Arrepentimiento.
—Ten más cuidado, idiota.
—Ajaja, lo siento.
Ambos jóvenes se encontraban en los pasillos del hospital, caminando por éstos. Katsuki tenía sus manos en los bolsillos, con la mirada hacia la derecha donde se encontraba Izuku, sosteniéndose firmemente de los tubos que había en la pared.
A Midoriya le había cansado tener que estar todos sus días en aquella habitación, por lo que pidió un permiso para salir a la azotea del hospital, según lo que escuchó de otros pacientes estar allá arriba era espectacular, una vista sin duda maravillosa. Lamentablemente no sería capaz de verla, pero aun así quería ir, además de que le hacía falta recibir un poco de luz solar, su piel comenzaba a tonarse pálida por eso mismo.
Katsuki iba mirándole fijamente, podría llegar a tropezar y golpearse, de hecho, hace un momento se resbaló y casi caía al suelo, sin embargo éste se sostuvo antes de que eso sucediera, en verdad que era un fastidio tener que lidiar con un ciego.
—¿Por qué razón debo acompañarte yo? –Refunfuñó entre dientes, le era más tranquilo estar en la habitación, era más seguro después de todo.
—Perdona si te pedí esto a ti, pero sí se lo pedía a Uraraka o Todoroki seguramente se negarían porque dirían que es peligroso ¡Estoy seguro que incluso mi madre diría lo mismo! Tenía la esperanza de que tú no dirías eso. –Sonrió levemente sin detener su andar, su mano derecha la apoyaba en aquel tubo para saber la dirección a donde debía de caminar.
—"¿Está diciendo que yo me preocupo menos que esos dos estúpidos?" –Un tic de molestia apareció en su ojo izquierdo. Estaba bien que en el pasado le haya importado un guisante su vida, pero ahora era diferente, si no se negó fue porque le fue imposible decirle que no cuando se lo pidió de manera tan emocionante y suplicante.
Los dos continuaron caminando por un corto tiempo, llegando al final del pasillo donde Katsuki le dijo a Izuku que debía dar vuelta a la derecha, así encontrarían el elevador que llevaba a la azotea, pero no se esperó la decisión del chico de pecas.
—Subamos por las escaleras.
—¿¡AHHH!? –Le miró incrédulo por lo que dijo. —¿¡Te quieres matar o qué demonios!? –Si casi se cae al caminar en una superficie plana, ahora tener que subir escaleras, era demasiado peligroso para alguien ciego.
—Iré con cuidado, además casi no me dejan salir de la habitación, quiero hacer un poco de movimiento, todo estará bien. –Y alzó su pulgar en señal de que lo estaría, cosa que en verdad no convencía del todo a Bakugou. Le miró momentáneamente, pensando sí realmente estaba bien dejarle subir por las escaleras, a fin de cuentas era cierto lo que decía, estar tanto tiempo sin moverse, arruinaría aquel cuerpo que pasó tanto tiempo ejercitando y volvería a tener que hacer todo de nuevo. Chasqueó la lengua a la vez que fruncía el ceño, parece que no tendría otra opción.
—De acuerdo, pero donde te tropieces maldito, te la verás conmigo. –Amenazó para que el otro realmente tuviese cuidado. Y parece que funcionó, ya que pudo notar como sufrió de un escalofrío, cosa que le sacó una risa. —Ven, es por acá. –Dicho esto tomó el brazo de Izuku y lo dirigió a las escaleras, esta vez no tendría algún soporte para tomarlo como guía y ver en qué dirección caminaría, pero lo tendría a él e intentaría serle de ayuda.
Al llegar a las escaleras, Izuku subió el primer escalón, apoyándose un poco en el brazo de Katsuki, había que admitir que eso le provocó temor, estar subiendo escalones completamente a ciegas le ponía un poco nervioso. Respiró profundamente, tomándose un par de segundos para subir el siguiente escalón.
En pocas palabras, casi en cinco minutos subía tres escalones. Eso claramente desesperaba al pelirrubio, de seguir así llegarían en una o dos horas, viendo que eran varios escalones. Mientras que Midoriya tomaba respiros profundos para calmar sus nervios, Bakugou lo hacía para calmar con la desesperación.
Hasta que luego de diez minutos, ya no lo pudo aguantar y soltó su brazo, asustando al peliverde por eso, escuchó como el más alto bajaba uno o dos escalones, poniéndole más nervioso ¿Se estaba yendo? ¿Quería que subiera las escaleras por su propia cuenta? Antes de poder responder a sus preguntas, sintió que lo jalaron, evidentemente se asustó y soltó un pequeño grito de pánico, esperando el golpe de la caída, pero no pasó nada, no cayó y eso le asustaba más, tanto que comenzó a patalear.
—¡Argh! Quédate quieto idiota. –Escuchó el gruñido de Kacchan, algo que le tranquilizó, pero no entendía lo que sucedía, sentía como si estuviera recargado en algo... En... ¿¡En la espalda de Katsuki!? De repente se elevó, volviéndole a poner nervioso, haciendo que se moviese un poco brusco y se agarrase de lo primero que tenía cerca, o sea, el cabello del más alto.
—¿¡Qué haces!?
—¡Estúpido Deku deja de jalarme, me vas a arrancar el cabello, maldición! –Le gritó enfadado, rápidamente actuó y soltó su cabello. Soltó un suspiro y llevó sus manos a las piernas de Midoriya, para tenerlo firmemente sostenido. Así, Katsuki cargó a Izuku en su espalda, una vez ya más calmado el otro era más fácil de acomodarse para caminar.
—¿Por qué haces esto? –Preguntó avergonzado el pecoso.
—Sí seguías subiendo escalón por escalón íbamos a llegar hasta el anochecer. Ya te moviste lo suficiente, éste es el método más rápido para subir. –Bufó a la vez que comenzaba a subir los escalones, más rápido y eso le hacía sentir aliviado, pues dentro de poco llegarían y dejarían las escaleras que ya le habían hartado.
