Para lo que los amigos son (Parte 1)
Colapsaste en el sofá de la Torre de los Vengadores con un ruido sordo satisfactorio. Tu cabeza golpeo el cojín perfectamente y no querías nada más que dejarte llevar por el sueño en el sofá después de tan largo día. Una migraña pronto empezó a surtir efecto. Cuando tu cuerpo se relajó el dolor en tus músculos se hizo evidente. Dejaste salir un quejido cuando te moviste a un lado. Esta semana estaba realmente pateando tu trasero. Fury te había asignado a vigilar un agente específico de Hydra y él era extremamente elusivo. Estabas empezando a creer que él sabía que estaba siendo espiado por lo bien que te evadía. La tensión estaba golpeando duro para esa ocasión.
—¿Día duro? —Vino el hermoso acento sokoviano del hombre más atractivo en los Vengadores. Pietro Maximoff había ganado tu corazón cualquier día de la semana.
—Si tan solo fuera un solo día —suspiraste, mirándolo. Por una vez lucia limpio. Pietro tenía el mal hábito de no lavarse el cabello, o dormir por largos periodos de tiempo. Le daba ojos de mapache y el peor caso de cabello de recién levantado que habías visto. Aunque en este momento, él parecía estar bien descansado y duchado. Su cabello plateado caía alrededor de su cara perfectamente, haciendo un grandioso contraste con su pequeña barba. Tenía puesta una ajustada camisa atlética que lo abrazaba en los lugares correctos. El diseño de los rayos que venían desde el cuello de la camisa hasta sus axilas creaba una ruptura seductora de su estructura muscular. Tus ojos no captaron todo a la vez pero rompió cada pedazo de la imagen y las saboreaste por separado. Tus ojos fluyeron desde sus brazos hasta sus pectorales, y luego hacia su rostro. Sip, perfección.
Él te contemplo con sus cautivadores ojos azules y deseaste que ese momento durara para siempre. Tenías toda la atención de Pietro, algo que era muy difícil de conseguir. Su mente corría tan rápido como sus piernas y él apenas era capaz de mantener una conversación con alguien porque su mente estaba usualmente sobre la de ellos.
—Dime lo que aflige a mi hermosa princezn๠—dijo. El apodo sokoviano te hizo desfallecer. Era algo que el reservaba para ti. Moviéndose hasta el sofá en el que te encontrabas él posiciono tus piernas en su regazo. Lentamente Pietro empezó a masajear tus piernas y pies, trabajando hábilmente sobre tus músculos. Eso era algo que había tenido que aprender por su cuenta; tú no podías imaginar los calambres de piernas que él había tenido que sufrir antes de que se acostumbrara a sus poderes.
—Fury me tiene en esta misión y se está volviendo casi imposible. Se supone que soy capaz de espiar a alguien a cualquier hora, ¡y yo solo no puedo encontrar a este tipo! Yo no puedo no encontrar a nadie —suspiraste con exasperación.
—¿Tal vez esté muerto? —Sugirió Pietro, ejerciendo más presión en el musculo de tu pantorrilla. Dolió, pero casi instantáneamente se sintió mejor cuando lo moviste.
—No que sepamos. Mantenemos control sobre él, solo que no podemos acercarnos y escuchar sus conversaciones personales. Ahí es donde se supone que yo entre, pero parece que no puedo hacerlo —suspiraste sobando tu sien—. Estoy al extremo del ingenio, Pietro. El estrés me está matando.
Estuvieron en silencio por unos minutos. Pietro trabajaba sin pensar en tus piernas y sus pensamientos corrían. Él rompió el silencio al traerte a su regazo y llevándote a su habitación. Él te posiciono en su cama y se puso sobre ti.
—Pietro, ¿qué estás haciendo? —Preguntaste, mirando a tu amigo.
—Estas estresada; voy a aliviar tu estrés —dijo él antes de subir sobre ti. Él abrió tus piernas con sus rodillas, haciéndote poner a horcajadas mientras él yacía sobre ti. Estaban cara a cara, lo suficientemente cerca para besarse si alguno se inclinada hacia adelante un centímetro. En vez de besarte en los labios, Pietro se movió hacia tu cuello. Él dejo pequeños besos arriba y abajo de tu mandíbula hasta que llego a tu oreja.
