Perdón.
"¿Está diciendo que quiere realizar la operación para recuperar la vista?"
"Así es."
Una semana antes de la operación que decidió tomar Izuku, se lo hizo saber al doctor que estaba encargado de él, pero éste le miró un poco inseguro, cosa que puso nervioso al otro.
"Pero... Joven Midoriya, el riesgo es muy alto. Su condición se ha dificultado y la probabilidad de que pueda salir bien es menor al 30%."
El chico de pecas frunció los labios, el riesgo había incrementado a la última vez que le dijeron, puede que ahora fuese tarde para tomar esa decisión, sin embargo... quería hacerlo.
"Sé bien que algo malo puede suceder... Pero... No importa lo peligroso que pueda ser, aun si mi vida está en riesgo por esta decisión... Sí tengo aunque sea la mínima oportunidad de verlo de nuevo... Me enfrentaré a lo que sea."
Apretó con fuerza sus puños, había una oportunidad para poder recuperar la vista y claramente no la desperdiciaría, puede que se haya acobardado a un inicio, pero ahora estaba seguro de su decisión y quería someterse a la cirugía, cualquier cosa, con tal de poder ver de nuevo.
Con tal de volver a ver a Katsuki a la cara. Sus ojos, esa sarcástica sonrisa que ahora no era más que sólo un recuerdo para él. Durante el tiempo que estuvo con él, notó cierto tono de felicidad ¿Qué clase de cara estaría haciendo en esos momentos? ¿Qué tanto había cambiado durante esos dos largos meses?
Quería verlo, sin importar qué.
Quería besarlo y seguidamente ver su rostro.
Quería quitarle aquel peso de encima.
La semana transcurrió con lentitud y tortura para los dos, la emoción incrementaba cada día y por lo tanto también los nervios, sobretodo para Midoriya, pero sabía que valdría la pena, no podía esperar para ver nuevamente.
El día de la operación sería un martes por la mañana, así que ordenó su horario para llegar a la hora donde aproximadamente terminaría la operación, no quería tener que esperar, sería horrible para él. Quería llegar y ver los ojos de Izuku tal y como lo eran hace unos meses.
Caminó emocionado por las calles, era un excelente día, el cielo despejado con un radiante sol y azulado cielo y un ambiente cálido, extraño para ser finales de otoño. Sin duda alguna un muy buen día, seguro que Izuku se pondría feliz al ver aquel día.
Sin aguantar más, corrió el resto del camino, no podía esperar más, necesitaba verlo.
Llegó finalmente, miró el hospital, ya no tendría que verlo siempre, una vez que le diesen de alta, podría despedirse de ese molesto lugar. Entró, pero... Al hacerlo sintió una atmosfera totalmente diferente a la que estaba afuera, inquietante. Tragó pesado, decidió ignorar aquel hecho, era posible que sólo se tratara de su imaginación y fue hasta la parte de las operaciones, puede que hubiese llegado antes de lo esperado, por lo que tendría que esperar en la sala de espera, bueno, no le importaría hacerlo por un momento.
Pero...
Al llegar a ese lugar, escuchó los llantos de una mujer.
Se quedó paralizado.
Esa voz... Sí... ¡Era de la madre de Izuku!
El latido de su corazón pareció detenerse, su cuerpo no reaccionaba, sus piernas temblaban un poco y los ojos los tenía bien abiertos. Estaba a tan sólo un giro para llegar al lugar, sólo debía de dar vuelta a ese pasillo. Pero ese llanto, era tan... Aterrador, no... No podría ser de ella ¿Cierto? No, no, no... Y si fuese, seguro era de felicidad, tenía que ser eso...
Tragó de nuevo, respiró profundamente y caminó lo poco que le faltaba.
Encontrándose con la señora Midoriya arrodillada sobre el suelo, con las manos en su rostro llorando casi a gritos.
Eso sin duda no era la escena de felicidad.
Katsuki la miró asustado, ¿Por qué lloraba? ¿Qué había pasado? Una cruel y aterradora idea cruzó su mente, pero no, no quería pensar en ello, no podía ser...
Una enfermera estaba a su lado, intentando darle consuelo pero parece que no tenía éxito, no había manera para calmarla.
—"No... No... No no no no ¡No!" –Sus piernas comenzaron a moverse, dando fuertes pisadas, dirigiéndose a la habitación donde se llevaba a cabo la cirugía, no podía aceptarlo, definitivamente no podía.