Subieron el resto de escalones que faltaban en un completo silencio, Izuku tenía el rostro oculto en la espalda del más alto a la vez que apretaba suavemente su camiseta. Era tan vergonzoso eso, agradecía en ese momento no ver, ya que no sería capaz de verle a la cara luego de eso y también era un alivio tener el vendaje, pues éste le cubría una parte del rostro que ahora estaba peor que tomate maduro.
Cuando finalmente llegaron a la azotea, Katsuki dejó en el suelo a Izuku, con cuidado para que éste no se fuese a caer de sentón. Una vez de pie sobre el suelo, se alejó, tomando una distancia considerable.
Una fresca ráfaga de aire chocó contra el rostro de Midoriya, removiendo su rizado cabello. Sonrió ante esa sensación, el aire acondicionado no se comparaba con el natural aire, tan fresco y agradable, a pesar de que era mediados de octubre y las ráfagas de aire eran frías, esa que presenció no lo había sido en lo más mínimo.
—Woah... Cuanto extrañaba esta sensación. –Sonrió ampliamente a la vez que comenzaba a caminar hacia enfrente, alarmando al otro, caminar así como si nada en un lugar alto y peligroso no era nada bueno.
—Oi, no camines tan despreocupado. –Comentó como advertencia, pero fue totalmente ignorado por el otro. Continuó caminando, acercándose al borde, Katsuki estuvo a punto de detenerlo, pero vio que extendió sus manos y tocó el enrejado del techo que evitaba las caídas, apoyó sus manos allí e inhaló una buena cantidad de aire, volviendo a sonreír.
—Hey, Kacchan. –Habló luego de unos segundos. —¿Puedes decirme cómo es la vista desde aquí? –Pidió en un tono suave, provocando confusión en el más alto. ¿Por qué le pedía algo como eso? Y más ¿Qué se supone que debía de decirle? Observó la vista no había nada relevante que pudiese decirle.
—Uhm... Hay... Personas caminando en la calle que está frente al hospital. –Se encogió de hombros ante la pésima descripción sobre el panorama, a lo que Midoriya reaccionó con una leve risa. El más alto terminó bufando para luego mirar atentamente lo que había, había cosas que no creía interesantes, pero posiblemente lo serían para el peliverde. —Hay... Dos grandes árboles de cerezo, son solamente ramas, no tienen ninguna flor. Ahm, hay tres edificios, dos juntos y uno frente a ellos, tienen ventanas de cristal azulado. El cielo... -Alzó la mirada, fijándola sobre aquel deslumbrante cielo. —Está atardeciendo. El cielo es naranja mezclado con un poco de azul y morado. Hay demasiada nueves, parecen ser rosadas. –Describió todo lo que sus ojos podían ver, no iba a ser tan detallista y mencionar las aves que volaron por allí, pero supuso que eso sería más que suficiente. Giró para observar al otro, encontrándose cómo éste sonreía de manera amplia.
—Gracias Kacchan, pude imaginarme la vista. –Comentó en un tono suave, con el rostro firmemente alzado, como si estuviese mirando como el sol se ocultaba poco a poco. —Aunque estoy seguro que la realidad es mucho mejor a lo que me imaginé. –Soltó una leve sonrisa a la vez que sobaba su nuca.
—No es la gran cosa, es simplemente un atardecer cualquiera. –Por otra parte, Katsuki, quien podía observar dicha vista no le veía nada de especial, para él era un normal atardecer, como el de ayer y posiblemente como el que se vería el día de mañana.
—No... En realidad... -Alzó una de sus cejas confundido por escuchar aquella negación, fijó su mirada en él, esperando a que terminara de hablar, pero nunca sucedió, se quedó completamente callado. Alzó los hombros restándole importancia, volviendo su mirada hacia enfrente.
"Es especial porque estás conmigo."
Abrió de golpe los ojos, volteó una vez más, esta vez más busco, miraba con sorpresa al otro ¿Había escuchado bien? ¿Realmente Izuku había dicho esas palabras? No estaba seguro, había escuchado solamente un mormullo, en un total silencio, pero eso había sido lo que logró entender, gran parte de él estaba seguro de que había sido eso. Maldijo en sus adentros, de sólo pensar que en verdad lo había dicho hizo que el latido de su corazón incrementase, mierda, mierda, estaba sonriendo de manera tenebrosa ¿Por qué? ¿Qué podía hacer para borrar esa estúpida expresión?
—Deku-
—¡Woah! Ya debe de ser tarde ¿Verdad? –Sintió un escalofrío, creyó que se debía a que comenzaba a hacer frío, lo que indicaba que ya era de noche, aunque en realidad aún se veía el sol. —Será mejor que regresemos, me regañaran si tardo más y seguro que a ti igual si llegas tarde a casa ¿Verdad? –Dio media vuelta y comenzó a dar lentos pasos.
Mientras que Bakugou simplemente chasqueó la lengua, con ver su comportamiento tan despreocupado le confirmó que, lo que creyó haber escuchado fue sólo producto de su imaginación, matándole toda la emoción que sentía. Aunque se sentía mejor así, de seguir de esa manera no sabría qué haría.
—Idiota, no sabes por dónde es el camino y haz empezado a caminar sin pensarlo. Estúpido. –Por alguna razón se sentía molesto, no sabía porque, o, tal vez sí lo hacía, pero dicha razón le parecía tan tonta que no quería tomarla en cuenta.
Midoriya sólo se rió y detuvo sus pasos, para esperar a que el rubio lo alcanzara y guiara hacia el elevador, porque sí, esta vez bajarían por éste, ya que si volvían a tomar las escaleras, seguramente Katsuki lo cargaría de nuevo y no estaba seguro si podría sobrevivir ante tal vergüenza nuevamente.
En poco tiempo regresaron a la habitación, donde ambos se despidieron y el ojirojo se retiró, antes de salir completamente de la habitación, se quedó quieto, quería preguntarle sobre su sospecha de lo que escuchó allá arriba. Soltó una risa agría ante eso, cosa que confundió al otro. No dijo nada, ni una explicación de su risa y mucho menos cuestionar su duda, se fue como si nada.