—Puedes detenerme cuando quieras, princeznà —susurro, con su mano masajeando la parte interna de tu muslo.
Tu corazón empezó a correr cuando Pietro empezó a besar más abajo de tu cuello. ¿Qué estaba pasando? Ustedes dos eran solo amigos. Por mucho que babearas por el Sokoviano, y que tuvieran un coqueteo amistoso, él nunca mostró una señal de estar interesado en ti. Pero ahí estaba él, con su cuerpo presionado contra el tuyo y labios magníficos besando tu torso mientras levantaba tu camisa.
Contuviste una exclamación cuando sentiste a Pietro tocarte entre tus piernas. Tu sabias lo que vendría, pero aun fue una sorpresa cuando sucedió. Él masajeó tu zona a través de tus jeans, creando suficiente fricción que te hiciera sentir bien pero dejándote queriendo más. Moviste tus caderas al ritmo de sus manos tratando de crear más fricción, pero él se alejó. Pietro levanto su cabeza de tu estómago, el cual estaba bañando con besos para remover tus jeans. Usando su súper velocidad él rápidamente se deshizo de tus jeans, haciéndolos una cosa del pasado.
Cubriste tu rostro con vergüenza cuando el rio, tomando una buena mirada a tus pantis de gatitos.
—Son lindas, como tú —él murmuro, besándote a través de la tela. Dejaste salir un suave suspiro, sintiendo sus labios tan cerca de la parte más íntima de tu cuerpo. Querías tomarlo del cabello y empujarlo dentro, diciéndole que fuera salvaje. Pero era obvio que Pietro tenía un plan bien pensado, así que esperaste con paciencia, deleitándote con cada dulce momento. Tu estómago estaba ardiendo de lujuria y lo sentiste salir disparado directo entre tus piernas cuando él engancho un dedo en la elástica y haló. Este era el momento de la verdad. Levantaste tus caderas y el saco las pantis de gatitos, dándose su tiempo.
—Como dije, princeznà, puedes detenerme cuando quieras —él murmuro contra tus labios menores.
—Sí, no creo que eso vaya a pasar pronto, Pietro —dijiste en casi un gemido, tu voz un poco más fuerte de lo normal.
—¿Esa es tu voz de sexo? Suenas tan excitada, tal vez debí haber hecho esto antes —él sonrió.
Antes de que tuvieras tiempo para responder, él separo tus labios menores con sus dedos índice y medio y lamió desde la entrada de tu vagina hasta el clítoris. Dejaste salir un lento y bajo gemido, finalmente sintiendo su lengua caliente acariciar el camino que habías anhelado por tanto tiempo. Su mejilla sin afeitar se froto contra la cara interna de tu muslo, conduciéndote a la locura por la necesidad. Él continuo las largas y lentas lamidas por unos momentos antes de enfocarse solamente en tu clítoris. Ahí el lamió pequeños círculos, asegurándose de que sintieras cada trazo de su lengua.
Dejaste salir el gemido que habías estado aguantando sin importarte lo ruidosa que fueras. La cara de Pietro Maximoff actualmente estaba en tu vagina, tratándola como la chupeta más deliciosa que había probado. Esto era mejor que cualquier fantasía que habías llegado a tener. Él no estaba apagando el fuego de entre sus piernas sino avivándolo más con cada rose de su lengua. Se estaba convirtiendo en un infierno y estabas segura de que ibas a quemarte en cualquier minuto. Entonces su dedo circuló alrededor de tu entrada, jugando con ligereza. Te mordiste la mano para amortiguar lo que habría sido un grito muy alto.
—No te silencies. Quiero escuchar cada sonido que tu boca pueda hacer esta noche —hizo una pausa, mirándote, y tú miraste a Pietro. Cuando sus ojos se conectaron él hundió su dedo dentro de ti; mirando como tu boca se abrió liberando un gemido de placer. Él envolvió sus labios alrededor de tu clítoris, chupando el manojo de nervios mientras que su dedo entraba y salía de ti.
