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| C A P Í T U L O #17 |
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Immortal Centuries [Monsters Book #1]
P A R T E D O S.
CAPÍTULO 17.
F U E G O E N E L A G U A.
Las risas se escuchaban de una manera acogedora, la convivencia entre diferentes mundos se hacía acto de presencia en la colina, donde una música al natural se oía en el ambiente, algunos bailaban y hasta podría ser que algunos coincidiesen en el aspecto de que no importaba que tan diferentes fuesen podrían complementarse, pues bailaban al compás de la música tan pegados que podrían parecer pareja a ojos ajenos.
En cambio, los recién casados, estaban en la punta de la fiesta, sentados lado a lado en sólo una mesa para la familia, aunque ahora aquel joven castaño no se encontrara ahí, había una silla desocupada al lado del de cabellos platinados. Y el mencionado salió de sus pensamientos cuando sintió una mano ajena recorrer su muslo izquierdo. Y ante tal acto su mirada miró al dueño de aquella traviesa mano para sonreírle sinceramente, y acercarse a aquel cuerpo que le brindaba calor, le brindaba seguridad.
La noche comenzaba a caer, por lo cual el ambiente comenzaba a tornarse muy acogedor, y entre copas y copas la felicidad ya era bastante latente.
Y entre tanta multitud, se hallaban igual una oreja algo melosa, bailando al compás de una música clásica muy relajante para ambos oídos. Y su ambiente no se había roto. El rubio recargaba su cabeza en el hombro del mayor, sintiéndose protegido entre su calor, sus manos se sostenían de sus hombros para avistar caer en algún momento; y el mortal le sostenía de la cintura de una manera posesiva. Ambos no habían cruzado palabra desde la tarde, y no lo necesitaban, estaban cómodos con la calidez y compañía del otro. Sólo eso les bastaba.
Aunque el rubio sin desearlo recordó la situación del mortal, y ante ello abrazó el cuello ajeno, aferrándose a este. Y escondiendo su nariz en el cuello del mortal, olfateando lo que podía de su olor. Cerrando sus ojos con fuerza intentaba concentrarse en su presencia, estaba ahí, junto a él. Eso era lo que importaba.
—¿Qué sucede, Tae? —preguntó notando el repentino cambio en su pareja, un repentino cambio de ánimo.
El rubio suspiró en su cuello, acción que le hizo estremecer.
—Tu inmortalidad... —susurró en respuesta. No necesitaba más que decir que la verdad.
El mayor comprendió igual cerrando sus ojos algo decepcionado. No sabía que contestar. Nada aseguraba que fuera completamente mortal o completamente inmortal. Y de haberlas eran escasas y no eran tan verídicas. Así que para reconfortarlo acarició su espalda suavemente por encima del saco, igual aferrándose al menor.
No quisieron pensar más en aquello, no deseaban saber lo que él futuro tan incierto planeaba. Nadie. Cualquier paso en falso era cambiar el rumbo de la historia. Cada decisión era importante. Hasta cada pensamiento. Y pensar en aquello era tirarse a la miseria.
Por ello, prefirieron concentrarse en la presencia del otro, en su latir, en su vivir, en su existir. Sólo en el otro.
Ciertos ojos rojos cual lava reflejando odio pero curiosidad y la vez malicia, miraban detrás de un árbol y en las sombras como todos convivían felizmente. Y sonriendo pícaramente al recordar el objetivo de sus jefes. No podía esperar a que aquel día llegara para acabar con esos mal nacidos. Abortos fallidos de la naturaleza.
Caminando levemente entre las sombras se acercó a la pareja melosa que se abrazaba de una manera sobre protectora, pues había visto y oído que un hombre que venía de la mano con otro preguntaba a varios de los invitados si los habían visto. Y de inmediato reconoció quienes eran y a quienes buscaban. El matrimonio Kim, una pareja de enamorados, Young Woon y Jung Soo. A los jóvenes enamorados Jung y Kim.
