02
No soy de las que se despiertan antes que todos los demás. Soy más de las que ni escuchan la alarma. Así que despertar temprano no es común en mí. Probablemente es por mi emoción de terminar las vacaciones y empezar un curso nuevo.
A diferencia de muchas personas a mí me gusta la escuela.
Al mirar por la ventana me encontré con el cielo despejado. Los rayos del sol se escurrían por las cortinas. Un bonito día me esperaba. Y deseo que así sea porque menuda nochecita lluviosa la de anoche.
Prefiero estar de vuelta en casa de abuela, y en la escuela. Es más grato tener la cabeza puesta en una clase que pasearse aburridamente por una casa llena de dolorosos recuerdos. No existe desdichada esquina que no apagué mi sonrisa con solo mirarla.
¡Las vacaciones al fin habían terminado!
Tallé mis ojos con mi puño y miré a mí alrededor con ojos soñolientos. La habitación en penumbras hacía sentir, tanto como notar, el aura apagada de la casa. En un pasado toda esta casa era más viva. Vivían las risas y el amor...
Estaba habitada por mi familia.
Mi familia estaba antiguamente conformada por mi papá, mi mamá, la abuela, el abuelo, mi hermano mayor y yo ¿Les parece mucho? Pues déjeme informales que ya solo quedamos tres: Mi abuela, mi hermano y yo ¿El por qué? ¿Qué ocurrió? Eso es una triste y larga historia en la que no voy a pensar ahora. No quiero echar a perder mi primer día de clases en último año.
Me adentré al baño de la habitación. Al mirarme al espejo toda la efusividad de mi despertar se fue al caño. Mirarse al espejo seguía siendo un poco difícil. Que haya superado la baja autoestima no conlleva a que dejé de verme al espejo negativamente. Al menos para mí, combatir esas malas vibras y decirme algo bueno cuando mi cabeza me critica despectivamente todo el tiempo. Es un avance.
Me asee y vestí el uniforme escolar.
Paré en el marco de la puerta del baño al ver la puerta de mi habitación abierta. Observé como mi hermano irrumpía en la habitación con una sonrisa en su rostro.
Al parecer ya regresó de su guardia de anoche. Abrió las ventas, apagó mi alarma y se acercó a mis almohadas cubiertas por la manta. También se le notaban las ganas de salir de esta casa.
- ¡Pequeño saltamontes, es hora de despertar! – Anunció mi hermano, tirando de mi manta sin ningún cuidado.
Su expresión de desconcierto al ver vacía la cama me hizo soltar una carcajada. Volteó sobre su eje trasero para verme, enalteció una de sus cejas y cruzó sus brazos. No le gusta que se rían de él.
Mi hermano, Jungkook, con sus veinticinco años sigue siendo igual de guapo que cuando tenía mi misma edad. Su cabello está en un tono azabache igual al mío. Su mano completamente tatuada le da un aura de chico misterioso, pero su sonrisa de conejo, lo hace ver como un chico tierno. El alto ego le prohíbe vestir algo que no se le vea bien. Y conste que también lo he llegado a ver sin camiseta… sinceramente señalo que mi honorífico hermano fue dotado por la grandiosa virgen de la abdominales. Por todo esto, si lo llegaras a sumar completo, eso daría un igual de un millón femeninas haciendo un río Nilo de fan.
- Buenos días, oppa ¿Ganas de irnos?
- Muchísimas – Dio una mirada evaluadora a mi atuendo – Estás preciosa – Sonrió dulcemente.
Solo mi hermano y mi mejor amigo sabían lo difícil y doliente que era para mí darme un poco más de cuidado. Agarrar el cepillo de peinar era una pequeña victoria.
- Me siento ridícula...
Los ojos me picaron. Los labios se apretaron con fuerza como si esa acción lograría retener las lágrimas.
El chico a grandes zancadas llegó al frente mío. Sostuvo mis mejillas con sus manos y me hizo mirarlo.
- Te lo voy a repetir y está vez como chico y no como tú hermano. Estás preciosa. Es un día espectacular. Has podido sobrevivir sin llorar en esta casa todas las jodidas vacaciones. Volveremos a casa de la abuela y dejaremos la casa de nuestros padres.
- No estoy segura de si podré.
- ¿Qué es lo que siempre decía el abuelo? – Interrumpió.
- Siempre se puede..
