Capítulo Veintiuno
En un primer momento, no supe cómo sentirme al respecto con lo que acababa de descubrir. Mi primer pensamiento que tenía sentido, porque al principio ni yo misma sabía lo que estaba pensando fue creer que Andrea me había mentido, que me había hecho llegar a esa conclusión para que Blake y yo nos distanciemos y sacar un beneficio de esa situación.
Aunque esa idea se me fue de inmediato, ¿qué sentido tendría eso?
Ella no ganaba nada poniéndome en contra de Blake, no era de ese tipo de personas, era demasiado racional y correcta para hacerlo. Además, todo tenía sentido y encajaba a la perfección en mi mente. Blake llevaba tiempo con una actitud extraña, en algunos momentos parecía que me estaba ocultando algo, estaba demasiado misterioso y su mirada no era igual de limpia como solía ser. Aunque intentaba disimularlo y actuar como siempre, no lo conseguía, llevaba tiempo sospechando de él. Pero de todas las posibilidades que existían y me había planteado, no me esperaba que llegase a ese punto.
Había sido él. Había sido Blake.
Y después de ese primer momento de incertidumbre solo pude tener una cosa en claro: estaba muy decepcionada. Blake me había traicionado de una manera que no creía que fuera posible viniendo de él.
Quería quemar todo a mi paso, desahogarme por todo lo que estaba sintiendo; dolor, rabia, traición, frustración, decepción, alivio, sorpresa...
Eran sentimientos tan contradictorios que no sabía cómo tomármelos, entendía la mayoría, pero no sabía por qué sentía alivio. ¿Era por saber que las otras personas en las que estaba empezando a confiar no me habían fallado? Fuese como fuese, eran tantas emociones que no fui capaz de reprimirlas a la vez.
La rabia fue la que me hizo lanzar una bola de fuego lo más lejos posible en un intento de calmar el tumulto que tenía dentro, sin embargo, no fue suficiente. Quise lanzar muchas más, pero tampoco quería provocar un incendio en el bosque por mi incapacidad de saber llevar mis emociones.
Tuve que poner mi mayor empeño en no perder el control de mí misma, pensé en todo tipo de cosas que no tenían nada que ver con lo que acababa de pasar, pené en Febe y en su sonrisa, pensé en todas aquellas cosas que me hacían feliz, como mi familia.
Y pese a eso, no hubo éxito. Seguí igual que antes o peor. Apreté los puños, que ambos estaban llenos de llamas que estaba creando sin control, de forma tan fuerte que me dolieron los dedos de la fuerza que estaba haciendo.
—Aerith... —sabía que estaba está preocupada, estaba a nada de perder el control y eso no era bueno, las consecuencias podrían ser terribles.
—Dame unos segundos —le pedí sin dejar de observarme las manos—. Estoy intentando controlarlo.
—No intentes controlarlo —dijo y se acercó más a mí, sin miedo a quemarse—. Tu elemento es demasiado volátil, si intentas controlarlo lo estás reprimiendo y es peor.
—¿Y qué quieres que haga? ¿Quemar todo a mi paso?
—No. Todo lo contrario. Estás así porque estás dejando que tus emociones sean las que tomen decisiones sobre tu cuerpo, te nublan. Lo que debes hacer es aceptarlas, procesarlas y entenderlas. No intentar suprimirlas, porque es peor. Es lo que estás haciendo ahora y mira cómo estás.
—No va a funcionar —niego con la cabeza—. Nada va a funcionar.
—Inténtalo, pregúntate a ti misma por que te estás sintiendo así.
Suspiré e hice lo que me había dicho, procesar todas las emociones. Me sentía así por la traición de Blake, la traición de una persona que creía que no lo haría.
En el pasado me había mentido, sí, y en parte también me había traicionado, pero una parte de mí ya le había perdonado casi todos eso, había entendido que era lo que tenía que hacer porque se lo ordenaba su alfa, que no podía desobedecerlo aunque estuviera en desacuerdo. Sin contar que no tenía nada que ver. Eso había quedado ya atrás, sin embargo, esta traición era muy distinta.
