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|  C A P Í T U L O #6  |
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Immortal Centuries [Monsters Book #1]
P A R T E  U N O.
CAPÍTULO 6.
C A S A   D E   C A R T A S.








—¡Ahhhhhhhh! —gritó exaltado el mortal aferrándose al cuello del enorme dragón.

Repasemos. Después de visitar y conocer la aldea donde habitaban los lobos, guías y guardianes de los alrededores del gran lugar; visitó otros más, como el de los duendes donde al menos la mayoría eran bastante carismáticos, o el más memorable que era el de los vampiros que habitaban las cuevas más oscuras de la zona, liderados por un paliducho de nombre Min YoonGi –que curiosamente era más carismático de lo que aparentaba, que era lo contrario–, hasta el de ahora, que eran los más grandes seres que habitaban el lugar y guardianes de las zonas aéreas. Y quien se ofreció amablemente en guiarlo fue el gran y respetable Kim NamJoon.

Y llegamos a la situación de ahora; cuando NamJoon había finalizado de explicarle y contarle la existencia tanto de donde habitaban los dragones como del enorme lugar, justamente había llegado la nombrada Youra y prácticamente lo secuestró en su forma reptil y lo había sacado fuera para llevarlo a lo más alto de la zona. Por ello y su temor a las alturas el mortal se aferraba, pues su vida si dependía de ello, al cuello del animal.

Mientras que esa traviesa chiquilla reía a sus adentros pues le daba gracia su reaccionar.

Hasta que se detuvieron.

—¡¿Pero que carajo?! —exclamó exaltado el mortal.

Pero su pesadilla continuó puesto que la chiquilla había tomado la decisión de jugar con él unos segundos más, se lanzó en picada y el mortal nuevamente se aferró a su cuello.

—¡¡VOY A MORIR!! —gritó el mortal con el poco aire que llegaba a su ser.

La chiquilla sonrió ladinamente y extendió sus alas, y estas recibieron gustosas el aire para acto seguido brindarle un vuelo satisfactorio a la chica.

El mortal mientras tanto sólo se aferraba con los ojos fuertemente cerrados a su cuello. Pero la chica gruñó bajo llamando su atención y obligando a ver la hermosa vista aérea. Y él... lentamente abrió sus ojos, olvidando de un segundo a otro el miedo y la adrenalina que había sentido y se maravilló con lo enorme que era el lugar y lo extensamente bello que era.

Este lugar le estaba gustando. Además por su ambiente viviente que poseía, no como en la ciudad, controlados y esclavizados.

—Vaya, esto sí es bello —admitió el mortal, y la chica sonrió satisfecha.

Ambos bajaron donde un chico moreno les esperaba sonrientes y divertido por lo presenciado.

—Youra, ¿qué te ha dicho omma de jugar así con invitados? —regañó sin borrar la sonrisa de su rostro pero igualmente divertido.

El mortal se bajó del reptil y éste soltó un gemido lastimero. El mayor izo un ademán para poder permitirle la retirada, y ella se fue por los aires.

—Adolescentes —se quejó bromeando el peli-verde.

—¡Eso fue increíble! —exclamó emocionado.

—Lo se —presumió el peli-verde.

Ambos caminaron a la orilla de la enorme montaña, mirando como el atardecer se ponía con tranquilidad y paz.

—Hoseok, creo que entiendes lo que quiero de ti —comenzó el peli-verde.

El mencionado lo miró extrañado.

—Quiero que me digas, ¿cómo entraste aquí?

El mortal se lo pensó un poco, recordando su accidental llegada al lugar.

—Pues estaba corriendo hasta que accidentalmente tropecé y cuando terminé de rodar... ya estaba aquí. —explicó el mortal.

—Mm, ya veo, ¿así que fue accidente? —bromeó el peli-verde.

—S-si, jeje —contestó nervioso el mortal.

—Oye... no se porque pero siento un aura en ti, una que pocos tienen, y casi podría jurar que no te siento tan mortal como aparentas.

—Pues... —se rascó la nuca nervioso— la verdad es que aveces no me siento así, veo cosas que otros no, soy bastante hábil para otras cosas que siento yo que cualquier otro humano no puede lograr, y sano más rápido de golpes graves que los demás —confesó el mortal.

—Créeme, a todos les pasa. Me recuerdas mucho a Taehyung cuando él era tan solo un niño —mencionó melancólico.

