08

Callie

No dormí absolutamente nada aquella noche.
Quise convencerme a mí misma de que solo estaba pendiente al mínimo llanto para saltar de la cama y asegurarme de que Lucifer no hubiese hecho de las suyas, sin embargo, lo ocurrido en la cocina con Devon se negaba a dejar mi mente y pese a mis intentos de olvidarlo, me acompañó a lo largo de las horas.

Cuando sonó el despertador, ya estaba vestida, había hecho la cama y me paseaba de un lado al otro intentando convencerme de abandonar la habitación y comportarme como una adulta normal y corriente.
No pude.

A las ocho, unos golpes en la puerta me obligaron a acercarme finalmente a ella y abrirla. Nicole se encontraba allí con una sonrisa en el rostro.

—Buenos días, cariño. He preparado café y tortitas. Devon está dándole el desayuno a Ashley y Lucifer ya comió también. Voy a llevarme a la niña a la guardería para que podáis desayunar antes de ir a clase.

—Muchas gracias. Siento no haber...

—No hay problema. Baja cuando estés lista.

—Tú también.

Cinco minutos más tarde decidí que no podía perder más tiempo. Por culpa de todo lo ocurrido el día anterior mi planificación diaria ya se había ido a la mierda y eso me generaba un estrés que no necesitaba.

Un gorgojeo feliz me recibió cuando entré en la cocina y no pude evitar sonreír al acercarme a la pequeña Ashley.

Anoche estaba durmiendo por lo que no me vio, pero parecía feliz de ver un rostro nuevo.

—Hola, hermosa. Soy Callie.

Una enorme sonrisa cruzó su rostro antes de extender las manitas hacia el mio y golpear las palmas contra mis mejillas.

—Le gustas.

Mis ojos se desviaron momentáneamente hacia él, solo para apartarlos y centrarme en la bebé.

—Callie, sobre anoche...

—Bueno, estoy lista. Vamos, princesa.

Nicole apareció de pronto recogiéndose el cabello mientras se dirigía hacia la sillita en la que Ashley estaba sentada y la levantó en brazos antes de llenarle las mejillas de besos haciéndola estallar a carcajadas.

—Nos vemos más tarde, chicos. Que tengáis un buen día.

Desaparecieron por la puerta poco después de que Devon se despidiera de ambas.

Se me encogió al corazón al verle darle mimos a su hija y tuve que forzarme en no seguir mirando.

Engullí un par de tortitas y prácticamente abrasé mi lengua al tomarme el café antes de enjuagar la taza, coger mis cosas y correr hacia la puerta.

Podría haberla cruzado, correr hasta mi coche y estar de camino a la universidad si la persona que estaba conmigo no fuera un jugador de fútbol, acostumbrado a correr a través del campo, y atrapando un balón.

—Callie, por favor. ¿Puedes dejarme hablar?

—Vamos a llegar tarde.

—Esto solo llevará un minuto. Además, es absurdo que vayamos en dos coches. Tenemos el mismo horario.

Bueno, eso era cierto, pero es que ese día, además, iba a compartir todavía más tiempo a su lado, no solo conviviendo en la misma casa, sino en clase y en el coche. No sabía si iba a poder soportarlo.

—De acuerdo.

—Bien, sube a mi camioneta.

Una vez que cerró la puerta de casa, corrió hasta el asiento del conductor y puso el coche en marcha.
No habló hasta que nos alejamos de la casa, como si alguien pudiese oírnos.

—Quiero disculparme si te he incomodado de algún modo. No era mi intención y no quiero que te sientas así estando cerca de mí.

—Vale. Está bien. Solo... Me sorprendió.

Eso no era exactamente cierto. Si bien no lo esperaba, después de estar toda la noche dándole vueltas a lo que "casi" sucedió, me di cuenta de que en realidad lo anhelaba.

Mis labios hormiguearon solo ante el recuerdo de los suyos tan cerca de los mios, y no por primera vez, me pregunté que habría sentido si se hubiesen tocado.

Dejé salir una respiración entrecortada mientras los acariciaba con la yema de los dedos, sintiendo como mi cuerpo se calentaba ante la sola idea.

—Quiero que te sientas tranquila a mi lado y te aseguro que no volverá a ocurrir.

Devon

Apreté las manos alrededor del volante.
Ese viaje se estaba convirtiendo rápidamente en una tortura.
Y ni siquiera podía bajar las ventanillas para dejar entrar el aire que me faltaba, porque fuera hacia frío. Probablemente llovería de nuevo.

Podía oír el modo en que cambió su respiración y por mucho que intenté ignorarlo, era imposible.
Estaríamos atrapados dentro de mi camioneta al menos durante veinte minutos más.

Mi noche tampoco había ido bien.
Dormí, pero ella apareció en cada uno de los sueños que tuve, lo que acabó conmigo bajo una ducha fría. No funcionó muy bien, pero calmó mi cuerpo lo suficiente como para poder funcionar.
Sin embargo llevaba despierto desde las seis de la mañana y mi niña era madrugadora por lo que ni siquiera pude plantearme cerrar los ojos de nuevo. Por lo menos parecía que el bálsamo que mi madre compró ayudaba lo suficiente para calmar sus encías y dormía más tiempo.

—De acuerdo —respondió a mis últimas palabras—. ¿Tienes entrenamiento hoy?

Agradecí el cambio de tema y negué con la cabeza antes de hablar, ya que ella no me estaba mirando.

—Hoy no. Tengo algunos juegos que ver para estudiar un poco a los jugadores contra los que vamos a enfrentarnos en el próximo partido, pero puedo hacer eso en casa.

—Creí que eso lo hacíais todos juntos. Al menos es lo que tengo entendido.

—Por regla general es así, pero pedí un permiso especial al entrenador para estos casos. Me permite pasar más tiempo con Ash mientras lo miro y después me conecto con el equipo para hablar de ello.

Seguimos charlando un poco más, mayormente acerca de las tutorias, que aún haríamos en la biblioteca.
Sabía que en casa estaría más pendiente de mi hija y eso lamentablemente no ayudaría.

Detuve la camioneta cerca de la entrada principal junto a la de Cameron, quien salía en ese momento de la suya y se quedó paralizado al ver a Callie bajar de la mía.

Una lenta sonrisa curvó sus labios y pese a que mi mirada decía claramente que evitase comentar nada, Cameron la ignoró.

—Buenos días, querido amigo. ¿Quién es tu encantadora acompañante?

Él sabía perfectamente quién era ella.
Los comentarios acerca de nosotros habían menguado, pero difícilmente se detuvieron, y que la vieran llegar conmigo difícilmente los detendría.

—Soy Callie.

—Encantado de conocerte, hermosa Callie. Soy Cameron.

Y él, siendo él, no se conformaría solo con una presentación.
Antes de que ninguno de nosotros pudiese parpadear, envolvió a Callie en un abrazo.

¿Y ella?

¡Se ruborizó!

¿Qué carajo?

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Primer capítulo del año!!!!

Parece que alguien está en problemassss🤣🤣🤣🤣





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