Continuó entre las sombras, inmóvil cual estatua, siendo cómplice de lo que sucedía. Siguió con la mirada a la pareja de mayores hasta que encontró a Jung y Kim; y agudizando su sentido auditivo pudo oír a la perfección lo que decían. Cada palabra.
—¡Chicos! Que bueno que los encontramos —soltó con notorio alivio el azabache.
Los jóvenes se separaron sorpresivamente ante la repentina llegada de los mayores. Y les miraron incrédulos. Tan bien que estaban en su lecho de tranquilidad, arrullándose mutuamente bajo el manto de la luna llena y la tranquila noche; venían e interrumpían su paz.
—¿Qué sucede, hyung? —preguntó el rubio con respeto hacia el mayor.
El de cabello zanahoria se acercó al de cabellera rubia, y sobó sus brazos, de arriba a abajo. Con aquel ritmo, finalmente miró al peli-naranja; y liberándolos de la tensión que él mismo había provocado, les sonrió con alegría.
—Finalmente tengo los resultados del examen de sangre de Hoseok. —dijo colocándose con postura al lado de su marido.
Ambos jóvenes al oír tentador tema, prestaron la atención suficiente para poder escuchar la respuesta que segundos atrás los había estado agobiando. Deseaban con desesperación saber su destino, de cualquier manera, ambos intentarían seguir juntos, pasase lo que pasase; aunque en aquel preciso momento, una pizca de esperanza se abalanzó sobre ellos, anhelando que el peli-naranja fuese inmortal.
—Bien, he visto en la sangre de Jung, cierta alteración, no coincidía con algún otro inmortal. —habló Young Woon, quien su intención era provocar intriga.
Y los jóvenes, ante esas palabras realmente se sentían ya en el abismo eterno, les había arrebatado aquella esperanza, que ya se extinguía dentro de ellos.
—Pero, al indagar más en su sangre, hacer similitudes con otras, encontramos un parecido y ante ello una respuesta —sonrió nuevamente el hombre, queriendo ahora destensar el ambiente, logrando atraer de nuevo la atención por los suelos de los jóvenes—. Bienvenido a la familia, Jung Hoseok.
Y ante aquel momento, ambos jóvenes no pudieron sentirse más que felices, al menos no estarían destinados a separarse. Habían entendido el mensaje que el mayor les había querido dar apenas lo oyeron. De inmediato, compartieron su felicidad abrazándose mutuamente, fuertemente hasta eso. El rubio había comenzado a llorar de la felicidad, abrazaba fuertemente al peli-naranja. Y el contrario, igualmente le abrazaba felizmente, mientras sobaba su espalda en un modo de consuelo, no le gustaba verle llorar, pero sabía el motivo de su llanto, y no hizo nada más que consolarle y dejarle desahogarse.
No podían describir las sensaciones que se les habían arremolinado en su interior, sólo llegaban a una misma conclusión, estaban más que felices, más que emocionados por la sencilla razón de que no deberían separarse.
Al menos no por ahora.
Los adultos se retiraron felices por consolar a los jóvenes, por alegrarles el día más de lo que ya estaban.
Jimin miraba a su hermano con ternura, había oído absolutamente toda la conversación; sabía que su hermano estaba en buenas manos y por ello, le alegraba que ahora le vería absolutamente feliz, inclusive, tranquilo.
Sintió una mano frotar su pierna a modo de atraer la atención. Sonrió apenas supo quien era. Y otorgándole una sonrisa con su eyesmile acompañándole, entrelazó sus manos. Yoongi, sonriéndole levemente, se levantó incitándole a hacerlo también; y Jimin, sin reprochar, se levantó.
Yoongi aplaudió captando la atención de los invitados. Los que anteriormente bailaban, se dispusieron a tomar sus lugares, y los que ya lo estaban anteriormente, interrumpieron sus pláticas para prestarle total atención a los recién casados.
Toda la atención en aquella fiesta, estaba en ellos.
