Reconciliación




Todo su martirio habí­a comenzado esa noche lluviosa, tras salir de aquel bar. Después de un par de tragos y estafar a un par de incautos era momento de regresar a casa, lloví­a muy fuerte, pero esto no le importaba, su casa estaba a un par de cuadras, en cuanto llegase tomaría una ducha y después a la cama.

Al salir se sorprendió al ver a uno de sus compañeros parado un par de metros lejos, con una maleta en mano ¿cómo se llamaba? ¿Castro? ¿Krespo? ¿Cristo? mmm, no lo recordaba, era malo para los nombres, en especial cuando no trataba con las personas.

El chico se veía asustado, y no era para menos, ese lugar era muy peligroso.

"miren a aquel chico"

Un par de voces a su espalda le puso alerta, cuatro hombres mal encarados habían clavado la mirada en su compañero, mientras frotaban sus manos y hací­an ademanes obscenos. Una mirada rápida le confirmo que no tení­an buenas intenciones, por lo que apresuro el paso hasta el menor.

"¿qué haces aquí?"

Fueron las escrutas palabras que salieron de su boca. Sin avisar le arrebato su maleta y lo obligo a caminar, preocupado por las pisadas que se escuchaban a su espalda. Por suerte esos sujetos desistieron en su cacería, de lo contrario habría terminado en la cárcel o el hospital. Al llegar no supo muy bien que decir o hacer, por lo que su trato fue brusco y directo, lo mando a bañarse y después a dormir, ya mañana se enteraría del porque su compañero estaba en la calla a esas horas y en semejante lugar.

Al día siguiente se enteró de la historia de Krest, le pareció muy cruel de parte de la casera. Tal vez fue por aburrimiento, soledad, diversión, equis cosa, por lo que decidió invitarle a quedarse con él, no necesitaba el dinero de la renta, pero creyó que la compañía le caerí­a bien...ne, mentira, solo querí­a a alguien que cuidara la casa mientras no estaba.

Krest resulto ser un tipo agradable, era listo, responsable, tí­mido y amable, tal vez algo retraído pero le caya bien.

En poco tiempo se convirtió en su pasatiempo favorito, le gustaba su inocencia y timidez respecto a las demás personas...también era divertido ver como Itia se lo comía con los ojos y él ni enterado, Friend zone Forever ja,ja. No negarí­a que se morí­a de risa cuando comenzó esa pequeña telenovela con Garnet, era gracioso ver al pobre Krest correr de un lado a otro, intentando complacer a su novia y mejor amigo, podía pasar horas mirando cómo se tiraba del cabello cada que uno le reclamaba.

Pero todo cambio cuando Garnet mostro su verdadera cara. La forma en que obligo al pobre chico a elegir fue muy cruel e injusta. Si bien la chica no le agradaba, ya que la consideraba alguien vulgar, con eso menos. Si de verdad quería al enano tenía que ser más comprensiva e intentar llevarse bien con sus compañeros ¿No? en poco tiempo el coraje se apodero de él. No le gustaba ver al chico, por el cual comenzaba a sentir aprecio, tan triste y melancólico. Krest se habí­a vuelto callado, ya no frecuentaba los lugares que le gustaban o a sus amigos, ya no soltaba esas discretas risillas, ni charlaba como antes, incluso lucia muy demacrado.

No era justo, era un buen tipo y no se merecí­a lo que estaba pasando. Pero, pese a ello, decidió no intervenir, después de todo ellos no eran nada. Pero como siempre sus sentimientos cambiaron tan rápido como sus calcetines, y es que no le gustaba ver mal a aquellos que apreciaba...y a Krest comenzaba a apreciarlo.

Fue tan divertido el ir y armar todo ese alboroto, gritar a media calle y amenazar a la gente cual vil pelea de cantina...hace mucho que no lo hacía. Esa noche fue perfecta, todo marchaba bien hasta que a Krest se le ocurrió decir esa maldita palabra. Bastaron esas cinco letras para que su sangre hirviera y viejas heridas salieran a la luz...Amigo...No!.. ¡Jamás!... ¡nunca en esta vida! no volvería a tener amigos mientras estuviese vivo, no después de lo que paso.

Intento levantar una brecha entre él y su inquilino, pero le fue imposible, en especial cuando vio los ánimos del chico nuevamente por los suelos. Esos supuestos amigos suyos lo estaban haciendo sufrir...¡y no era justo! Krest estaba realmente arrepentido por lo que ocurrió, de verdad lamentaba lo que había hecho e intentaba enmendarlo, pero esos cabezas huecas no le daban oportunidad. Esto aumento la empatí­a por su compañero, él sabí­a lo que era estar verdaderamente arrepentido y desear retroceder el tiempo atrás para solucionarlo, entendí­a la tristeza y soledad que te inunda en esos momentos, así­ como el cargo de conciencia.

