de inmediato se fue a dormir.
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-Sweethazelnut.
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