—Primero que nada, les agradezco de corazón que hayan asistido a esta ceremonia, como un símbolo tanto de respeto como de aprecio hacia nuestra decisión. —Yoongi miró a Jimin sonriéndole más ampliamente— Gracias por compartir tiempo con nosotros, gracias por aceptar nuestra decisión, gracias por querer vernos felices. Les agradezco enormemente a aquellos que nos ayudaron a hacer esto posible. —entre el público visualizó al rubio y asintió mirándole con gratitud— Taehyung, Seokjin hyung, gracias por organizar nuestra boda, la ceremonia, vestuarios entre otras cosas.
Jimin igualmente le miró y le agradeció asintiéndole con la cabeza. Taehyung hizo lo mismo hacía ellos, al igual que Seokjin quien al final levantó su dedo pulgar a modo de no hacer todo sumamente formal, además de levantarle mucho más el ego.
—También yo quiero agradecerle a mi pequeño, quien ahora, formalmente, pasará a ser un Min. Portará el apellido con honor, al igual, que será nuestro heredero de ambos clanes. —Jimin le extendió la mano a su hijo quien la tomó y se levantó.
La familia agradeció finalmente a los invitados quienes les miraban sonrientes. Algunos felices por su unión, otros por obligación.
Yoongi levantó una copa que estaba a la mano, rellena con sangre que poseía un aspecto de vino, y la levantó.
—Quiero hacer un brindis, por mi amado, dulce y bello esposo, por mi hijo —le sonrió al menor quien le miró sonriente—, y por mi familia. —levantó aún más la copa, incitando a los invitados a hacer lo mismo, quienes gustosos y entre sonrisas levantaron las suyas— ¡Por la familia! —exclamó feliz.
—¡Por la familia! —exclamaron igualmente felices y entusiastas varios invitados.
Yoongi dejó la copa en la mesa para atraer a su esposo por la cintura y juntar sus labios. Jimin le siguió el juego. Y Jungkook, solamente les miraba sonrientes, ahora amos eran sus padres, serían felices juntos y de eso estaba seguro. Mucho más que seguro.
El viento se movió, las hojas caídas del otoño salieron volando ante la rapidez en la que aquel hombre de ojos rojos cuál infierno ardiendo dentro de estos, corrió lejos, saliendo de la zona en dirección a la mansión en la que sus amos le esperaban.
Y sólo unos cuantos presentes sintieron durante escasos segundos una brisa un tanto extraña y externa al viento que aquella noche les brindaba. Más la pasaron por alto puesto que podían ser ciertas las ocaciones las cuales la brisa llegaba fuerte y otras débiles. Ante esto, pensaron nombrarlo como otro suceso común del planeta tierra.
Lastima que aquello no era más que una falacia.
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La habitación ahora sólo les pertenecía a ambos. Ahora podían pasar su primera noche como esposo y marido. Como los recién casados que eran.
Sus lenguas moviéndose a un compás hambriento, saboreando cada rincón que tantas veces habían probado con anterioridad. Y con manos traviesas recorriendo sus cuerpos, pasando desde sus espaldas, cinturas hasta a moldear en sus manos –en caso del mayor– aquel esponjoso culo que tanto le traía loco.
—Ah... —jadeó gustoso Jimin cuando el pálido abandonó su boca para ahora posarse en su cuello, lamiendo, mordiendo y oliendo aquel hermoso y precioso aroma que se mezclaba entre el común y el de deseo.
Una combinación que a Yoongi le volvía loco, le calaba hasta el alma. Le excitaba en sobremanera y le alentaba a continuar.
Ambos sabían lo que pasaría aquella noche.
Aquellas almas tan opuestas destinadas a unirse desde décadas anteriores, finalmente lo harían. Uniendo dos polos opuestos.