Lo había hecho porque él lo había querido así, nadie le había obligado, nadie se lo había ordenado. Había sido su decisión, solo suya. Y eso era lo que más me dolía. Queriendo me había hecho daño.
Creía que Blake, sin estar presionado u obligado por nadie, no me haría algo así, pero me equivocaba, de nuevo me había equivocado con él. Y esta vez dolía mucho más que la anterior.
En uno de mis momentos de reflexión en los que estaba sola y aprovechaba para pensar, me di cuenta de que con el tiempo la brecha que se había creado entre Blake y yo a raíz de su mentira podía eliminarse, ahora era todo lo contrario.
Blake con sus acciones había hecho que esa brecha fuera todavía mayor, tanto, que no sabía si sería capaz de perdonarlo o si el tiempo mitigaría lo que había generado entre ambos, una distancia casi insalvable.
Estaba tan decepcionada... tanto que no sabía si podría mirarlo de nuevo a los ojos, no sin reprocharle lo que había hecho.
—¿Mejor? —preguntó Andrea al ver que abrí las manos ya sin llamas.
—Aceptar lo que siento no hace que duela menos —murmuré—, o que no me sienta decepcionada por lo que ha hecho o...
—No tomes decisiones ahora mismo, Aerith.
—¿Por qué no debería? Esto no puede quedar así... yo no puedo dejarlo así —remarqué—. Soy incapaz de no hacer nada al respecto.
—Porque vas a arrepentirte. Nunca se puede tomar una decisión importante en el estado en el que estás, demasiado influenciada por lo que estás sintiendo. Te lo he dicho antes, tus emociones te nublan.
No quiero escucharla más. Sabía que intentaba calmarme y lo había conseguido, ya que no estaba ardiendo en llamas, y que no debería tomar una decisión precipitada. Pero era demasiado tarde.
Fui de vuelta al reino con una dirección clara, no sabía por qué pero una parte de mí me decía que Blake ya no estaría en la celda en la que lo habían encerrado, que estaría en su habitación.
Y no me equivocaba.
Entré sin llamar y lo observé, estaba acomodando sus cosas, ya que tenía mucha ropa tirada encima de su cama. No hacía mucho que se había duchado, tenía el pelo mojado y algunas gotas le caían por el rostro, aunque parecía que no le importaba.
Parecía que no se había dado cuenta de que estaba ahí, observándole, hasta que se giró y al verme esbozó una gran sonrisa.
—Aerith, me han dejado libre. —Estaba feliz, se le notaba, le brillaban los ojos, su sonrisa no se perdió y me miró como me solía mirar en West Salem y eso fue lo que menos entendí. ¿Cómo podía estar así habiendo hecho lo que ha hecho?
—¿Y eso?—me hice la inocente, la que no sabía nada, aunque no pude ocultar la decepción de mis ojos.
—¿No te alegras por mí? —su decepción se notó y se acercó poco a poco hacia donde estaba.
Hice mi mayor esfuerzo para no apartarme, porque era lo que quería hacer, poner distancia entre los dos.
—¿Por qué te han dejado libre, Blake? —pregunté esperando a que me dijera la verdad y que fuera sincero. Quizá si lo hacía no sería tan dura con él y podría entenderlo un poco mejor o quizá era lo que necesitaba para volver a explotar.
—Si soy sincero, no lo sé. Lo importante es que ahora estoy aquí, libre. Podremos estar juntos y...
Y volvió a mentirme.
Le había dado la oportunidad de que se sincerase conmigo, que me contae la razón por la que lo habían liberado, que me había traicionado. Pero no lo hizo. Se quedó callado como si no hubiera pasado nada, como si no hubiese hecho nada de lo que arrepentirse.
—Eres increíble, Blake.
—¿A qué viene eso? —Él sonrió de nuevo, se creía que le estaba elogiando, seguía sin sospechar nada—. Es extraño que me digas este tipo de cosas. Sueles ser bastante reservada.
—No es lo que crees. Eres increíble porque me estás mintiendo en la cara. ¿No tienes nada que decirme?