- Esa es mi pequeña princesita – Besó mi frente cariñosamente – ¿Estas lista ahora?
- Lo estoy – Asentí mientras lo rodeaba con mis brazos – Eres el mejor hermano mayor del mundo mundial.
- Sí me sigues alagando de esa manera comenzaré a creerlo de verdad.
- Es verdad.
- ¡Oh, que orgulloso estoy! – Parloteó al separarse.
- ¿Sabes qué? Es mentira.
- Pero si acabas de decirme que-
- Olvídalo. No quiero ser la responsable de tu coronamiento como rey del ego...
- Auch, me han roto el corazón – Pone la mano en su pecho como si ese lugar doliera a sobremanera – Voy ahora mismo a quejarme con la asociación protectora de hermanos con el corazón roto.
Se aleja para salir de la habitación, andando encorvado y apretujando su pecho.
- ...Y como rey del drama.
- ¡Te he oído! – Gritó mientras se detenía, erigiéndose en el marco de la puerta, con un semblante ofendido.
- La verdad no ofende, oppa.
- Saltamontes... – Soltó con voz amenazante.
- ¡No me digas así!
- ¡Te digo como yo quiera, pequeña saltamontes!
- ¡Trágico! – Clamé el apodo que él más odia.
El chico me lanzó una mirada de «Nomas te voy a mirar» antes de salir por la puerta.
Recogí las maletas de mi habitación para bajar por las escaleras. La casa estaba completamente sellada por todas partes, ya que volvería a estar cerrada hasta las próximas vacaciones.
♡♡♡
La abuela abrió la puerta de su casa, nos plató un beso en cada cachete y nos abrazó hasta que comenzamos a implorar oxígeno.
- ¿Cómo están, mis linduras?
- Bien, abu – Contestó mi hermano cargando las maletas dentro.
La abuela es una mujer que con sus 65 años es más moderna que incluso yo. Tiene el cabello tintado de negro y corto para esconder las canas. En el rostro se le notan muy pocas arrugas y me atrevo a decir que es más lizo que el mío. Pero es, el peinado perfecto que no deja suelto ningún cabello, y lo planchado y pulcro de su ropa, lo que delata su meticuloso amor propio. Lo más importante de ella es que tanto como sonrisa y su humor un poco “extraño”, nunca faltan para animarte el día… o hacerte pasar una gran vergüenza.
- Por cierto, cariño, tu esposo el rarito está en tú habitación esperando a que llegaras – Notificó mi abu, con una sonrisa doblada.
- ¿Jeongin? – Inquirí.
Ella asintió, se volteó hacia Jungkook para entablar una conversación y saber cómo le fue en la guardia.
No lo pensé ni dos veces. Extrañaba tanto a ese cabeza hueca que corrí por los pasillos de la casa como una desquiciada. La casa de abuela era bastante grande y lujosa, por lo que la carrera era más tortuosa en las escaleras. Su trabajo de escritora la ayuda a ganar bastante plata para nuestra subsistencia ¿Mencioné que es la mejor escritora de su ámbito?
Abrí la puerta de sopetón. Mi mejor amigo jugueteaba en la alfombra de mi cuarto con las mascotas de la casa, dio un respingo y me miró sorprendido.
- ¿Khaly? – Sonrió inmediatamente cuando nuestras miradas chocaron.
Corrí a los brazos del chico que ahora tenía el cabello de color azul.
♡♡♡
- Oppa, gracias por traernos – Me despedí de mi hermano con un beso en la mejilla.
- De nada, princesa – Sonrió arrancando el carro – Cuídense, tortolitos – Mofó con una sonrisa malvada y puso el auto en marcha antes de que pudiéramos repetirle que no éramos pareja.
Suspiramos mutuamente mientras observamos el coche perderse por las calles transitadas de Busan.
- Se me ha secado la saliva de tantas veces que se lo he negado – Puse los ojos en blanco.
- No tiene arreglo – El peliazul suspiró con frustración – ¿Entramos? – Hizo una seña con la cabeza para que viera la institución.
- Dudo que los profesores vengan a darnos clases aquí – Mofé.
- Ni siquiera te has volteado para ver las restauraciones que hizo el nuevo director.
Me di la vuelta. Mis ojos evaluaron la institución. Casi ni reconocía nada y eso que llevo dos años estudiando aquí. Parecía una de esas instituciones pijas donde van los millonarios. Todo relucía como si acabara de salir de una caja ¡Hasta había árboles crecidos! Cómo habrán hecho para que en dos meses las plantas prosperaran tan grandes y frondosas.
