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Imagina: Déjame ir (Ten el valor)

Partes: 1 de 1.

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Después de un agotador día de estudios y una rápida visita a los Vengadores en la torre, estabas más que lista para ir a tu departamento a dormir en los brazos de tu querido novio: Pietro.

Lo que era inusual, era no haber tenido ninguna llamada o mensaje de él en un lapso de más de diez horas. Desde la mañana que te despediste de él lo habías notado nervioso, algo desconectado quizás. No le diste la importancia necesaria en el momento, pero lo hiciste cuando la creciente preocupación comenzó a formar ideas en tu cabeza.

Al entrar a tu hogar nada parecía fuera de lo normal, agradeciste internamente cuando los fantasmas en tu mente dejaron de agonizarte en que tal vez algo malo había pasado.

— ¡Amor! —llamaste, pero nadie respondió a tu llamado.

— ¿Speedy? —preguntaste de nuevo, pero el silencio seguia llenando el lugar. Te dirigiste a buscar a la recámara que compartían

La puerta entrecerrada te hizo pensar que simplemente se había quedado dormido, y lo confirmaron tus ojos al verlo con el reflejo de la luz de la luna. Sonreíste pero no por mucho, algo mas se movió a su lado y pronto un par de piernas se abrazaron a él.

Cuando lograste analizar bien en lo que estaba ocurriendo, notaste que Pietro estaba desnudo del torso para arriba ya que una sabana cubría el resto de su cuerpo. Pero lo que hizo que tu corazón doliera, era la extraña a su lado. Una mujer que no reconociste, estaba dormida a su lado. No tu, si no ella; abrazando a el chico que te juraba amor eterno.

La mujer media despierta se alarmó y pegó un grito al verte parada en el marco de la puerta, al parecer ella sabía quien eras tú. Sus gritos lograron despertar a Pietro, el cual siguió la mirada de la extraña y te miró también.

Cuando los ojos azules que en aquel momento estaban apagados te miraron, culpa se filtró por ellos. Lágrimas salían por si solas de tus pupilas, simplemente no lo podrías creer.

Te alejaste de la habitación y buscaste tu bolso, habías arrojado las llaves por la tranquilidad de estar por fin en casa, que olvidaste donde estaban. Esto le dio tiempo a Pietro de vestirse y alcanzarte.

Sus manos tocaron tus brazos pero su tacto te dolía. Lo empujaste lejos, aun así, el seguía insistiendo.

— ¡Se acabó! —gritaste golpeándolo. Rabia, confusión y decepción era todo lo que sentías.

—Escúchame, por favor. ¡Esto no es lo que parece! —sollozaba ante ti, su voz se quebraba con cada palabra que decía.

— ¡Te odio! —Pietro se petrificó al escucharte decir esas palabras, hasta tu corazón dolió al decirlas. 

Abandonaste aquel lugar al que solías llamar "hogar" y saliste del edificio. La lluvia comenzaba a caer logrando empapar tu cuerpo. Detrás de ti escuchaste la voz de Pietro llamarte, pero corriste en la oscuridad de la noche para que no te encontrara. Sin teléfono para llamar a alguien, o dinero para pagar un taxi simplemente corriste bajo la lluvia. Sabias que Pietro podía aparecer en cualquier momento, no tenias ventaja.

Cada gota que golpeaba tu piel, era un recordatorio del engaño de Pietro. Nunca habrias pensado que sería capaz de fallarte así, de mentirte y faltarte al respeto. Tony se había hecho cargo de hacerlo prometer jamás lastimarte. Al parecer, había roto su promesa.

Después de una larga caminata e infinitas lágrimas derramadas, la torre estaba delante de ti. Anhelabas los brazos de alguien, quien fuera. Necesitabas a tus figuras paternas.

Entraste a la torre y el sistema te presentó. Todos estaban delante de ti, sin alguna idea de lo que había ocurrido. Tony notó tu estado, alertado se acercó a ti analizándote de arriba hacia abajo.

— ¿Qué demonios paso? —al mirar tus ojos y ver tu expresión sabía exactamente lo que había ocurrido. Su mirada se llenó de furia, pero sabía que no era el momento de muerte. Sus brazos te acercaron a él y te sostuvieron fuerte en su pecho, esto solo te hizo llorar mas.

—Lo ha hecho. —dijiste entre sollozos.

Una voz te nombró, pronto Pietro se encontraba ante ustedes, en el mismo estado que tu. Todos los hombres en la habitación, incluyendo a Tony se colocaron frente a ti mientras Natasha te apartaba de él.

Wanda se unió a su hermano, ella lo cuestionaba en su lengua natal. Pietro no hacía caso a ninguna palabra, el solo te miraba arrepentido.

—Maximoff, te lo advertí, si no quieres causar más problemas, lo mejor es que te vayas. —habló Tony.

— ¡Vamos Stark! Por favor. Solo déjame hablar con ella. —intentó caminar hacia ti, pero Steve lo detuvo.

—Temo que eso no será posible, hijo. —dijo y lo empujó.

— ¡Maldita sea, lárgate! No quiero volver a verte jamás Pietro. ¡Me engañaste! —tu voz sorprendió a todos, Natasha te hablaba al oído, pero tú también ignorabas sus palabras.

—Amor, yo no sería capaz de lastimarte, ¡Por favor! —suplicó una vez más.

— ¡PUES LO HAZ HECHO! —gritaste acercándote a él. Tony puso ambos brazos impidiendo que te acercaras a él, tal vez algún día le agradecerías por eso.

—Te odio.

Pietro retrocedió, de sus mejillas secó las lágrimas que bajaban. Te miró una vez más con esos ojos azules que ahora vestían de rojo y de su boca salió un sonido disfrazado de susurro:

—Te amo.

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Súper triste :(

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