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| C A P Í T U L O #22. |
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Immortal Centuries [Monsters Book #1]
P A R T E T R E S.
CAPÍTULO 22.
M A L S U E Ñ O.
Los días de sudor, sangre y lágrimas finalmente comenzaban a dar frutos.
Ahora, el pelirrojo yacía enfrentándose contra Seokjin, una última vez por lo menos puesto que este momento era el decisivo. Ahora Jung Hoseok están puesto a prueba para saber si era digno o no de pertenecer al área, o sino ser exiliado.
Seokjin estuvo a punto de sacar su látigo dorado y muy majestuoso para dirigirlo en dirección al torso de Hoseok con la finalidad de atraparlo ahí. Aunque no contó con que ahora Hoseok podía prever aquel movimiento con sólo dirigir su mirar a sus ojos, aquellos conocidos como la ventana del alma; una oportunidad que Hoseok no desaprovecharía. El pelirrojo liberó de sus manos un listón de luz hasta las manos de Seokjin, con facilidad extendió más alrededor de su torso y, casi sin piedad, elevó a Jin por los aires hasta volver a azotar contra el suelo; no teniendo suficiente de ello, con ayuda de sus alas se elevó a grandes alturas aún con Seokjin atado por su haz, y con una sonrisa inocente y un guiño, soltó a Jin a pesar de la altura, sabiendo de sobra que no azotaría ahora contra el suelo.
En cuanto volvió a aterrizar se topó con Seokjin sentado en la tierra fría y húmeda por el lugar en el cual yacían entrenando. Sin poder más, dando por centrado su derrota, Seokjin levantó una mano mostrando su palma. Había dado la señal de pérdida, aquella que dictaba no poder más.
Hoseok se quedó mudo.
Después de semanas entrenando con Seokjin, siendo en cada una de ellas derrotado por un acto sorpresa de Jin o bien, porque él mismo se daba perdido a veces antes de tiempo; es decir, cedía ante el entrenamiento. Ahora, Jin cedió la victoria, y no por querer o lástima; el mayor realmente se veía mal y muy agotado. Sabiendo ahora que estaban a mano, se acercó y le tendió la mano, sonriendo con levedad Seokjin la aceptó y con su ayuda se levantó de la tierra.
Sin palabras, Seokjin sólo le palmeó el hombro de forma amistosa y se retiró de ahí, desapareciendo en segundos.
Por el contrario Hoseok suspiró. También estaba agotado. Sin embargo de manera repentina unos brazos le envolvieron con evidente euforia en lo que soltaba un alarido de emoción.
—¡Lo lograste! —exclamó Taehyung, abrazándolo con una enorme sonrisa cuadrada.
El pelirrojo sonrió por escuchar aquella melodiosa voz nuevamente. En cada entrenamiento, sea largo o corto, sea duro o ligero, sea una cosa sencilla o laboriosa Taehyung siempre estuvo ahí, apoyándole aunque sea desea lejos. Y agradecía el tenerlo.
—Lo sé, lo sé —aceptó soltando aire retenido, de alguna manera aún no lo creía así—. No me lo creo.
Taehyung le hizo girar para verse cara a cara. Y sin retenerse, le tranquilizó con un beso un tanto fogoso; sin embargo beso que Hoseok no rechazó. Oportunidades como esa en donde ahora podía sentir más sobre o de Taehyung, Hoseok no las desaprovechaba en lo más mínimo, gracias a su nuevo y mejorado sentido del tacto y gusto. Como ahora que podía sentir la cintura que Taehyung comenzaba a tener, o bien, detallar a mayor profundidad los rasgos faciales o hasta corporales del mismo. Y por aquellas razones ahora agradecía a su nuevo yo.
En cuanto se separaron para recuperar el aliento, se miraron como unos idiotas enamorados. Juntaron sus frentes con ojos cerrados y respiraciones jadeantes.