—Pietro —lloriqueaste, finalmente dejando que tus dedos se enredaran en sus rizos plateados. Su cabello era más suave de lo que imaginabas. Cuando él sintió el agarre en su cabello, él tomo esto como la señal para subir las cosas. Insertando un segundo dedo, Pietro enfoco su súper velocidad en su lengua y dedos. Moverse a una súper velocidad en el lugar pequeño hizo que dejaras salir el gemido más fuerte de tu vida—. ¿Estás haciendo que tus dedos y lengua vibren? —Jadeaste, incapaz de hacer que tus caderas pararan de moverse. Él solo se rio en respuesta, causando más vibraciones.
Después de volverse un vibrador humano no tomo mucho tiempo para que llegaras a tu punto de inflexión, pero no se detuvo ahí. Cada vez que tus gemidos se hacían más frenéticos y desesperados él abandonaba por completo tu vagina; besando y succionando la parte interna de tu muslo hasta que tus nervios se calmaran lo suficiente para que no te vinieras instantáneamente. Esto fue por casi cuarenta y cinco minutos. Pietro te traía al borde solo para traerte de vuelta al último minuto. Era casi agonizante, pero amabas cada segundo. Cada vez que él regresaba tu durabas menos periodos de tiempo, y él se mantenía alejado más tiempo. En un punto él no toco tu vagina por casi cinco minutos. Estabas segura de que eso había arruinado el momento pero tan pronto como su lengua te toco, todo se sintió diez veces mejor.
Al final estabas casi ida por completa. Gimiendo en voz alta y con la frecuencia que se te antojaba. Hablabas incoherentemente, murmullando acerca de su lengua perfecta y la mejor experiencia sexual de tu vida. Finalmente cuando estabas cerca de llegar al máximo de nuevo, esperabas que Pietro se alejara una vez más, pero te sorprendiste cuando no lo hizo. Trazando pequeños círculos alrededor de tu clítoris, haciendo sacar el orgasmo a arrastres.
Cuando finalmente alcanzaste la cima, caíste y te dejaste caer cada vez más hondo. Montando cada ola de tu orgasmo contra el rostro de Pietro. Él finalmente apago el infierno después de haberlo avivado hasta haberse convertido en un incendio forestal. Se había sentido tan bien que las lágrimas caían de tus ojos mientras que gemido tras gemido escapaban de tus labios. Tu boca estaba seca y tu pecho se movía.
Pietro se sentó, sus labios brillaban con saliva y mucho más. La mirada de orgullo en su rostro podía poner a Tony Stark en vergüenza. Él sabía que te había dado el mejor orgasmo de tu vida y él no estaba dispuesto a dejar que lo olvidaras. Tú inmediatamente te acurrucaste en una bola cuando su rostro ya no estuvo entre tus piernas. Suspirando y sonriendo para ti misma mientras rodabas en la cama de Pietro, dejándote acariciar por las réplicas de tu orgasmo.
Miraste a Pietro con los ojos entrecerrados, sonriendo.
—Descansa, estaré aquí cuando despiertes para el segundo round —él te guiño un ojo, volviéndose para seguir caminado.
—Espera —lo llamaste, cubriendo tus piernas expuestas con la sabana. Pietro se dio la vuelta—, Pietro. ¿Por qué lo hiciste?
—Para eso son los amigos —él sonrió, sus ojos azules chispearon antes de irse.
Descansaste en tu lado mientras pensabas en todo lo que había pasado. Habías estado enamorada de Pietro durante tanto tiempo; esto era mucho más de lo que habías perdido. Además, él había dicho que regresaría para el segundo round, lo que sea que eso significara. Tus endorfinas² estaban empezando a actuar y empezaste a dejarte a la deriva para dormir. El ultimo pensamiento que tuviste antes de encontrarte con la absoluta negrura fue lo que él dijo: "para eso son los amigos".
¹Princesa.
²Las endorfinas son neurotransmisores opioides producidos en el Sistema Nervioso Central como moduladores del dolor, reproducción, temperatura corporal, hambre y funciones reproductivas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top