Claramente esto le arruinó la noche, estaba de mal humor con hacerse ilusiones tontas al respecto, ¿Con qué derecho podía hacerse tales ilusiones viniendo de la persona a la cual lastimó tanto?
Patético sin duda alguna.
Una semana había transcurrido desde entonces, todos los días Katsuki continuaba visitándole, cada vez la preguntaba sobre en qué momento saldría del hospital se hacía más frecuente, en tan sólo un par de días ya se habrá cumplido dos meses desde entonces, ¿No era ya suficiente? ¿Durante cuánto tiempo seguiría internado? Creía que ya era suficiente, Izuku parecía que se había acostumbrado, por lo tanto ya era hora de que lo dejaran salir. Se preguntaban porqué razón demoraban tanto.
Aquel día, el joven Bakugou iba de camino hacia el hospital, como siempre, aunque esta vez un poco más tarde, ya que tuvo asuntos que atender, pero éstos no le impedirían visitar a Midoriya, aunque ya fuese tan tarde, no importaba.
Llegó al hospital y en poco tiempo a la habitación, donde al llegar abrió la puerta, encontrándose con la habitación completamente oscura, las cortinas estaban cerradas y las luces apagadas, dirigió su mirada hacia la camilla, donde se encontraba Izuku durmiendo pacíficamente, al parecer estaba descansando.
La idea de irse y dejar que durmiera en paz cruzó por su mente, pero la curiosidad de verlo más de cerca fue más grande, por lo que se le acercó a paso lento, teniendo el mayor cuidado para no hacer ruido y no despertarle.
Para cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, le miró con atención. Respiraba de manera tranquila con los labios ligeramente separados. Le estuvo mirando por unos cuantos segundos, pudiese ser que no pasara nada fuera de lo normal, pero para Katsuki aquella vista resultaba ser bastante interesante. Se sentó sobre la cama con cuidado para estar aún más cerca, por un momento se quedó quieto ya que observó que Izuku se removió un poco, balbuceó unas palabras incomprensibles y continuó con lo suyo.
Luego de unos segundos sin hacer nada, alzó su mano y la dirigió al cabello rizado de éste, enredó un mechón con su dedo índice y luego lo alejó de su rostro. Frunció el ceño a la vez que chasqueaba la lengua, le molestaba que la venda se interpusiera en su camino, aunque prefería que la tuviese puesta a que sus ojos estuviesen expuestos. Deslizó esa mano hasta la mejilla pecosa, donde involuntariamente depositó suaves caricias, casi llegando a los roces. Sin querer sonrió de manera leve, era la primera vez que le prestaba tanta atención a la mejilla del otro, era tan suave.
Pero de repente, aquella aterradora imagen de Midoriya lleno de heridas y sangre invadió su mente.
Alejó rápidamente la mano de aquella mejilla, con una mirada de temor. Era como sí, con aquel toque hubiese roto algo tan frágil y valioso. Sacudió bruscamente la cabeza intentando sacarse esa imagen de ella, no podía, era como si estuviese tatuada en sus ojos. Respiró agitadamente, una tras otra vez, intentando calmarse, no quería despertar al peliverde, así que debía de calmar sus nervios.
Le miró una vez más, nuevamente alzó su mano y la dirigió a su rostro.
—Una herida... Aquí... -Murmuró para sí mismo, recordando los lugares en donde había sufrido heridas, no lo entendía, quería evitarlo pero, ahí estaba, recordando con más detalle lo sucedido. —Aquí... Y aquí... También aquí... Aquí... -Fue bajando esa mano, por su cuello, pecho. Rozando aquellos lugares donde en sus recuerdos tenía heridas.
Al finalizar, llevó nuevamente su mano hasta arriba, tocando la venda que cubría los ojos de Izuku. Esa herida, que tanto le afectaba.
—Maldición... Maldición maldición maldición maldición maldición... -Repitió una tras otra vez, en un susurro, casi como si estuviese rezando. Ahí estaba de nuevo, ese sentimiento de culpa, esa opresión en su pecho, no quería sentirse así en ese momento, no frente a él. Estaba desesperado, lo que hizo que su otra mano apretara con fuerza la camisa que llevaba puesta Midoriya, jalándola a veces.
Esto hizo que el paciente de esa habitación comenzara a despertar, los murmullos que escuchaba y la sensación de ser jalado le interrumpieron de su pequeña siesta. Una vez que se despertó totalmente, supo que había alguien allí, pues al momento de alzarse sólo un poco sintió algo en sus ojos, más aparte la mano que se encontraba en su pecho, jalando la camisa.
—¿Kacchan? –Preguntó un poco confundido, supuso que se trataba de él, el pequeño hilo de voz era idéntica a la del rubio. Sin embargo no obtuvo respuesta alguna, los murmullos continuaron al igual que el agarre a su ropa. Estos fueron disminuyendo de volumen, llegando en pocos segundos al silencio. Esto preocupó al joven de pecas, sin pensarlo dos veces alzó su brazo y buscó a Katsuki, pero antes de poder ser contacto con él, éste detuvo su brazo, tomándole de la muñeca. —¿Ka-
—Deku... Tú... ¿Me odias? –Fue interrumpido con esa pregunta que le sorprendió. No supo qué decir, pues aún estaba confundido del porque había hecho tal pregunta.