- Esta igual de fea que siempre – Hice una mueca de disgusto.
- ¿Bromeas? – Me miró como si estuviera loca – ¡Se parece a la de los F4!
Yang Jeongin, chico de mi misma edad. Mi mejor amigo y mi ex – Suena extraño decirlo así – Bueno por donde iba, ah, claro… tiene los ojos tan achinados y pequeños, que cuando sonríe desaparecen. En su boca hay unos aparaticos, pero eso no le quita su sonrisa tierna y adorable. Suele ser un poco celoso cuando desconocidos me hostigan, también es un poco atolondrado cuando me insiste en que los alienígenas si existen y una bolita de amor cuando se lo propone.
Ingresamos dentro. Mi mejor amigo no paraba de parlotear sobre los nuevos diseños. En verdad que cambio. Los colores eran más vivos. Ya no podías olfatear el aroma a caduco por el pasillo, ahora todo olía a nuevo y costoso. La enumeración de las aulas cambió y la estructura también.
Estaba tan irreconocible que nos perdimos mientras buscábamos las aulas de último año en el tercer piso. Al hayarlas leímos en el listado de cada puerta para buscarnos y saber en qué grupo caímos. En la primera no estábamos y dado que solo hay dos grupos, es evidente que caímos juntos.
- Seo Changbin, Choi Yeonjun, Kim Lixue... – Leyó mi compañero en voz alta los nombres del grupo tercero B – …Yang Jeongin y Jeon Khaleesi – Se emocionó dado que no razonó con anterioridad que ya era evidente que cayéramos juntos – ¡Que way, volvimos a caer juntos!
- Fenomenal – Sonreí de su emoción.
- ¿Nos sentaremos juntos?
- Es obvio que sí ¿A menos de que no trajeras chicle?
- Sí los traje, interesada.
Sonreí gustosa con su respuesta. Comer chicle en clase es una de nuestras tradiciones de amistad inquebrantable. El interior del aula era reluciente. Las paredes eran marrón oscuro y el aroma a nuevo imperaba el lugar.
- ¿Qué mesa? – Inquirí.
- La del centro que pega a la ventana – Contestó con la voz dotada de obviedad.
- ¡Me pido la ventana! – Grité corriendo al lugar.
- ¡Nooo! – Me siguió.
Cuando mi mochila estaba sobre la mesa y mi trasero en el puesto, le mostré la lengua al señorito con sorna.
- Infantilona – Movió su cabello hacía un lado como si fuera una chica diva.
- Te molesta, eres un mal perdedor – Le sonreí con astucia.
Me iba a reñir, pero fue interrumpido. Un grito que escuchamos nos hizo dar un salto en el lugar.
- ¡A mí me gusta los mayores! – Canturreo él culpable de nuestro susto.
Nuestras cabezas se voltearon hacía la procedencia del sonido. Un chico pelinegro estaba sosteniendo su bolígrafo mientras le contaba a una chica a todo pulmón. Lo primero que me vino a la mente fue "Al parecer todos estaban contentos por las ubicaciones"... Bueno eso pensé hasta que... Mi mirada recayó en la cara del muchacho ¿¡Qué hace esté aquí!?
- Tienes cara de haber visto un fantasma – Me susurró Jeongin al ver mi cara de perplejidad – ¿Lo conoces?
Ja ¿Qué si lo conozco? ¡Esa cara es inolvidable! Su cabello habrá cambiado de tono pero la imagen de su rostro anoche es inconfundible.
Me dieron ganas de gritarle a Jeongin que era el sinvergüenza del que le hable por mensajes. Él que me había besado sin autorización.
Estuve a punto de salir corriendo del lugar, pero, y siempre hay un fastidioso "pero", él percibió mi mirada y me distinguió.
- Tú... – Me apuntó con su índice.
- ¿Ella? – Inquirió mi mejor amigo y la chica que le acompañó a la vez.
No hubo respuestas. El muchacho se acercó a grandes pasos hacía mí mientras yo me hacía chiquita en mi lugar ¡¿Esto no podía estar pasando?! ¡Qué sea una jodida broma, por favor!
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¡Primer día de clases! Wiii~
En el perfil de mi unnie, repito, podrán ver desde otra perspectiva el primer día de clases (^^)
K.
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