Capítulo Diecinueve
Meses después de nuestro último beso, parece que para Blake, seguían teniendo el mismo efecto que solían tener. Que para él nada había cambiado en el tiempo que había pasado.
Solo había sido un leve contacto de nuestros labios, uno muy breve en el que durante unos segundos habíamos estado lo más cerca el uno del otro. Sin embargo, parecía que había sido suficiente, que ese roce había conseguido mi propósito, lo que estaba buscando al besarlo.
Blake se había calmado.
Poco a poco, y sin dejar de mirarme, volvió a su estado humano, ya no había rastros de los rasgos de hombre lobo con el que lo había besado. El pelo que le había empezado a crecer por la cara y el cuerpo desaparecía a gran velocidad, al igual que sus garras, volvía a ser él. El Blake de siempre, el que conocí, el humano.
Aunque había una cosa que no había cambiado, que seguía siendo igual, la expresión de sus ojos, llena de dolor, como si nada tuviese sentido para él.
Me separé un poco de él, sin dejar de observarlo por si volvía a perder el control, y fui incapaz de aguantar un suspiro al verlo así. Intenté mantenerme lo más serena posible para tranquilizarlo, pero tenía demasiadas preguntas en la mente.
¿Por qué se había calmado con un simple beso?
¿Por qué seguía teniendo ese efecto en él?
Para mí ese beso no había significado nada. No había sentido nada de lo que sentí en un pasado cuando nos besábamos cuando estábamos juntos, ni tampoco me había puesto nerviosa. Solo había sido para calmarlo, una acción simple que se me había pasado por la cabeza y que había funcionado.
Y no podía no pensar en el motivo por el que estaba siendo tan fría y racional cuando antes en un pasado no era así. Quizá no había sentido nada en ese contacto porque había sido de forma rápida, y porque sabía porqué lo besaba. Era una medida desesperada para salvar la situación.
No porque saliera de mí, no. Yo no quería besarlo, no quería hacerlo. No me sentía preparada para tener de nuevo ese tipo de contacto con él. Ni con él ni con nadie. Necesitaba aclarar muchas cosas antes en mi mente antes de besar a nadie.
Blake me abrazó sin que me lo esperase, y cuando parecía que empezaba a llorar, por la manera en la que su respiración se aceleraba y dejaba de ser rítmica y constante, me separé de nuevo de él para observarlo.
Y tenía razón. Estaba llorando. Las lágrimas le caían sin control por sus mejillas.
Pocas veces había visto a Blake de esa forma. Una de ellas fue cuando lo que había entre nosotros se rompió por sus mentiras, cuando le dije que no quería seguir con él de ese modo, esa imagen aún no se me había olvidado, era como verla de nuevo. No obstante, esta vez su llanto era muy distinto. Era como si no pudiera hacer nada más que resignarse y llorar, como si nada pudiese cambiar el destino, que la situación le estaba superando.
No sabía qué, pero algo había sucedido. Algo que había hecho que Blake perdiese el control de sí mismo, algo extraño y curioso, que lo había roto de tal manera que no podía aguantar las lágrimas. Y necesitaba saber el qué, necesitaba saber por qué Blake estaba así.
—Blake... —empecé a decir intentando saber cómo estaba, pero no me salían las palabras. No sabía qué le podía decir para consolarle, no se me ocurría nada.
—Aerith... —tenía la voz entrecortada y sollozó mi nombre. Parecía que hacía un gran esfuerzo para hablar así que decidí no decir nada más, solo abrazarlo.
Por mi cabeza pasaron mil ideas de lo que podía haber pasado, llevaba tiempo extraño, estaba más misterioso de lo normal. Quizá lo que me estaba ocultando había salido mal, o quizá... Siendo sincera todas las teorías que tenía en la mente eran inverosímiles, podían ser o no ciertas y a cuanto más tiempo permanecía callado, más locuras pasaban por mi cabeza. Aunque me aferraba a las que tenían más sentido y perjudicaban menos a Blake. No quería que le pasase nada. Me importaba.
Blake me importaba.
Sus ojos, tan expresivos como siempre, me observaban, pidiéndome que no me alejase de su lado, que me quedase. Además de eso, vi reflejados en sus ojos azules todo tipo de sentimientos: todo el dolor y la pena que estaba sintiendo.
Lo peor de todo era que lo transmitían, mirarlo era como sentir una parte de lo que él sentía. Aunque no era lo único que veía en ellos. No solo veía dolor, en lo más profundo de ellos veía amor. Blake me miraba con amor. Y aparté mi mirada de la suya porque me siento abrumada.
Siguió mirándome como si fuera lo más valioso de su vida, como si fuera un tesoro que tenía que cuidar y conservar. Y no lo entendía. No sabía por qué me miraba de ese modo después de todo lo que había pasado entre nosotros o por qué me consideraba así en una situación como esta.
—Bien hecho, pelirroja —habló Alex y mentalmente le agradecí que lo hubiese hecho, necesitaba una excusa para volver a su lado y tomar un poco de distancia de Blake—. Lo has calmado. No con un método habitual, pero sí efectivo. Confiaba en ti, sabía que lo conseguirías.