Entre tropezones y risas por ello, llegaron hasta la cama, donde Yoongi con cuidado reposó a Jimin en el colchón, sin intensiones de soltar su cuello. Estaba gozando del momento tanto como podía, no había visto a su lindo, bello y hermoso esposo durante dos días –ambos siendo de tradiciones distintas– habían prometido ello. No verse por completo durante dos días seguidos antes de su matrimonio. Y vaya delirio que ambos habían pasado al no verse ni hablarse por dos días consecutivos previos a su matrimonio.
Aunque ya no más. Ambos estaban ahí, delante del otro, sintiéndose, probándose y oliéndose. Amándose.
Yoongi dejó el cuello tentador de su amado Jiminie para verle a los ojos, donde le admiró y se permitió perderse entre aquellos orbes oscuros, se permitió dejarse atrapar y consumir bajo la locuela que sólo sus simples pupilas podían ocasionar. Tan acostumbrado y encantado a la sensación de ello, sonrió más que sinceramente y lentamente se acercó a su rostro para rozar sus labios, donde ambos inhalaron tentados a besarse. Y no se impidieron gozarse nuevamente al caer rendidos ante aquel tentador beso que ambos necesitaban.
Por el contrario a Jimin se aferró con sus manos al cuello del pálido, donde arañaba levemente al sentir la húmeda y de alguna manera cálida lengua de su esposo en su cavidad bucal, aflorando más su deseo por sentir y unirse a Yoongi nuevamente.
Oh, cuánto lo necesitaba.
—Yoongi... —Jimin susurró extasiado implorando compasión, deseando que necesitaba atención.
Y Yoongi no se alejaba, aquel pantalón ya le apretaba en sobremanera hasta el punto de dolerle, sumándose que Jimin, quien sabe como o cuando, se había aferrado a su cintura envolviéndolo con sus hermosas y contorneadas piernas, creando una deliciosa fricción que a ambos ya les carcomía y torturaba al grado de dolerles.
Yoongi entendió de inmediato el mensaje de su amado que no dudó en acatarlo como si su vida dependiese de ello. Sin compasión por la pobre prenda prácticamente rompió la camisa que su esposo portaba, dejando libre su torso, uno marcado pero tan perfecto e incluso el mejor que haya visto jamás. Sólo él pidiéndose permitir tan sublime vista. Que sin dudar, se lanzó a marcar tanto como pudo, besando, mordiendo y dejando visibles chupetones que no se irían en un largo rato; jugando con los pezones que Jimin poseía, moviendo su pecho de arriba a abajo ante la falta de aliento que comenzaba a sufrir su cuerpo, producto de las placenteras sensaciones.
Entre jadeos, no resistiendo más, Jimin dirigió sus pequeñas manitas a la camisa de Yoongi donde torpemente desabotonaba cada botón –de alguna manera queriendo torturar a Yoongi–. Y ahora él pudiendo deleitarse con tremenda vista del pálido pero perfecto torso que Yoongi se había "esforzado" en conseguir –sabiendo de antemano que era la genética hereditaria de sus padres–, el cual no se molestó en acariciar, paseando sus manos desde aquellos fuertes pectorales hasta el six-pack, sonriendo gustoso de que sólo él tenía y tendría aquella sensación y vista de Yoongi.
La prenda superior había desaparecido de sus cuerpos, exponiendo sus torsos.
Aunque al menos en Jimin, que muy a su pesar disfrutaba como no tenía idea del placer que su pálido esposo le ofrecía, se enderezó en la cama, logrando rodar en el suave colchón poniendo a Yoongi debajo de su cuerpo, para que al final ambos sonrieran maliciosamente, aunque en el menor mezclada con una sonrisa socarrona. No dudó en lanzarse a besar los labios de Yoongi, mientras seguía deleitándose con el pálido torso que su marido se cargaba, sintiéndose orgulloso y envidioso cuál niño con nuevo juguete por sólo él tenerlo, admirarlo y sentirlo. Sus manitas traviesas bajaron hasta los pantalones del mayor, donde había sentido una erección lista e implorando salir, y sonriendo victorioso como pudo se deshizo de aquel cinturón para posteriormente arrojarlo a algún lado de la habitación, bajó el cierre y desabrochó el botón para finalmente meter su mano libremente dentro de la ropa interior del mayor, recorriendo la sensible piel de la extensión del mayor, quien gruñó en respuesta dando a entender que disfrutaba aquello. Pero aún se sentía apresado. Los dedos de Jimin, tan acostumbrados y expertos, tomaron la longitud y comenzó un vaivén que al menos era justo. Aunque no tanto para Yoongi, pues su mente comenzaba a jugarle malas pasadas debido a la sensibilidad que la piel de su pene estaba pasando, necesitaba con urgencia enterrarse entre ambas nalgas del menor y embestirlo hasta que quedaran sin aliento alguno, pero debía aguantar, debía resistir la tortura.
