3. El traje para la reina
Cada mañana, desde aquel día, Mim y Esmeralda se levantaban muy temprano y acudían al taller de ropa. Ahí, ambas trabajaban fabricando vestidos, túnicas, velos, entre otras prendas finas que serían exportadas a las regiones ricas de Imperia.
Esmeralda trabajaba todos los días con entusiasmo, imaginando su futura vida y las cosas increíbles que podría hacer; la niña, a pesar de tener sólo once años, poseía un talento para aprender fácilmente los oficios que le enseñaban.
—¡Esmeralda! —gritó una mujer que entraba al taller, aquella era la jefa de Mim y su hija.
—¿Qué necesita, señora? —respondió la niña levantándose de su asiento, su trabajo usual era coser la pedrería a los diseños terminados, aunque siempre ayudaba a las demás costureras realizando pequeñas tareas.
—Me han encargado un traje para la reina Mickó y quiero que lo hagas tú —dijo la mujer de manera firme.
—¡Señora! —exclamó exaltada Mim—. Ella es sólo una niña, no podrá hacer un traje completo y mucho menos para la reina Mickó.
—¿Sabes coser la pedrería? —preguntó la jefa a Esmeralda.
—Sí —contestó ésta muy segura.
—¿Sabes cortar tela?
—Sí.
—¿Has observado cómo se diseñan los trajes, en especial los de la realeza?
—Sí, señora, todo el tiempo miro el trabajo de las demás y a veces les brindo ayuda.
—Entonces creo que es suficientemente capaz, Mim, pero no te preocupes, la Reina me dijo que era un traje de uso diario, no uno de gala y Esmeralda es la única libre, todas ustedes están trabajando en trajes reales de gala —explicó la mujer caminando hacia la salida de nuevo—. Su majestad dijo que no deseaba un color en específico, así que tanto éste como la pedrería serán a tu libre albedrío. —La mujer le sonrió a Esmeralda y se retiró del taller.
Aquel lugar era muy tranquilo, en la planta baja se encontraba la recepción, ahí se podían realizar pedidos, comprar tela o prendas. Lizonia, a diferencia de Alúan, no era un lugar con mucha arena, por lo tanto, el establecimiento se encontraba impecable.
En el sótano, yacía el taller en donde trabajaban Mim y Esmeralda, tenía los suelos y las paredes hechos de madera fina. Cada empleada poseía su mesa de trabajo, las telas se encontraban acomodadas, por color, en estantes. Las mesas poseía todo lo necesario para realizar un traje, desde aguja e hilo hasta la pedrería fina.
Aunque la madre de Esmeralda no estaba de acuerdo con el encargo que le habían asignado a la niña, ésta última se encontraba muy emocionada.
Trabajó día a día en el encargo de la Reina, las demás costureras le brindaron un molde para la base del traje; en cada región los vestidos eran muy distintos, en este caso, el traje casual de mujer para la realeza debía ser compuesto por un vestido largo suelto sin mangas y un chal semitransparente cubriendo los hombros que debía ir amarrado al frente, formando una flor con el mismo nudo.
Tomando esto en cuenta, la pequeña comenzó a confeccionar un hermoso diseño, cuando terminó el traje básico, empezó a agregarle encaje y detalles a las telas.
—¡Qué hermoso va quedando, Esmeralda! —comentó una de las costureras.
—¡Gracias! —dijo agradecida la chica mientras cosía la pedrería a la prenda.
—Debo admitir que está quedando muy bien. Creo que me equivoqué, eras muy capaz de lograrlo —exclamó Mim que cortaba más tela.
—Gracias, mamá —Esmeralda terminó ese pedazo y dio vuelta al vestido para continuar. —Te quería preguntar algo.
—Dime, cariño.
—La Reina, la que recibirá este vestido, ¿en qué región vive? —preguntó la niña sin quitarle los ojos a su trabajo.
—Verás querida, cada región tiene su rey, su reina y al resto de la familia noble, pero en la región de Nitris vive una familia muy especial; aquellos que gobiernan el lugar y los reyes de toda Imperia, la familia más poderosa del reino: la reina Mickó Viré y el rey Sáfano Constela. —Esmeralda escuchó atenta a su madre y reflexionó un poco sobre el cómo podría ser aquella Reina.
—¿Es agradable? —dijo la niña, causando risa en las presentes.
—No lo sé cariño pero estoy segura de que adorará su traje nuevo.
Esmeralda sonrió y continuó su trabajo, de vez en cuando ayudaba a las demás cosiendo su pedrería, pero ya no lo hacía tan constantemente, debido al tiempo. Cuando el momento de la entrega llegó, la jefa entró de nuevo al taller y admiró un precioso vestido de satín color azul turquesa. El chal para los hombros parecía espuma de mar y tenía encaje azul claro en la orilla, decorado además, con pedrería colocada a manera de flores. El vestido era delicado y femenino, con un bordado en diamantes en la parte de enfrente.
— ¡Es muy hermoso! —dijo emocionada la mujer—. ¡A la Reina le encantará!
Felicitó a Esmeralda y salió de inmediato a realizar la entrega, era un largo camino entre Lizonia y Nitris, así que debía partir antes del mediodía.
Mim abrazó a su hija, en ese momento comprendió que Esmeralda había crecido y ahora tenía la capacidad de hacer muchas cosas, entre ellas, cumplir su sueño de ir al Coralli.
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-Sweethazelnut.
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