Gel para el cabello, tacones y coraje

«Dios, no»

Lo observaste mientras Pietro entraba en la habitación, su cabello estaba teñido de un color marrón oscuro y tenía puestos unos lentes de contacto volviendo sus ojos más oscuros. Y su barba estaba afeitada.

«Por favor, que sea un error»

Pietro te sonrió con esa cara estúpida que tenía. Llevaba puesta una ajustada chaqueta oscura, jeans oscuros y zapatos de vestir.

«Debe haber alguien más. Debe haberlo»

Pietro agarro el bolso de mensajero negro que Natasha le estaba tendiendo; este contenía toda la información, dinero y tecnología que los dos necesitarían para la misión.

Tú no le diste mucha importancia, sin embargo, a quien iba contigo a la misión encubierta. Pensaste que tal vez sería Steve o Clint. Ni en un millón de años hubieras pensado que sería Pietro Maximoff. Él siempre estaba perdiendo su tiempo en la Torre y nunca podía quedarse quieto, así que ¿cómo esperaban que le fuera bien en una misión encubierta?

—Bueno, niños, ya es hora de que se vayan —dijo Tony, apretando tu hombro con su mano. Él fingió llorar y sorbió su nariz—. Parece que mi niñita ya es toda una mujer.

Empujaste su pecho y dejaste salir una risa. —Cállate, Tony. Actúas como todo un padre después de solo entrenarme durante una semana, es fastidioso.

Él palmeo su pecho con su mano, luciendo ofendido. —¿Solo una semana? ¡Fue al menos una semana y media!

Tony había pasado su tiempo dándote consejos cada día sobre cómo no arruinar tu cubierta durante la misión, mostrándote como alejarte de rastreadores y grabar conversaciones sin ser notada.

—Pero con toda seriedad —dijo Tony, con una pequeña sonrisa—: Ten cuidado, niña.

—No te preocupes, yo cuidare de ella —dijo Pietro, corriendo hacia tu lugar y pasando su brazo por tus hombros—. La mantendré fuera de peligro.

Tú rodaste tus ojos y removiste su brazo. Le diste una mirada mordaz y dijiste—: Espacio personal, Pietro.

—Sera mejor que te acostumbres —dijo Natasha, dándole a ambos los archivos. Lo ojeaste y viste toda clase de información de la persona que pretenderías ser. Nat te sonrió—. Desde ahora ustedes dos son una amorosa pareja felizmente casados. Felicitaciones. Señor y Señora Ivanov.

Sacudiste tu cabeza y los ojos de Pietro se abrieron como platos, pero antes de que pudieras decir algo, Nat comenzó a hablar de nuevo. —Las misiones encubiertas son difíciles. Tienen que adentrarse en el personaje, y tienen que interpretarlo bien. Tienen que ser la persona que ustedes quieren que ellos piensen que son. Se necesita gel para el cabello, tacones y coraje.

Le alzaste una ceja a Natasha, —¿Tacones?

—Sip —ella te lanzo un par de tacones negros. Tu casi nunca usabas tacones, lastimaban tus pies y te hacían sentir incomoda.

Refunfuñaste y deslizaste tus pies en ellos. Tenías puesto un vestido azul oscuro con una chaqueta negra así que los tacones combinaban perfectamente bien. Dios, ibas a odiar esto. ¿Un vestido? ¿Tacones? ¿Pietro? Esto iba a ser el infierno.

El viaje en auto duraba alrededor de cinco horas, la mayoría de las cuales te la pasaste durmiendo. Después de todo tuviste que levantarte a las tres de la mañana para esta misión. Pietro, sin embargo, miraba constantemente por la ventana. Él no tenía mucho tiempo para explorar América, así que cualquier pequeño atisbo que pudiera obtener lo hacía muy feliz.

Llegaron al pequeño pueblo atrasado al cual fueron asignados estar alrededor de las ocho y treinta de la mañana. El conductor, un agente de S.H.I.E.L.D., les dio un saludo pequeño y profesional al sacar la SUV fuera del hotel.

Miraste a Pietro con ojos cansados y encontraron la habitación del motel que ambos compartirían. Pietro abrió la puerta y te hizo un gesto para que entraras primero, —Después de usted, Sra. Ivanov.

Te encogiste por el nombre y entraste. La habitación del motel era hogareña —un poco pequeña para los dos pero no eran exigentes—, con dos camas individuales, un baño pequeño y una televisión pequeña.

Pusiste tu maleta en la esquina de la habitación y fuera del camino, luego te quitaste los espantosos tacones que habías tenido que usar. Abriste tu archivo y comenzaste a estudiártelo.

Pietro subió a la cama junto a ti y agarro unas cuantas hojas mientras mordía una manzana que había sacado de su bolso.