Jimin admiraba y gozaba con deleite cada facción y gruñido que Yoongi liberaba a modo de placer pero aún entre ellos sufriendo. Hasta que decidió que era suficiente finalmente se deshizo del pantalón y la ropa interior del pálido, liberando así su pene necesitado de liberación.
Mientras Jimin admiraba la larga extensión del pálido, en su momento de despiste Yoongi lo tomó de los hombros y volvió a girar en la cama para posteriormente atacar el cuello de Jimin; besó y mordió juguetón a su antojo, ahora él deleitándose con los dulces jadeos y gemidos que Jimin dejaba salir ante las sensaciones.
Ninguno de los dos podía más, necesitaban unirse ya, pero les frenaba el pensamiento de que aún querían sentirse y explorar cada centímetro de sus cuerpos.
Ante ello, finalmente ambos ya se sentían completamente. La ropa tirada en casi toda la habitación, permitiéndoles a ambos un acceso más directo y placentero a sus cuerpos. Y fue así como ahora ellos se frotaban deliciosamente, entre ambos miembros dándose apenas una probada de lo que vendría. Y él lubricante natural de Jimin ya escurría inclusive entre sus piernas, y su entrada más que lista para recibir el miembro ajeno, ya no necesitando preparación alguna.
—Y-Yoongi... por favor, te necesito ya... —jadeó dificultoso, intentando articular perfectamente una oración coherente.
Yoongi no necesitando más explicación, separó su pelvis y bajó hasta tomar entre sus manos los talones de Jimin, y junto a sus manos, recorrió aquellas contorneadas y perfectas piernas con sus manos, siguiéndoles su experta boca, con la cual besaba y lamía, proclamándolo suyo, subió repitiendo aquel proceso desde las piernas hasta la barbilla de Jimin, quien gemía disfrutando de la experta boca de su marido. El mayor, sin molestarse en prepararlo pues sabía de sobra que no era necesario, dirigió su pene a la entrada del menor, y lentamente se adentró. Se apoyó de sus manos situándolas a cada lado de la cabeza de Jimin, jadeando el también al entrar en el menor.
—Oh dios.. —jadeó Jimin ante la carga mayor de placer que invadió su cuerpo rápidamente.
Y emocionándose de cierta manera al pensar que esto era apenas el comienzo. Como pudo buscó la mano de Yoongi, y sin poder evitarlo se metió debajo para así entrelazar sus dedos, aferrándose al dorso de la mano del mayor, como un soporte a su extasis. Envolvió con sus piernas la cintura de Yoongi, y él mismo lo atrajo hacia sí mismo, dando como resultado de cierta manera una auto-penetración. Y aunque Yoongi se sorprendió y se preocupó por el menor, al final lo aceptó al ver que Jimin gimió gustoso. Solamente lanzándose a besar su cuello, y segundos después, comenzar un muy lento vaivén. Él quería lento, pero si Jimin decía lo contrario, él acataba sus pedidos.
Siendo solamente con Jimin con quien podía cambiar por completo de faceta.
El vaivén continuó lento, pero Jimin jamás pidió un aumento en velocidad, al contrario, gemía extasiado por la tortuosa pero por ello placentera sensación del extasis que deseaba lograr.
