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| C A P Í T U L O #18 |
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Immortal Centuries [Monsters Book #1]
P A R T E D O S.
CAPÍTULO 18.
H A B L A R A L T O.



El viento se movía bruscamente. Pero aquello provocado por la velocidad en la que el inmortal corría hacia la mansión en la cual sus amos habitaban.

Llegó, y sin necesidad de tocar se aproximó a la habitación en la que sabía de antemano estarían; y ahí los encontró.

—Vengo con noticias. —habló firme acercándose escasos pasos al que yacía de pie, el otro inmortal quien le transformó en lo que era.

Hyung Jun se acercó a él en un parpadeo y extendió su mano hacia el hombre quien, de ojos rojos como fuego, esperaba la siguiente orden. Y sin rechistar, le extendió su mano. El inmortal la abrazó y con sus dones comenzó a admirar todo lo visto por quien había nombrado, sus ojos. Quien iría a donde él quisiera, como un águila acechando a su presa, a través de su mirada presenciaría bajo una falsa identidad lo ocurrido lejos de su alcance; de esta forma, él jamás se arriesgaría.

Cuando la visión acabó de manera abrupta, regresó a la realidad y soltó la mano ajena.

—Al parecer esos bastardos si terminaron casándose. —se alejó del hombre y su amante para mirar por las ventanas que le habrían paso a una hermosa visión del bosque.

Jung Min miró el extraño comportamiento de su amado y sus sentidos se pusieron alerta.

—¿No sería bueno atacar ya, entonces? Están gozando de felicidad, podemos acabarla.

Hyun Jun le miró por sobre su hombro y negó con una sonrisa.

—No, cielo. Aún no. Dejaremos que gocen por ahora, además, quiero esperar a que llegue formalmente su nueva arma.

—¿Quién? —cuestionó curioso el "mortal".

Hyung Jun sonrió maliciosamente. La profecía se acercaba, y él deseaba detenerla de inmediato. Estaban condenándose, la perdición se acercaba si la última parte para crearla renacía nuevamente. El Yin ya existe, y recuperaba brillo para leerle con facilidad, faltaba el Yang, y si ambos se juntaban, nacería el equilibrio.

—El verdadero Jung Hoseok, hijo de una mujer, quien se hizo pasar por habitante en un pueblo, mujer de encantos atroces, poseyendo como nombre verdadero, Lilith.

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El tiempo era primordial. Era cruel y no se detendría a esperar a alguien, ni por nada ni por nadie cambiaría su curso.

Al menos eso pensaba el rubio en aquel momento.

Trazaba figuras imaginarias en el pecho desnudo del mayor, escribía cualquier cosa que se le viniera a la mente en aquel momento; y todo ello en una manera de distraerse, justo ahora no se sentía muy bien como para pensar en la realidad, sólo disfrutaba de compartir tiempo con Hoseok. Ahora sintiendo el calor que su cuerpo emanaba, sintiendo como aún entre sueños lo tomaba de la cintura sin intenciones de liberarlo.

Taehyung sonrió volviéndose a recostar en el pecho ajeno, cruzó sus piernas y cerró los ojos dispuesto a volver a dormir. Y así lo hizo.

La neblina era evidente, el frío era abrazador y le calaba hasta la médula. No lograba ver nada más que aquella espesa neblina, sólo sabía que yacía en un bosque, lo identificó al momento de ver donde pisaba; verde, pero un verde opaco, casi muerto.

Obligó a su paralizado cuerpo por el intenso frío a moverse, caminó unos pasos hasta toparse con un árbol, pero alto, aquel árbol tenía rastros de haberse quemado recientemente. Tocó con sus fríos y largos dedos el tronco, sintiéndolo tremendamente seco; sintiéndolo muerto.

Escuchó el aleteo de algo, miró hacia arriba y entre la neblina ahora algo dispersa, se encontró con un cuervo, quien le miraba fijamente, aleteó cerca de él, con sus garras jaló mechones de su cabello. Soltó un alarido de dolor, pero comprendió la señal del cuervo para que le siguiese, cosa que dudoso acató la señal.