¡Todo mundo se equivoca! Nadie está exento y ¡si de verdad eran sus amigos! ¿No deberían de perdonarle?

Nuevamente se vio involucrado en algo que no quería, nuevamente tomo partido por el más pequeño, ya que no le gustaba verle así­, tan frágil y vulnerable. En esos dí­as Zaphiri habí­a descubierto que Krest era una persona muy emocional, alegre gentil y risueño, que gustaba de las novelas de suspenso y el chocolate, muy entregado a sus objetivos y...testarudo y orgulloso...igual que él.

Por eso motivo fue a hablar con esos idiotas, le costó un poco convencerles, en especial a Itia, aunque era razonable si se tomaban en cuenta los sentimientos del moreno para su inquilino, la verdad Krest abecés se pasaba de inocente. Por fortuna las cosas entre los nenes, como él les decía, se arreglaron, ahora el único problema era la odiosa de Garnet.

Tení­a unas enormes ganas de partirle la cara, le importaba poco que fuese una mujer, esas bromas eran absurdas e infantiles, se notaba que el despecho no le caí­a bien. Logro controlarse ya que vio que los amigos del menor lo protegían aunque...no lo hací­an muy bien.

Se puso furioso cuando observo como aquel pelirrojo le arrojaba el jugo a su compañero, empapando al enano, no corrió donde Krest, ya que alcanzo a divisar como sus amigos se lo llevaban, pero si se encargó de darle una buena paliza al imbécil ese, basto con fingir un empujón para partirle la cara, solo erro un golpe y termino destrozando una ventana, ganándose unos cortes, pero no fue tan grave, en cuanto termino se marchó de ahí­ antes de que llegase la seguridad del campus, ya después se disculparí­a con el director y pagaría la ventana. Fue donde su compañero y le ayudo a asearse, esto se estaba saliendo de control, si esos idiotas no poní­an un alto...lo haría él!

Pasó Dí­as planeando una excelente venganza, estaba por realizarla cuando...cuando  él y Krest pelearon.

¿Por qué Diablos ese enano se empecinaba en meterse en su vida?

¡Él estaba perfectamente!

Si, era consciente de que era un malito alcohólico...¡pero no le hací­a daño a nadie! no tení­a una pareja a la que maltratara debido al vicio, o hijos que desatendiera, ni siquiera una...una madre...o un abuelo, que se preocupasen por él, no tení­a a nadie, estaba solo...¿Cuál era el problema?

¡Maldito Krest! ¿Por qué tuvo que recordarle a su familia? ¿Por qué tuvo que abrir de nuevo esa herida?

Paso una semana desde su pelea, Krest no se marchó y él no se atrevió a correrlo ¡jamás volverí­a a hacerlo! Le agradaba su compañí­a, le gustaba su presencia en la casa, la hací­a sentir...viva. Pero no todo marchaba bien, ya casi no hablaban y Zaphiri prácticamente le rehuí­a. El moreno se levantaba más temprano, salí­a de su casa y no regresaba hasta la madrugada, incluso se atrevió a dormir en un hotel tres dí­as seguidos. En clases era el primero salir y evitaba a toda costa encontrárselo en los pasillos, incluso falto a dos prácticas de Sage, cosa que molesto al mayor y fue a su casa a reprenderlo, sorprendiéndose al encontrar a Krest ahí­.

¡Esto era Absurdo! ¿Por qué se sentí­a tan mal? Jamás le importo lo que los demás pensaran de él, pero ahora, le aterraba descubrir si Krest le guardaba rencor.

Deprimido decidió buscar una solución, tal vez si hacia algo por el menor este le perdonara el golpe. Esa mañana se levantó muy temprano y partió a la escuela. Las clases transcurrieron normal hasta que llego la última, esa clase Krest la compartí­a con Garnet. Se encontraban en exposiciones y era el turno de la chica, la cual solicito un dispositivo al aula de proyección, todo transcurría normal los primeros minutos. La joven exponí­a su tema sobre los tipos de Herpes, de repente, como si se tratase de una peli de terror, la maquina comenzó a cambiar por sí sola, gracias a un pequeño truquito que el moreno hizo, las risas no tardaron en escucharse, en cada imagen aparecía... Garnet, todas eran diapositivas donde ella se encontraba en escenas un tanto...vergonzosas. Sacándose un moco, atragantándose con la comida, jalando su ropa interior sobre el pantalón, dormida en el metro con las piernas abiertas, cada imagen venia acompañada con una leyenda que Zaphiri escribió. Al final la joven término por arrojar el aparato y salir corriendo de ahí, en cuanto salió al pasillo un flash impacto su cara, Zaphiri le esperaba afuera, con el celular en la mano.

