Capítulo Treinta y Seis


Sabía que no estaba en mi mejor momento, que estaba demasiado cansada para seguir luchando, que tampoco estaba en mis plenas facultades físicas porque aún no me había recuperado de la pérdida de sangre. Todo esto lo sabía, pero seguía forzando mi cuerpo al máximo para poder salvar a las máximas personas posibles.

Había demasiadas bajas para mi gusto, muchos cuerpos en el suelo de hadas que habían decidido confiar en mí y en mi causa, y habían acabado... así.

Suspiré e intenté mentalizarme de que esto aún no había acabado, que la batalla seguía aunque no pudiese más.

—El hada de fuego no puede más —murmuró un vampiro que se había acercado a mí sin que me haya dado cuenta—. Es una pena para ti, no para mí —no dijo nada más, me clavó un cuchillo en el estómago y lo retorció varias veces—. Me hubiera gustado poder beberme toda tu sangre, pero ya sabes, las órdenes tienen que cumplirse. No sé si lo debes notar, ese cuchillo estaba impregnado de veneno para hadas como tú, que ya corre por toda tu sangre.

Después de eso, giró más el cuchillo dentro de mí, lleno de rabia, como si se estuviera deleitando de esta situación y cuando lo sacó, lo único que pude hacer es chillar.

Grité con todas mis fuerzas, por el dolor que sentía, de rabia porque un vampiro me tenía a su merced y, sobre todo, de impotencia, no podóa hacer nada más, mi cuerpo no reacciona.

—¡Aerith! —chilló Gael y lo escuché desde muy lejos, no sabía si era que lo estaba o porque ya no distinguía nada bien —. ¡Lucha, maldición!

El vampiro que tenía delante se rio, divirtiéndose por la situación y volvió a clavarme el cuchillo en el mismo sitio. No podía matarme, estaba claro, si no ya lo estaría, estaba atacando una zona que me debilitaba por el veneno.

—¿No te han enseñado que no debes distraerte en una situación así? Es de lógica hada de fuego. Si te fijas en otras personas que no eres tú, acabas así, herida y totalmente a mi merced.

Escuché de nuevo unos gritos, supuse que eran de Gael, sin embargo, ya no tenía nada claro, veía borroso y todo lo que tenía alrededor era extraño, casi no podía distinguirlo.

—¡Aerith!

—Ahora solo tengo que buscar la manera para poder sacarte de aquí y salir con vida —siguió hablando el vampiro—. ¿Sabes una cosa? No estamos todos aquí, hay muchos más cerca de este estúpido reino de hadas por si hacían falta. Pero todo ha sido tan fácil... tanto —intentó clavarme de nuevo el cuchillo pero le cogí la mano con fuerza para evitarlo—. ¿No quieres más? Qué lástima, tu opinión no me importa. —Intentó apartarme la mano pero no le dejé, forcejeé un poco y me la apartó con brusquedad—. ¿No lo ves? Míralo por ti misma, tenemos a todas las personas que te importan rodeadas, a punto de matarlas. Podemos matar a todos ellos menos a Gael, que quiere ser Kier quien lo haga, pero fíjate, no hay posibilidad para ti ni para ellos.

Con esfuerzo intenté ver lo que había dicho, y tenía razón, los vampiros parecía que solo atacaban a la gente que me importaba, todos estaban rodeados. Mi madre luchaba como podía contra cinco vampiros usando el aire, al igual que Charles. Matthew y Alex estaban juntos, en medio de un círculo de vampiros, usaban sus habilidades a la vez y eran casi imparables, pero eran demasiados para ellos. Blake, que seguía sin transformarse, tenía el cuerpo lleno de heridas y arrancaba todos los corazones que podía, y Gael... Gael no lo localicé en primera instancia, no estaba rodeado por nadie, avanzaba lo más rápido que podía para acercarse a mí, matando a todo aquel que se encontraba en el camino, sin titubear ni dejar de apartar su mirada de mí.

Todos estaban luchando, pese a las heridas que tenían y las pocas posibilidades, lo estaban haciendo. Y yo me había rendido.

¿Por qué?

Así que cogí de nuevo su mano, con la que había clavado el cuchillo de nuevo en mi estómago, y sonreí.

—¿Te has vuelto ya loca?

—No, es que parece que sois expertos en subestimarme. ¿No es esa una de las primeras nociones de batalla? No subestimar al enemigo, aunque esté débil.