Sus pies, ahora más libres de lo que anteriormente estaban, se movieron con agilidad entre el frondoso bosque, intentando no lastimarse ya que sus pies yacían descalzos. El cuervo volaba rápidamente entre las ramas, guiándole a quien sabe dónde, pero debido a la rapidez del vuelo el rubio por poco caía por una especia de barranco. Tomó aliento ante la sorpresa, pero algo llamó su atención; algo que rápidamente le contestó que aquel humo, no era neblina. Los árboles agonizantes sufrían ante las traviesas pero crueles llamas que los envolvían. No había respuesta más que aquella, incendio provocado.

Él extendió sus alas y bajó hacia donde el infierno se desataba. Todo pasaba en cámara lenta. Se escuchaban gritos, alaridos de dolor, y sobre todo, espadas resonaban al chocar una con otra; ahí mismo se estaba soltando una guerra. Aunque algo que le caló hasta la médula, fue cierto grito, uno proveniente de una voz muy conocida. Era la de su padre, Seokjin.

Con velocidad se aproximó al grito, pero de inmediato arboles comenzaron a quebrarse, varios, con pánico se alejó de ahí, pero cuando lo hizo un estruendo paró todo el escándalo. La cabeza de algo cayó justo en sus narices, y un cuerpo inerte yacía detrás de él. Con cuidado se acercó a la cabeza tirada sin piedad en el suelo, aquellos feroces ojos de la criatura le miraron una última vez, para finalmente contraerse. Ya no viviendo más.

Sus sentimientos cayeron al entender.

Era Namjoon. Aquella criatura era su voraz contraparte, aquella animal, quienes mutuamente eran fieles queriendo los mismos objetivos. Y este, uno el cual aparentemente no fue logrado del todo. Así lo interpretaba.

Con dolor, se tiró al piso quedando sobre sus rodillas, acarició las escamas verdes y doradas sintiéndose cada vez perder más.

Gritó con dolor y desesperación la pérdida de su padre. Sus manos sostenían y jalaban mechones de su cabello. No poseía valor como para detener su agonía, representada en lágrimas y gritos desesperados. Nunca los retuvo.

Repentinamente abrió los ojos, ahora situado en un lugar diferente pero conocido. Los cuadros rústicos y antiguos, retratándolo a él, y una junto a Namjoon y a Seokjin; supo gracias a esos cuadros situados a la pared al pie de su cama, que yacía en su habitación. Inhaló profundamente, tratando de retener su descontrolada e irregular respiración; sintió sus mejillas húmedas, con la llena de sus dedos tocó la suave piel, y de inmediato la sintió húmeda, lágrimas. Estaba llorando.

—¿Taehyung? ¿Estás bien? —preguntó una grave y rasposa voz a sus espaldas.

Sintió unas manos sostener su cintura, abrazarlo por ésta y finalmente una barbilla recargarse en su hombro. Como siempre, un gesto al que Hoseok solía recurrir cuando sabía que estaba perdido y agobiado en su mente. Es decir, siempre le traía a la realidad. Y le agradecía enormemente.

Se recargó en el pecho desnudó y levemente marcado de Hoseok, disfrutando de la cálida sensación que sólo él mayor podía brindarle.

—¿Qué pasó? —cuestionó suavemente la misma voz ahora no tan grave ni rasposa.

Taehyung suspiró. Sabía que aquello no era un sueño, y mucho menos, una pesadilla.

Poco a poco se comprendía más a sí mismo.

—Una pesadilla, solamente. —contestó en un perfecto tono fingido de tranquilidad.

—De acuerdo, vamos, hay que levantarnos lindo.

La mano del mayor lentamente recorrió la espalda desnuda de Taehyung y se detuvo en sus costillas, y justo ahí, comenzó con hacerle cosquillas. La mirada de su lindo chico le contestaba que aquello no era solamente una pesadilla cualquiera, su mirada hablaba por él, pero sin querer agobiarlo, sabía cambiar de tema y alegrar el ambiente tenso que podría formarse.