—Era lo importante, que se calmase y... —me callé mientras lo miraba—. Alex, no confiabas en mí.
—Sí confiaba en ti, solo que tengo otros métodos de demostrarlo. Te he presionado porque sabía que podrías conseguirlo.
—Ya... Bueno, volvamos antes de que...
—No es tan fácil —Alex me interrumpió y sonrió con pena mientras empezaba a arreglar todo lo que podía con sus poderes, sobre todo la mayoría de destrozos—. Todo lo que ha pasado debe haber llegado ya a los oídos de Salvatore, necesita al menos estar una noche con vigilancia permanente. Aunque no creo que sea suficiente para él.
—¿A qué te refieres con vigilancia permanente? —gruñí—. No creo que Blake haya hecho nada de esto queriendo, ni que haya querido estar así. No sé a lo que te estás refiriendo.
—Aerith, estoy intentando ayudarte, ¿de acuerdo? —murmuró Alex—. Si Salvatore no ve que hay un castigo, moverá sus hilos para que él salga favorecido, es lo que siempre hace. No puedes perder más poder en el reino, no nos conviene. Recuerda lo que nos dijeron nuestros padres...
—Me importa bien poco lo que piense Salvatore ahora mismo.
—Piensa en grande, Aerith —siguió hablando Alex—. No le des más motivos a Salvatore para dudar de ti, no con todo lo que hay en juego.
—Tiene razón —confirmó Blake levantándose del suelo—. Ahora lo que menos te conviene es otro problema con él. ¿Cuál debe de ser mi castigo? ¿Qué crees que es lo mejor que podemos hacer?
—Hablaré con mi madre, pero creo que un par de días encerrado en uno de los calabozos hará que...
—¡No! —interrumpí—. No lo vais a encerrar. Me niego.
—Aerith. Es lo que debemos hacer y...
Tenían razón y me daba mucho coraje que fuera así. Lo que Blake necesitaba era estar tranquilo y si lo encerraban no iba a estarlo. Porque lo considerarían un prisionero cuando no lo es.
—¿Tenemos otra opción? Dime que sí, Alex. Por favor.
—A mí no me importa, no quiero que salgas perjudicada, Aerith. Es lo que menos quiero, por una cosa que ha sido mi culpa...
Sabía que no iba a hacer que cambiase de opinión, pero me sentía frustrada. No lo había hecho queriendo, algo le había pasado... Y aceptaría su castigo por mí, para que Salvatore no tuviese otra excusa para quitarme más mis derechos.
—Iré a hablar con mi madre, ella seguro que sabe gestionar bien la situación. No creo que tengas que estar en una celda de máxima seguridad. Solo quedará esperar a que Salvatore le parezca un momento oportuno dejarte salir.
—¿Y si es mucho tiempo?
—Entonces esperaré muchas visitas —Blake intentó sonreír. Alex se fue a toda prisa dejándonos solos y Blake buscó mi mirada, intentando explicar lo que no podía con ese gesto—. No tienes que preocuparte por lo que me pase.
—¿Qué es lo que te ha pasado? Cuando he escuchado tus aullidos era como si una parte de ti se hubiese roto... Y ahora estás fingiendo para que no me preocupe más por ti. Puedo evitarte el castigo y...
—¿De verdad quieres saberlo? —me interrumpió—. O solo estás intentando llenar los silencios con una conversación que no te interesa.
Lo miré con una ceja alzada, ¿a qué venía eso? ¿Por qué sentía que me estaba atacando? Estaba a la defensiva conmigo.
—No digas estupideces, Blake. Me importas. Quiero saber lo que te ha pasado y por qué estás así.
—Tienes una forma muy extraña de demostrar a la gente que te importa, a veces tengo la sensación de que nunca te he conocido de verdad, Aerith. O que has cambiado a peor, que a cuanto más sabes de ti, menos eres la que eras. —Sus palabras me dolieron y no estaba dispuesta a escuchar más este tipo de cosas así que me alejé de él muy molesta—. Espera. —Me agarró de la mano izquierda para que no me marchase—. Lo siento, no quería...
—¿No querías el que? ¿Pagar tu frustración conmigo? Solo te he preguntado qué es lo que te ha pasado y tú... Yo también tengo a veces la sensación de que nunca te he conocido.
—Lo siento —repitió—. En lugar de hacerlo debería estar agradeciéndote lo que has hecho, has conseguido que me calme y...
—Sigues sin decirme qué es lo que ha pasado, lo que te ha hecho que estés así. Tengo curiosidad si soy sincera.
—No sé si vas a entenderlo, es algo relacionado con los hombres lobo. Un concepto algo complicado que es difícil de explicar
—¿Y si pruebas?
—No he dicho que no lo iba a hacer. Solo sé que... hay algo raro. He sentido una sensación muy extraña por el vínculo que tenemos de la manada. Como si me arrancases una parte de mí, es ahí cuando he perdido el control, mi parte de lobo ha tomado el control de mí mismo. De ahí venían esos aullidos y mis gestos. No sabía cómo retomar el control. Y que haya estado así solo significa una cosa... —Cogió aire, intentando tranquilizarse de algún modo antes de decirlo—. Que alguien de la manada ha muerto.
