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Leo nuevamente el nombre de la persona en los archivos: Jeon Khaleesi. Al lado hay una foto con ella y todos sus datos. Por cierto, es hermosa.

No puedo creer que me atreví a robarle la investigación que hizo mi padre sobre ella. Sí llegase a enterarse me echaría al pozo con los leones. Puede que acabé de perder la cabeza completamente. Seguro que si me quedaba alguna neurona se acaba de fundir.

La historia personal de la femenina me parece bastante interesante. Hija menor, madre fallecida, padre en el extranjero, hermano médico y vive junto a su abuela ¿No es demasiado para una niña de dieciocho años que se ve tan saludable y perfecta?

Olfateo el dulce olor a pastel que entra a mi habitación. Mi estómago ruge por comida y con tal exquisitez no puedo resistirme a dejar los papeles que leo sobre la cama.
A largos pasos llegó a la cocina donde mi madrastra está adornado con merengue al pastel que desprendía el olor a recién sacado del horno.

- ¿Qué haces, zorra? – Inquirí divertido.

La rubia se da la vuelta y sonríe forzadamente. No le agrada que la llame así. Me da igual que no le guste. Yo llamo a las personas por apodos reales ¿La verdad no ofende, no?

- Yeonjun, que grato es tenerte de vuelta en casa ¿Cuándo llegaste que no me enteré? – Inquirió con cariño fingido.

- Hace un rato – Miré la deliciosidad cremosa – ¿A quién intentas envenenar? ¿A mi padre? Al parecer te cansaste y quieres el dinero solo para ti.

- No voy a envenenara nadie… – Gruñó frustrada – De hecho, solo voy a visitar a los vecinos.

- ¿A los vecinos? ¿Justo ahora? ¿No es demasiado tarde para ello?

- Tu sarcasmo me pone de los nervios – Resopló.

- ¿De los nervios? Yo creí que te ponía de otra forma – Ronroneé.

La rubia sonrió mientras se empezó a acercar peligrosamente a mí. Sus labios se curvaron en una sonrisa descarada que me recordaba lo puta que era. Se había quitado la máscara como todas las noches que nos quedábamos solos en la casa ¿De verdad mi padre creyó que esa mujer se enamoró de él? A Eunsang se le nota que es más de jovencitos de dieciocho años.

Sé que para otras personas esta bien que te guste alguien menor. Pero yo no lo puedo dejar de verla como una especie de bruja que se come a los niños. Justo como la bruja de Hansel y Gretel en el cuento del los hermanos Grimm.

- Esta noche tu padre no estará así que… – Insinuó.

No esperó a mi negación, rodeó mi cuello con sus brazos y acercó sus rostro al mío, intentando algo que ella no tenía permitido. Agarré sus caderas entre mis brazos y negué con la cabeza entretenido.

- La regla – Le recordé con burla.

- ¡La maldita regla! – Se alejó de mi anotomía y me proporcionó un golpe en el pecho – ¿No te cansas de follar sin besarnos? ¿Quién hace eso?

- Yo, por ejemplo – Mofé.

- Es increíble – Ironizó – Ni siquiera te ablandaste estos días que no hemos tenido relaciones.

- Ni lo haré – Admití.

La femenina que con sus treinta y cinco años, tiene un cuerpo de modelo me miró con molestia. Luego suspiró renegando.

- ¿Al menos me acompañaras a visitar a los vecinos?

- No tengo interés en los vecinos ¿Por qué tú sí?

- En la casa del lado vive alguien famoso que quiero conocer.

- ¿La casa del lado? ¿Alguién famoso?

- Sí, Yeonjun, sí.            

- Okey, te acompañaré.

- Acabas de decirme que-

- Dije que iré.

La mujer llevaba el pastel en las manos mientras que yo iba con las manos en los bolsillos. Ella caminaba delante mientras que yo unos pasos por detrás y observaba a la chica que hace unos minutos estaba estudiando.
Khaleesi estaba sentada de piernas cruzadas en una hamaca que estaba atada un árbol. Sus manos sostenían un libro rojo y su rostro unas gafas. Era la primera vez que la veía con gafas, pero eso no le quitaba lo hermosa.

