09
Callie
No esperaba que Cameron me abrazara, pero mucho menos las palabras que me susurró en cuanto lo hizo.
—Me pregunto cuánto tardará en querer arrancarme los brazos.
Como soy de piel pálida, esta de inmediato enrojeció y aunque traté de evitarlo, mi mirada fue directamente hacia Devon, quién no nos quitaba los ojos de encima.
—Cam, es suficiente. La vas a aplastar.
—Tranquilo, hermano, ella está bien. ¿Verdad, Callie? Además, soy inofensivo. Un corderito.
—Cuando quieres —murmuró Devon, aunque lo escuchamos perfectamente—. Vámonos.
—De acuerdo, de acuerdo —levantó las manos en señal de rendición y se alejó tras guiñarme el ojo.
Ambos se despidieron con un gesto de mano y se alejaron antes de que pudiera decir nada.
Nuestro viaje hasta allí no había sido cómodo precisamente y aunque al final logramos hablar de algo que no hacia que quisiera saltar de la camioneta, todavía me sentía confusa por lo ocurrido la noche anterior en su cocina.
Caminé hasta mi primera clase y escogí un sitio hacia la mitad. Poco antes de que entrase la profesora, lo hizo Gavin y vino directo hacia mí para sentarse a mi lado.
—Hola, compañera.
—Buenos días.
—Ayer no tuvimos mucho rato para hablar. Brennan prácticamente te sacó a rastras de la biblioteca.
Quizá estaba equivocada, pero su tono de voz indicaba que estaba enfadado, aunque podría no ser así, pues a pesar de eso, sonreía.
—Iba a acompañarme a casa. Le estoy ayudando con algunas asignaturas y no quiso que regresara a pie, teniendo en cuenta como llovía.
—Eso fue amable de su parte. Podría llevarte alguna vez si lo necesitas. No vivo lejos.
—Te lo agradezco.
La conversación quedó interrumpida cuando la clase comenzó.
Tres horas más tarde, mientras me dirigía a la cafetería a por algo para comer, mi teléfono empezó a vibrar.
Al sacarlo del bolsillo y ver quién era, me tensé.
Él nunca llamaba. No desde antes de que la abuela muriera. Y después de que ocurriera, empezó con los textos.
Deslicé el dedo por la pantalla cancelando la llamada.
Había dejado de responder a sus mensajes antes de irme de allí, y me negaba por completo a escuchar su voz.
Nada de lo que dijera me importaba. Ya no.
Guardé de nuevo el teléfono y seguí caminando.
Cameron
Dios, era tan divertido ver a Devon mirarla como si nadie fuese a darse cuenta.
Conocía a mi amigo desde hacía años. Habíamos crecido juntos. Era mi hermano de otra madre y quería más que nada verle feliz porque se lo merecía.
Nadie debería tener que pasar por lo que él vivió.
Perder a Leyla fue duro, y después a su padre no ayudó, pero había tenido que mantenerse fuerte no solo por su madre, sino por Ash también.
Esa niña posiblemente le había salvado de caer en una profunda depresión.
Y ahora había otro motivo que lo mantenía en pie. Una chica rubia, bajita e inteligente que no podía dejar de mirar.
Cuando esa mañana, al alejarnos de ella, me contó lo ocurrido el día anterior, no pude evitar pensar en lo jodido que estaba.
De ninguna manera iba a poder resistirse a Callie.
Nuestros teléfonos sonaron a la vez irrumpiendo mis pensamientos.
—Mierda.
Miré el mensaje en mi propio móvil e hice una mueca. Se suponía que hoy no teníamos entrenamiento, pero el entrenador quería vernos a todos después de clase.
—¿Qué crees que pasa? —pregunté.
—Ni idea, pero tengo que avisar a Callie. Le diré que me espere en la biblioteca o algo.
—Puede irse tu camioneta y luego puedo llevarte a casa. De todos modos tenía intención de pasarme hoy para ver a mi princesa.
—¿Dejarla conducir mi camioneta? ¿La has visto? Seguramente no llegaría a los pedales.
Eso me sacó una carcajada.
Era cierto.
—Bueno entonces ve y díselo.
Señalé hacia dónde ella se encontraba haciendo cola para pagar.
—Puedo mandarle un mensaje o decírselo después. Tengo clases con ella.
—O puedes decírselo ya. ¿Por qué esperar?
—¿A qué viene tanta insistencia?
—Bueno, —me encogí de hombros como si no tuviese importancia— no le veo sentido a esperar. Ella podría encontrar a alguien más para que la lleve.
Su mirada volvió de inmediato hasta Callie y me pareció oírle susurrar algo como "ese tipo de nuevo".
Antes de poder preguntarle, echó su silla hacia atrás de golpe y se dirigió hacia dónde se encontraban y yo me quedé allí, disfrutando del espectáculo.
¿Podía ser más obvio?
Devon
Ese tipo de nuevo. Maldita garrapata.
Crucé la cafetería en lo que parecieron dos pasos y carraspeé al llegar a su lado.
—Hola, Devon. ¿Recuerdas a Gavin?
—Sí, por supuesto. Estabas ayer en la biblioteca.
Podía sentir mis dientes rechinar, pero esperaba que ninguno de los dos lo notase, aunque por cómo me miraba él, no lo conseguí.
—Parece que siempre nos encontramos en la misma situación, Brennan.
—Sí, parece ser — me volví hacia Callie que nos miraba a ambos extrañada—. ¿Podemos hablar un momento?
—Claro. Déjame pagar esto un momento.
Me aparté de su lado y esperé. En cuanto hubo pagado, cogí la bandeja de sus manos y me alejé esperando a que me siguiera. La garrapata podía irse a comer a otro lado.
—Devon, espera un momento. ¿Dónde vas?
Encontré una mesa no muy lejos y dejé la bandeja encima antes de tomar asiento y esperar a que ella hiciese lo mismo.
—¿Qué ocurre?
Mierda. Parecía preocupada y traté de calmar un poco mi expresión para tranquilizarla.
—Lo siento, no pensé que creyeras que es algo grave. Recibí un mensaje del entrenador. Nos ha citado a todos después de clase. Quería avisarte ya que viniste conmigo.
—Oh, está bien.
—No creo que nos lleve mucho tiempo. ¿Puedes esperarme en la biblioteca hasta que termine?
—Sí, por supuesto. Solo avísame cuando acabes.
Suspiré aliviado. Ella regresaría conmigo. Con nadie más.
—Vale.
Y de pronto me quedé sin nada que decir.
—Gracias por avisarme.
Asentí y me quedé en silencio mientras ella desayunaba e ignoraba su teléfono que no dejaba de vibrar.
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