—Estoy tan orgulloso de ti. —sinceró Taehyung.
Pudo sentir la caricia de aquella mano ajena en su mejilla pálida. Se deleitó con aquel tacto en lo que sonreía perdido dentro del mismo. No necesitaban palabras para comunicarse ni para expresar lo que sentían, sino que ahora podían hablarse corporalmente con muy apenas perceptibles acciones que de no ser que por ponerles atención nadie notaría, en cambio ellos se comunicaban de aquella manera como un diálogo común y corriente en la actualidad. Aquel era su lenguaje, uno en donde sólo ellos entendían.
Si tan sólo el cielo comprendiera que no eran más que jóvenes enamorados. Que aquel no era un pecado sino una virtud. Lástima que no lo era para varios ojos imperceptibles, aquel lazo era una maldita barbaridad para ellos.
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Con cuidado, Jimin colocó aquel adorno floral en aquel pequeño pilar en el gran salón. Con su mano eliminó aquella invisible gota de sudor bajando por su frente; estaba cansado tenía que admitirlo, el calor y el peso extra en su cuerpo eran las culpables de ello.
Suspiró. Hizo un puchero cuando no supo con qué más podía ayudar. Ya había puesto todos los adornos de los pilares, había ayudado colocando también unas cuantas sillas, hasta había hecho y puesto aquellos listones de color azul que ahora adornaban los lados de cada hilera de sillas. Sinceramente en lugar estaba muy presentable, todo tan lleno de un azulado brillante como opaco para concordar con el evento; sin querer recordó su boda, aquella que unió a su esposo y él en sagrado matrimonio, miró su anillo plateado en su anular, sonriendo melancólico segundos después.
—¿Por qué no te sientas, Omma? —cuestionó el jovencito castaño acercándose hasta Jimin, quien le devolvió una brillante mirada— Appa me regañará si se entera de que no has descansado. —recordó dramático, haciendo ver en su tono que él sería el único perjudicado.
Jimin sonrió en lo que inconscientemente acariciaba su pequeño vientre de 2 meces.
—Niño, tu padre no regañará a nadie, será un gruñón y todo, pero sabe las razones por las que hemos venido aquí. ¿Lo recuerdas cierto? —su mano pellizcó la mejilla de su hijo de manera juguetona.
Jungkook gruñó por lo bajó sintiendo aquella pequeña muestra de cariño de su padre. Aunque sonrió al notar la ligera caricia en el vientre del mismo, ahí donde yacía su pequeño hermanito formándose.
—Sí. Hoseok hyung ahora será oficialmente un inmortal de la zona. —recordó restándole importancia.
Jimin asintió dándole la razón.
De alguna manera Jimin comenzó a sentirse melancólico, al admirar el rostro de su hijo de cerca, el tener su mano en la mejilla del menor como también verlo con aquel brillo peculiar en sus ojos. Recordó aquel momento en el que también pudo apreciar aquel brillo cuando lo encontró y le miró por primera vez, uno que no se presentaba a no ser que fuese importante, aquella pequeña carita ahora tenía toda la pinta de ser todo un hombre hecho y derecho. Se sintió orgulloso de ello. Al estar a punto de llorar, frunció su ceño y todo indicio de melancolía como tristeza se esfumaron así como aparecieron; ahora toda su atención la tenía una sola cosa: el brillo de sus ojos.
Entrecerró sus ojos y le miró de manera acusadora.
Aquel brillo no aparecía a no ser que fuese importante. Y hacia un tiempo que no lo veía; no desde que se enteró que sería hermano mayor.
—Pero tú dime, ¿por qué ese brillo en tus ojos? —cuestionó de manera acusadora— Y no lo niegues, aunque no te parí, yo te he criado y te conozco lo suficiente como para saber que el brillo de tus ojos no aparece a no ser que sea para cosas importantes.