Las risas del rubio no se hicieron esperar en la habitación, se retorcía intentando liberarse de las manos que lo tenían apresado, además la adrenalina que las risas le daban le era difícil concentrarse y sobre todo para alejar al mayor. Finalmente acabó acostado en la cama con Hoseok encima suyo, a centímetros de su rostro, narices juntas y labios rosando.

Taehyung intentaba recuperar el aliento debido a la felicidad que escasos segundos atrás le habían nublado parte de sus sentidos; miraba ávidamente los ojos aún cafés de Hoseok, y el contrario sonrió devolviéndole la misma mirada lujuriosa, ambos querían más y se notaba en sus orbes.

—¿Por qué eres así, Kim Taehyung? ¿Qué me haces? —habló fingiendo sufrimiento y cansancio por la aparentemente mala actitud del nombrado.

El rubio rió llegándole aire a la boca ajena, deseaba besar aquellos apetitosos labios. No suficiente con haberlos besado más de la cuenta la noche anterior.

—Enamorarte, Jung Hoseok. No es más sencillo que aquello. —respondió simple, y con cierto aire de inocencia.

Ambos rieron y se besaron nuevamente.

Taehyung envolvió con sus esbeltas piernas la cintura de Hoseok, lo atrajo a sí mismo dejando más que claro sus intenciones. Y justo cuando el mayor iba a comenzar a provocarle restregando sus miembros aún dormidos; varios toques en la puerta resonaron.

—Disculpen puercos, pero hay que bajar ya. Queremos hablar con ustedes muchachos. —habló Seokjin al otro lado de la puerta.— Si quieren terminen de coger y luego bajan, pero deben bajar.

Unos pasos resonaron alejándose de la puerta. Ambos jóvenes rieron cómplices, unieron sus frentes y se besaron una última vez, pero aquella, sin dobles intenciones, sólo un beso inocente cargado del puro amor que se juraban.

—Te amo. —susurró enamorado el rubio, acariciando la mejilla ajena.

Hoseok sonrió.

—Y yo a ti, como no tienes idea.

Se besaron una última vez antes de que ambos se levantaran y comenzaran a asearse y vestirse para bajar al encuentro con los dos mayores.

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El hombre de hombros anchos se acercó a su esposo quien yacía sentado en un sillón de la extensa sala de estar, con la cabeza recostada en el respaldo, denotando cansancio. Sonriendo levemente, se acercó a paso sigiloso y se posicionó detrás del menor para posar sus manos en los hombros ajenos, comenzando a masajear.

Namjoon sonrió, sabiendo de sobra a quienes le pertenecían aquellas majestuosas manos. Dirigió su diestra a la izquierda perteneciente de Seokjin y dio un ligero apretón sobre esta. Lentamente abrió sus ojos mirando con deleite la belleza que yacía delante suyo.

—Algo te agobia, lo sé. —dijo con suavidad, plasmando en su rostro una muy sutil sonrisa.— ¿Qué sucede, Nammie?

El mencionado suspiró volviendo a cerrar los ojos. Realmente hasta él podía preguntarse lo mismo, no sabía con certeza lo que le inundaba de dudas y temores; pero suponiendo la situación, lo mezclaba hacia una respuesta que esperaba fuera la correcta, con la situación de Hoseok.
En
Lentamente abrió sus ojos mirando una vez más el rostro tan varonil y sublime de su esposo, toda una pieza de arte.

—Lo de Hoseok, no sé cómo resultará todo esto al final. —admitió libertándose de lo que le agobiaba.

Seokjin sonrió detonando más sus bellas facciones, se inclinó levemente hasta acercarse al rostro de su amado, acarició con sus dedos las mejillas ajenas, y finalmente habló rozando sus bocas, tentando al menor, como sólo él sabía hacerlo.

