08
¿A dónde vas?
Yo estoy aquí.
Así que por favor no te vayas.
Porque quiero más de ti.
Solo un poco más.
El reloj no se detiene.
Por favor no me dejes solo.
No quiero ser solo un recuerdo.
No me quiero sentir solo.
No quiero estar solo.
Quiero que me lleves contigo.
Todo lo que me rodeaba está oscuro. Mi cuerpo está en un estado adormecido e inmóvil. Veo como diciendo a la profunda oscuridad como si esta estuviera absorbiéndome. El cabello flota a mí lado y puedo ver las pequeñas burbujas alrededor de mi cuerpo.
Estoy en el fundo del mar.
¡Me estoy ahogando!
Mi sentido de supervivencia se activa y comienzo patalear. Trato por todos los medios de llegar a la superficie para ganar el oxígeno que no sabía que me faltaba, aunque mientras más me muevo, más me hundo.
- ¡Mamá!
.
.
.
Vas demasiado rápido para poder alcanzarte, no puedo hacerlo.
Me dejaste aquí solo esperando.
En el camino donde antes caminamos juntos.
Ahora estoy caminado solo.
Me da miedo y tengo mucho frío.
No puedo evitar caminar lento y mis pasos se vuelven pesados.
La imagen que tenia de mí se volvió blanco y negro.
Como el pasado.
Tengo tanto miedo de estar solo.
Hasta el tren que lleva mis sueños se detuvo.
Pero aún hay caminos brillantes ante mis ojos.
Pero no puedo llegar ahí solo.
Desperté de golpe. Mi pecho subía y bajaba con gran velocidad, la respiración la tenía agitada y había sudor bajando por mi frente.
¿Otra pesadilla?
La habitación en donde me encuentro parece totalmente irreal por unos instantes. Tengo que meditar unos segundos para ubicarme en tiempo y espacio.
El sueño no era real. No lo era. No lo era. No lo era. Estoy en mi casa. En mi cuarto. Estoy bien y a salvo.
El cuerpo de mi hermano irrumpió en la habitación. Sus ojos se miraban desorbitados, buscaron preocupadamente mi campo de visión hasta captarme y no dudó en correr hasta mí, sus grandes brazos me envolvieron y apretó mi cuerpo hasta dificultad mi respiración.
- Todo está bien. Estás a salvo... – Susurró cerca de mi oído.
Mi débil cuerpo que no se había movido ni un centímetro, reaccionó, y los brazos lo envolvieron cuando las lágrimas corrieron como mares.
Me aferré a él como si fuera a desaparecer de mi vida de pronto. Mi aferré a mí hermano porque siempre ha sido mi columna y mi roca. Jungkook es lo más importante que me queda.
Y aunque yo este temblando del miedo conozco a la perfección su miedo por verme pasar por lo mismo.
Mi hermano lo es todo para mí.
- Hoy será un gran día.. – La voz le salía suavemente reconfortante.
Hoy era el día de la muerte de mamá.
Poco a poco me tranquilicé. Respiré profundamente en su pecho hasta que me sentí bien.
- ¿Cómo supiste...?
- Estabas gritando – Mimó mi cabello.
Asentí comenzándome a separar. Nuestros ojos se encontraron y un universo reconfortante transmitió sus orbes almendradas.
- Es mejor que no asistas a la preparatoria.
- Te equívocas. Es mejor que valla y despejé la mente un rato.
- Eres la única chica que le gusta ese infierno – Negó con la cabeza con una sonrisa – Bien. Pero deberías apresurarte, Jeongin ya debe estar al llegar.
Asentí y a paso rápido me introduce en el baño.
Al bajar por las escaleras mi abuela me estaba esperando con una sonrisa llena de ternura.
- ¿Ya lo leíste?
Agradezco que cambie el tema. No tengo ganas de interrogaciones con este despertar.
- Sí.
- ¿Qué te pareció?
- Genial. Escribes maravilloso.
Juntas comenzamos a andar hacía la cocina donde mi hermano ya estaba desayunando. Tomamos asiento y ella tomó su libreta de notas.
- ¿Recomendaciones? – Inquirió dando golpecitos en papel con el bolígrafo.
- Creo que deberías alargar un poco más la tensión sexual entre los protagonistas antes de que tengan relaciones sexuales.
Jungkook se aclaró la garganta.
- ¿Cuánto?
- Unos tres o cuatro capítulos más.
- ¿Algo más?
- De hecho, sí... – Paré mientras comenzaba a comer – ¿No crees qué la protagonista era demasiado experta para su primera vez?
- No me lo había planteado de ese modo, pero tienes razón, hay que arreglar eso.
- Por otro lado está el látigo.
- ¿No te gustó el látigo? A todos les gustan los látigos.
- No abu, a todos no nos gusta el látigo – Formé una línea con los labios – No obstante, en el capítulo siete como que era demasiado... – Fruncí el ceño mientras buscaba la palabra adecuada que no fuera una barbaridad – ¿imprudente?
Carcajeó limpiamente. Ser la nieta de una escritora erótica conlleva a muchas cosas. Una por ejemplo es que podíamos hablar deliberadamente de sexo. No es que sea una experta. Ni siquiera he perdido la virginidad. Pero desde pequeña leía los libros eróticos de la abuela en vez de libros de cuentos de hadas. Así que sí. Se podría decir que era una experta teóricamente en el tema.
El timbre sonó por toda la casa. Nomás mirándonos fijamente todos sabíamos que se trataba de Jeongin. Casi siempre llega a la hora del desayuno.
- Me voy – Me levanté de la silla.
- Espera ¿no vas a terminar de desayunar? – Inquirió ni hermano con voz autoritaria.
- Tal vez luego. No tengo mucho apetito hoy.