-ya vas a dejarlo tranquilo...o ¿quieres seguir jugando?

El moreno le miraba desafiante, con una expresión burlesca e intimidante.

-deja en paz a Krest niña, o la próxima vez no seré tan benévolo.

Después de susurrarle eso al oí­do el moreno se alejó, dejando detrás de si a una aterrada Garnet y...un sonrojado Krest. El chico se habí­a asomado, como todo el salón, al pasillo, para ver lo que sucedida. Alcanzo a ver a Zaphiri y escucho parte de la advertencia. Esto lo animo, por un momento llego a creer que el moreno le odiaba, por atreverse a contradecirlo e intentar inmiscuirse en su vida, gracias a dios no fue así­, de lo contrario no estaría defendiéndole.

Con el ánimo renovado Krest decidió arreglar las cosas. Esa noche no durmió, se quedó sentado en las escaleras de la entrada, con las luces apagadas, esperando. Cuando Zaphiri entro casi se infarta al verlo, gracias a Dios no creía en las cosas paranormales que si no. Se quedaron en silencio un par de minutos, sin saber que decir, solo contemplándose. El nerviosismo se apodero del más alto por lo que decidió pasar de largo, dio las buenas noches y comenzó a subir las escaleras, no habí­a llegado al segundo escalón cuando un agarre firme sujeto su muñeca izquierda.

-gra...gracias.

-¿eh?

-por defenderme de Garnet, yo...gracias.

Una sonrisa curvo los labios del moreno, miro a su compañero y se llenó de ternura, Krest mantenía la vista gacha y sus mejillas habían adquirido un tono carmesí.

-je, se lo merecía, después de todo te dije que era una maldita bruja castrante, no.

-je,je, si, tienes razón.

Los dos comenzaron a reí­r, la tensión de los días pasados desapareció de golpe, era extraño como se llegaban  a entender con solo una mirada. Pero también  habí­a palabras que querí­an brotar de su boca y no se quedarían ahí.

-Krets yo...lo siento

-¿eh?

-perdoname, no debí­ empujarte, lo siento, es que...en ocasiones soy muy impulsivo y...perdón.

La disculpa le topo por sorpresa, no tardo en sonreí­r y entrelazar sus dedos con los de su compañero.

-no importa, también fue mi culpa, no debí­ de gritar y decir esas cosas, perdón...es solo que...

Mordió su labio para no seguir, se arrepentía de sus palabras pero no de su acción, de verdad quera ayudarlo.

Zaphiri no tardó en darse cuenta.

-Escucha Krest, sé que no te gusta que yo beba pero...sonara estúpido y trillado, pero el alcohol es la única salida a mis problemas.

-¡No! eso no es verdad, el alcohol nunca es la so...

-¡Krest!

Zaphiri acuno su rostro en sus manos y le obligo a verle.

-hay cosa que no sabes de mí­, cosas malas que deseo olvidar, y el alcohol me ayuda, es una pequeña salida a mis problemas.

-entonces dime que es, pued...

-No, te lo agradezco, sé que tu intención es buena pero, este es mi problema y soy yo quien debe resolverlo.

-pero, tú me ayudaste y...

-copito, tus problemas eran algo superficial, sin importancia, se podían arreglar...pero el mí­o, ya no tiene solución.

-¿Cómo lo sabes?

-por qué lo sé y ya.

-Zaphiri.

-Entiendo, y te agradezco infinitamente que quieras ayudarme, pero el problema es que...yo no deseo superarlo.

-¡que! ¿Por qué?

-no lo sé, masoquismo tal vez, tal vez por qué temo enfrentar mis acciones y por eso prefiero escapar de la realidad embriagándome.

-pero...podríamos enfrentarlas juntos.

-¡No! Este es mi Infierno...y me gusta estar en él, es lo que merezco.

-¿Por qué?

Zaphiri le sonrió de manera triste, se inclinó un poco y beso su frente.

-Porque soy malo, y los malos deben ser castigados.

Soltó al chico y se encamino a su habitación, deseándole una buena noche.

Krest no contesto, se quedó parado ahí­, en medio dela obscuridad y mirando fijamente las escaleras. Llevo su mano hasta la frente y la toco, aun sentí­a el calor de esos labios.

-No...yo no creo que seas malo...Zaphiri.

Susurro a la nada antes de comenzar a subir para ir a su habitación.

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Y se acabo, espero que el capitulo fuese de su agrado.

Les dejo una pequeña imagen como extra.

tal vez commence a ambientar mis historias con dibujos propios , que opinan?


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