—Estará bien, ahora Hoseok será uno de nosotros de alguna manera. Además, nuestro niño ahora ha vuelto a serlo, ese muchacho lo ha traído de vuelta; desde que se volvió líder del clan de los demonios no hacía nada más que encerrarse en su habitación, ahora la viveza se le nota a kilómetros. —recordó Seokjin, intentando elevar el ánimo de su marido.

Namjoon sonrió melancólico por los recuerdos que no eran del todo su agrado, no le agradaba ver a Taehyung sufrir, más sin embargo debía aceptar que Hoseok había llegado hacia él como una esperanza. Y por ello le agradecía.

Finalmente los labios de ambos se encontraron en un ansiado beso.

Pasos bajando por las escaleras hicieron un leve eco en el pasillo que daba con la sala de estar, sonido que alertó al matrimonio. Ambos mayores se separaron lentamente, y sonrieron aún cerca uno del otro. Seokjin se enderezó en su lugar y se recargó en el respaldo del sillón –sentándose levemente–, cruzó sus brazos y esperó la entrada de los jóvenes.

Ambos chicos entraron algo distantes, uno delante del otro. El rubio reflejaba un semblante tranquilo, hasta feliz incluso. Y el peli-naranja denotaba mayor seriedad en su expresión.

Seokjin, sonriendo les dio la bienvenida con un simple asentimiento de cabeza, y con un ademán les invitó a sentarse. Los jóvenes acataron la idea.

—Y bien, ¿de qué quieren hablar? —preguntó el mayor de los jóvenes, internamente preocupado.

Namjoon se reincorporó en su lugar, quedando frente a frente con los chicos quienes le miraban expectantes de lo que diría.

—Lo que quiero tratar es sumamente rápido. Bien, ahora que sabemos que Hoseok es uno de nosotros, es hora de hablar respecto a eso. —comenzó, mirando como de alguna manera en la mirada de Hoseok se hacía notar cierto interés— Debido a que efectivamente no es mortal, necesitamos asegurarnos perfectamente de lo que eres, no encontraron similitud con otro inmortal, y mi colega Jungsoo aún sigue investigando acerca de alguna similitud. Pero, si por casualidad tu sangre no coincide con otro inmortal Hoseok, tendremos que hacerte más investigaciones, pues puede que seas un nuevo inmortal.

Hoseok se sorprendió con levedad, no se imaginaba siendo algo nuevo en la faz de la tierra.

Namjoon volvió a recargarse en el respaldo del sillón mirando a los jóvenes, no deseaba preocuparlos por lo cual les sonrió.

—Pero mientras tanto, no se preocupen ni se agobien, ustedes sean felices chicos. —culminó un posible incómodo momento, les sonrió más ampliamente contagiando a los presentes— Ah, y también, bienvenido a la familia Hoseok.

Taehyung sonrió y entrelazó sus dedos con los del mayor, dándole confianza por sobre otras cosas. Aunque su sonrisa disminuyó con levedad cuando la mirada del mayor habló por él. Ante esto terminó suspirando.

—Si me permiten, ¿podrían retirarse?, necesito hablar a solas con Jin, por favor. —solicitó con sonrisa y voz nerviosa.

Namjoon asintió, y haciendo un ademán indicó a Hoseok acompañarle, el peli-naranja asintió y ambos hombres se levantaron abandonando así, la habitación.

Seokjin se dirigió a paso relajado a sentarse al lado de su pequeño, esperando pacientemente a que hablara.

—¿Qué sucede? ¿Hoseok te hizo algo? —bromeó con levedad el mayor, intentando aminorar el tenso ambiente.

El rubio sonrió por lo insinuado por parte de Jin, admitía que no era momento para bromear pero aquello le había causado gracia, y si el objetivo de Seokjin era eliminar su miedo, en cierta parte lo había logrado. No estaba listo para él admitir su error, pero necesitaba decirlo, el peso le agobiaba y crecía día a día, y no había mejor oportunidad que esta para charlar sobre ello.

Cuando finalmente reunió un valor suficiente para hablar, lo hizo.