—¡Joven! ¿¡A dónde cree que va!? –Aquella enfermera vio como Bakugou se dirigía a la habitación, rápidamente le tomó del brazo para impedir que siguiera avanzada, pero fue empujada por éste, nada le impediría ir allí.
Aumento la velocidad llegando a aquel lugar, donde afuera estaban dos hombres con vestimenta médica, miraron confundidos al chico que se acercaba, hasta que la enfermera les mandó la señal de que lo detuviesen. Rápidamente ellos le impidieron el paso al rubio.
—Perdone, pero no puede pasar.
—Y una mierda. –Los ignoró y siguió, pero le tomaron de los brazos para jalarlo, tal y como lo había hecho la enfermera, pero no se dejó vencer tan fácilmente, forcejeó para liberarse, pero no lo conseguía, aun así no le detuvieron, fue arrastrando a los dos hombres, no importaba que lo jalara con fuerza no lograban detenerle. —¡¡DEEEKUUU!! –Abrió la puerta de una patada, jadeando por la fuerza ejercida, al igual que por una razón el aire comenzaba a hacerle falta.
Y lo vio.
El ceño que lo tenía fruncido, regreso a su lugar, sus labios formaron una línea recta, y su corazón... Podía escucharse como crujía por romperse.
Sobre la camilla estaba Izuku Midoriya, el cual su cuerpo era cubierto por una manta blanca, lo único que se veía era unos mechones de su verdoso cabello y... Su brazo izquierdo que sobresalía de la manta. Su piel... Estaba más pálida de la normal, a simple vista podía notar que estaba fría.
La operación tuvo dificultades un poco antes de finalizar con ella, era peligroso tener que llevarla a cabo, por lo que, a tan sólo unos cinco minutos de la llegada de Katsuki, Midoriya había perdido la vida por desangramiento.
Ahora que Katsuki estaba en aquel estado, las dos personas lo jalaron para sacarle de aquel lugar, cerrando la puerta una vez fuera. Dejaron a Bakugou y volvieron a los adentros de esa habitación, dejando a un pobre Katsuki con la mirada apagada.
Había muerto.
Todo salió mal y no pudo lograrlo, falleció...
Deku había fallecido... Por una operación para recuperar la vista... La cual perdió por una explosión... Creada por él.
Se dejó caer sobre el suelo, alzó un poco sus piernas para ocultar su rostro entre ellas, llevó sus manos a su cabeza y apretó con fuerza su cabello.
No podía ser.
Debía de ser una pesadilla.
Una horrible y cruel pesadilla.
—Deku... Estúpido.... Por qué... -Sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía evitarlo... Una persona tan valiosa había muerto hace tan solo unos minutos.
Un par de lágrimas cayeron sobre sus piernas, veía todo borroso, su pecho era invadido por un dolor que simplemente era inexplicable. Pasó sus manos sobre sus ojos, intentando acabar con las molestas lágrimas que parecían negarse a detener.
Comenzó a respirar de manera acelerada, le resultaba difícil tener que inhalar el aire, se sentía desesperado, no podía ser verdad lo que estaba sucediendo.
Gritó. Gritó con todas sus fuerzas, jalando más fuerte su cabello, no le importó que Inko y la enfermera le mirasen preocupadas, él se sentía destrozado, necesitaba desahogar de alguna manera ese dolor y de la única manera que se le ocurrió fue a través de gritos.
Pataleó el suelo en un fracaso intento de calmarse, no importaba por cuantas maneras intentaba relajarse, le resultaba imposible.
—"Yo lo maté." –Se detuvo de repente al pensar en eso.
Era verdad, a fin de cuentas había sido su culpa. Sí él nunca hubiera explotado el edificio Izuku no hubiera perdido la vida. Es más, todos los problemas disminuirían sí él no existiera.
Las lágrimas incrementaban más al pensar en eso, el sentimiento de culpa que una vez fue olvidado por las cálidas palabras de Midoriya, volvía aparecer, y esta vez más fuerte. No importaba si la cirugía tuvo dificultades, si fue algún error de algún médico, ese sentimiento horrendo le hacía sentirse responsable de lo sucedido.
Él mató a Izuku.
Mató a su amigo de la infancia.
Mató a aquella persona que anhelaba convertirse en el héroe más grande de todos.
Mató a la persona de la cual, en algún momento se enamoró.