—¿Por qué preguntas-
—Después de todo fue mi culpa de que perdieras la vista y sufrieras todas esas horribles heridas... Debes de odiarme mucho, cualquiera lo haría... –La voz de Katsuki se escuchaba apagada, no era la misma voz agresiva y ruidosa que siempre se manifestaba en gritos, no, parecía más bien la voz de un chico que se la pasó toda una noche llorando. Midoriya tragó pesado, era inquietante tener al otro de esa manera, sin embargo, antes de poder decir algo nuevamente fue interrumpido. —Estar encerrado en este estúpido lugar... Resignarte a una vida en donde no puedas ver... -Chasqueó la lengua, quería tenerse y dejar de decir cosas absurdas ¿Quién era para ponerse de sentimental y mostrar tal arrepentimiento? ¡Era Katsuki Bakugou! Uno de los estudiantes más fuertes de U.A. con una singularidad excepcional, siempre se mostró como un chico de piedra que lo único que le importa era él y sus aspiraciones, pero ahora, por primera vez se mostraba como un humano, uno que se sentía sumamente arrepentido. —No me merezco tu perd-
—¡Cállate! –Esta vez el que interrumpió fue Izuku, haciendo que Katsuki alzara un poco la mirada. —Todo lo que has dicho es mentira, no fue tu culpa. –Le regañó, con un tono de voz molesto, claro, después de todo no le gustaba que dijese esas palabras, no era propio de Bakugou. —Tú sólo hiciste lo necesario para salvar a los ciudadanos ¿No? ¡Es lo que importa! Como aspirante a héroe es lo único que debe de preocuparte. Además fue la mejor opción que pudiste tomar, gracias a ti esos monstruos desaparecieron. Lo que me pasó fue únicamente mi culpa, fui tan lento que no pude evacuar a tiempo el edificio. –Se sentó sobre la camilla, girándose un poco para luego llevar sus manos al rostro de Katsuki, donde buscó sus mejillas y lo alzó, simulando como si lo estuviese observando. —No hay razones para que te sientas culpable. –Esta vez habló suavemente, intentando calmar las inquietudes de Katsuki. Se le acercó un poco más, lo suficiente como para que uno de sus mechones de cabello se juntase con el puntiagudo de Bakugou.
Por otra parte, el ojirojo se quedó boquiabierto por sus palabras, anteriormente nunca le reprochó lo que sucedió, pero creía que guardaba rencor hacia él pero nunca lo demostró. ¿Cómo debía de asimilar aquello?
—¿No sientes rencor por eso? –Preguntó aún dudoso, volviendo a bajar la mirada, no quería verle.
—En absoluto. –Negó lentamente la cabeza. Al escucharle apretó sus labios fuertemente, sin poder evitarlo llevó sus brazos al cuerpo de Midoriya y lo jaló, abrazándolo con fuerza, como si se estuviese ocultando en él.
No lo odiaba, luego de ese accidente y posiblemente por todo lo sucedido en el pasado, no le odiaba, no sentía algún rencor hacia él, incluso ¡Le había dicho que fue buena su decisión! No lo entendía, creía que le detestaría por todo lo que pasó, pero no fue así, ahora en ese mismo instante había dicho todo lo que su corazón necesitaba saber, o por lo menos la mayor parte. Un sentimiento de felicidad le invadió, una felicidad un tanto desconocida, pues la única vez en donde se sintió sumamente feliz fue cuando se manifestó su singularidad, pero esa felicidad era muy inferior a la que sentía en ese momento.
Era un sentimiento tan fuerte que hizo humedecer sus ojos, maldijo una vez más, de manera mental, no pudo contener aquellas molestas lágrimas que batallaban para escaparse de sus ojos, seguramente se debería de ver ridículo de esa manera. Para ocultar dichas lágrimas, presionó su rostro contra el pecho de Izuku, apretando un poco la camisa por la parte de la espalda.
Eso sorprendió mucho a Izuku, quizá no podía verle, pero se sentía tan indefenso ahora mismo, nunca se había mostrado de esa manera, era... de cierto modo lindo. Sonrió suavemente por la situación, llevó una de sus manos a la cabeza de Katsuki y la acarició, en un intento de subirle el ánimo.
—Es extraño que te comportes así Kacchan, pero... Pienso que es algo tierno. –No pudo contenerse de decir aquello.
—Ci-cierra la boca estúpido... -Sollozó Bakugou. Quizá ahora estuviese más sentimental de lo normal, pero nada le quitaba lo malhablado. Esto hizo que se sobresaltara, si su oído no le fallaba... Katsuki estaba... ¿¡Llorando!? Movió un poco nervioso su cabeza hacia los lados, eso realmente le inquietó, sólo una vez le vio llorar y fue aquella vez que le confesó sobre su singularidad, pero la razón de esas lágrimas era totalmente diferente, ahora... ¿Por qué lloraba?
Tragó pesado, se alejó un poco para poder moverse mejor, nuevamente alzó su rostro y pasó con cuidado sus pulgares por las mejillas del más alto, deshaciéndose de las lágrimas que había en ese lugar. Una vez limpias sus mejillas, jaló la manga de su camisa y ahora limpió las que seguramente se encontraban en sus ojos, él había llorado un sinfín de veces, sabía perfectamente que en ocasiones las lágrimas se quedaban atrapadas entre los ojos y no quería que hubiese alguna en los de Katsuki.
—No llores ¿De acuerdo? Kacchan es fuerte por lo que llorar no va con él ¿Verdad? –Le sonrió. Oh, esa sonrisa, esa brillante y encantadora sonrisa, nuevamente se posaba sobre el rostro de Midoriya, y lo mejor de todo, iba dedicada única y especialmente hacia él. Sintió un retumbe en su pecho, sus mejillas ardieron de repente y la voz se quedó atascada en su garganta, que poderosa era esa sonrisa como para poner a Bakugou de esa manera.
En un impulso, sin saber bien exactamente lo que hacía, solamente se dejó llevar. Alzó su rostro un tanto brusco, una de sus manos que se encontraba en la espalda del pecoso, la subió y dirigió hasta la nuca de éste donde lo empujó suavemente para acercarle más, haciendo que, sus labios se juntasen contra los suyos, en un inesperado beso.
E Izuku simplemente se quedó quieto, congelado. ¿Qué era lo que estaba pasando? Algo... Algo estaba tocando sus labios y otro algo le estaba sosteniendo de la nuca, esto último deducía que se trataba de la mano de Katsuki, pero... ¿Lo otro? Una idea loca cruzó su mente, podría tratarse de... Los labios de Katsuki.
—"No puede ser..." –Colocó sus manos sobre los hombros ajenos para alejarlo de él, pero no lo consiguió, fue todo lo contrario, el otro se le juntó más, haciendo más presión entre sus labios.
