Puto Deku

—Eh, inútiles —llamó Bakugou, el cual ya estaba de pie con su gran mochila—. Nos vamos —terminó mientras sacaba su mapa y avanzaba con Todoroki a su izquierda y Midoriya a su derecha.

Esta vez, la verdadera aventura contra el malísimo Meago Lapaja, iba a comenzar.

[...]

—Y… ¿cuánto falta para llegar? —inquirió Kaminari con cierta curiosidad mientras caminaba tranquilamente al lado de Kirishima.

Llevaban un buen rato siguiendo a Katsuki, el cual no informaba sobre nada y seguía guiándose con el mapa y liderando a su equipo.

—¡Vamos chavales, ya queda poco! —exclamó el mapa mientras Bakugou lo apretaba con rabia—. ¡Ya se ve la ciudad!

Durante todo el camino no se habían encontrado con ningún malévolo rival, así que de momento solo debían seguir el recorrido hasta llegar a la montaña donde se hallaba la estatua a la que debían devolver el huevo mágico que guardaba Katsuki en su mochila.

—¡Wow! —exclamó Denki con una sonrisa al observar la inmensidad de la ciudad a la que habían llegado—. ¡Aquí hay de todo! —siguió observando los diversos puestos y tiendas que alegraban el ambiente.

—Centrémonos —comentó Shouto acercándose hacia Bakugou y cargándolo en sus hombros como si de una niña pequeña se tratase.

—¡Buena idea, Todoroki-kun! —exclamó Izuku al darse cuenta de que lo que había la arquera beneficiaba al equipo.

—¡BÁJAME, MIERDA! —se quejó mientras comenzaba a golpear repetidamente y, con nula fuerza, la cabeza de Shouto.

—¡Kacchan, es para que no te pierdas! —respondió Midoriya con decisión—. ¡En la ciudad hay mucha gente, no sabemos qué podría pasar si nos separamos!

—Aunque no creo que perdamos de vista a una niña con una mochila tan grande… —murmuró Kaminari para sí.

—Entonces… solo debemos atravesar la ciudad, ¿verdad? —cambió de tema Kirishima con una sonrisa nerviosa e ignorando el escándalo que había montado Bakugou con sus gritos.

Gritos que, casualmente, habían llamado la atención de ciertos enemigos.

—¡Ahí están! ¡Ese grupo tiene el huevo mágico que activa la magia de Mepika! —se pudo escuchar cierto grito—. ¡El huevo pertenece a nuestro líder! ¡Id a por ellos!

Los jóvenes se quedaron en silencio y luego se giraron para ver cómo unos ocho duendes con navaja y cascos con pinchos se les acercaban a gran velocidad.

—Ah, maldición —murmuró Kaminari después de tragar saliva.

—¡Tenemos que alejarnos de aquí! —exclamó Midoriya—. ¡No podemos luchar en la ciudad, hay mucha gente!

—No. Sí que podemos —interrumpió Todoroki—. Bakugou, agárrate fuerte —ordenó para luego sacar su arco con flechas y mirar a los rivales.

Pero, lamentablemente, después de disparar repetidas flechas se dio cuenta de que era en vano. Los duendes las bloqueaban con sus casquitos y seguían acercándose cada vez más mientras afilaban las navajas.

—¡Todoroki, tenemos que irnos! —llamó Kirishima a lo lejos.

Izuku, Denki y Eijirou habían tomado la delantera para correr y atravesar la ciudad lo más rápido que pudieran.

—Está bien… —aceptó Shouto.

En pocos segundos, y debido a su gran velocidad, Todoroki alcanzó al resto de su equipo que ya había comenzado a correr (menos a Kaminari; su velocidad estaba a otro nivel).

—¡PUEDO CORRER POR MÍ MISMO, MIERDA! —gritaba Katsuki dando a entender que la arquera le bajase de su espalda.

—No quiero que te maten unos duendes a navajazos —respondió Shouto con serenidad.

El único que había comenzado a retrasarse era Izuku, el cual no destacaba demasiado por su velocidad; el resto de sus compañeros, excepto Bakugou, sí que poseían esa ventaja.

—¡Estamos perdiendo a Midoriya! —exclamó Eijirou al girarse y verle más atrás de lo normal.

—¡Está bien, chicos! ¡Seguid sin mí…!