—Lo siento. —liberó en un suspiro.

Cerró sus ojos, volviendo a perder valentía, pero al notar que Seokjin estaba apunto de hablar, le interrumpió explicando el porqué de su perdón.

—Perdón por tratarte así aquel día, estaba tenso, aparte de agobiado por lo que pasaba. Me desquité contigo cuando tú sólo me ayudabas. —se explicó mejor Taehyung, recuperando cada vez confianza— Por eso quería disculparme, porque ya no puedo esperar más, quiero quitarme este peso agobiador de los hombros. No te odio, padre, nunca lo he hecho, te admiro, aprecio y quiero porque eres como mi padre, me cuidaste bajo tu tutela y te lo agradezco; y haz hecho mucho por mí. No te odio.

Seokjin sonrió melancólico ante las palabras recién escuchadas; le alegraba que Taehyung estuviera reconociendo sus errores. Sabía de antemano porque su pequeño había reaccionado de aquella manera, y a pesar de que le dolió y caló hasta la médula, debía admitir que no podía odiarlo, era su niño, lo había visto crecer desde que llegó hasta aquel momento, prácticamente era su hijo, en términos de crianza y cariño, tal vez no biológicamente, pero había entablado una conexión de padre e hijo inigualables. Gracias a su llegada de alguna manera había encontrado otra razón para continuar y sonreír.

Sin poder evitarlo se acercó hasta su pequeño le abrazó fuertemente, acariciando su espalda y cabellera, encantado con volver a tener a aquel niño, tan vulnerable y dependiente a él, a su lado.

—Ya, no es nada mi niño, sé porque reaccionaste así, me alegra que reconozcas tus errores. Y no te odio, si bien me lastimó, ya pasó, no hay manera de volver al pasado y enmendar las cosas. —el mayor separó al menor suavemente y le miró directo a los ojos— Pero ahora estamos aquí, los dos, juntos —sus manos acariciaron las suaves mejillas que el rubio poseía—, y eso es lo que importa. Te amo mi niño.

El rubio sonrió tratando de no llorar.

—Yo también, papá. —confesó finalmente.

Ambos volvieron a abrazarse.

El menor se sentía a salvo de cierta manera, le reconfortaban los brazos que muchas veces estuvieron ahí para él; le reconfortaba saber que lo tenía a su lado; le alegraba que estaban juntos. Y ahora, sin incomodidades de intermedio.

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Los árboles sanos, grandes y fuertes crecían en el lugar donde el matrimonio se hospedaba; ambos disfrutando de una vista sumamente bella y sublime.

Jimin reía mientras se aferraba al cuello de su marido, sintiéndose pleno al saber que estaba a salvo. Ambos yacían en la rama de uno de los árboles más altos que habían visto, al menos desde ahí podían verse tantas cosas que maravillaban al de mejillas sonrojadas y mirada risueña.

Los árboles se alzaban levemente más bajos debajo de ellos, las cabañas yacían separadas por varios kilómetros de distancia más sin embargo podían verse desde aquel árbol. La playa se veía de igual forma, la arena junto con las olas moviéndose a causa del viento le daban un toque muy relajante. Y sumándole a lo anterior, el atardecer se alzaba ante ellos, dándole la invitación a la luna para tomar su lugar e iluminar el amplio lugar y mucho más.

Simplemente una vista que, de alguna manera a Jimin le recordaban a su anterior vida, les recuerda caminando por la playa, él con un vientre prominente, y besándose bajo los hermosos atardeceres. A pesar de que le dolía con levedad, ahora había encontrado a alguien más, pero no para suplantar aquel hueco, sino para revivirle nuevamente.

El menor se aferró más al cuello de Yoongi, recargando su cabeza en la contraria.

—Es hermoso... —susurró admitiendo la hermosa vista de la que gozaban desde ahí arriba.

El vampiro sonrió mirándole por sobre el hombro.

—Lo sé, por eso quise traerte aquí, sabía que encantaría la vista y el paisaje, además el clima es perfecto. —mencionó Yoongi, aferrándose tanto al tronco como a una rama cercana.

