Capítulo Dos


Me había resultado bastante curioso y extraño que en el tiempo que llevábamos viajando Matthew y yo aún no hubiésemos tenido ningún problema de este tipo, todo había sido demasiado tranquilo.

Por lo que había visto de Jake, ya que los recuerdos que tenía con él en el pasado no eran siquiera reales, no era alguien que se rendía, estaba demasiado loco para hacerlo. Como no había conseguido lo que quería, llevarme con él, estaba claro que iría a por mí hasta obtener lo que tanto deseaba, convertirse en un vampiro, en un vampiro gobernante.

Había una parte de mí que echaba de menos emplear mis poderes para algo más que diversión. En estos días casi no lo había usado, sin llegar a transformarme en hada para no sentirme débil, pero sin ningún fin en concreto, solo usaba el fuego por obligación y por supervivencia. Me había acostumbrado a usar el fuego para matar a vampiros o para torturarlos, solo tenía que... acostumbrarme a mi nueva realidad.

Sin contar que mi cuerpo desde lo que había pasado, no paraba de pedirme que me transformase en hada, me lo exigía. Nunca antes había tenido esa necesidad, pero al no hacer caso a mi anhelo sentía como una opresión en el pecho muy fuerte que se juntaba con la tristeza que tenía por lo de Hebe, eran unas sensaciones muy extrañas.

Quizá tenía esa opresión por la suma de emociones fuertes, en poco tiempo había sentido cosas demasiado intensas, y yo no dejaba de ser una persona emocional, lo más probable era que mi cuerpo me pidiese que me transformase en hada para no sentir tanto, para olvidar... cuando estaba transformada en hada no era tan emocional.

Eso sí, pese a ese empeño que tenía mi cuerpo por convertirse en su yo real, no le dejaba que lo hiciera por miedo.

La última vez que fui yo, que estuve en mi forma de hada todo se desvaneció a mi alrededor, y tenía miedo que volviese a pasar, a que pudiese perder el control y herir a personas inocentes.

Y una de ellas podía ser Matthew.

Sí, no me fiaba ni confiaba en él, pero eso no quitaba a que al estar conmigo corría un riesgo innecesario. Nadie iba tras él, nadie quería utilizar su don para sacar beneficio personal, nadie quería entregarlo para obtener un privilegio delante de otra persona.

Matthew solo era un hada más, un hada del agua que tenía la misión de ir a por mí poniendo en riesgo su vida por una persona, que pese a que era familia, no era alguien importante en su vida, no dejaba de ser una chica que había conocido meses atrás. Por mucho que fuéramos primos yo aún no lo sentía como parte de mi familia, mi única familia eran mi madre y mis dos hermanas.

—No bajes la guardia —pidió Matthew casi en un susurro—. Y sígueme.

—¿Seguirte?

—Sí, alejémonos un poco del hotel. Más que nada para evitar daños colaterales, Aerith.

Asentí con la cabeza porque tenía razón y lo seguí sin dejar de prestar atención a las pequeñas cosas que nos rodeaban. Tanto él como yo habíamos notado la presencia de vampiros cerca nuestro solo bajar del coche, quizá había sido por instinto o porque tanto él como yo habíamos desarrollado una habilidad especial para detectar a esas criaturas sobrenaturales; yo por el entrenamiento que recibí por parte de Gael, en la que aprendí todo tipo de cosas, y Matthew, la verdad, no sabía cómo él lo había notado, pero parecía muy seguro de sí mismo y de lo que estaba por pasar.

Lo bueno de estar viajando en coche es que estábamos yendo por unas rutas con poco afluencia de gente y con mucha vegetación alrededor. Siempre nos quedábamos en hoteles al lado de las carreteras y no entrábamos en ciudades o pueblos si no era estrictamente necesario, de hecho solo lo habíamos hecho el primer día para comprar ropa y el coche, por lo que ahora nos estábamos alejando del hotel por si teníamos que luchar hacerlo en un lugar más apropiado. Si un humano veía lo que estaba a punto de pasar no entendería nada, y era mejor evitar ese tipo de problemas.

—Esto es demasiado fácil —murmuró Matthew al llegar a una zona alejada—. Demasiado fácil...