¿Cuánto dolor era capaz de soportar? En ese preciso momento se sentía tan adolorido, las heridas que recibió en entrenamientos y peleas no se comparaban a aquel dolor, lo peor de todo es que las heridas físicas sanaban con reposo, las emocionales a veces jamás se reparaban.
¿Acaso eso se trataba de un castigo? ¿Una maldición? ¿Por qué cuando había la leve oportunidad de que todo volviese a ser como lo era antes, tenía que suceder esto? ¿Por qué le arrebataron a esa persona tan especial?
"No te hagas el idiota, no te la arrebataron, tú mismo ocasionaste esto"
Escuchaba voces dentro de su cabeza, que le decían una y otra vez que él lo había hecho, era un martirio. Comenzó a dar golpes en su cabeza, con la ilusión de que con eso las voces cesaran. Pero no fue así, continuaron, cada vez más fuerte, aumentando el dolor y lágrimas que caían sobre el suelo.
A lo que había hecho no tenía perdón.
Era triste pensar que al día anterior era un hermoso día, soleado y lleno de colores, y ahora... Ese día era uno lluvioso, con el cielo gris y llenó de nubes oscuras.
Sollozos se escuchaban, algunos se hacían los fuertes para no derramar lágrimas pero por dentro lloraban y gritaban.
Pero claro que era difícil, ver que en ese momento el cuerpo de la persona a la cual llamaron amigo estaba siendo enterrado, era sumamente doloroso.
Uraraka se abrazó a Iida y lloró con fuerza en su pecho, mientras que éste intentaba consolarla, pero lágrimas se escapaban de sus ojos.
Kirishima y Kaminari sólo observaban en silencio como la tierra caía sobre el ataúd, intentando no ser contagiados por las lágrimas de los demás y llorar igual.
Todoroki sentía impotencia, sentía la necesidad de golpear objetos y descargar toda esa impotencia. Todos pensarían que una vez que se enteró le reprocharía al culpable de todo esto, pero se sentía tan triste que no pudo hacerlo.
Además de que el culpable se sentía demasiado mal como para que alguien más le recordaba que era culpa suya. Eso ya lo sabía con perfección.
Katsuki tenía la mirada apagada, los labios levemente curveados hacia abajo, dejando en claro aquel rostro de tristeza. Los ojos los tenía hinchados, desde que vio a Izuku muerto no había dejado de llorar, la noche fue realmente dura para él, el dolor y las voces jamás cesaron. Empeoró cuando su madre le dijo que asistirían al funeral de Izuku, como amigos de la familia Midoriya no podían faltar y apoyar en todo a Inko.
El entierro finalizó. Uno a uno fueron pasando y dejando flores encima, unos les dedicaron palabras al suelo, como si se tratara de Izuku. Katsuki no fue la excepción de esto, a pesar de recibió miradas de desagrado por muchos, no le importó, dejó un par de flores purpuras, como esas que nunca faltaban en el florero que se encontraba en la mesa de la habitación del Hospital. Supuso que a Izuku le gustaban, más de una vez le mencionó cuánto le agradaba el olor que desprendían éstas.
Apretó fuertemente sus labios, recordar eso hizo que su vista se tornara borrosa, maldijo internamente, no quería seguir llorando, la cabeza le daba vueltas de tanto que lo había hecho, aunque fuera en ese momento, quería mostrarse fuerte, aunque en realidad no lo fuera.
Todos los jóvenes intentaron subirse el ánimo contando anécdotas donde estuvo involucrado Izuku, muchos decían que ahora estaba en un lugar mejor y seguro que no quería verlos tristes, haciendo esa clase de comentario se apoyaban mutuamente. Pero claro, no incluyeron al joven Bakugou.
Éste miraba como su madre consolaba a la señora Midoriya, palmeando su cabeza y diciendo palabras que él no lograba escuchar, pero por lo que veía, a ella también le afectaba la muerte de Izuku.
Pero se llevó una sorpresa cuando Inko se alejó de su madre y comenzó a caminar hacia él. Tragó pesado, temía que comenzara a gritarle que él había matado a su hijo y que lo odiaba. Sin embargo no sucedió, se detuvo justo frente de él y sacó un papel, parecía ser una carta.
—Izuku me dio esto unas horas antes de la cirugía. Me pidió que te lo entregara, Katsuki. –Tomó sus manos y dejó en éstas la carta. El menor no dijo palabra alguna, sólo inclinó ligeramente la cabeza. Seguidamente la mujer se alejó de ahí.