—¿Eres de Boston, tu color favorito es el azul y tienes una mascota llamada Sr. Bigotes? —Pietro bufo—. ¿Qué montón de mierda es esa?

—Lo sé —murmuraste, volteando la página que estabas leyendo para leer la parte de atrás—. No dejaron fuera ni un solo detalle.

Pietro se alejó y en un abrir y cerrar de ojos estuvo a tu lado de nuevo, su archivo estaba plegado bajo su brazo. Él te devolvió tus papeles y comenzó a leer los suyos.

—Así que mi nombre es Dimitri Ivanov, soy de San Petersburgo y estamos casados. Oh, y aparentemente odio los gatos.

Reíste y te inclinaste sobre su hombro para leer su perfil, soltando una risita cuando viste que estaba diciendo la verdad. —¿Así que no te gusta el Sr. Bigotes?

—No, aparentemente no —dijo, dejando el archivo sobre la cama—. ¿Qué es lo que vamos a hacer exactamente?

Suspiraste y refregaste tu frente tratando de aclarar el sueño de tu mente y pensar acerca de lo que Nat te había dicho esta mañana. —Hay un tipo en este pueblo que S.H.I.E.L.D. piensa puede estar ayudando a Hydra a obtener sujetos de prueba. Tenemos que investigar a este tipo y ver si tenemos razón o no.

Pietro soltó una carcajada sin humor. —¿Por qué este tipo querría tener que ver con nosotros?

—Porque —dijiste—, él piensa que estamos interesados en unirnos a Hydra.

La mañana siguiente fue un complete caos. Los dos compartiendo el mismo baño pequeño y teniendo que salir del hotel en veinte minutos no sucedió exactamente de manera tranquila. Consistió mayormente en Pietro en la ducha y tu apiñándote sobre el lavamanos tratando de cepillar tus dientes y gritándole a Pietro que dejara de cantar porque era estrepitoso y molesto.

«Por lo menos tenemos el completo acto de pareja casada montado», pensaste mientras metías tu monedero y grabadora de voz en tu cartera. Pietro estaba frente al televisor, usando su reflector exterior para peinar su cabello hacia atrás con el gel.

Después de que Pietro y tu finalmente se las arreglaron para salir del motel, Pietro condujo un carro rentado que S.H.I.E.L.D. les había dejado la noche anterior hasta un estacionamiento en donde Natasha dijo que tenían que encontrarse con el sujeto.

Mientras esperabas en el asiento del copiloto, le dabas golpecitos con tus dedos a la puerta con nerviosismo. Esta era, después de todo, tu primera misión de encubierto.

Un Mercedes negro se estaciono al lado de la camioneta justo del lado de Pietro, un auto demasiado lujoso para conducir en este pueblo.

—¿Dimitri y Wendy Ivanov? —Pregunto un hombre desde el Mercedes.

Pietro asintió y fríamente respondió, —Tal vez. ¿Quién habla?

—James Kris, señor —dijo el hombre levantando las comisuras de sus labios en una sonrisa diabólica—. ¿Creo que tenemos un asunto pendiente?

Pietro le sonrió de vuelta. —Si, señor, creo que lo tenemos. Me gustaría presentarle a mi esposa, Wendy.

Pietro se inclinó hacia atrás lo suficiente para que James te viera.

—Hola, señor Kris —dijiste con una sonrisa cálida a pesar de que tu corazón latía tan rápido que lo podías oír en tus oídos.

—¿No eres de Rusia como tu esposo, no es así, Sra. Ivanov? —Pregunto James con curiosidad, aunque para ti sonó más como una prueba.

Lo más natural que pudiste, sacudiste tu cabeza y respondiste. —Oh, no. Yo soy de Boston.

—Sí, la conocí en un viaje a los Estados Unidos y simplemente nos enamoramos —él te miro con una expresión amorosa y te sentiste ruborizarte. Eso sí que no era actuación.

—Que dulce —dijo James—. Ahora... tenemos algunas cosas en las cuales trabajar, ¿sí? Me contactaron porque querían unirse a algo, ¿correcto?

Los estaba cebando a los dos, queriendo que lo dijeran para saber que ustedes eran auténticos. Cuando Pietro vacilo, tú dijiste—: Hydra. Queremos entregarnos para los experimentos.

Sentiste a Pietro tensarse, su pasado claramente regresando a la superficie. Tú alcanzaste su mano como cualquier esposa enamorada lo haría.

—¿Por qué? —Pregunto James de manera rápida. Él no estaba saltándose ningún latido.

—Queremos que Hydra perfeccione nuestro mundo con ciencia nueva y desarrollos de mutación. Nosotros reconocemos que ellos son el futuro —las mentiras ahora salían de manera más fácil.