Poco sabía de los miembros de la manada de hombres lobo a la que pertenecía Blake, la de West Salem. No era que hubiera mostrado mucho interés en saber cuáles eran sus miembros, tampoco me interesaban una vez que sabía la verdad. Todos los que formaban parte de ella habían participado en la mentira que había organizado el alfa, el padre de Blake, sin contar que también todos sabían lo de nuestro supuesto compromiso. Solo conocía a la familia de Blake. Y si uno de ellos había muerto, según qué miembro, me dolería mucho. No quería ni imaginarme si fuese Will.
—Vete —murmuré analizando la situación intentando ser lo más fría y racional posible—. Vuelve a West Salem para estar con tu familia y los miembros de tu manada, no me voy a oponer a ello. Es más, te voy a abrir el reino para que te vayas ahora mismo.
—No me voy a ir —negó con la cabeza.
—¿Por qué no? Ellos te necesitan. Deberías estar ya en camino.
—Porque tú me necesitas más que ellos.
No estaba de acuerdo con eso. Yo estaba bien, dentro de mis posibilidades lo estaba. Cada vez el dolor por la muerte de Hebe era menor, y al estar tan ocupada no tenía tiempo para pensar en muchas más cosas. Tampoco lo entendía, yo en su situación ya estaría yendo a saber cómo estaba mi familia. Creía que Blake era más familiar, que le importaba más su manada.
—No te entiendo —le dije después de pensarlo mucho—. Estoy intentando comprender tus razones pero... no puedo.
—No puedo dejarte sola, Aerith.
—¿Y tu familia?
—Tú eres mi familia, Aerith.
Tan intenso como siempre. No contesté y hasta que llegó Andrea junto a unos guardias y Salvatore estuvimos en silencio. Tuve que aguantarme las ganas de quemar a Salvatore al ver su cara de satisfacción con la situación. Disfrutaba al ver que todo le estaba saliendo como quería, porque nunca había querido a Blake aquí en el reino. Por mucho que Andrea intentase mediar y decir que todo podría haber ido peor, no funcionó. Decidió encerrarlo en la misma celda en la que estaba el vampiro al que había asesinado Alex y lo tuvo vigilado por dos guardias todo el tiempo. Aunque pese a eso, parecía estar bien cuidado. No estaba sucio ni tampoco parecía pasar hambre.
—Siento todo esto —murmuré al ir a verlo por enésima vez durante el tiempo que lleva aquí—. Deberías haberte ido cuando te di la opción.
—¿Sigues con eso en la mente? No me iba a ir, no estando tú aquí.
—Y por eso estás encerrado.
—Por poco tiempo —la sonrisa de Blake me desconcertó totalmente. Era como si supiera algo que yo no sabía, y no me gustaba—. ¿Puedo preguntarte algo?
—Sabes que sí, que puedes hacerlo.
—Estar aquí me hace pensar en muchas cosas, y una de ellas es el beso que me diste el otro día. ¿Por qué lo hiciste?
—Tenías que calmarte, se me ocurrió besarte y... funcionó.
—Si no hubiese estado de ese modo, ¿me hubieras besado?
—No —admití de inmediato—. No te hubiera besado. No quería hacerlo.
—Si te pido ahora un beso, ¿me lo darías?
—No —respondí pensándomelo un poco más—. Lo más probable es que no te besara ahora mismo. Porque no me sale, no nace de mí.
—¿Y si te robo un beso?
—Blake, no —le pedí—. No sigas por ahí.
—Yo quiero besarte. Te robaría un beso ahora mismo, mejor dicho, te robaría más de uno.
Me fui dejándolo con la palabra en la boca, seguía siendo demasiado insistente. Y sentía que me ahogaba cuando estaba tan cerca de él y me decía ese tipo de cosas. Así que fui a las afueras del reino para poder practicar con el fuego y relajarme. Y ya de paso, encontrarme con Gael. Hacía días que no lo veía, quizá tenía alguna novedad o...
Pero mientras me dirigía hacia allí, me extrañé al ver a tantos guardias yendo hacia una misma dirección. ¿Nos estaban atacando?
Lo dudaba. Si fuera así hubieran sonado las alarmas y solo había silencio. Decido seguirlos, siendo lo más sigilosa posible y escucho cómo los más rezagados hablan entre ellos.
—¿Seguro que estará ahí?
—Sí, Salvatore dice que es de una muy buena fuente. Que confía plenamente en ella.
—No deja de ser...
—Somos muchos más, no podrá contra nosotros.
Cuando salí del reino me quedé sorprendida de la cantidad de guardias que había rodeando a una persona. Antes de procesar lo que estaba viendo, aparté con un gesto de mano a los que me impedían el paso, no me importaba si les hacía daño.
Solo quería colocarme delante de Gael, con una mirada amenazadora a los que estaban a punto de atacarlo.
Sí, siempre lo dejo en lo más interesante :3
MUCHOS BESOS xx
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