Lo siguiente que vieron los demás al girarse, fue cómo un duende se abalanzaba encima del caballero y clavaba su navaja en el cuello de Izuku, dejando salir una gran cantidad de sangre para que, después, Midoriya se desvaneciera para caer del cielo.

—Puto Deku. Eso le pasa por lento —comentó Bakugou mientras se aferraba al cuello de Todoroki.

—¡Chicos, creo que lo mejor sería luchar ya! —exclamó Kirishima deteniéndose cerca de la salida de la ciudad.

—Midoriya caerá en cualquier momen…

Pero Todoroki no pudo terminar de hablar al sentir un fuerte peso encima de él, que luego se desvaneció junto a Katsuki.

Izuku había caído encima de Bakugou y, tratando de aferrarse, le sujetó por la mochila y le tiró al suelo donde cayó, exactamente, encima de él.

Ahora Shouto estaba observando, sin ningún brillo en sus ojos, cómo Midoriya estaba a pocos centímetros del rostro de Katsuki. Cabe decir que, además, Izuku tenía una mano puesta en el pecho izquierdo de la niña rabiosa.

—Midoriya… —murmuró Shouto con un tono escalofriante.

—Deku… —agregó Katsuki con una mirada terrorífica.

—¡P-Perdón…!

Pero durante ese tiempo los tres habían olvidado por completo la presencia de los duendes que, ahora, estaban rodeándoles.

Kirishima apretó un puño y cerró los ojos con lágrimas masculinas.

—¡Nunca os olvidaré! —exclamó el pelirrojo para después seguir corriendo y salir del todo de la ciudad.

Básicamente, los ocho duendes se habían abalanzado encima de la arquera, el caballero y la loli. Después, les habían apuñalado repetidas veces, convirtiendo toda esa zona en un gran charco de sangre y haciendo que Todoroki y Bakugou perdieran una primer vida y que a Izuku solo le quedara una.

Para suerte de los chicos, cayeron justo al lado de Eijirou y a cierta distancia de los duendes que, todavía, no se rendían en perseguirles.

—¡Son demasiado persistentes! —exclamó Kirishima sacando sus propias navajas y dispuesto a encararlos ahora que estaban en un lugar más amplio.

—Bakugou, tus trampas —comentó Todoroki.

—Ya lo sé, mierda —respondió Katsuki chasqueando la lengua y quitándose la mochila para sacar unas diez de ellas.

A continuación, las colocó alrededor de su equipo y a cierta distancia, y se sentó tranquilamente con el ceño fruncido.

—¿Estará bien…? —inquirió Midoriya sacando su espada y alerta a cualquier problema que surgiera.

A los pocos segundos, visualizaron a los duendes acercarse frenéticamente, pero cuando pisaron aquellas trampas, explotaron con tal facilidad que Kirishima y Midoriya se quedaron con la boca levemente abierta.

—Bakugou… —comenzó Eijirou.

—Kacchan… es bastante poderoso… —completó Izuku.

—¡¿HAH?! ¡¿Lo dudabas?! —gritó girándose para verles.

—Yo no —respondió Shouto arrodillándose y sosteniendo de la mano a Katsuki con un brillo en sus ojos.

—¡Wow! ¡Menuda masacre! —cierta voz llamó la atención de los cuatro chicos.

Denki se estaba comiendo tranquilamente una manzana.

—¡Kaminari! —exclamó Kirishima con preocupación—. ¡¿Dónde te habías metido?! —inquirió después de suspirar.

—Es que erais muy lentos —respondió encogiéndose de hombros.

—¿Y esa manzana…? —agregó Izuku señalándola.

—Ah, la robé de un puesto de frutas mientras huíamos —agregó sin importancia.

Bakugou, sin saber por qué, se había acercado hacia el morenazo rubio y le estaba mirando fijamente con el ceño fruncido.

—¡KAMINARI, NO ROBES, MIERDA! —gritó de manera inconsciente.

Kirishima, Midoriya y Todoroki se quedaron en silencio al escuchar aquello.

—¿Eh...? —inquirió Denki con una sonrisa nerviosa—. ¿Quieres un poco? —agregó ofreciéndole la manzana mordida.

Lo único bueno de aquello era que habían conseguido derrotar a otros poderosos rivales.

[...]

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