—¿Tienen otros seres queridos aparte de ustedes?

—Solo mi gato, el Sr. Bigotes —dijiste con una sonrisa.

James les asintió, finalmente aceptando que eran legítimos. —Encuéntrenme en esta dirección mañana al mediodía —él le deslizo un pedazo de papel a Pietro y luego arranco.

El mediodía vino más rápido de lo que les hubiera gustado. Ambos, Pietro y tú, temían de capturar a este tipo pero sabían que ese era su trabajo. Y honestamente, mientras más rápido acabaran con esta misión, mejor seria. No querías nada más que quitarte los malditos tacones y deslizar tus pies en tus pantuflas.

Se abrieron camino hacia la dirección justo al mediodía y pudieron ver a James parado junto a una SUV de tamaño completo. Él estaba recostado sobre esta con un cigarrillo colgando de sus labios agrietados.

Te bajaste de la camioneta con tu equipaje —las cuales eran simples maletas vacías—. James sonrió y unió sus manos en un aplauso.

—Así que... Esto funcionara de esta manera. Los voy a llevar al aeropuerto más cercano. Van a tomar el próximo vuelo hacia Eslovaquia y Hydra los buscara ahí. Los mantendré informados sobre su locación.

Pietro asintió, —¿Y cómo van a saber que pueden confiar en nosotros?

James saco dos sobres de su bolsillo trasero, uno para cada uno. Contenía tarjetas de crédito falsas, carnés de identidad, dinero, y lo más importante, el contacto de James.

Boom, ahí estaba. La prueba que necesitaban para derribar a este tipo.

Le diste una mirada de reojo a Pietro, quien sonrió a sabiendas.

—Señor, S.H.I.E.L.D. está cerrando esta operación.

James abrió sus ojos como platos y entonces fue a alcanzar la pistola que estaba en su cinturón, pero Pietro ya lo había noqueado y estaba pirueteando el arma en sus manos en cuestión de segundos. Pietro le sonrió con timidez al hombre.

Los dos habían completado exitosamente una misión de encubierto.

Pietro y tú se dirigieron al motel para quedarse una última noche. Habían recibido una llamada de S.H.I.E.L.D. y un agente había venido a buscar a James para transportarlo a las instalaciones de S.H.I.E.L.D. para ser cuestionado. Te sentías muy bien y completamente realizada.

—Así que, esposita —dijo Pietro con un tono suave mientras caía sobre tu cama—, ¿le dijiste a Nat y a los otros que lo logramos y que vamos a regresar?

Sacudiste tu cabeza y tomaste tu teléfono. —Aun no, estaba a punto de hacerlo. Y por cierto, no soy tu esposa.

Pietro se movió rápidamente hacia dónde estabas sentada y recostó su cabeza sobre tu hombro. —Tal vez no, pero quisieras serlo.

Te ruborizaste. —Cállate, preferiría estar casada con... con...

Pietro se acercó a tu rostro, su aliento golpeando contra tus labios. —¿Con...?

No sabias a donde ibas con esto, y honestamente cualquier pensamiento inteligente parecía haberse deslizado fuera de tu cerebro.

—Oh, al diablo con esto —murmuraste mientras soltabas tu teléfono y unías tus labios con los de él.


—¿Puedes verlos? —Le pregunto Nat a Wanda.

Wanda entrecerró sus ojos y trató de enfocarse en el cerebro de Pietro, tratando de obtener una imagen clara de lo que estaba pasando. El equipo entero estaba sentado a su alrededor, esperando escuchar lo que ella estaba viendo. Ellos no habían sabido nada de ninguno de ustedes desde que había iniciado la misión y Nat, en particular, había comenzado a preocuparse. Se culparía a si misma por ponerlos en una misión demasiado peligrosa y arriesgada, sabiendo completamente que no habían hecho nada como esto anteriormente.

—Él está... —Wanda jadeo y todos se tensaron—. Él está besándola.

Nat suspiro con alivio. —Oh, al menos están desempeñando sus papeles, ¿no es así?

Wanda sacudió su cabeza y se concentró en su hermano, pero era difícil debido a todas las emociones que él estaba sintiendo. A través de sus ojos, ella lo vio tumbarte en lo que parecía una cama de un motel y besarte de manera apasionada, y a ti gimiendo en su boca.

—N-No. Están solos, en un motel —Wanda trago y entonces rompió la conexión entre el cerebro de su hermano y el de ella.

Tony jadeo y la miro con ojos bien abiertos. —¿Por qué dejaste de mirar?

—¡Porque no soy una pervertida y no quiero ver a mi hermano llegar a segunda base!

Tony resoplo y se cruzó de brazos, —Pft, niños.

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