Miró un poco confundido aquella carta ¿Qué podría tener escrito? Aunque le causase curiosidad, en ese momento no tenía muchos ánimos para leerla, lo haría después.
Continuaron en aquel lugar por un corto tiempo, ya cuando comenzaba a anochecer era la hora de retirarse. Los llantos y sollozos siguieron incluso hasta el final, era entendible cuando se trataba de alguien tan querido como lo fue Izuku Midoriya.
Katsuki y sus padres volvieron a casa, el ambiente era incómodo, más que nada por la seriedad y tristeza del hijo de ellos, el menor no se sentía bien luego de ver como enterraban a esa persona que conoció casi durante toda su vida.
Una vez que llegó se dirigió a su habitación y se encerró en esta, no quería ver a nadie, ni siquiera a sus padres, no tenía el ánimo como para estar con personas. Al llegar, se aventó sobre la cama, el dolor continuaba invadiendo su pecho, pero ahora no sólo eso, también un sentimiento vacío, ¿Qué se supone que haría ahora? ¿Hacer como que eso nunca sucedió y continuar con su vida cotidiana? Eso era lo que seguramente muchos harían, poco a poco irían superando la muerte de Izuku y llegaría el día donde ellos reirían, serían feliz y posiblemente olvidarían a ese peculiar joven.
Pero no era lo mismo para Katsuki. No cuando él tendría que cargar con la culpa de su muerte.
Al pensar en eso, recordó la carta que le había dado la madre de Izuku. Metió la mano en su bolsillo y sacó aquel papel que ahora estaba arrugado y un poco mojado por las gotas de la lluvia. Miró aquel papel, encima de este venía escrito el "Para Kacchan" Anteriormente no lo había visto, parece que Izuku la había escrito.
Tragó pesado por ello, se sentó sobre la cama y decidió abrirla, preguntándose porque razón tenía una carta de él. Al ver de reojo las letras, pudo confirmar que se trataba de la caligrafía del pecoso. Sollozó con fuerza, eso comenzaba a ser doloroso.
« Querido Kacchan.
Si has recibido esta carta... Eso quiere decir que la cirugía terminó mal y yo... he muerto. Primero que nada, no quiero que te sientas culpable por esto... Lo que pasó fue sólo mi culpa, yo decidí quedarme más tiempo en el edificio, yo decidí tomar la operación aun cuando el doctor dijo que era sumamente peligroso, pero aun así lo hice.
Sé que fue un idea mala arriesgarme a esto, pero... Quería hacerlo. No me importaba si esto podría pasar, yo, quería verte una vez más, ya había sido lo suficiente cobarde, tenía que armarme de valor para enfrentarme a esto, supongo que no tuve mucha suerte y todo terminó mal. Aun cuando quería hacerlo para que no te sintiera mal, terminé empeorando las cosas.
Por eso, sabiendo que esto podía pasar, he escrito esta carta, para decirte que no te sientas mal al respecto, pedirte que no sufras por mí. También para despedirme, si es verdad que puede salir mal, quizá cuando hayas llegado yo ya no esté y no quiero irme sin antes decirte que, a pesar de todas las cosas malas que ambos vivimos, nunca llegué a odiarte, siempre te admiré y aprecié como un buen amigo ¿Qué puedo decir? Incluso me enamoré de ti. Como me hubiera encantado seguir viviendo momentos contigo, pero parece que el destino no quiere lo mismo.
Perdóname por haber tomado esta decisión sin haberte dicho las consecuencias que podría traer. Perdóname por ocasionarte tantos problemas desde que éramos pequeños, incluso ahora seguro que lo estoy haciendo ¿No es así? También, perdóname por no poder cumplir nuestra promesa, en verdad que quería que comiéramos Katsudon, hubiera sido como una cita, en serio, lo siento tanto.
¡Pero vamos! Yo no te guardo ningún rencor de nada, ya te lo dije, no quiero verte triste por esto. Así que, espero y me prometas que no te culparas por nada y seguirás adelante, por favor... Me harías muy feliz si lo hicieras.
Dile a mi madre que igual lo lamento mucho, seguro que ella está muy triste... Igual que los demás chicos, me siento fatal de solo pensar que esto puede salir mal.