- ¡Saltamontes! – Gritó enfadado un chico castaño saliendo de dentro de la casa.

- Sí, my love – Respondió la chica que leía entretenida.

La chica se sacó las gafas que por primera vez la veo usando unas. Se ve preciosa con sus piernas cruzadas sentada ahí ¿Por qué no aproveché la oportunidad cuando la vida me la dio? Cierto. Tuvo que llegar su impertinente amigo.

- ¿Tú por alguna casualidad de la vida le hiciste justicia a unas galletas que dejé en el refrigerador? – Cruzó sus brazos.

La chica que ni se había percatado de nuestra presencia lo miró inocentemente.

- Fue para una buena causa.

- Se puede saber qué causa?

- Para alimentar a una pequeña hambrienta – Terminándolo de explicar salió corriendo.

El muchacho no dudó en correr detrás de ella y atraparla, alzándola en los aires y luego abrazándola como si fuera una camisa de fuerza.

- ¿Quién es mi pequeña glotona?

- ¡Claro que no! ¡Tengo dieciocho! – Soltó una risilla cuando el chico le empezó a pasar las manos por todo el cuerpo – ¡No, cosquillas no! – Chilló Khaleesi entre risas.

- Sí, cosquillas sí – Continuó torturándola – ¿Quién es?

- No- ¡Vale sí, sí! ¡Que sí! ¡Paraaa! – Rogó carcajeando.

Una aclaración de mi garganta los hizo mirarnos desde su lugar. Khaleesi abrió los ojos como platos al verme llegar. El chico y ella se separación con las mejillas sonrojadas ¿Serán pareja?

- ¿Interrumpo algo? – Inquirí enalteciendo una ceja.

- ¡Yeonjun! – Susurró una reprensión la mujer de mi lado – Lo sentimos mucho. No queríamos incomodarlos... Solo vinimos a hacer una visita a nuestros vecinos.

- Tranquila, no interrumpen absolutamente nada – Le sonrió a la rubia y luego recayó sobre mí con una mirada analítica – ¿Ustedes son los que se mudaron al lado?

- Sí – La mujer asintió frenéticamente mientras se empezaba a acercar a los dos alzando un poco el dulce. La mirada devoradora de zorra se detuvo en el castaño – Lo hice para una bienvenida.

Acabo de crear una nueva ley de la física que dice: Si una zorra se come con la mirada al chico de otra chica enfrente de la novia, definitivamente la fuerza de la gravedad se pone en su contra y tendrá que comer el suelo ¿Les gusto? Porque es lo que acaba de pasar.

- ¡¿Se encuentra bien?! – Inquirió una asustada Khaleesi luego de ayudarla a ponerse de pie.

Yo ni siquiera me inmute. Ojalá y se hubiera roto una pierna. Por cierto, dije una pierna, porque yo verdaderamente esperaba eufóricamente que se matara.

- Sí, solo se acaba de estropear el pastel.

La nueva ley física al menos me sirvió para algo. Mientras Bizcochito la ayudaba a levantar, el trasero flexionado de la castaña quedó a mí vista como un lindo obsequio.
Y yo, por supuesto, lo admiré sin ningún pudor.

Cuando la rubia estuvo de pie gracias a la chica, la castaña la ayudó a sentarse en la hamaca que estuvo sentada antes. Le dijo que la esperará y corrió dentro de la casa.
Al desaparecer Bizcochito de mi vista, sentí la mirada del castaño, literalmente tenía cara de asesino en serie mientras en su cabeza asesinaba a mi agonizante persona.
Las miradas asesinas se transmutaron a dos cuando el par de ojos claros de mi madrastra espera que hiciera algo para ayudarla. Claro que eso nunca paso tampoco.

Khaleesi regreso con una caja que se me hacía un poco conocida ¿Dónde la había visto? Se agachó enfrente de Eunsang y la abrió, un botiquín de primeros auxilios quedó a nuestra vista.

- Gracias, es un alivio saber que hay personas con estas cosas a mano – Le agradeció como si esos pequeños aruñazos la podían matar.

¿Ya dije que el karma no me agrada? Acere es que no se lo podía caer ni un mísero diente.