Ninguno de los dos entendía lo que estaba sucediendo, ni siquiera el mismo Katsuki, sólo tuvo esa necesidad de besarlo y ya. Parece que ese momento no sólo sus sentimientos de culpa y arrepentimiento salieron a flote.
Luego de un par de segundos, Izuku logró romper aquel beso, respiraba con algo de dificultad debido a todo el aire que se le fue negado por el beso. Su corazón latía como loco, sabía que su rostro estaba rojo. Le costaba creer lo que había sucedido, debía de tratarse de un sueño, sólo allí Katsuki se comportaría de esa manera y le besaría.
—Ka-Kacchan ¿Por qué- ¡Uwah! –No fue capaz de completar su oración, debido a que Bakugou lo empujó para que éste se acostara por completo en la camilla, no le dio tiempo de reaccionar, puesto que Katsuki ya lo había aprisionado con su cuerpo, llevando sus brazos por debajo de su cintura, juntándole con él a la vez que llevaba su cabeza y la colocaba en el hueco que hacía su hombro y cuello.
—¿Te molesta esto?
—¿E-eh?
—Tch, pregunto que, si esto te desagrada. –En ningún momento salió de aquel lugar, esperó recibir su respuesta con un tanto que impaciencia. El ojiverde analizó sus palabras, poniéndose a pensar con mejor detalle. ¿Realmente le desagradaba lo que hizo? En realidad no era así, más que nada había sido la sorpresa, pero... Siendo honesto le causaba una sensación... Interesante.
—N-no es que me moleste... Uhm... sólo es un poco extraño... -Habló con un poco de nerviosismo, cualquier palabra en falso podría enfadar a Katsuki, aunque su comportamiento fuera diferente nunca se sabía cuándo volvería a gritarle y demás.
—¿Y esto? –Eso confundió un poco al pecoso, no sucedió absolutamente nada por un corto tiempo, hasta que sintió como los dientes de Katsuki se clavaban en su cuello, mordiéndole con poca fuerza. Esto le provocó un ligero susto, al igual que un escalofrío que recorrió por todo su cuerpo.
—Es... raro... ¿Por qué lo haces? –Jadeó. Seguía sin comprender lo que estaba pasando, y el hecho de no poder ver nada hacía más inquietantes las cosas.
—No lo sé... Sólo... -Se quedó callado, como si estuviese avergonzado, volvió a acurrucarse en su hombro, dejándole con la intriga al pobre de Izuku. —Quiero estar contigo... de manera un poco diferente... -Confesó.
—¿Diferente? –No lograba comprender las palabras que había dicho el otro, provocando que una venita sobresaliera de la frente del rubio.
—¡Maldita sea, Deku idiota! ¡Sí, sí! Diferente, o sea... Tsk, sólo... Déjame estar a tu lado, maldición. –Estaba avergonzado, más que nunca, sin duda ese chico acababa con su paciencia, pero a pesar de eso... Lo consideraba de esa manera especial.
Segundos después se escuchó una suave risita por parte de Izuku, le fue imposible no reírse, no por burla, sino porque le parecía algo impresionante que Kacchan le dijese algo tan... poco común de él, pero... Estaba feliz, era todo lo que necesitaba para ser feliz, la presencia del mayor.
—Eso sería algo grandioso. –Respondió mientras que llevaba sus brazos al cuello ajeno y lo abrazaba con fuerza.
Katsuki abrió con sorpresa sus ojos, por un momento creyó que eso le asustaría, pero al parecer no fue así. Sonrió a sus adentros y sin espera alguna volvió al cuello de Izuku, rozando ligeramente sus labios contra éste. Poco después los plantó en ese lugar, sintiendo la suavidad de ese cuello, seguidamente separó sus labios, dejando que sus dientes volviesen a atrapar la piel, la cual la estiró un poco, mordisqueando. Aunque intentó ser lo más suave que pudiera, fue prácticamente imposible serlo, suavidad no iba con él, provocando un incomoda sensación al dueño de ese cuello, pero tuvo que ahogar sus quejas.
Sacó la lengua para inspeccionar mejor el área, saboreando el curioso sabor de Midoriya. Sin contenerse volvió a atrapar la piel de éste y la succionó, para dejar una clara y rojiza marca, donde al momento de separar sus labios se escuchó un sonoro ruido de un chupetón. Izuku apretó sus labios en reacción al pequeño dolor que le provocó eso.
La boca del rubio subió por todo su cuello, besando la mandíbula del pecoso, para en poco tiempo llegar a sus labios, besándolos de nuevo, aunque esta vez con un poco de brusquedad. El contrario no supo que hacer, se quedó quieto mientras pensaba, pero decidió en aceptar su beso, torpemente impulsó su cabeza hacia adelante y así juntar más sus labios.
Las manos de Bakugou no fueron capaces de quedarse quietas, un poco ansiosas recorrieron su espalda, asegurándose de tocar todo rincón, esto provocó que Midoriya se sobresaltara, separando sin querer sus labios. Katsuki no desaprovechó tal oportunidad e introdujo su lengua en la cavidad bucal del otro, encontrándose con la lengua a la cual la rozó, invitándole a jugar.
Izuku se estremeció por ello, las manos ajenas le provocaban un escalofrío y el toque de su lengua... le ponían los nervios de punta. Llevó sus manos a su espalda, donde apretó su camisa como intento para mantener la calma, mientras intentaba seguir el juego que indicaba la lengua de Katsuki. Las manos de éste bajaron, encontrándose con el fin de la camisa, la alzó un poco y metió sus manos, tocando la piel cálida, tan suave, tan tentadora, estremeciendo más a su compañero. Tocó desde la cintura hasta los omoplatos, frotaba un poco sus dedos contra su piel, como si estuviese buscando alguna manera de entrar en calor.