—¿A sí? —su curiosidad creció.

—Si. Él... él era tan inseguro, no sabía nada de sus dones, era un niño muy tímido; pero cuando Jin y yo le enseñamos a controlarlos y aprender a sobrevivir por su cuenta... —rió enternecido— nada lo detenía, era libre de volar aquí y allá, con sus enormes alas era libre, y utilizaba ciertos de sus dones para el bien —su sonrisa desapareció levemente y su mirada se apagó—, hasta que tocó la madurez y fue nombrado y coronado como líder de los demonios su actitud cambió, ya no era el niño juguetón de antes. Su llama se apagó. Y desde ahí no volvió a utilizar sus dones jamás.

El mortal no dijo nada.

—Pero tengo una fe en ti, siento que tú puedes volver a encenderla y hacer que cambie para bien —le aseguró.

El mortal le miró sin creer.

—En cerio. Creo en ti.

Y un orgullo infló el pecho del mortal y una sonrisita presumida apareció en su rostro.

Su mente divagaba al contorno de aquel recuerdo. Aferrándose a la libreta, que se utilizaba como un diario por él, miraba un punto fijo en la habitación.

Un suspiro pesado salió de su ser y dejó la libreta a su costado, encaminándose a su balcón y abrir las ventanas de ésta. Igualmente mirando la vista de su clan.

Estaba intentando olvidar el sentimiento que aquel mortal estaba causando en él; no lo sabía pero desde que lo vió ahí tirado e indefenso tras las rejas había sentido..... lástima –y hacia mucho que no la sentía–, y después al ver mejor sus facciones algo dentro de él se removió inquieto, había sentido una sensación extraña en el pecho y su corazón latió más rápido. Su vida había cambiado desde que ese mortal había llegado. Maldita sea, era su culpa; pensó.

Sus ojos se tornaron negros y su vista desapareció del exterior y se centró ahora a las imágenes que veía, y que su mente le mostraba.

Un hombre canoso, de la tercera edad ya.
Unos dedos tecleando algo en el ordenador.
Un hacker
Una guerra. Un lobo herido, el alfa.
Una cicatriz en su propio ojo.
Y por último una batalla entre Kim NamJoon y ese hombre.

Cerró sus ojos fuertemente caminando hacia atrás. Y cuando volvió a abrir los ojos la vista anterior seguía ahí. Sintió algo bajar por su nariz, cuando pasó su mano por ahí sangre quedó en su dedo índice.

Nuevamente soltó un suspiro.

Aquellas imágenes eran nuevas, muy nuevas y recientes. Sabía perfectamente que era el futuro, más sin embargo odiaba verlo. Odiaba saber los sucesos importantes de su vida antes de tiempo, como las sorpresas que se supone le sorprenderían. Aunque estos sucesos sí le sorprendían, demasiado, pues jamás los había visto. Más sin embargo sólo lo olvidaría por hoy, después de arreglar un suceso más importante le diría a NamJoon y a Jin.

Y una necesidad de ver al mortal creció en su ser, necesitaba verlo y hablar con él y posiblemente pedirle disculpas por su comportamiento, y aprovecharía para advertirle no husmear en las cosas ajenas. Si.. eso haría.

Sus alas se extendieron y emprendió vuelo yendo justamente a donde sabía perfectamente que el mortal se encontraba. Ya visitando la última aldea.

Durante el trayecto de ida contempló lo que hace mucho no hacía ya, admirar la vista que sus alas podían brindarle desde las alturas. Una sonrisa salió de su boca dejando a relucir sus perfectos dientes blancos cual color de la nieve. Y cerró los ojos al sentir de igual manera la brisa llegándole a la cara, y aquello fue como se hubieran deshecho de sus malas energías y de la nada se sentía renovado.

La libertad. Estaba recordando la libertad que hacía tiempo ya no se daba el lujo de gozar.

Lo disfrutó al menos hasta que vislumbro a dos personas en lo alto de la montaña de los dragones; guardianes de las alturas.

—Con que aquí estabas...

Y suavemente aterrizó, y sus alas volvieron a arrastrase en el pastizal.

—Necesito hablar contigo, Hoseok —espetó el rubio acercándose al nombrado.

—Entonces los dejo solos, fue un gusto hablar contigo —se despidió el peli-verde yéndose de ahí, tranquilamente.