¡Mejor no pensaré en eso! Aún falta para la cirugía, así que rezaré para que todo salga bien y pueda recuperar la vista, nos veremos entonces. De lo contrario, bueno... Adiós, te recuerdo que siempre fuiste alguien especial para mí, gracias a ti me arme de valor para muchas cosas, te agradezco por ser alguien tan importante en mi vida.
No llores por mí. ¿Sí?
Con mucho cariño. Deku.
Te amo. »
¿No llorar? ¿Cómo podía pedirle algo tan imposible? Aun cuando creyó que se había quedado sin lágrimas por tanto que lloró el día anterior, nuevamente se presentaron, empapando más el papel que ahora sostenía.
Leer esas palabras no lo aliviaron en lo más mínimo, sólo hizo que el dolor en su pecho incrementara, manifestándose por medio de lágrimas. No podía no sentirse culpable leyendo eso, aunque Izuku le pidiera que lo superara, que no sufriera, era prácticamente imposible.
Llegó un momento donde las lágrimas ya no eran suficientes, no tardaron en aparecer los gritos y golpes a la pared. Maldecía una tras otra vez, de nuevo maldecía sentir ese dolor, maldecía por la muerte de Izuku, maldecía por tener esa singularidad.
—"Muerto, debería de ser yo quién estuviera muerto... Maldición" –Ese pensamiento invadió su cabeza, por más que intentó sacárselo de la mente no podía, se repetía una y otra vez.
Tu existencia es sólo un problema.
Si nunca hubieras nacido, Izuku seguiría con vida.
Hubiera sido mejor que tú murieras.
No mereces estar vivo.
No te mereces el perdón.
—Cállate... Cállate cállate cállate ¡Cállate! –Hundió el rostro con la almohada, cubriendo con fuerza sus oídos con ambas manos, esperando que con eso las voces se detuvieran, pero nuevamente no lograba hacerlo.
Así continuó toda la noche, llorando, gritando, pataleando e insultando al azar. Pero a pesar de eso, aquellos sentimientos negativos jamás desaparecieron.
Transcurrieron días, las clases en la U.A. continuaron con normalidad, todos comenzaba a acostumbrarse a la ausencia de Izuku, pero había una a la que no lograban hacerlo. Desde aquel día, Katsuki no se presentaba a clases.
Él aún se encontraba encerrado en su habitación, con suerte salía a comer algo, y ese algo era alguna que otra fruta, comía muy poco. Eso preocupó a sus padres, quienes por más que intentaron hablar con Katsuki, éste continuaba negándose a hacerlo.
A diferencia de todos, él no lograba superar la muerte de Izuku, cada noche las voces lo atacaban y el dolor lo torturaba.
Ese día era como uno cualquiera de la rutina de Katsuki, esa que comenzó a volverse común para él desde ese día. Ya era tarde, por lo que no faltaba mucho para que el día terminara y volviese a repetir la misma rutina para el joven.
—Katsuki, saldré en un momento. Espero y no tardar, si tienes hambre he preparado un poco de curry. –Habló su madre, esperando a que el menor le respondiera, pero nada. Soltó un suspiro con preocupación y se dirigió a la salida. —Nos vemos. –Se despidió y salió del hogar, dejándolo complemente solo.
El joven se encontraba en su cama, con la mirada en el techo, tenía el cabello despeinado, la ropa desarreglada, las mejillas húmedas y los ojos rojos, perdiéndose un poco por el color de su pupila.
—¿Curry? –Escuchar eso hizo que su estómago diera por fin señales de hambre. Supuso que no estaría mal hacerlo, después de todo estaba solo.
Así que finalmente salió de su habitación y se dirigió a la cocina, arrastrando los pies, debido a la mala alimentación que había tenido últimamente, tenía muy pocas energías, casi todas las gastaba en llantos y gritos.
Cuando llegó a la cocina, efectivamente vio el curry del cual habló su madre. Aunque de pronto el apetito se le esfumó. Se acercó a la mesa que se encontraba cerca de ahí, observando fijamente el plato que contenía la comida.
Pero su mirada se desvió hacia un objeto que no estaba muy lejos de él.
Ladeó su cabeza, observándolo con cuidado. Sin saber muy bien lo que hacía, alzó el brazo y acercó su mano hacia ese objeto, tomándolo con esta. Se quedó en esa posición por unos segundos, sin mover ningún músculo o tan siquiera parpadeando.
"Hazlo"
Recibió una orden de su mente, y casi como un robot, hizo lo que éste tenía planeado. Tomó el objeto y lo enterró sobre su brazo.