Blake frunció el ceño mientras apretaba los labios. Me gustaría saber qué era lo que estaba pasando por su cabeza en este momento, saber qué era lo que pensaba. Su silencio me desconcertaba, esperaba una respuesta mucho más rápida, o que al menos lo negase de inmediato. No era así. Se lo estaba pensando demasiado.
—Aerith, ¿a qué te refieres? —a su manera lo negó, pero su expresión lo había delatado. Blake nunca había sabido manejar este tipo de situaciones, no sabía cómo afrontarlas.
—Nunca has sabido cómo disimular, ¿lo sabes? —me reí mientras lo miraba a los ojos por primera vez desde que había entrado en la habitación.
—Sigo sin saber de lo que hablas o a lo que te estás refiriendo yo solo...
Y ante sus negativas, su falta de explicación, o lo mal que estaba intentando que creyese en lo que decía, fui directa.
—Me has decepcionado tanto, Blake. Ni te lo imaginas. Creía que después de lo que habíamos vivido juntos, después de ver tu actitud una vez que supe que me mentiste por primera vez, no lo harías más. Parecías tan dolido en esos momentos, y ahora no sé si es cierto...
—Aerith, ¿cómo puedes dudar de lo que sentí en ese momento? Estaba destrozado. Y sigo estándolo, desde ese momento nuestra relación no ha sido la misma y me duele, yo quiero estar contigo.
—El problema es que ahora yo no te creo, porque sé que me mientes, que me has traicionado. ¿Creías que no me daría cuenta? ¿Que no lo sabría?
—No te he traicionado en ningún momento. Nunca lo haría, a ti nunca te haría daño queriendo. Eres de las personas más importantes de mi vida.
—Pues te equivocas. ¿De verdad no tienes remordimientos por lo que has hecho? —Suspiré y negué con la cabeza, ya no volví a mirarle a los ojos porque fui incapaz, no pude hacerlo—. Creía que estabas conmigo, que me apoyabas en mis decisiones, pero me equivocaba. Contigo siempre me equivoco, Blake. Y no sabes lo que me moleta.
—No, no te equivocas. Siempre puedes contar conmigo para cualquier cosa. Te lo he demostrado durante todo el tiempo que nos hemos conocido. No tienes que dudar de mí o...
—Y por eso te has aliado con Salvatore, ¿cierto? —Me moví porque no quería tenerlo tan cerca—. Te ha dejado salir a cambio de que me traiciones.
—No te he traicionado, Aerith. No es lo que estás pensando...
—Le has dicho que Gael estaba aquí —Me estaba sorprendiendo la calma con la que estaba afrontando la situación, hasta el momento no había saltado o había alzado la voz.
—Ah, es eso —El tono de Blake cambió, ya no estaba preocupado por lo que estaba diciendo, al contrario, estaba dolido—. Sí, ¿y qué? No veo cuál es el problema.
Alcé las cejas sorprendida. Ahora era él quien parecía estar ofendido y a la defensiva, cosa que no entendí.
—¿No ves el problema? ¿De verdad?
—Es un vampiro, estaba cerca del reino, mi obligación como invitado es velar por la seguridad del sitio en el que estoy, y si un vampiro está cerca tengo que decirlo.
—¡No si es Gael!
—¿Qué diferencia hay entre el señor Fitzgerald y otro vampiro, Aerith? Yo no se la veo.
—Yo sí, Gael no es otro vampiro...
—El señor Fitzgerald te utilizó, te mintió y te ha seguido hasta aquí, ¿por qué no es peligroso? —No supe qué decirle, porque no tenía una razón lógica para decir que Gael no era peligroso. Era una intuición mía, porque confiaba en él y creía que a su lado estaba segura—. Tu silencio me da muchas respuestas, Aerith. ¿Es porque sientes algo por él? ¿Sigues siendo esa idiota enamoradiza?—Blake se apartó justo a tiempo. De la rabia de lo que había dicho había lanzado una bola de fuego en su dirección. No quería quemarle, ni tampoco hacerle daño, solo necesitaba... desahogarme—. ¿Has intentado quemarme?
—Si hubiera querido quemarte, estarías en llamas y ardiendo. Sabía que te apartarías. Necesitaba descargar la rabia que siento ahora mismo.
—¿Confías más en él que en mí?