Hubieran seguido tranquilos de no ser porque el mayor se le ocurrió jugarle una broma a su esposo; con intención de asustarlo, simplemente saltó hasta el suelo, y debido a la altura el grito del menor y un agarre más firme alrededor de su cuello, no se hizo esperar. Yoongi terminó riendo cuando llegaron a salvo al suelo.

—Aún le temes a las alturas eh~... —le retó con una sonrisa socarrona en sus labios.

Jimin abultó los suyos y golpeó sin mucha fuerza el hombro ajeno.

—Yah, Min Yoongi, eso no fue graciosos estúpido.

Más que enojado se bajó de la espalda del mayor, caminó lejos de Yoongi con intención de regresar a la cabaña donde ambos se estaban hospedando. Y así lo hizo, y estaba apunto de llegar cuando unos brazos, sin previo aviso, llegaron y le rodearon la cintura, y una intrusa nariz comenzó a oler su cuello, específicamente en la zona de la marca.

—No puedes resistirte, Min Jimin, por algo te cásate conmigo. —le encaró sus verdades al menor, quien rodando los ojos finalmente dejó salir una sonrisa.

—Cierto, ¿pero sabes qué puedo hacer? —cuestionó juguetón Jimin, mirándole por sobre su hombro, rozando sus labios.

—¿Qué? —susurró curioso Yoongi mientras miraba aquellos ojos tan cautivadores.

—Dejarte en abstinencia, idiota. —dijo finalmente.

Jimin estaba a punto de irse hasta que Yoongi le hizo dar vuelta y ambos quedaron cara a cara; el mayor sonrió pícaro.

—No puedes hacerlo, quien terminará cediendo eres tú, Jimin; no puedes negar que te encanta como te hago mío cuando quiera y donde quiera. —soltó el mayor.

Jimin sintió, y jadeó al sentir una mano intrusa tocar su trasero y masajearlo de una manera tentadora. Aquello le hizo morderse el labio.

—Tienes razón, no puedo. —admitió Jimin, dándose por vencido.

Sin resistirse ni permitírselo, Jimin besó los fríos y delgados labios ajenos, saboreándolos y dándoles él un toque caliente. Giraban sus cabezas de un lado a otro para poder degustarse de todas las maneras posibles.

—Te amo, Min Yoongi. —dijo Jimin separándose levemente del beso, a escasos centímetros de la boca contraria.

—Yo también te amo, Min Jimin. —se sinceró Yoongi, volviendo a unir sus labios en un ansiado beso.


¡Hola! ^w^ aquí su autora reportándose con un nuevo capítulo. Realmente ya extraña escribir para Immortal Centuries ;v; , y sobre todo a ustedes.

Agradezcan al Espíritu Santo porque vine con otro capítulo, y además falta otro, creo :v.

En fin, espero les haya gustado.

En serio, necesito ayuda, necesito que voten por cuál prefieren, porque interfiere en el destino para el segundo libro. Así que, está en sus manos decidir cuál prefieren.

A) Alianza.

B) Rivalidad.

Ahora sí; les deseo un hermoso día, tarde o noche, sea cual sea el horario en el que estén leyendo esto.
Se despide su autora.

YoungMi17ⓒ.


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Lilith;
Lilith (del hebreo: לילית) es una figura legendaria del folclore judío, de origen mesopotámico. Se le considera la primera esposa de Adán, anterior a Eva. Según la leyenda (que no aparece en la Biblia), abandonó el Edén por propia iniciativa y se instaló junto al mar Rojo, uniéndose allí con Samael o Satanás, que llegó a ser su amante, y con otros demonios. Más tarde, se convirtió en un demonio que rapta a los niños en sus cunas por la noche y se une a los hombres como un súcubo, engendrando hijos (los lilim) con el semen que los varones derraman involuntariamente cuando están durmiendo (polución nocturna). Se le representa con el aspecto de una mujer muy hermosa, a veces alada.

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