—¿Por qué lo dices?

—Ambos hemos notado que había vampiros cerca de nosotros, pero no se han acercado aún sabiendo que los hemos notado —explicó—. Tienen un oído sobrenatural, seguro que nos han escuchado y han dejado que nos alejáramos sin poner ningún tipo de impedimento, podríamos estar huyendo ahora mismo a no ser que...

—A no ser que esto sea una trampa y hayamos ido directos a ella —completé lo que sabía que iba a decir. Todo parecía encajar, era una trampa. Habíamos ido donde querían.

—Veo que no sois tontos. —En milésimas de segundo estuvimos rodeado por un grupo numeroso de vampiros. Todos ellos con ojos marrones, vampiros rastreadores, a excepción de uno, que los tenía de un color negro azabache, un vampiro guerrero, que es el que había hablado. Este, parecía ser el líder, aunque a decir verdad, ninguno de ellos me intimidaba.

No sentía que estuviera en peligro, o que fueran muy peligrosos. Daba la impresión de que eran recién convertidos.

—Os voy a dar la oportunidad de iros sin que os hagamos daño —anunció Matthew muy serio.

Ya no tenía esa sonrisa característica suya y con el ceño levemente fruncido. Sus ojos ya no mostraban esa expresión de diversión, parecía que había envejecido un par de años solo por cambiar el tono de voz y su actitud.

—Mirad, el niño nos amenaza. —El líder de ese grupo de vampiros se rio y todos le siguieron a continuación—. En todo caso te damos a ti la oportunidad para que te vayas, la queremos a ella. No nos interesa otra criatura sobrenatural. Podríamos alimentarnos de ti y si te vas, no lo haremos, somos generosos.

—No tenéis ni idea de quiénes somos, ¿verdad? —La seguridad de Matthew me sorprendió, su voz no titubeaba, era serena pero a su misma vez amenazadora. Cuando no me lo espero él también ríe—. Aerith, no sabe quiénes somos. Pobre de ellos. Van a morir y aún no lo saben.

Matthew siguió riendo y decidí hacer lo mismo aunque no sabía el motivo, no me resultaba una situación divertida pero su risa era contagiosa, estaba tan convencido de que no corríamos peligro...

—Unos niñatos no van a reírse de mí. Vais a pagar por ello.

El líder de ese grupo con un gesto de mano hizo que alguno de los vampiros empezaran a atacarnos, pero fueron demasiado torpes.

No eran ni tan rápidos ni veloces como los otros vampiros a los que me había enfrentado, o quizá era que yo había mejorado tanto en estos meses que veía que todo era demasiado fácil. No me costó nada anticiparme a sus movimientos, eran muy predecibles, lentos y torpes. Pude arrancarles el corazón sin mucho esfuerzo, ni me hizo falta usar el fuego, no era necesario.

—No hablo por nada. —Matthew con sutiles gestos hizo aparecer agua y ahogó a todos los vampiros que se le acercaron sin ni siquiera inmutarse—. Somos dos, sí, estamos en inferioridad numérica, pero somos mucho mejor que vosotros. Y mi querida prima no ha usado su don, no ha usado fuego, ¿queréis que lo use? ¿O habéis aprendido la lección?

—Malditos hadas arrogantes, no podréis con nosotros —gruñó el líder.

Para mi sorpresa, un vampiro se colocó detrás de mí e intentó morderme.

Intentó, porque no lo consiguió. Al sentirlo cerca de mí convoqué fuego sin pensármelo mucho, ni siquiera me giré, solo escuché los gritos agónicos del vampiro al quemarlo vivo.

—¿Decías?—dije y Matthew rio ante mi comentario—. Mi primo tiene razón, no podéis con nosotros. ¿Qué sois? ¿Recién convertidos?

—Lo parecen —secundó Matthew—. Repito lo que he dicho antes, podéis iros, no os perseguiremos.

Pero no se marcharon, siguieron viniendo uno tras otro a por nosotros. Matthew se transformó en hada y me sorprendió cómo cambió su aspecto físico. Lo único que permaneció igual fue su pelo, sus ojos se volvieron azules, por ser un hada del agua, y le salieron unas grandes alas del mismo color.