- No es nada. Mi hermano me obliga a andar con uno a diario – Le sonrió dulcemente.

Llevé las manos a mi cabeza que dio una punzada de dolor. La realidad a mi alrededor se enturbio.

Flashback…

- Deja que terminé de ayudarte – Soltó con timidez mientras sacaba una caja del fondo en la mochila.

- ¿Qué es?

- Es un botiquín de primeros auxilios. Mi hermano me obliga a andar con uno a diario – Explicó comenzando a sacar una botellita y una torunda.

De momento a otro el rostro de la chica que se encontraba borroso en mi cabeza cambió al rostro de Khaleesi.
Sus delicadas manos curaban suavemente mis heridas. Sus lindos pómulos redonditos los vi con claridad encendidos. Y sus ojitos marrones casi llegando a negros me miraban cada cinco segundos para verificar que no me doliera. 

Fin del Flashback…

Cuando volví a la realidad me encontraba solo en la entrada. Mi madrastra estaba de camino a casa con una señora de mayor edad, hablaban animadamente entre ellas. Bizcochito y el chico no se veían por ninguna parte. Y mi cabeza estaba echa un lío. Cada recuerdo de aquella noche con el rostro borroso de la chica misteriosa cambió al inconfundible rostro de Bizcochito.

Un arrebato que recorrió todo mi cuerpo me hizo entrar a la casa como Pedro. Quería verla y que ella me lo confirmara. Era todo lo que quería por ese momento.

- Lo has vuelto a hacer – Le riñó el chico de antes parado enfrente de Khaleesi con las manos cruzadas.

- No lo puedo controlar – Respondió ella desde su lugar, sentada en un sofá con la cabeza gacha – Lo siento..
  
El chico suspiro frustradamente mientras negaba con su cabeza.

- Me voy a meter al baño porque tengo guardia en unas horas. Mañana no pasa que hablemos sobre esto.

- Oppa-

- Es bueno ayudar a los demás pero los dos sabemos que lo tuyo es una obsesión compulsiva.

- Lo siento.

- No es tu culpa – El agarró las mejillas para que lo mirara – Lo vamos a superar juntos al igual que siempre.

Ella asintió con sus ojos cristalizados.

Me detuve a escuchar eso ¿He chismeado? Miré como Khaleesi limpiaba sus lágrimas y el castaño se iba subiendo las escaleras tras proporcionarle un beso en la frente. 

- ¿Bizcochito?

La chica alzó la mirada tan rápido que creo que es imposible.

- ¡Tú! ¿¡Eres tú!? ¡Te he recordado! – Solté entusiasmado acercándome rápidamente.

- ¿Qué?

No le di benefició de la palabra. Sostuve sus mejillas con ambas de mis manos y la besé. Sus labios eran justamente como los recordaba. El placer que me transmitían al saborearlos era igual. Mordí su labio inferior y cuando entrevió los labios junto con un gemido, aproveché para explorarla con mi lengua su cavidad bucal. El sofá se hundió cal tumbarnos sobre él sin terminar el tortuoso beso. Sentía como sus manos empujaban mi pecho para sepárame, pero yo estaba sobre ella y tenía el control.

- ¿¡Te has vuelto loco?! – Recriminó cuando terminé el beso.

Acaricié suavemente los labios. Estaban rojos e hinchados gracias a mí. Su cuerpo se tensó aún más tal y como recordaba de aquella lluviosa noche.

- Esta noche te vendré a ver, Bizcochito.               

Sin más que decir salí por la puerta principal como si nada ¿Por qué tengo que elegir entre destruirte o liberarte, Khaleesi? Si yo puedo hacer los dos y divertirme aún más. 
   


✧༺♡༻✧

¡Tachaaan!
Dentro de poco voy a aclarar cómo se llama esa obsesión de Khaleesi. Y por cierto, ayer ni antier pude actualizar por culpa de una prueba de matemáticas que literalmente me ¡Arrebataron el cien de las manos! Y el miércoles tengo que repetirla porque el viernes cuando la tenía completamente resulta la suspendieron... En fin, lo siento.

K.

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