Los minutos pasaron, la luna llena se alzaba aquella noche entrando como cómplice por la ventana, y por ello el momento que el matrimonio añoraba en demasía, había llegado.
Ambos se sentían ya al total borde de la locura, listos para liberarse y entregarse a la locura que el climax ofrecía, se miraron como pudieron entre las lágrimas de placer que inundaban sus ojos, se sonrieron cansados y con dificultad; Yoongi esperó la señal de Jimin, y el menor asintió tomando entre su mano libre la mejilla de Yoongi, acarició con su pulgar la suave piel que podía sentir y finalmente lo aceptó.
—Te lo permito Yoongi, te dejo que te unas a mí... mhh... y anhelo que, aunque no pueda bajarte la Luna, sea yo aquella importante pieza en ti. Aquella que te complementará por la eternidad. —citó jadeante, dando así la señal.
Yoongi sonrió y respiró profundo para luego el citar su oración.
—Me uno a ti Jimin, acepto acompañarte y aceptar todo aquello que tú puedas ser capaz de ofrecerme. Eres y serás mi complemento, a la eternidad. —citó con dificultad pero al menos siendo coherente en su oración.
Ambos aceptando su unión y siendo conscientes de ello, la unión se dió. Yoongi se acercó al cuello de Jimin, abrió su boca y entre la suave piel que aquella erógena zona poseía, finalmente, mordió. Enterró sus colmillos en la antigua marca que poseía Jimin, liberó una sustancia similar al veneno y recorrió el cuerpo de Jimin con libertad; esparció él mismo su esencia en Jimin, proclamándolo de esta manera, suyo. Y el menor, gimió alto al sentir aquella ardiente sustancia recorrerlo completamente, sintiéndose nuevamente complementado; su corazón volviendo a latir rápidamente al recibir un nuevo acompañante, y su lobo extasiándose nuevamente al sentir a quien consideraba su ahora, pareja y acompañante. Rápidamente ambos llegaron al extasis total, gimiendo y jadeando gustosos al sentirse complementados. Al sentirse mutuamente más allá de lo físico. Al saberse que ahora se pertenecían, sin arrepentimientos; ahí estaban, sintiendo sus acelerados corazones, oyendo sus agitadas respiraciones, y Yoongi aún con sus dientes en el cuello ajeno. Cuando los minutos pasaron Yoongi dejó muy lentamente su cuello y se dedicó a mirar los brillantes orbes cafés. Ambos sonrieron algo cansados y juntaron sus frentes, disfrutando de su reciente unión.
A partir de aquel momento, ya no había marcha atrás. Ya no habría arrepentimientos. Ya nada habría de cambiar el destino que ambos construían como un nuevo comienzo.
Después de décadas sin actualizar, nuevamente hago aparición por aquí. Además, ni se quejen, vine con riko porno Yoonmin, so... agradézcanme por lo menos.
En fin, me atacó un momento de inspiración así bien bonito y salió esto, luego continué con el capítulo 18, pero al iniciar, por la teoría que tengo preparada para esta historia, me ha entrado una duda, la cual cambiará demasiado el rumbo en la siguiente obra (parte). Titulada "This is the hunt". Ahora, ¿Qué hay de malo?, pues bien, la duda me entró así que, como no sólo yo quiero decidir, me gustaría que me apoyaran. Por favor, se los agradecería mucho. 😊🌺
Así que, voten en ambas opciones. ¿Cuál les atrae más? (Y no, no tiene que ver con los mortales e inmortales, así que adiós a las esperanzas de que tengan paz, porque no lo harán ;3, de nada).
A) Alianza.
B) Rivalidad.
Bueno, ahora yo me voy, tengo que hacer tarea así que, adiós bebés ;v. No los extrañaré xd, ya nocierto, zy los wa extrañar •w•.
Les deseo un día, tarde o noche lleno de pesadillas y horrores, sea cual sea el horario en el que estén leyendo esto.
Se despide su autora.
YoungMi17ⓒ.
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