El menor abrió sus ojos sorprendido; sus mejillas se encendieron en un carmín vivo, al igual que el calor incrementó en la zona y básicamente toda su cara. Se sintió avergonzado por ello, le apenaba hablar de aquellos temas y, precisamente, más con sus padres puesto que a pesar de la confianza que se tenían, tenía también tanto cariño, afecto y amor que la sola idea de pensar que si le decía su secreto lo decepcionaría. Su padre Jimin desde que se había presentado como un omega le había apoyado en todo momento, aunque también había comenzado a insistir en cuanto a una alfa en su vida, o bien una beta; pero simple y sencillamente no le atraía esa idea, no sólo la de tener pareja sino también... las mujeres; las admiraba, era cierto, eran fuertes y el carácter de algunas le atraía pero no más que por simple admiración y/o amistad, pero no las veía más allá de eso, no las visualizaba como pareja y sobre todo con una situación romántica o con un lazo en su cuello. Sin embargo ahora parecía que cambió de opinión al conocer a –como tantas leyendas que su padre Jimin le había contado cuando niño– su destinado, aquella persona que sabía de antemano estaría con él por la eternidad, ambos lado a lado, como equipo y familia.
Aunque se sentía como un idiota por dejarse influenciar por sus inseguridades. Su padre estaba al lado de un vampiro, si bien su destinado como tal había fallecido años atrás, tiempo antes de que lo encontrara solo en aquella cabaña luego de que sus padres fuesen consumidos por las llamas, amaba a su padre Yoongi y viceversa. Lo importante era que ahora sería feliz, y estaba completamente seguro que su padre Jimin lo comprendería perfectamente.
Inhaló preparado para lo que diría.
—Es alguien. —soltó sin rodeos.
Jimin vaciló por un instante, sin embargo reaccionó de inmediato y una sonrisa se expandió en su rostro, iluminando su aura de plena vida y felicidad, una tranquilidad tan ensordecedora que disipó los nervios en Jungkook. Sus brazos se extendieron y sin dudarlo abrazó su hijo con fuerza. Se sentía tan orgulloso y feliz, por fin su hijo tendría alguien que lo cuidase como también a quien cuidar, sino era quienes.
—Ay cielo, estoy tan feliz por ti, pues espero que ese alguien te haga feliz —felicitó separándose del abrazo y tomando las mejillas de su hijo entre sus manos—. Espero conocerle pronto.
Y después de guiñarle un ojo se alejó para ver con qué más podría contribuir para seguir adornando el lugar. Dejando detrás a un pobre, joven y enamorado Jungkook marinando en su propio terror nuevamente. No se sentía totalmente preparado para presentar a Yugyeom a sus padres, más que nada porque temía que algo saliese mal, y tal vez con su padre Yoongi, quien posiblemente fuese el que reaccionaría con mayor sorpresa por este asunto.
Todo era tan complicado. Y deseaba saliesen bien las cosas.
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La sonrisa cínica que surcaba de sus labios ponían de los nervios a JungMin, quien en un intento de ignorarlo prefería hacer caso omiso a la situación. Además, sabía que Hyungjun tenía aquel don especial para la manipulación y, a su vez, conseguir lo que deseaba; acciones, miradas y palabras que siempre resultaban, además concluía que no sería tan difícil puesto que con quienes yacían tratando justo ahora eran exiliados.
Los exiliados eran famosos entre los inmortales –según Hyungjun– por poseer una sed de venganza inimaginables, aparte de no estar en ningún bando comúnmente, aborrecían a la raza humana como también a los que residían en la zona segura de los inmortales; en parte esto podía complicar el trabajo de ponerlos de su lado.
Sobre todo a los demonios y vampiros, siendo ellos los más testarudos y rencorosos que se pueda conocer. Y no era su culpa, era de los genes y costumbres que iban de generación en generación; sin embargo echados por la misma razón, cada vez estas costumbres cambiaban y deseaban "modernizarse" a un grado tal que lo que se conocía como común en un tiempo, mucho después terminaba siendo algo anormal para más generaciones siguientes.