El rubio miró al peli-naranja quien no despegaba su vista del atardecer. Se acercó y tomó asiento a su lado; extraño pues no era fanático de ver los atardeceres o amaneceres.

—Hoseok... debo pedirte una disculpa, mi comportamiento no fue el adecuado, además por lo que viviste antes —se disculpó el rubio jugando con sus manos disimuladamente.

El nombrado lo miró y sonrió pues juraba que distinguía un leve sonrojo en la cara del rubio, además su palidez que le ayudaba mucho.

—Te perdono.

—Pero es que de verdad... un momento, ¿me perdonas? —dudó el rubio.

—Sí, no fue tu culpa después de todo, yo era el que husmeó entre tus cosas después de todo —se echó la culpa a él mismo.

Y cuando el rubio miró al peli-naranja igual nervioso mágicamente recobró la compostura y reafirmó su orgullo.

—Si, también fue tu culpa —aceptó el rubio ahora mirando también el atardecer.

Una suave risa se escuchó por parte del peli-naranja. Después de aquello, nada más se escuchó.

El silencio los invadió, pero era uno cómodo. Eso hasta que se miraron mutuamente, y una tensión sexual había comenzado a rondar por ahí. Se miraban a los ojos y de vez en cuando a los labios; sus rostros se estaban acercando y estaban ya a nada de que sus labios se unieran.

—Creo que los mortales no saben lo que es el espacio personal —susurró el rubio perdido en la mirada del otro y la cercanía.

—Lo mismo digo de ustedes —susurró de la misma forma el mortal.

Sus ojos se cerraron cuando sus labios se encontraron y sus lenguas empezaron una danza. Justamente cuando el último rayo del sol se ocultaba y daba paso a la luna para brillar e iluminar con su espeluznante pero atrayente calor la noche.

Y las manos traviesas empezaron. El mortal tomo al rubio de la cintura y lo pegó más a su cuerpo, mientras que el inmortal se sostuvo de los hombros del otro; y el rubio se sentía en las nubes ahora, justamente su primer beso había sido con un mortal, un mortal.

Los sonidos salían de sus bocas tan morbosos pero no les importaba.

El mortal lentamente fue recostando al rubio en el pastizal, sin separarse el beso.

Y siguieron pocos minutos más así, hasta que se separaron para recobrar el aliento.

Se sonrieron mutuamente.

—Mi primer beso con un mortal —susurró sorprendiendo al mortal.

—¿Fui tu primer beso? ¿Debería sentirme alagado? —preguntó bromeando.

El rubio soltó una risita que maravilló al mortal.

Las manos venosas del rubio se dirigieron a la mejilla del mayor y acariciaron la zona con verdadero cariño.

Pero su semblante cambiaron lentamente. Ahora estaba con el ceño levemente fruncido.

—¿Qué me pasa? —preguntó el rubio moviendo de encima al mayor y sentándose en el pastizal.

—¿Qué? —el mortal no entendía su actitud.

—No lo se, pero esto está mal —y sin más se levantó y comenzó a caminar listo para volar de regreso a su habitación.

Unas manos detuvieron su avance y lo envolvieron en un, abrazo, como le llamaban los mundanos. Un olor emanó del mortal que hipnotizó al rubio haciendo que se aferrara mas al mayor.

—Es amor —respondió el mayor fundiendo sus dedos en la cabellera rubia.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Eso que sientes es amor —y se separaron lentamente.

Se miraron a los ojos, pero vaya sorpresa que se llevó el inmortal, ahora los ojos del mortal eran de un naranja brillante y casi dorado.

—Acéptalo —susurró el mortal.

Y volvieron a besarse, con la misma luna iluminándolos y creando en el pastizal una silueta bastante bella a ojos de cualquiera.



















Ok. Qué onda khe pex? 7w7

Vengo con una pregunta de esas que se preguntan para preguntar preguntas preguntonamente ¿? :v
Bueno ya, al punto.

Quieren lemon?

Obvio u.ur —>

Nope -_-  —>

La pregunta ofende >:v  —>

Respondan, si no lo hacen pues.... no lo haré y ya >:3

Aunque de echo no puedo. Si o si debe haber lemon si queremos avanzar a la siguiente parte así que.... lemon habrá. ¡Pero aún así respondan!

Aquí me despido.

PD: díganle adiós a la historia. |:|

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