Aquel objeto se trataba de un filoso cuchillo de cocina.
Cayó de rodillas al momento en que la punta filosa atravesó su piel. Sus ojos volvieron a humedecerse, las lágrimas volvían a hacer su aparición, pero no porque le hubiese ocasionado dolor aquella acción, no, porque a su mente recordó la sonrisa de Izuku, pero enseguida la imagen fue sustituida por el cadáver del mismo.
—Maldición... -Sacó el cuchillo de su brazo y lo llevó más arriba, clavándolo ahora en su hombro. —No es suficiente... -Aunque la sangre comenzaba a escurrirse por su brazo izquierdo, no lograba deshacerse del dolor emocional que sentía, esas heridas no podía superar a la herida que tenía emocionalmente.
Sacó el cuchillo del hombro y ahora atravesó su mano, seguía siendo inútil, no lograba eliminar el sentimiento de culpa.
—Por haberme burlado de él en preescolar... -Cuando dijo esto enterró el cuchillo sobre su pierna. —Por haberle llamado patético. –Y otra herida en su otra pierna.
Así fue como lo hizo, comenzaba a castigándose a sí mismo por todo lo malo que le hizo a Izuku, enterrando el cuchillo en su cuerpo, comenzando a crear un charco por toda la sangre que se escapaba de su cuerpo.
—Por decirle que no podía ser un héroe.
—Por haber aventado su cuaderno de notas al estanque.
—Por haberlo humillado.
—Po no creer que era capaz de llegar tan lejos.
—Por haber explotado el edificio.
—Por dejarlo ciego.
Su cuerpo estaba lleno de heridas y sangre, pero a pesar de eso, no sentía ningún dolor, el único que sentía era el que tenía desde ya hace unos días. Alzó sus brazos, los cuales temblaban por la pérdida de sangre, su vista comenzaba a tornarse borrosa, la respiración poco a poco se cortaba, pero necesitaba hacer una cosa más.
—Por haberlo matado. –Y enseguida, enterró el cuchillo en su cuello. Fueron sólo cuestión de segundos para que cayera al suelo sin ninguna fuerza.
"Nunca podré perdonarme por lo que hice... El perdón de mí mismo, ni de nadie..."
Sus ojos cada vez se opacaban más y más, hasta que todo se tornó oscuro.
El cuerpo de Katsuki en la cocina, llenó de apuñaladas y bañado en sangre, con lágrimas en sus mejillas, esa fue la última imagen que tuvo de él.
Bakugou...
Bakugou...
¡Bakugou!
Poco a poco fue abriendo los ojos al escuchar esa molesta voz que no dejaba de llamarle, ¿Qué estaba sucediendo? Cuando abrió los ojos, una luz invadió estos, encontrándose con la vista recostada y su soporte de madera.
—¿Eh? –No entendía lo que estaba pasando, ¿En dónde estaba? Alzó la cabeza, parece que estaba recostado en algo, volteó hacia la derecha y se encontró con la miradas de sus amigos.
—¡Hombre! Sí que tienes el sueño pesado. –Quien dijo esto había sido Kirishima, el cual había soltado un suspiro.
—Me sorprende como es que Aizawa-sensei no lo despertó. –Miró a la persona que estaba a su lado, era Kaminari, el cual sobaba su cuello por la parte trasera.
—Bakugou, será mejor que suspendas tu siesta, las clases ya terminaron y no puedes quedarte dormido allí. Así que vayámonos ya. –La tercera persona habló, era Sero, los otros dos asintieron y comenzaron a caminar hacia la salida.
—Te esperamos a fuera. –Los tres salieron y dejaron a Katsuki solo.
—Estoy... ¿En clases? –Miró a su alrededor, efectivamente lo estaba, ese era el salón de clases. Pero, ¿Cómo fue que llegó a ese lugar?
¿Había sido sólo una pesadilla?
Alzó rápidamente los brazos, la leve ilusión se esfumó al ver como tenía vendajes en estos. Parece que no murió luego de haber enterrado el cuchillo. Pero no recordaba que sucedió después de eso ¿Fue enviado al hospital? ¿Lo salvaron? Chasqueó su lengua al pensar en eso, en verdad creyó que moriría luego de todas esas heridas.
