broken
Llegué tarde a la fiesta, por eso es que todos ya estaban demasiado entrados en el ambiente, por no decir drogas y música. Olía tremendamente a marihuana, y en realidad me disgusté cuando vi que la mayoría de personas aquí estaban consumiendo aquello.
¿Qué hago aquí? Ni si quiera estás personas son mis amigos. Vengo solo por el amor de Dios.
Quién me creo para llegar y criticar a cada una de estas personas. Ellos son lo suficientemente adultos como para saber sobre sus acciones, no debería importarme. Puesto que sí lo hace, pues yo estoy igual de perdidos que ellos y cada uno.
Debería estar en mi lugar seguro, a un lado de la música e instrumentos, pero vine a petición de un "amigo", no podía irme sin tan quisiera saludarlo.
Cuando menos me la esperé, él apareció entre el humo de la droga, colgado de una chica, muy hermosa ante mis ojos.
Hubo algo en su mirada, que en el momento que la mía chocó con la suya, supe que podría llegar a amarla. Había algo que me llenaba el interior, pero en realidad no estaba seguro. Tengo que conocerla, sus ojos me exigen a gritos que debería hacerlo. Lo trágico de su mirada, más lo puro de su expresión me incitan a lanzarme.
Platicamos, conversamos, nos vimos directo en nuestras rotas almas. Conforme más intercambiábamos palabras, supe que ella era una persona misteriosa. Lo sé, de verdad.
Estábamos cerca del baño, no tengo idea de por qué. Pero entonces ella hizo el primer movimiento. Me tomó por la mejillas y me plantó un beso. Ambos supimos lo rotos que estábamos mientras ese beso avanzó. Era más claro como el agua que eramos piezas rotas flotando por ahí. Piezas rotas y solas, abandonas. Era casi un milagro que no estábamos pulverizados. Aunque hasta cierto punto creo que eso podía convertirnos en unos idiotas, pero estamos demasiado rotos y solos como para querernos dar cuenta.
—Bien, los dos estamos igual de destruidos—musitó una vez que nos separamos. Sonreí, junto con ella porque sabía que podíamos arreglarnos entre nosotros.
—Mi pequeña chica rota—comenté por lo bajo.
—Eso es lo que me gustó de ti, estás igual de derrotado y desestero que yo, tal vez podamos serlo juntos—sonrió ligeramente.
Sí, tal vez podríamos.
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