Creé fuego a través de mi mano hasta que lo toqué, primero intentó apartarse al notar el calor, pero no le dejé, lo apreté con todas mis fuerzas y dejé que el fuego fluyera. Su mano empezó a arder, poco a poco el fuego subió por su cuerpo, su brazo, las piernas... El vampiro gritó de dolor, pero no me importaba. Quería verlo arder, y lo hice. No aparté mi mirada de la suya hasta que acabó calcinado, regodeándome de su dolor.

—Maldición, Aerith —murmuró Gael ya cerca de mí—. Estás herida. Vete de aquí.

—No. —Con mi mayor esfuerzo, saqué fuerzas y seguí creando fuego para atacar a vampiros desde lejos—. Esto no ha acabado.

—Aerith...

—Puedo protegerme sola.

—No digo que no, pero estás perdiendo mucha sangre.

—Lo sé —sonreí—. No soy la única.

No se apartó de mi lado en ningún momento, mató a todo vampiro que se acercó a mí sin que yo tuviera oportunidad de luchar, no me dejaba. Era más rápido, y se anticipaba a todo. Me estaba protegiendo con su vida, ya me lo había dicho y ahora veía que no mentía.

Pero no había posibilidad de victoria, seguían llegando vampiros, y cada vez éramos menos, perderemos. Había llevado a mi gente a la derrota o incluso peor, a la muerte.

¿Era necesario todo esto? ¿Tan importante era?

Jake era el culpable de todo y ni siquiera lo había visto aquí, debía seguir siendo humano. ¿Kier le habría perdonado su error? Ojalá estuviese muerto, deseaba que lo estuviera. Aunque si era sincera, quería matarlo yo misma. Quería vengarme por todo el dolor que me había causado.

Más gritos de dolor, y entre todo el tumulto estaba mi madre. Y la posibilidad de perderla por mi culpa me aterraba.

No podía más, así que cerré los ojos intentando controlar el vaivén de emociones que estaba empezando a sentir: rabia, odio, frustración, dolor, y miedo. Tenía mucho miedo ante la posibilidad de perder a mi madre.

Hubo algo en mí que se encendió, de nuevo apareció la misma sensación que sentí cuando murió Hebe, la sensación de que perdía el control de mí misma, que no era capaz de poner orden a todo lo que había.

Solo me dejé llevar por lo que mi cuerpo me pedía y dejé fluir todo.

Cuando volví a abrir los ojos, y pese a que veía otra vez borroso, distinguí que casi todo estaba en llamas; el entorno, el paisaje y las personas... Había perdido el control de tal forma que ni siquiera había sabido lo que iba a pasar. Había hecho daño a la gente que me importaba.

—¡Lleváosla! —distinguí la voz de mi madre entre el caos—. ¡Lleváosla lejos de aquí! Podemos encargarnos de la situación.

Al ver que era ella la que hablaba me acerqué como pude, arrastrándome por el suelo, y vi que tiene llamas en el cuerpo, había hecho daño a mi madre.

—Mamá... —La toqué, y al hacerlo las llamas se apagaron de inmediato y gotas de agua cayeron por su brazo.

—Lleváosla —ordenó mi madre sin mirarme.

Sentí que unos brazos me rodeaban y me alzaba, luego noté el aire que me tocaba en la cara a gran velocidad. ¿Me habían capturado? No sabía si era mi imaginación o no pero vi un lobo correr a mi lado, hasta que todo se detuvo. Pero cada vez estaba más débil.

—De acuerdo, Aerith. No cierres los ojos, ¿de acuerdo? Es muy importante que no lo hagas.

—¿Blake?

—Sí, soy yo. Estoy aquí.

—Necesitamos un sitio en el que escondernos —murmuró otra voz—. Si nosotros hemos podido escapar lo más probable es que nos hayan seguido. ¿Algún lugar que conozcas?

Quise decirles que el vampiro que me había atacado me había dicho que había vampiros por los alrededores, que no íbamos a estar a salvo por mucho que nos fuéramos.

—Ahora no se me ocurre nada...

Lobito, has vivido aquí muchos meses, salías fuera del reino en repetidas ocasiones, tu padre era el alfa de la manada, seguro que conoces un recóndito escondido, un recoveco, una casa abandonada, cualquier cosa. Solo necesitamos estar seguros hasta que empiece a curarse por sí misma.

—Hay una especie de cueva cerca de aquí, pero no sé si es el mejor lugar, mi padre me ha contado una historia acerca de ella, pero no lo recuerdo. No lo estaba escuchando, ni sé cómo lo sabe. Quizá se lo ha dicho Camille.

—Servirá —espetó Gael—. Guíame, sigo llevando a Aerith.