Y tuve envidia. ¿Por qué yo no podía tener unas así? ¿Por qué yo no tenía alas?

Viendo a Matthew, y sobre todo viendo sus alas, me distraje y no presté atención a los vampiros que vinieron a por mí, entre ellos el líder del grupo. Reaccioné tarde, y al hacerlo, no pude quemarlos a todos. El líder me cogió del brazo, a punto de usar su velocidad super natural para llevarme lejos de Matthew.

No obstante, cuando cerré los ojos para que no me molestase ir a tanta velocidad, no me moví. Los abrí para ver que el líder no tenía expresión en sus ojos, estaban vacíos, y poco después cayó al suelo.

—Se va a convertir en una costumbre que te salve la vida, Aerith.

Aparté la mirada de golpe, no quería mirar a los ojos a Gael. No sabía qué hacía aquí, no sabía por qué me había salvado la vida y no sabía qué era lo que quería. ¿No había tenido suficiente con el daño que me había hecho? Por su culpa... por su culpa todo había ido mal.

Al ver que no reaccionaba, también me cogió del brazo y me alejó de Mathhew, que estaba tan distraído luchando contra los vampiros que no se dio cuenta de lo que pasaba.

—¿No vas a decir nada? —insistió Gael. Y su actitud, tan despreocupada, tan igual a la que tenía conmigo antes de que supiese que él quería usarme, me puso de los nervios. Así que actué por impulso, quise darle un puñetazo en la cara, pero con un simple movimiento se apartó los centímetros necesarios para que mi puño no impactase en su cara—. Aerith, ¿qué haces?

Y mi respuesta es otro intento para golpearlo, así estamos durante un tiempo, yo intentando golpearlo y él evitándolo sin ni siquiera devolviéndome los golpes. Al ver que con ataques físicos no podía hacerle nada, usé el fuego, Gael al verlo me agarró de ambas manos para que no pudiese emplear bien mis poderes, aunque se estaba quemando poco a poco.

—Suéltame —gruñí.

—Aerith, basta con esto. ¿No ves que no puedes contra mí?

—¿Tan seguro estás? —espeté con rabia—. Si es así, suéltame y te quemo vivo.

—No lo harás —aseguró. con una sonrisa ladeada.

—Te odio.

—No me odias —volvió a sonreír—. Ahora suéltame, me estás quemando y tardaré en curarme. Ambos sabemos que no me vas a quemar vivo, así que suéltame, sé que no me vas a hacer daño.

Al estar inmovilizada de manos lo único que se me ocurrió era una locura, en un rápido movimiento alcé mi rodilla y la impacté directamente en la entrepierna Gael, que al recibir el golpe me soltó las manos y se quejó.

—Yo no tendría tan claro el que no te voy a hacer daño, Gael.

—Has intentado golpearme y no has podido, ¿no te dice nada eso? No puedes contra mí. Yo mismo te enseñé a pelear, eres previsible para mí. Todo lo que haces, sé que lo harás.

—La alumna puede superar al maestro...

—En este caso no, Aerith. Siento decirlo pero no. La alumna no superará al maestro porque este tiene demasiados años y conoce muy bien a su alumna.

—Tú no me conoces en absoluto.

—¿No lo hago? Sé que tienes esas ojeras porque no estás durmiendo desde que Jake mató a Hebe, que te sientes culpable por lo que ha pasado. Crees que tienes la culpa de todo lo que ha pasado, por eso no duermes. Y también tienes miedo. Miedo de ti misma, miedo de lo que puedes hacer, miedo de que tu familia siga sufriendo por tu culpa, ¿me equivoco?

No, no lo hizo. Acertó en todo. Y me inquietó que me conociera tan bien. Sabía mis temores, los mismos que solo por fin había decidido confesar a Matthew.

—No sabes nada de mí.

—¿No sé nada? Tus latidos se han acelerado después de que yo dijera eso, lo que me indica que te has puesto nerviosa, por lo que he dicho la verdad.

—¿Qué estás haciendo aquí? —quise cambiar de tema, desviar la atención.