Se levantó se la silla y miró hacia atrás. El asiento vacío de este, el lugar de Izuku. Apretó sus labios al saber que eso seguiría así, ese lugar estaría vacío. Tomó su bolso y comenzó a caminar hacia la salida. Su cuerpo le dolía bastante, ¿Esas eran las consecuencias de haberse apuñalado muchas veces? No podía creer en eso.
Pero al momento en que estuvo a punto de salir, alguien chocó contra él. Se le escapó un quejido de dolor por ello, ¿Qué persona podía ser tan idiota para no fijarse por dónde iba? Estuvo a punto de insultar a la persona que estaba frente a él, pero algo lo impidió.
Ese cabello rizado de color verde.
Se quedó paralizado. No podía ser ¿Cierto? Ese cabello le pertenecía a la persona que había muerto... A no ser... A no ser que...
La persona frente a él, alzó la cabeza, fijando su vista en Katsuki.
No, sin duda era él. Sus ojos... Esos grandes y verdosos ojos, eran de él, era de Izuku Midoriya. Las pecas en su rostro lo confirmaban aún más.
Sintió un nudo en la garganta. Esos ojos, eran verdes nuevamente, ese verde tan vivo y brillante, no era el opaco gris que recordaba, no estaba la venda que los cubría, no estaba muerto.
—¡Ka-Kacchan! –La voz de Izuku, podía escucharla nuevamente. Pero, no lograba entender ¿Qué estaba pasando?
Antes de poder decir algo, el otro se inclinó hacia adelante, ocasionándole confusión a Katsuki.
—¡Perdón! ¡Perdóname po-por favor! –Su voz se escuchaba quebrada, como si estuviese llorando, haciendo que la confusión del más alto incrementara ¿Por qué razón se disculpaba? –Perdóname... Por mí tus heridas... Tú... -Sollozó con fuerza, esto aclaraba que en verdad estaba llorando.
Todo esto era extraño para Katsuki. Primero ¿Qué hacía Izuku vivo? ¿No estaba ciego y por una cirugía había muerto? ¿Por qué se disculpaba? ¿Acaso el dolor y sufrimiento ya lo habían vuelto loco que hasta estaba viendo ilusiones de Izuku?
—Tú... ¿Por qué te disculpas? ¿No habías quedado ciego? ¿Y la cirugía? ¿¡Qué haces aquí!? –No quería emocionarse en vano, podía solo tratarse de una vil mentira creada por su mente. Pero al escuchar esto, Izuku regresó a su postura normal y miró confundido al más alto.
—¿Ciego?
—¡Sí! Por la explosión del edificio tú... Tú... -Ahí estaba de nuevo el sentimiento de culpa, la tristeza y arrepentimiento.
—¿Es que acaso no lo recuerdas? –Eso tomó por sorpresa a Bakugou ¿Acaso había sucedido algo que no sabía? Fijó su mirada en el peliverde, esperando una explicación por él. —Supongo que es normal, ayer por la noche te dieron de alta. –Murmuró. —Hubo un incidente en un edificio, donde criaturas extrañas había aparecido, como prueba para el curso de héroes nos llevaron a eliminar esas criaturas. Tú explotaste el edificio que contenía todas esas criaturas, te dieron la indicación de hacerlo cuando todos los civiles estaban a salvo, pero yo seguía adentro. –Chasqueó la lengua, sólo le estaba recordando lo que ya sabía, recordar eso hacía que el sentimiento de culpa incrementara, no quería que le dijesen de nuevo eso, ya sabía lo que había pasado después. —Pero cuando el edificio se caía a pedazos, fuiste a él para rescatarme. –Abrió de golpe los ojos. Ese no era lo que seguía de la historia ¿Había cambiado? ¿Las cosas habían cambiado? —Había ayudado a unos niños que no lograban salir del edificio, no tuve el tiempo suficiente para que escapáramos, pero llegaste a salvarnos. Nos aventaste fuera del edificio, pero... Tú... -Su voz se cortó por eso y sus ojos se cristalizaron. —Una criatura seguía viva y te atrapó, impidiéndote escapar, peleaste contra ella pero saliste herido... Por eso estás lleno de vendas, por las heridas que te hizo esa cosa y por la derrumbe del edificio... Sí hubiera sido más rápido no tendrías que haber salido herido. –Izuku llevó sus manos a sus ojos y secó las lágrimas que estaban en estos, dejando a Katsuki impactado por lo que acababa de escuchar.