La mano que apretaba su camiseta comenzó a moverla, dándole leves golpecitos, en señal de que se separara. De mala gana y casi a la fuerza dejó sus labios, dejando que un poco de saliva se escurriese por la boca de Midoriya. Éste se encontraba jadeando con fuerza, ¿Cómo pudo estar tanto tiempo sin oxígeno? Él creía que un poco más y moriría asfixiado.
Katsuki no perdió el tiempo, ahora que se había separado aprovechó ese tiempo para deshacerse de la camisa que traía puesta Izuku, haciendo que éste se sintiera aún más nervioso.
—Kacchan... ¿Qué-
—Guarda silencio. –Ordenó. Éste no tuvo de otra más que obedecer y tragarse sus dudas. Fue despojado de su camisa, dejando al aire su torso desnudo. Tomó su brazo y le ayudó a que se sentara sobre la camilla, separó sus piernas para poder acercársele más. Alzó una de sus manos y la deslizó por su pecho, consiguiendo que Izuku se volviese a estremecer, escapándose un suspiro de su boca, cosa que hizo que la cabeza de Katsuki hirviera.
Esta vez llevó sus manos a los dos pezones del pecoso y los atrapó entre sus dedos, apretándolos. Izuku reaccionó con un quejido, se sentía extraño, demasiado de hecho, pero el hecho de que fuera Katsuki quien lo hiciera... Era un tanto satisfactorio.
Los pellizcos continuaron por poco, pero sus inquietantes manos querían tocar más. Por lo que deslizó nuevamente, llegando al abdomen donde se encontró con el pantalón que le resultaba estorboso. No se lo pensó dos veces y llevó sus manos al borde con intenciones de bajarlo.
—¡E-e-espera! ¿¡Q-qué crees que haces!? –Tartamudeó asustado. Pero lo único que consiguió fue un gruñido por parte de Katsuki.
—Quiero tocarte. –Tragó pesado por su respuesta, por la manera en como lo dijo supuso que nada le impediría hacerlo. —Quiero tocar cada parte de tu cuerpo. –Habló en un tono seductor. Se le acercó y besó su cuello, para distraerlo. Izuku mordió suavemente su labio, esas palabas le dejaban sin aire. Aprovechando esa situación, Katsuki bajó de un tirón el pantalón, encontrándose con la peculiar ropa interior de éste. —Pfff. –Se rió al verlos, eran unos boxers de All Might, estaba totalmente serio, concentrado en la situación, pero esa prenda, le hizo el día, no fue capaz de aguantar las carcajadas. —No creí que aún tuvieras de estos.
—¡¡N-no te burles!! –Exclamó con el rostro completamente rojo. Bajó sus manos para subir el pantalón y así impedir que continuara su ropa interior, pero las manos de Katsuki atraparon las suyas y las alejó. No, no, no importaba que hubiese arruinado el momento, no cambiaba el hecho de que quería tocarlo.
Con una sola mano sostuvo las de Izuku y con la otra se encargó de deshacerse de la última prenda que cubría su cuerpo, dejando expuesto la erección que sufría su miembro. Eso hizo que nuevamente soltase una risa, apenas si lo tocó y ya estaba así, vaya sorpresa.
Pasó uno de sus dedos desde la base hasta la punta, provocando que Izuku se moviese un poco brusco al igual que, gimiera en un tono suave. Katsuki jadeó ante esa reacción, quería ver más, quería ver que tan alto podría gemir.
Continuó con aquel dedo paseándose por todo el miembro ajeno, siendo una tortura para Izuku, lo hacía de manera tan lenta que le volvería loco si seguía de esa manera.
—Veo que no te gusta que lo haga así ¿Eh? –Habló un poco divertido, verle estremecerse y las muecas que hacía era una clara señal.
—Duele... -Se quejó, después de todo si le ocasionaba un molesto dolor, no era fácil tener que lidiar con una erección y que apenas lo tocase.
—Puedo mejorarlo, sólo si lo pides. –Absolutamente ser amable no iba con él, mucho menos cuando iba perdiendo la poca, poquísima cordura que siempre tenía.
—"¡Sádico!" –Se quejó mentalmente. A diferencia de Katsuki, Izuku no quería perder su compostura, pero, el dolor podía más con él. —M-más... Por favor... Más... -Se tragó toda su dignidad y lo pidió, entre jadeos y débiles gemidos.
Listo, ahí se fue toda la cordura de Katsuki.
Ladeó su sonrisa y ahora tomó el miembro con toda su mano, apretándole fuertemente, ganándose un grito agudo del otro. Arriba y abajo, ese eral ritmo que seguía su mano, un ritmo rápido y sin piedad. Izuku tuvo que tapar su boca para que los desesperantes gemidos no salieran, comenzaba a arrepentirse por haberle hecho caso y pedir tremenda atención, aunque... Muy profundo de él le resultaba placentero.
Frotó su pulgar contra la punta, a lo que Izuku reaccionó agitando sus piernas, estaba siendo demasiado brusco. De ser así pronto terminaría y eso resultaría algo vergonzoso, es decirse ¡Estaban en una habitación de hospital! Eso era inmoral, mal visto, estaba mal... Pero, estaba con Katsuki... Así que no importaba mucho.
Pero como era de esperarse, Bakugou no le dio el placer de seguir lo suficiente para que Izuku liberase aquel líquido para estar tranquilo. No señor, una vez que Izuku aceptó que podía venirse, Katsuki dejó su miembro.
Antes de poder decir algo, le tomó nuevamente de los brazos y le obligó a voltearse, quedándose de espalda. Por un momento no supo lo que sucedía, hasta que sintió un par de besos en su espalda. Nuevamente gimió, la espalda era un lugar sensible, por lo que un solo roce le erizaba toda la piel. Katsuki besó y mordió, volviendo a dejar las marcas, descendió hasta llegar al trasero de éste, donde también mordió. Izuku dio un pequeño salto por esto, no era un lugar indicado para morder.
Sin previo aviso, un dedo fue insertado en el interior de Midoriya, consiguiendo que éste gimiese un poco alto, dejándose caer sobre la camilla. Katsuki mantuvo firme sus piernas, para que elevara el trasero y fuese más fácil la introducción de su dedo. Mientras que Izuku apretaba con fuerza los dientes y las finas sabanas de la camilla. No creyó que irían tan lejos, pero era de esperarse de alguien como Katsuki.