—Sigues haciendo uso de las mismas cosas que sabes que no funcionan conmigo. Pero te responderé, ¿qué hago aquí? Muy sencillo, ayudarte, Aerith. ¿No te ha extrañado que sabiendo que la realeza vampírica va a por ti no te hayan atacado en este tiempo que llevas con Matthew? No es que seáis muy cuidadosos, ni siquiera cubrís vuestro rastro.

—Estamos yendo con cuidado.

—Eso es mentira, cogéis los mejores hoteles, vais en un coche de alta gama y lleváis cada día ropa nueva, haciendo que vuestro olor no se camufle.

—¿Cómo sabes todo eso?

—Porque si no os han atacado antes ha sido porque yo lo he impedido. Ese no es el primer grupo que intenta sorprenderos para atraparte. Eso sí, han sido los únicos que han podido sorprenderme y escapar de mí.

—¿Nos estás ayudando?

—Corrección, te estoy ayudando. Solo a ti.

—Cierto, si me atrapan estarías en desventaja contra Kier. Y tú no quieres eso, ¿verdad, Gael? Para tus planes de conspiración te vendría muy mal.

—Aerith...

—¿Me equivoco? Yo también te conozco bastante bien.

—Crees que me conoces pero no lo haces. —Gael negó con la cabeza—. Te estoy ayudando porque quiero hacerlo. Si quisiera usarte para mi beneficio personal lo hubiese hecho desde un principio y no lo hice, te enseñé a luchar, a controlar mejor tus poderes a...

—Excusas —lo interrumpí—. Todo son excusas.

—No lo son.

—¡Deja de mentirme! —chillé—. Todo quedó muy claro después de ese día, me utilizaste como lo intenta hacer todo el mundo y quieres que siga estando de tu lado, por eso estás haciendo todo esto.

—Para nada, Aerith, para nada. No hago esto para que confíes en mí, sé que ya no lo haces.

—No, no lo hago —confirmé.

—Me importas —recalcó—. Por esto te estoy ayudando, todo ha sido real, de verdad. En esto no te mentí.

Gael me miró con esos ojos verde grisáceos que tanto me gustaban y sentí como si pudiera ver a través de mí, y me sentí indefensa a su lado.

Y me perdí, me perdí por un instante en ellos. Solo tuve ganas de olvidar todo lo que había pasado entre nosotros y dejarme llevar por lo que me estaba pidiendo mi cuerpo, besar a Gael.

Pero no podía dejarme llevar por mis emociones, esta vez no, así que cerré los ojos, respiré profundamente y cuando los volví a abrir desvié la mirada.

—¿Eso mismo le decías a Carlin para tenerla de tu lado? ¿Que ella de verdad te importaba?

—¡Esta vez es distinto! —chilló y quiso cogerme de la mano, pero no le dejé—. De verdad que me importas, no miento. Lo que surgió entre nosotros es real.

—El problema es que no te creo.... —lo interrumpí—. No vas a engañarme con esto. —Gael quiso decir algo más pero una voz a nuestras espaldas nos sorprendió. Se giró y Matthew sonrió, para seguir murmurando unas palabras en un lenguaje que no entendí, hasta que al final cayó al suelo—.¿Qué le has hecho? —pregunté un poco alarmada—. ¿Lo has matado?

—Tranquila, solo lo he dejado inconsciente, magia féerica. Ojalá fuera tan fácil matar a un vampiro de tanta edad como este. Despertará, no te preocupes por él.

—No me preocupo por él.

—Mientes, primita —se burló de mí—. La verdad, tienes buen gusto, tanto Blake como él son guapos. Pero no son hadas... Plantéatelo, creo que mi mejor amigo será mucho mejor partido. Tengo ganas de que os conozcáis.

—Matthew...

—Me callo. Y ahora, mi querida Aerith, necesito tu ayuda, todos esos cadáveres de vampiros es mejor que los quemes, ya sabes, para no levantar sospechas.






No tengo nada que decir hahah, solo que recuerdo que no estoy editando la trama, por lo que pueden haber pequeños detalles que no coincidan con la nueva versión de Inolvidable.

Muchos besos xx


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top