No había salido herido, él recibió todos los daños, Izuku estaba intacto. Sus labios temblaron al entender todo lo que estaba pasando, sólo se había tratado de una pesadilla, una horrible y cruel pesadilla, la cual había sido provocada por el veneno de las criaturas. En realidad Izuku nunca perdió la vista y por lo tanto nunca había muerto, ahora estaba justo frente a él, sintiéndose como él se sentía en su sueño.
Ahora no sólo Midoriya derramaba lágrimas, los ojos de Katsuki igual se humedecieron, estaba feliz, completamente feliz, no podía creer que en realidad nada malo había pasado, él fue el único que salió herido, pero nada grave, a diferencia del Izuku de su sueños, no perdió la vista ni nada de eso.
Llevó sus manos al rostro del peliverde y lo acercó hacia él, viendo más de cerca esos ojos de color verde que ahora estaban reprimiendo lágrimas. Como los había extrañado, como extrañaba ver ese rostro, sus labios, sus grandes ojos verdosos y las pecas que estaban ahí. Podía verlo una vez más y éstos le podían ver, no estaba ciego, no tenía por que usar esa estorbosa venda. Esos ojos estaban vivos, brillantes al igual que el dueño de estos, estaba vivo, él estaba vivo.
Sin poder evitarlo lo abrazó con fuerza, ocultándose en el hueco del cuello y hombro, donde las lágrimas comenzaron a aparecer.
—Estás bien... Estás vivo... Me alegro tanto... –Sollozó Katsuki, era la primera vez que hablaba con tanta sinceridad y con aquel tono de suavidad, su corazón podía estar tranquilo ahora, aunque en ese momento no paraba de brincar de felicidad.
El sentimiento fue contagiado a Izuku y éste lloró con más fuerza, aferrándose a la espalda de Katsuki, donde apretaba fuertemente la camisa de éste.
—Lo siento Kacchan, en serio lo siento mucho... Si tan sólo hubiese sido más rápido... -Lloró con fuerza, estaba igual de feliz que él, estaba feliz de que Bakugou no hubiese recibido heridas letales, pero se sentía mal porque éste se arriesgó por él. Katsuki comprendía perfectamente cómo se sentía, era una sensación horrible.
—Idiota. No tienes porque disculparte... En todo caso, perdóname tú. –Lo abrazó con mayor fuerza, eso incrementó los llantos del chico peliverde.
Deslizó sus manos por la espalda del pecoso, tocando cuanto pudiese, confirmando que no se trataba de una alusinación, era completamente real. Respiró profundamente su aroma, el aroma de Izuku, como extrañó ese olor, creía que jamás volvería a poder olerlo, tenerlo en sus brazos, verlo sonreír.
Lo juntó más a él, tan desesperando, como si alguien quisiese robarle su mayor tesoro, algo así era, no quería tenerlo lejos, no quería que algo como su pesadilla volviese a pasar.
—Deku. –Le llamó luego de unos largos segundos de silencio con sollozos. El mencionado se separó un poco de él para mirarle, regalándole esa hermosa vista de sus ojos. —Vayamos a comer Katsudon. –Inmediatamente que escuchó su propuesta asintió con alegría, no negaría algo tan espectacular como ir a comer con Bakugou.
—¡Sí! –Y sonrió. Esa sonrisa que le provocaba que su pecho se estremeciera y las mejillas le ardieran, nuevamente podía sentirse así y podría apreciar aquella sonrisa por más tiempo.
El camino que ambos eligieron era peligroso, nunca se sabe cuando algo malo podría suceder, así que haría todo lo posible para protegerlo. No quería vivir lo sucedido en su sueño, no volvería a pasar por aquel dolor, lo protegería de todo y apreciaría cada momento que estuviese con él.
Al final, en verdad pudo perdonarse a él mismo.
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¿Creían que los iba a matar? Ajajaja, pues no (?)
Bueno, pueden tirarme piedras y tomates por si los trollee(?) Aunque yo igual lloré cuando escribí esto, así que todos sufrimos al final.
La historia fue basada en una de mis pesadillas, he ahí la razón por la cual el final. Tenía la necesidad de adaptarlo al KatsuDeku y hacer sufrir un poquito -quizá mucho- a Katsuki, demostrar un poco que él igual es un humano y siente esa clase de arrepentimiento, espero y haya salido bien. xD
Espero y les haya gustado y no me odien por medio matarlos xD
¡Nos vemos en la próxima historia! Se despide Lucy-chan. ♥
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