Introdujo completamente aquel dedo, sacándolo y metiéndolo, no precisamente lento, más bien a un ritmo rápido pero no exagerando, arrancándole más gemidos, cada uno más fuerte que el anterior.
—Levántate. –Habló Katsuki, llevando su mano libre al pecho de Izuku, en indicación a que se levantara. Con un poco de trabajo lo hizo, pero esto sólo hizo que el dedo en su interior se enterrara con más fuerza, pues casi estaba sentado sobre éste. Continuó con el movimiento de su dedo, a los pocos segundos introdujo un segundo dedo, causándole mayor incomodidad al menor.
—Ah... No... K-Kacchan... Es... Du-dueleah... -Al ser un lugar estrecho, que separasen sus paredes internas resultaba algo doloroso. Sin embargo sus palabras fueron completamente ignoradas, siguiendo con los veloces golpes que daba con ambos dedos.
Al tenerlo cerca de él, observó las pecas que estaban en sus hombros, era la primera vez que las veía ¿Siempre las tuvo ahí? Supuso que sí, las pecas no aparecían de un día para otro. Al igual que como las que tenía en su rostro se veían adorables. Inclinó su cabeza y besó el hombro derecho, un beso aquí, uno allá, depositaba un beso por cada peca que veía. Pero poco después dejaron de ser besos y fueron mordidas y chupetones.
Izuku estiró su cuello, intentaba moderar su respiración, pero Katsuki no se lo permitía, los húmedos besos y el movimiento que hacían sus dedos, de verdad que le estaban enloqueciendo, no había manera para callar los suspiros y gemidos que le provocaba y de algún modo presentía que estos le motivaban más al otro.
Y efectivamente era así, los gemidos con esa voz, joder, eran tan excitantes. Que cada vez más grade era el dolor en su entrepierna que ansiaba el momento de salir y hacerlo suyo. Pero se divertiría un rato más jugando con sus dedos en su interior, además de que aún no terminaba de besar y morder las pecas del otro, pues resultó que en su espalda también había unas cuantas.
Para cuando terminó con ello, se alejó de Izuku al igual que sacó sus dedos, dejando en paz la entrada de éste, por fin podría tomar un respiro, aunque no sabía lo que realmente le esperaba. Katsuki volvió a girarle, quedando cara a cada, tomó sus rodillas para separarlas y adentrarse entre sus piernas, sentir su cuerpo entre sus piernas ya le daba un mal presentimiento. El rubio llevó sus manos a su propio pantalón para desabotonarlo y bajar la cremallera, al igual que el pantalón y su respectiva ropa interior, sólo lo suficiente para liberar al prisionero que estuvo resistiéndose desde que iniciaron.
El suspenso que hubo estaban inquietando demasiado a Izuku, en esos momentos estaba disgustado con no ver, de lo contrario sabría lo que estaba sucediendo y más, prepararse para ello, pero al estar completamente a oscuras, todo sería una sorpresa.
Bakugou tomó su propio miembro y lo dirigió a la entrada del otro, introduciendo la punta. Evidentemente eso alarmó al pecoso, quejándose en voz alta, pataleó y apretó la manga de Katsuki, si tener dos dedos dentro de él resultaba incómodo, ahora tener el miembro de Katsuki era mucho más doloroso. Entre más se introducía el dolor era mayor, sus paredes internas se separaban más y más, alojando aquel intruso que parecía estar cómodo allí adentro.
Izuku volvió a quejarse mientras que Katsuki gruñía por lo apretado que estaba, sin duda alguna se sentía muy bien, algo que no era mutuo para el pecoso, pero era cuestión de tiempo para que fuese lo contrario. Alzó la mirada y se encontró con el rostro sonrojado de la persona que había debajo de él, los labios separados, estos tragaban la mayor cantidad de aire posible, al igual que se escapaba un poco de saliva. Pudo notar como el vendaje se había aflojado, pues esto permitió que una lágrima se deslizara por su mejilla.
Chasqueó la lengua, si Izuku se quedaría así por el resto de su vida, por lo menos debería acostumbrarse a ellos. Por lo que llevó sus manos a la venda que cubría sus ojos y se la quitó, encontrándose con esos apagados ojos, entrecerrados con un par de lágrimas por el dolor ocasionado.
Al sentir lo que hizo, abrió por completo sus ojos, ¿Le había quitado las vendas? ¿Por qué? Su mirada resultaba incomoda, no entendía porque razón quitarle el vendaje.
—No importa que tus ojos se vean diferentes, seguirás siendo siempre Deku y... Seguirán gustándome tus ojos, sin importar lo que les haya sucedido. –Y como si le hubiese leído la mente, ahí estaba la respuesta a la duda que surgió en ese momento. Se quedó completamente callado, impactado por las palabras que dijo, segundos después sus labios temblaron y más lágrimas se acumularon en sus ojos, estaba feliz, podría decirse que eso había sido la cosa más amable que le había dicho y claramente le conmovió.
Se le aventó en un abrazo, enredando sus brazos a su cuello para así tenerlo cerca, le había aceptado, a pesar de tener una mirada, literalmente muerta, no le importó y eso le hizo sumamente feliz.
—Ya... P-puedes moverte... -Puede que no necesitase su permiso, pero aun así decidió concedérselo, con una alegre sonrisa lo hizo.
No necesitaba decírselo dos veces, al tener su aprobación movió su cadera hacia atrás, para luego moverla hacia adelante, comenzando con la penetración a su interior. No comenzó suavemente como cualquier lo haría, no, lo hizo con un movimiento rápido, no importaba que fuese la primera vez de Izuku, su ansiedad le hizo ir rápido.
Izuku arqueó su espalda al sentir los bruscos golpes en su interior, dolor, dolor era lo que sentía, apretó la camiseta del mayor. A pesar de que se trataba de un dolor, por alguna razón los gemidos no disminuyeron ni se convirtieron en quejidos, no, continuó gimiendo, un poco desesperado.