—No confío en ninguno de los dos. Aunque si soy sincera, sí confío algo más en Gael es porque se lo ha ganado, no como tú. Él no me ha mentido desde que me fui de West Salem, ha estado ahí y me ha ayudado. ¿Qué es lo que has hecho tú?
—¡Venir aquí desobedeciendo una orden directa de mi padre! A mi alfa, solo por ti.
—No te pedí que vinieras, Blake.
—No te he traicionado, Aerith. Si le he dicho a Salvatore que el señor Fitzgerald está aquí es porque es un vampiro, y no es una buena influencia para ti. ¿Crees que no sabía que te reunías con él a las afueras del reino? Tú también me lo ocultaste, no me dijiste que te reunías con él.
—Porque no era nada de tu incumbencia, no te debo ningún tipo de explicación de lo que hago o dejo de hacer.
—Lo he hecho para protegerte. ¿No te das cuenta? Me preocupo por ti y por lo que te suceda. Si tú no supieras lo que puede pasarte o...
—¡Sé protegerme por mí misma, Blake! No necesito que tú ni nadie tome decisiones por mí. Eso es lo que hacía mi madre, ¿sabes? Tomaba decisiones sin tenerme en cuenta, ella creía que estaba haciendo lo correcto, que así me protegía y era todo lo contrario, solo me volvía más indefensa de lo que ya era.
—No es lo mismo...
—Para mí lo es. Has tomado una decisión a mis espaldas, una que me afecta. Gael era una gran aliado en este momento. Fue él quien me dijo que nos iban a atacar, ha estado ayudándome y...
—Y no querías verlo preso —asumió—. Estás tan ciega, Aerith. Me das pena.
—¿Pena? —me reí de nuevo—. Yo siempre he sido clara en todo momento, no como tú. Y sí, sé que dirás que muchas cosas no me las has podido decir porque no puedes desobedecer a tu alfa, o alguna cosa parecida. Pero ¿sabes una cosa? A veces tengo la sensación de que nunca te he conocido de verdad, que solo he conocido lo que te han dejado mostrar. ¿Has sido real en algún momento?
—Siempre lo he sido —murmuró—. ¿A eso has venido? ¿A culparme de todos tus problemas? ¿A reprocharme lo que he hecho? Porque no voy a disculparme por lo que he hecho. Ha sido lo correcto, lo que debía hacer.
Que no se disculpase o arrepintiera por lo que había hecho me generó sensaciones contradictorias. No sabía si se daba cuenta de lo que significa lo que había hecho, del peso de sus acciones. O quizá no le importaba. Y eso me dolió todavía más.
—No, no he venido solo a eso. —Cogí aire antes de decir lo que iba a hacer—. Quiero que te vayas del reino, que te vayas de aquí.
Eso hizo cambiar la actitud de Blake, ya no estaba a la defensiva, tampoco tenía esa actitud altiva, al contrario. Parecía como si lo estuviera abandonado, sus ojos vagaron de un lado a otro en la habitación hasta mirarme, lleno de duda.
—¿Estás echándome? —preguntó con la voz entrecortada.
—Sí, te estoy echando..
—¿Por el señor Fitzgerald? ¿De verdad?
—No, te echo porque si no lo hago no vas a ir a West Salem, con tu familia. Ellos te necesitan ahí, alguien ha muerto en tu manada y tú deberías estar allí, no aquí.
—No quiero irme...
—Pero yo no te quiero aquí. Vete —repetí intentando sonar lo más convincente posible. Estaba muy enfadada con él y lo mejor era esto, poner distancia entre ambos para que las cosas se enfriasen—. Vete a estar con tu manada y a encontrarte a ti mismo.
—¿Estás poniendo al señor Fitzgerald por encima de mí? ¿En serio? ¿Después de todo lo que te ha hecho?
—No, no te equivoques. Me estoy poniendo a mí primero.
Y después de decir eso, me fui de la habitación.
Me esperaba más de este cap pero mi inspiración hoy no está muy allá xD.
Para las del team Blake, no os preocupéis, volverá a salir antes de que acabe este libro y con NOVEDADES. Soy cruel, lo sé.
Muchos besos xx
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