Y era por estas mismas razones que deseaban reclutarlos, eran personas que a pesar de quienes se opusieron a ellos por sus principios, no habían cambiado de parecer, nunca cambiaron su perspectiva y por ello habían quedado en el olvido y siendo repudiados por los inmortales, tomándolos como una decepción para su sangre. Pero también los necesitaban por ello, para "ayudarles" a pelear por sus principios y creencias, saliendo victoriosos.
—Y, podrían repetir, ¿Por qué nos necesitan específicamente a nosotros? —cuestionó el hombre de mirada penetrante y oscura a los menores delante suyo.
Se notaba que lo eran, más de 600 años de existencia debían servir de algo.
Hyungjun arqueó una ceja y mordió su labio intentando contener la rabia por la ingenuidad que demostraban los inmortales frente suyo; estaba bien que era parte de ellos pero tampoco era para exagerar. Inhaló profundamente antes de disponerse a explicar de nueva cuenta.
—Deseamos que nos ayuden para ponernos contra los inmortales; para enfrentarnos contra ellos y finalmente deshacernos de su existencia —explicó lo más resumido que pudo, aparte de que ya estaba un tanto irritado por el tiempo que le parecía estar desperdiciando—. Además, si lo deseas, podemos darte algún premio, tal vez la cabeza de Seokjin pues la de Namjoon ya está apartada —ofreció en tono cuquero—. O hasta si lo deseas, podemos darte la de su primogénito, Kim Taehyung, o también las de su amante, Jung Hoseok; deseábamos quedarnos con sus alas y cabezas y comernos sus intestinos, sin embargo podemos dárselas a ustedes si tanto quieren algo a cambio.
El hombre arqueó una de sus cejas y entrelazando los dedos de sus manos para tapar su boca con las manos hechas puños, analizó la oferta, lucía tentadora eso no podía negarlo. Claro que estaba al tanto de quienes eran los Kim y el recién llegado Jung; la familia Kim era reconocida como los héroes en la historia, claro, aunque no a sus ojos y los de su reino que igual que los Kim, vivían apartados de los mortales e inmortales reconocidos y buscados, si bien estaban más expuestos, ellos eran mucho más cuidadosos en cuanto a ocultarse se trataba, aunque obviamente al puro estilo antiguo. Ante el hecho de analizar que, de ganar, podría tener al mayor demonio que alguna vez haya pisado el plano terrenal colgando de adorno en su pared detrás del escritorio en el que ahora yacía sentado.
Aquella idea la pareció tentadora.
Le brindó al muchacho delante suyo una sonrisa pícara, que en conjunto con su semblante duro y varonil contrastó de una manera que sólo hizo resaltar su belleza. Posteriormente a aquel gesto asintió cerrando sus ojos lentamente, dando a entender que aceptaban la propuesta; sin embargo cuando su gente que yacía presente en aquella habitación –que eran gente de su total confianza– comenzó un bullicio demostrando su inconformidad en cuanto a su decisión, y el muchacho había volteado a ver al Park detrás suyo, levantó una mano exigiendo silencio, silencio que le fue otorgado.
Se levantó de su silla en un seguro movimiento, hizo un ademán de llamar a alguien, quien de inmediato se posó al lado suyo.
"¿Tú qué opinas, cielo?" Cuestionó mentalmente Hyung joong, tomando entre sus largos dedos la barbilla del más bajo.
Las pupilas del más bajo se dilataron y en general sus ojos brillaron de deseo puro. Entre su cerebro maquinando nuevamente, comenzaron a formularse varias imágenes tras imágenes que narraban un sólo destino, uno que bien sólo él podía conocer y hacer uso del mismo a su antojo. Soltó un suspiro por lo bajo.