—Ka... Kacchan... Nh... Noh tan rá-rápidohh... Nhmm... -Cerró sus ojos, en consecuencia a las rápidas embestidas del rubio.
—¿Ahhh? Imposible, se siente bien dentro tuyo. –No disminuyó la velocidad, al contrario, fue más rápido, sostuvo la cintura de Izuku para que las estocadas fuesen más precisas y certeras. Izuku no tuvo opción más que dejarse.
Un gemido tras otro, aquella habitación era lo único que se escuchaba, aparte del sonido que hacían ambos cuerpos al chocar. Llegó un momento en donde, sin darse cuenta el dolor que sentía Izuku desapareció, dejando en su lugar un inexplicable placer, cada gemido que soltaba le excitaba más al otro, tan delicioso y caluroso.
Y por cada gemido de Izuku, los golpes eran más rápidos y fuertes. Con intenciones de introducirse más, tomó las piernas del peliverde y las llevó sobre sus hombros, haciendo que su miembro estuviese complemente dentro del menor. Esto hizo provocó espasmos de placer en Midoriya, su cuerpo temblaba debido a ello, cada vez que recibía una estocada hacía retorcer a su pobre cuerpo, pero vaya que se sentía sensacional.
Pronto llegarían al final, era predecible, la estreches de Midoriya, la forma en como apretaba el miembro de Katsuki y los feroces movimientos de éste, además de sus manos que no paraban de tocar su cuerpo, sus piernas a las cuales arañó, su pecho el cual mordió y sus labios, en donde besó una tras otra vez, en un intento desesperado de descargar todo el placer causado.
Fue cuestión de segundos para que Izuku terminara viniéndose, no aguantando más liberó todo lo que había acumulado, acompañado de un sonoro gemido, el cual fue liberado justo al lado del oído de Katsuki. Aquel fue igual el límite para éste, al momento en que el otro terminó, sus paredes internas se contrajeron, haciendo aún más estrecho su interior, claramente apretando el miembro ajeno que igual que él, terminó viniéndose, llenando el interior de Izuku con esencia.
Jadeos por parte de ambos, uno que otro gemido y gruñido no hizo falta. El ambiente acalorado por la actividad movida que acababan de realizar, ambos con un poco de sudor en su cuerpo, tomaban grandes tragos de aire para moderar su respiración.
Izuku sonrió con alegría a lo que Katsuki le miró confundido. Pero pocos segundos después soltó un suspiro, no era necesario saber en realidad su respuesta. Midoriya abrió sus ojos y los fijó en el otro, sonriendo de mejilla a mejilla, puede que sus ojos hubiesen perdido el vivo color verde y el brillo que todo humano tenía y demostraba lo vivo que estaba, pero, de algún modo, esa mirada le trasmitió un mensaje claro.
Un sentimiento honesto y difícil de tratar.
El amor de un joven chico hacia otro.
Claramente que ambos limpiaron después, no podían dejar evidencia alguna de lo que había sucedido.
Al ser casi de noche, Katsuki debía de irse a su hogar, por lo que al finalizar con la limpieza, se retiró, no sin antes despedirse.
Así, al llegar el día siguiente como ya era costumbre, fue a visitarle, llegando al hospital donde se encontraba Midoriya con un dolor de cadera por lo sucedido el día anterior, a lo que Bakugou se rió de buena gana.
—Hey... –Habló de pronto Izuku, interrumpiendo la conversación que tenía con el otro. Katsuki guardó silencio esperando a que dijese lo que tenía que decir. —Lo he pensado y... Voy a tomar la cirugía para que pueda recuperar la vista. –Finalmente lo dijo, sorprendiendo al chico de ojos rojos.
—¿¡De verdad lo harás!? –No podía creer que el miedoso de Izuku realmente aceptara la opción de la operación para poder curar sus ojos.
—Sí, tienes razón con decir que no puedo desperdiciar la posibilidad de recuperar la vista. –Sonrió levemente a la vez que juntaba sus dedos. —Además de que... Quiero verte de nuevo. –Esas palabras fueron como flechazos que atravesaron su corazón, rápidamente su rostro se ruborizó.
—Idiota, no digas cosas estúpidas. –Aunque intentó sonar molesto, no lo estaba en absoluto, era todo lo contrario, se sentía feliz, pues Izuku recuperaría la vista, volvería a ver esos alegres ojos de nuevo. —¿Cuándo será la cirugía? –Preguntó una vez que logró calmarse.
—La próxima semana. –Respondió, era verdad que se sentía nervioso, pero no importaba, con tal de poder ver de nuevo a Bakugou, quería ver sus ojos, su rostro, las expresiones que hacía, valdría la pena. —Una vez que recupere la vista... Quiero, repetir lo de ayer... Así podré ver qué clase de caras haces... Yo, también quiero verte en ese momento. –Le parecía algo injusto que sólo Bakugou viera que pasaba, él también quería verlo, tocarlo y sentirlo nuevamente, esta vez con los colores de su alrededor y en especial, ver a Katsuki.
—De acuerdo. –Ladeó su sonrisa, no sonaba mal la idea. —También cuando hayas recuperado la vista hay que festejarlo comiendo Katsudon en aquel local de comida. –Propuso, que mejor manera para celebrar que comiendo la comida preferida del peliverde. Ante tal idea Midoriya asintió rápidamente, le encantaba la idea.
—¡Por supuesto! Es una promesa, cuando salga de aquí, iremos a comer Katsudon. –Estaba fascinado con la idea, ya quería que llegara el momento, salir a comer con Katsuki, era algo que sonaba maravilloso, era como si fuese una cita. Al pensar en eso rió de manera boba, sería su primera cita, era imposible no emocionarse por ello.
Ambos jóvenes estaban felices, ansiosos porque llegase el momento. Sólo era cuestión de esperar a que llegase el día para que todo volviese a ser como antes.
Oh, pobre par de ingenuos.
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