If you don't know

La amo tanto que nunca podré decir que me he cansado de luchar por ella. Pero esto es excesivo, incluso un loco enamorado como yo se puede dar cuenta de eso. Mi relación con ella por más hermosa que sea en ciertos momentos, siempre se termina deteriorando.

Yo siempre le digo que se olvide del pasado, que intentemos algo juntos, pero siempre me da su misma mirada insegura. Su mirada dice algo, sus palabras dicen que no es sano estar así, pero sus acciones son lo contrario, ¿o por qué otra razón ella sigue a mi lado?

—¿Ya te vas? ¿Tan pronto?—salí de mi habitación medio dormido para encontrármela escabulléndose por la entrada principal al departamento.

—Uhm, tú sabes que yo...—estaba seguro que ella no tenía ni la menor idea de cuál excusa poner ahora
—Tengo cosas que hacer por la mañana—hizo una mueca.

—De acuerdo—asentí—¿Podrías quedarte la noche tan siquiera?

Ella asintió con una ligera sonrisa. Se acercó a mi para enrollar sus brazos en mi cintura. Solté un gran suspiro por todos los pensamientos que estaban cruzando en mi cabeza.

—¿Sabes algo? Recuerdo como si fuera ayer este destello en tus ojos cada vez que estábamos juntos, las canciones que te hacían llorar—solté un pesado suspiro, aguantando las lágrimas, ella se separó de mi
—Recuerdo cómo me sentí por dentro, tan vivo. Verte usar mi playera como pijama, mientras te enojabas conmigo por alguna estupidez aunque al final siempre me terminabas besando...Recuerdo reprimir una gran sonrisa de lo feliz que me sentía—sonreí de lado mientras todos esos recuerdos llegaban a mí—Pero después te marchabas, te ibas sin decir nada. Me dejabas tan confundido, actuabas de una manera y después de otra, dices que no sientes nada pero cada vez que te vas no encuentro esa playera por ningún lado.

—Calum...—se separó por completo de mi mientras soltaba un cansado suspiro.

—¡No! Para tus discursos inútiles. ¿Qué no entiendes? Yo te doy total control sobre mi, te he dicho una y otra vez que me arranques el corazón porque te estoy dando el permiso de ser la dueña de este.

—¿Te estás escuchando? ¡Eso no es sano! No puedes decirme que haga lo que quiera contigo.

—¡Sí puedo! Y la única razón es porque te amo—me tiré en el sillón de mi departamento, pasándome los dedos por el cabello—Toma mi corazón y enséñame qué es el amor, mínimo necesito saber cómo tú lo ves—musité con la cabeza entre mis brazos. Ella se sentó a un lado mío, mirándome. Su típica expresión de no estar segura de lo que debía decir se plantó en su rostro. Esa mirada suya era la que en realidad me traía harto.

—Calum es que yo, no creo sentir nada—musitó haciendo una mueca. Posicionó su mano en mi espalda, intentando disminuir el impacto de sus palabras en mi.

—No entiendo cómo puedes decir eso y aún así no querer tomar mi corazón. Es claro que piensas que eso es el amor, una especie de círculo vicioso. Un juego en donde te doy poder sobre mí, de destrozarme en cualquier momento. Muéstrame que solo uno puede sufrir en este juego llamado amor si crees que eso es—una lagrima bajó por mi mejilla y cayó en el piso, después otra.

Ella no decía ni una palabra. Por fin me escuchaba pues ahora era mi turno de hablar, de hacerle saber todo lo que siento por ella. Todas las veces anteriores las palabras no salían de mi, y ahora salen con tanta fluidez que me aterra lo real que se sienten.

Su mirada estaba destruida, y a pesar de la lagrimas pude notar el gran torbellino de emociones en ella. No sabía qué hacer, qué pensar, incluso qué sentir. Hemos pasado por lo mismo pero yo siempre luchaba por ella, y me odio porque a pesar de sus acciones, sé que lo seguiré haciendo.

—Yo lucharé por ti, haré lo posible para que lo nuestro funcione, lo único que pido de tu parte es que me quieras como yo lo hago. Necesito que me digas que me quede a tu lado, que me necesites a tu lado. Si lo que te hace falta es mi corazón, lo tienes, pero no te dejaré escapar—hablé y por fin pude verla a los ojos nuevamente. Ella se acercó a mi lentamente, sus mejillas estaban húmedas por las lágrimas como mis pestañas. Justo cuando íbamos a hacer contacto, tenía que decir algo antes de volver a caer a sus pies, pues a fin de cuentas ella puede tener mi corazón, pero no lo toma, solo lo deja en mi mano y yo no sé qué hacer con él más que llevarlo con la dueña que persigue sin cesar.

—Pero si no estás segura, si no sabes lo que realmente sientes, déjame ir—susurré en sus labios.

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