"Sé sincero, Saengie." Exigió nuevamente el más alto.
Mirándolo detenidamente y sin titubear le contestó.
"Acepta, pero pídeles que te den más parte de la recompensa. Exijo que traigan a Kim Taehyung vivo." Pidió.
Era la única manera, además de conseguir al menos un poco de "paz"por estos rumbos, también conseguirían traer a su salvación absoluta; importándole poco si debía de otorgar su vida o la de otros por hacer que aquel destino llegase a la tierra. Pero era una meta que no podía compartir con su esposo, pues bien sabía las consecuencias que acarrearía si Hyung joong se llegase a enterar que le ocultaba secretos y soluciones para que el futuro que ese hombre deseaba podían hacerse realidad.
Por lo cual debía ser precavido, y por obvias razones, nunca tomar decisiones a la ligera.
Que a pesar de que esta sonaba como una, la verdad era otra.
El hombre mayor presente asintió en la dirección de su esposo, dando por hecho que le seguiría la corriente y confiaría en él. Dirigió su mirada nuevamente a los recién llegados y ajenos a su reino.
—Les ofreceremos nuestra ayuda, a cambio de alguien en particular —informó, y las miradas curiosas no tardaron en dirigirse a su persona—. Mi esposo exige que le traigan a Kim Taehyung vivo. Él tiene sus razones para solicitar aquello, sabe lo que hace.
Hyungjun le miró con indiferencia, realmente no le importaba aquello, él lo que verdaderamente deseaba era la cabeza de Min Yoongi, Park Jimin y Park Jungkook, aparte de acabar con más de los inmortales y mortales, siendo de alguna forma él quien dirija a los vampiros y quien sabe, hasta dirigir a todos los inmortales existentes. Así que encogiéndose de hombros, asintió dando por hecho aquel pedido. Aunque tampoco era sorpresa que muchos desearan al primogénito de los Kim, era poderoso no sólo a un nivel anatómico, sino hasta un nivel mental, emocional e incluso sanguíneo; y no dudaría que dentro de un tiempo también Jung Hoseok, el ahora presentado ángel, fuese deseado y cazado por varios por lo que era, un ángel que bien podía hacerle frente a un demonio, cualquier parte de su cuerpo podría venderse a grandes sumas de dinero, y su sangre ser codiciada por todos pues otorgaba muchísima más juventud y resistencia en o para combate. Sabiendo todo esto por ser un excelente espía.
—Entonces, tenemos un trato. —dijo con arrogancia Hyung joong extendiendo su mano al menor.
Hyungjun estrechó su mano a modo de aceptación junto a una sonrisa muy sobrada.
—Tenemos un trato. —sentenció.
¡¡¡𝙵𝚒𝚗𝚊𝚕𝚖𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚝𝚎𝚗𝚎𝚖𝚘𝚜 𝚞𝚗 𝚗𝚞𝚎𝚟𝚘 𝚜𝚎𝚙𝚊𝚛𝚊𝚍𝚘𝚛!!!
𝘛𝘰𝘥𝘰 𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘢 -dxstxr. 𝘔𝘶𝘤𝘩𝘪́𝘴𝘪𝘮𝘢𝘴 𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘴.🤗💖
Luego de tiempo sin publicar, finalmente me reporto por aquí ajioajio.
Ahora sí, a partir de ahora las cosas van a cambiar de una manera drástica, puesto que estamos en la tercera y última parte del libro vamos pa'lo verdaderamente fuerte, que vendría siendo drama, hasta algunos momentos épicos. Aunque como ya se sabe esta versión es un borrador, por lo cual pueden desesperarse con tranquilidad si algo está fuera de lugar, pero voy llevando esto sobre la marcha.
En fin, si leen esto muchas gracias.
Les deseo un hermoso día, tarde o noche, sea cual sea el horario en el que estén leyendo esto.
Se despide su autora.
YoungMi17ⓒ.
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