Me gustaría poder decir que podía andar, que no hacía falta que estuvieran tan preocupados, pero la voz no me salió. No era capaz de decir nada, solo hice el mayor esfuerzo que pude para no cerrar los ojos. Poco a poco la luz fue desapareciendo y di por hecho de que ya estamos en la cueva que ha nombrado Blake. Con cuidado Gael me dejó en el suelo y me observó. Sus ojos de color gris-verdoso estaban llenos de preocupación y como pude esbozo una sonrisa para tranquilizarlo.

—Estoy bien, no tenéis que preocuparos por nada —musité con mucho esfuerzo.

—Mientes muy mal —dijo Gael—. Voy a ir a por agua. Cuídala mejor de lo que lo has hecho antes, ¿quieres? —le reprochó a Blake con un tono lleno de odio.

—Ella me había pedido que fuese a salvar a su madre —respondió Blake en el mismo tono—. Solo he hecho lo que ella quería.

—Lo que quería no era nuestra prioridad, era ella, su bienestar. Y por tu culpa está herida.

Blake se acercó a Gael y lo desafió con la mirada, esperando a que hiciera el primer movimiento para atacarlo y Gael rio por su actitud, como si supiera que iba a pasar.

—No voy a caer en tus provocaciones, lobito. Lo único que me interesa es Aerith, ¿de acuerdo? Así que haz algo útil y vigila que no venga nadie. —Se sacó la camiseta que llevaba y se la lanzó—. Y presiona su herida con esto, así quizás paramos la hemorragia antes.

Gael desapareció entre la oscuridad y me quedé junto a Blake, que me acarició el pelo y me acurrucó entre sus brazos.

—Recuerda lo que te he dicho antes, no cierres los ojos.

—Lo intento, Blake, pero estoy muy cansada.

—Eres muy fuerte, la chica más fuerte que he conocido nunca, ¿una herida va a poder contigo? —Presionó con cuidado la herida con la ropa de Gael, pero no puedo evitar gemir de dolor—. Lo siento, es solo que...

—Lo entiendo.

No sabía si era yo pero el ambiente estaba muy cargado, me costaba respirar más que antes y tenía que hacer un esfuerzo mayor para seguir estando consciente.

—Toma. —Gael volvió a aparecer y me dio una hoja llena de agua—. Bebe.

Solo fui capaz de mojarme los labios y sonreír, o intentarlo, lo que hizo que ambos estuvieran aún más preocupados.

Lobito, ¿estás seguro de que esto es una cueva?

—Ya he dicho que no.

—¿Qué haces? —pregunté al ver que empezó a rebuscar en el suelo.

—Esto. —Y sacó una roca de un color extraño—. Tenemos que irnos de aquí cuanto antes.

—¿No querías un sitio en el que estar seguros?

Lobito, eres un inútil. Esto no es una cueva, es una mina. La mina Baimor, ¿te suena ya? —Blake asintió y no dijo nada más—. Aerith, no cierres los ojos. —Ni me había dado cuenta de que lo había hecho hasta que lo había señalado—. Ahora te sacaremos de aquí.

—Tenemos que pensar un sitio al que ir, ¿no? —dijo Blake—. Para que ella esté a salvo.

—¡Aquí no está a salvo! Has dicho que conocías esta mina, ¿qué se extraía en ella? Esto. —Volvió a señalar la pequeña roca—. Es el mineral Xarki, debilita a todas las criaturas sobrenaturales, se usaba para crear armas contra nosotros, es más, yo tengo muchas armas creadas con ese mineral, y estoy más que convencido de que Aerith ha sido herida con él, ¿no crees que deberíamos irnos cuanto antes?

—De verdad, estoy bien —susurré.

—No, no lo estás —gruñó Gael—. ¿Sabes por qué ya no se trabaja más aquí? ¿Por qué nadie extrae más Xarki? Porque es tóxico, penetra poco a poco en tus tejidos y hace que te vuelvas loco. Mucha gente murió a consecuencia de trabajar aquí, tú estás herida, corres todavía más peligro.

Blake asintió, o es lo que creí que hizo, porque fui incapaz de tener los ojos abiertos. Pero cuando noté la luz del sol en la cara, nada fue bien. Escuché ruidos, movimientos bruscos por parte de Gael y un aullido de dolor por parte de Blake.

—¡Llévatela! —escuché decir a Blake.

No obstante, caí al suelo por un impacto brusco. Quise levantarme y no pude, tampoco conseguí abrir los ojos.

Y ahí fue cuando no pude aguantar más, me dejé llevar por la oscuridad.





Mañana os subo el epílogo ehhee Muchos besos xx

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