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Bizcochito me había pedido el celular para hablar con su hermano. Estaba escuchando como le decía que estaba bien y que no se preocupara. Hablaron bastante los dos. Fácilmente llegaron a los veintidós minutos. Cuando la chica se detuvo enfrente de mí devolviéndome el celular no pude evitar sabrosearla totalmente con la mirada. Esa camiseta mía no era transparente pero la tonalidad celeste marcaba bien sus pechos sin sostén, y ni hablar de la visión de sus piernas. Mi alrededor se había tornado acalorado velozmente.

- Gracias – Habló luego de que agarrara el celular – No me mires así – Cruzó sus brazos para obstruir mi visión, y desvió la mirada avergonzada que había poseído.

- ¿Quieres algo de comer? – La voz me salió con ronquedad y tuve que aclárame la garganta para continuar – Tienes cara de gustarte mucho el ramen.

Tienes no. Lo sabía porque la estudie.

- No, muchas gracias. No tengo hambre.        

- No pareces haber comido – Insistí.

No pareces no. Yo no la había visto comer.

- Solo... No tengo hambre – Alzó los hombros.

- Entonces ¿Irás a tu casa?

- Respecto a eso... – Apretó sus labios – ¿Puedo pedirte un favor más?

Y yo creyendo que ya había hecho mi obra caritativa del año. Bueno, ¿no hay nada de malo en qué la siga ayudando?

- Puedes pedirme lo que sea, Bizcochito. Estoy completamente a tu servicio... Alma, y todo lo de mi cuerpo incluido – Guiñé para volverla más roja que un tomate.

- ¿Puedes llevarme a un lugar?

- Uhmm, omitiré los lugares oscuros que pasaran por mi cabeza ¿A tu casa?

- Sí. Pero no a la del lado. Es un poco lejos la que te estoy diciendo, si quieres no tienes que hacerlo ya has hecho mucho por mí.

- Ay Bizcochito ¿En verdad piensas qué no haría algo así de simple por ti? Si me pudieras que me bajara los pantalones, que es más difícil, también lo hiciera.

- ¡Yah! – Chilló – ¡Deja de decirme esas cosas!

- Una de mis cualidades es que soy muy sincero. No miento, puede que haya veces que omita la verdad, pero no miento – Sujeté su barbilla para que viera mi sonrisa ladeada – Nunca te he dicho una mentira.

La nueva salida conllevaba a dos cosas: Una era un nuevo cambio de ropa y la otra era qué coño podía vestir Bizcochito para que no pasara frío en el camino. La humedad era bastante elevada y un viaje en moto le podría causar un terrible resfriado así que tendría que acudir a la zorra de mi madrastra una vez más ¿Ya he mencionado que la aborrezco con todo mi ser? Bueno si ya lo hice, lo repito.

La mujer al verme bajar con la castaña agarrada me miró con enfadado. Pero esa mirada se quedaba chiquita cuando describí que mi mejor amiga estaba en casa también.
El rostro de Lixue era una el mejor meme que había visto en mi vida. Estoy seguro que si la quijada de abajo pudiera caerse por abrir tanto la boca, ya Lixue pareciera esas animaciones donde ocurre eso. La pelinegra estaba siendo conducida por mi madrastra hasta mi habitación y quedó de piedra al vernos.

- N-no es lo que parece – Fueron las incomodas palabras de Khaleesi al denso silencio que se formó.

- Yeonjun... – Atinó a decir mi mejor amiga en shok total.

- ¡No es lo que parece! – Repitió la castaña.

- ¿Y qué es entonces? – Mofó mi madrastra – ¿No estabas zorreando con Yeonjun? – La mirada severa que le dio a Bizcochito fácilmente la intimidó.

- Yo... – Khaleesi agachó la cabeza y apretó los puños igual de fuerte que sus labios – Lo siento.

Sin más, la chica salió corriendo de mi lado. Khaleesi pasó por el lado de Lixue con la cabeza agachada y salió por la puerta principal.

- ¡Mierda! – Corrí tras de ella, ignorando completamente a las otras dos femeninas de atrás de mí – ¡Khaleesi!

Al salir por la puerta había perdido totalmente la visión de la castaña con la neblina. Bizcochito no se veía por ningún lado y ya me estaba comenzando a impacientar ¿Y si coge un resfriado? ¡Ni siquiera traía zapatos puestos!

- Parece que se fue.

Esas palabras burlescas fueron el detonante para que ya desquitara el odio contra esa zorra de quinta.

- ¡No te basto con engañar a tu mejor amiga y acostarte con mi padre! ¡Tienes que rejoderme la existencia! ¡No te basto con una follada mía para dejarme en paz!

- ¡¿Qué mierda te ocurre?! – Vociferó la mujer – ¡¿Te pondrás así por una chiquilla?!

Me acerqué a grandes pasos hacía ella, sintiendo como ya me importaba una mierda que Lixue escuchara lo cagado que estaba su mejor amigo.

- ¡Esa chiquilla es todo lo bueno que nunca podrás ser!

- ¡No hay mejor mujer para ti que yo!

- ¡Me das asco! ¿¡Por qué no te metes eso de una jodida vez en la cabeza para que me dejes en paz!?

La rubia rio sínicamente antes de acercarse a mí y quedar en frente.

- ¡No quiero! ¡Tú me perteneces!

- ¡Jamás le perteneceré a alguien como tú! ¿¡Por qué demonios estás tan obsesionada conmigo!?

- ¡¿Y por qué no lo estaría?! Tu madre siempre tuvo lo mejor. Siempre. El primer puesto en belleza. El dinero. El mejor esposo. El mejor hijo. La mejor familia ¡Yo soy mejor que ella! ¿¡Por qué no puedo reclamar lo que me pertenece!?

- ¡No eres mejor que mi madre! ¡Nunca le llegarás ni al polvo de las chancletas!

Lixue se colocó a mi lado muy asombrada. Agarró mis hombros desde atrás y se lo agradezco. En estos momentos me había encolerizado de una manera que era capaz hasta de olvidar que soy un hombre y golpear a una mujer.

- ¿¡Crees que es mejor que yo!? ¡Ella se está pudriendo en una tumba y yo tengo todo lo que es mío por derecho!

La mujer cayó brutalmente en el suelo. Sosteniendo su mejilla enrojecida por el impacto de un puño. De la nariz le corría sangre y los ojos se le habían cristalizado de la ira... Y no. No fui yo quién le pego.

- ¡No se te ocurra hablar más así de la señora Choi, puta desquiciada!

Le espetó mi mejor amiga, quién le había golpeado con la mano hecha un puño directamente a la nariz con todas sus fuerzas.

- Lixue... – Solté asombrado.

Mi mejor amiga se volteó hacía mí, agarró mi mano y me condujo la salida.

- Vamos a buscarla.
   

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