- ¿Podrías esperar a qué terminé mi desayuno para llevarlos a la institución?
- Tranquilo, oppa. Tengo que hablar con Jeongin sobre esta pesadilla, además creo que caminar será bueno para mí.
Asintió sin dejar de mírame preocupado con sus brillantes ojitos de conejito.
♡♡♡
Todos los días tengo muchos pensamientos.
Y mis lágrimas no dejan de salir.
Son las mismas canciones, mismas letras y mismos sentimientos.
Por favor hagamos las cosas bien para no avergonzarme.
Así me sentiré orgulloso cuando me mire.
Y cuando tengo que salir al mundo.
Me siento mal, me siento miserable.
Todos están avanzando menos yo.
Están tan lejos que no los puedo ver.
¿Cómo le cuentas a tu amigo algo sin preocuparlo?
Una vez leí que para la salud mental hay veces que es mejor no saber nada.
Asimismo lo hice. Fui incapaz de contarle sobre la pesadilla, no tenía por qué preocuparlo ¿no? Era una tontería. Volvió a ocurrirme porque hoy fue el aniversario de la muerte de mi madre. Todos los años me pasaba. Tal vez era algo que me iba a perseguir hasta la muerte. Era una cicatriz que quizás nunca cicatrizaría por completo. Era algo con lo que ya sabía que tenía que aprender a vivir.
Por otro lado sí le conté absolutamente todo sobre mi vecino. No me calle nada. Desde que era el chico al que salve y me había besado hasta que no me había reconocido.
Agradecí mentalmente cuando pasamos frente a mi vecino y éste ni se percató de nuestra presencia ya que se encontraba muy risueño con la misma chica de siempre.
- ¿Quieres que te acompañé para que no vallas sola? – Inquirió tiernamente, Jeongin cuando tomamos asiento.
Sabía que no duraría mucho en soltar el tema.
- No gracias. Llevo demasiado tiempo sin hablar con ella. Quiero ir sola – Contesté mirando el suelo para que mi peliazul no viera lo cristalizados que se habían vuelto mis ojos.
Me senté en la silla, estaba tan agotada física como mentalmente. Me sentía como si todo lo que dormí anoche no sirviera de nada. Esta mañana al verme al espejo tenía unas horribles ojeras que no me molesté en ocultar con maquillaje. Si nunca me maquillaba, hoy lo iba a hacer menos. Apoye mi cabeza a la mesa y mi amigo me copió la acción, mirándome con una sonrisa dolorosa.
- Khaleesi...
- Estaré bien. No insistas.
- Me preocupo por ti.
- Lo sé. Lo siento. Solo... No insistas en eso.
- Está bien – Acarició mi cabello, enrollándolo con sus dedos.
El primer profesor que tuvo que entrar por la puerta para darme una jaqueca del demonio era nadie más y nadie menos que el insoportable de Haeran.
Bufé al verlo mirarnos desde la pizarra como si fuéramos inferior a él. En la vida hay diferentes tipos de personas, aunque serán siempre las demasiado autosuficientes que se creen mejores que los demás los que siempre me caerán como una patada en el culo. Él era una de esas personas. Haeran podrá ser un bombón y todo eso. Pero yo lo veo totalmente ridículo. Desde las ropas apretadas que usa para que las chicas lo vean y babeen, hasta su odiosa voz.
- ¿Por qué nadie lo demanda? No aguanto más que nos llame niños con retraso mental – Gruñó frustrado mi amigo.
Jeongin se refería a que ese profesor se pasa la vida diciéndonos “estúpidos” por no saber resolver una problemática que mandaba de tarea. Nosotros no teníamos la culpa no hacerla. No entendíamos para nada su clase. Haeran será súper inteligente pero no sabe dar clases. Es así como yo. Todavía no tengo idea de cómo le daré clases extras a mi vecino si no tengo idea de cómo dar una lección.
- ¿Por qué tú no lo haces? – Inquirí divertida.
- Porque no quiero meterme en problemas – Respondió alzando los hombros.
- Ahí tienes la razón de porque nadie lo denuncia – Negué con la cabeza – Sería la palabra de un profesor contra a un alumno.
- Tienes razón – El chico asintió buscando los materiales para comenzar la clase de matemáticas – Siempre te dicen que nuestra opinión es muy importante, y a la hora de la verdad no importa ni mierda.
- Es como una falsa libertad de expresión – Admití comenzando a resolver el ejercicio.
Sinceramente admito que mis conocimientos de matemáticas no son gracias a ese profesor. Es gracias a mi madre, en un pasado fue profesora, y desde chiquita me preparó para estas cosas.
Hoy casi todo me la recuerda a ella.
♡♡♡
Vas demasiado rápido para poder alcanzarte, no puedo lograrlo.
Me dejaste aquí solo esperando.
Este camino que antes caminábamos juntos.
Ahora estoy caminando solo.
Me da miedo y tengo frío.
No puedo evitar caminar lento, mis pasos se hacen pesados.
La imagen que tenía de mí se volvió blanco y negro.
Como el pasado.
Para cuando mis piernas tocaron el suelo del cementerio ya sentía como martillaba mi corazón. Abracé el ramo de rosas blancas contra mí pecho, eran sus favoritas. Suspiré decidida.
Puedo hacerlo. Hoy es el día. Mamá me está esperando.
Circulé entre todas las lápidas buscando la que nunca se me olvidará. Al tenerla enfrente un nudo se formó en mi garganta. Mis ojos ardieron y una sonrisa triste formó mis labios.
- ¿Me has extrañado?
Tengo tanto miedo a estar solo.
Hasta el tren que llevaba mis sueños se detuvo.
Pero hay caminos brillantes delante de mis ojos.
Pero no puedo llegar ahí solo.
Stray Kids_-_Slump.
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