Tangerine/Mandarina - Enculado.


El vagón de aquel tren bala en Tokyo iba particularmente vacío, apenas se veía movimiento de personas, y eso a "Limón" le agradaba, mientras menos personas hubiesen en el vagón, menos tendrían que preocuparse, él y su hermano, de ser descubiertos por los nombres en clave tan infantiles, o de que hubiera alguien tratando de robar su maletín con 10 millones en él, o de que alguien intentara matar al chico metido en el quinto sueño en el asiento junto al de ellos.

Limón miraba a su alrededor viendo a los pocos pasajeros que habían y entonces giró su mirada al frente para ver a su hermano... ¡putamente metido en el limbo, mirando por la ventana a Dios sabrá qué!

– ¡Oye! –exclamó llamando la atención de "Mandarina", su hermano y compañero, quien giró hacia él con ambas cejas alzadas.

– ¿Qué?

– El "encargo" está de este lado –dijo Limón apuntando hacia el chico inconsciente.

– ¡Ya lo sé! –le dijo Mandarina con algo de molestia– solo vigilo la zona.

A Limón le pareció algo extraño, ya que recién el tren había comenzado a avanzar, literalmente no había razón ni motivo para "vigilar la zona" a menos de que algún loco saltara al tren en movimiento y partiera el vidrio con su cabeza para entrar.

Entonces, el gemelo lo entendió...

– ¡No me putas quieras mentir a la cara! –le dijo Limón sacando una media sonrisa.

– ¿Qué? –pregunto Mandarina por segunda vez sonando un poco más fastidiado.

– Estás pensando en 'ella', ¿no? –le preguntó Limón entrecerrando sus ojos.

– ¿En quién? –preguntó Mandarina alzando ambas cejas.

– ¡Ay, sí tú!, ¡en la morocha de faldita corta y piernas largas que te tropezó en la estación cuando íbamos a subir al chico!

– Para tu información, estoy pensando en la misión y en cómo pasar desapercibidos por la ciudad con el chico en caso de que éste no despierte una vez que lleguemos a Kyoto –dijo Mandarina alzando una ceja y hablando con arrogancia– además, nos tropezaron cientos de personas mientras íbamos entrando, no tengo ni el tiempo, ni la paciencia para recordarlas a todas, así que...

– Pero no te volteaste hasta casi desnucarte para ver a ninguna de esas personas, excepto a esa chica; y te diré algo más: tenemos suerte de que no se haya dado cuenta de que el pendejo éste estaba inconsciente –dijo Limón apuntando nuevamente al hijo de "la Muerte Blanca."

– Sí, creo que se creyó la excusa de que andaba desmayado de borracho –dijo el castaño volteando su mirada una vez más hacia la ventana.

– Eso, y que andaba demasiado concentrada en ti como para prestarle atención a otra cosa –dijo Limón levantando ambas cejas.

– Sí, claro –dijo el castaño y fingió que no le importaba, pero luego de unos segundos regresó su atención a su gemelo y le preguntó– ¿en mí?, ¿en serio?

– Limón cerró los ojos y los volvió a abrir con toda la ironía del mundo sabiendo que tenía razón; su gemelo sí estaba pensando en ella– yo más bien diría en "ciertas partes" de tu anatomía –dijo sarcásticamente, pero Mandarina no pareció notarlo.

– ¿Ah, sí?, ¡mierda! –dijo mirando hacia un lado, como procesando la información.

– Viendo que su hermano se había tragado la broma por completo le dijo– ¡no, menso!, ¡solo le importaba que la dejáramos pasar!

– ¡Hijo de tu puta madre, déjame en paz! –dijo Mandarina dándole una patada por debajo de la mesa a su gemelo.

– No te lo creo, hombre –dijo Limón con tono cansado– o el agua que te compré estaba adulterada o te enculas más rápido que un puberto en su primera vez.

– ¡Qué me putas dejes en paz, ya!, ¡vas a hacer que me dé de putos topes contra la pared! –respondió Mandarina perdiendo los estribos.

– Pues eso te activaría el cerebro y quizás haría que dejaras de pensar en cosas imposibles, porque... –dijo Limón para entonces acomodarse en el asiento mientras que Mandarina soltaba un suspiro cansado tratando de calmarse– ¿cuántas probabilidades hay de que nos la volvamos a encontrar en algún momento de nuestras...?, ¡puta madre, es ella! –dijo Limón viendo a la chica de la estación aparecer en el vagón distraída con su teléfono.

– ¿Qué? –preguntó el castaño y quiso voltear a ver, pero su hermano rápidamente lo frenó.

– ¡No, no voltees!

– ¿Por qué mierda no? –preguntó Mandarina con su usual tono molesto– ¿quién putas viene?

– ¿Tú quién crees?, ¡la futura señora Mandarina! –dijo Limón bajando más la voz conforme veía que se acercaba la chica.

– ¡Puta la que...! –dijo Mandarina enderezándose en el asiento y ajustando su abrigo.

Pero en ese preciso momento, por azares del destino, apareció por la puerta contraria un hombre de lentes negros y sombrero blanco corriendo a todo pulmón con otro hombre latino y de traje blanco persiguiéndolo. La chica venía distraída con su teléfono y se encontraba en el medio del pasillo estorbándoles a los dos hombres, por lo que el tipo de lentes negros tuvo que empujarla para hacerla a un lado, dejando como única respuesta una vaga disculpa, para entonces seguir corriendo con el tipo latino detrás de él.

Lo malo para la chica fue que se terminó golpeando el costado con el filo de la mesa a su lado.

¿Lo bueno para Mandarina?... justo la chica había caído en sus piernas.

– Lo siento –dijo la chica de cabello castaño oscuro, largo y lacio hasta la mitad de su espalda– lamento haber caído...

"Y dónde fuiste a caer" –pensó Limón para sus adentros.

– Descuida, amor. No fue tu culpa –le contestó Mandarina admirando la bella figura de la chica mientras se levantaba de sus piernas– malditos imbéciles, ¿ah?, ¿no ven un pito o qué? –la pregunta hizo sonreír un poco a la chica, sonrisa que le contagió de vuelta a quien la dijo.

– ¡Sin duda! –exclamó enojada y se llevó una mano a su costado magullado con una mueca de dolor.

– ¿Estás bien? –preguntó Limón sonando condescendiente.

– Sí, gracias –contestó la chica– lo estaré.

– ¿Estás segura?, yo podría revisarte, si quieres –dijo Mandarina sonando amable, pero su mirada y sonrisa a medio lado tenían tintes de picardía.

– Sobreviviré, gracias –dijo la chica dándole una mirada seria pero sin dejar de sonreír. En ese momento recordó que le faltaba algo...

– Oigan, ¿alguno ha visto mi teléfono? –dijo y se puso a mirar alrededor.

– Déjame ver –dijo Limón y los dos se pusieron a buscar por debajo de la mesa. cuando regresaron la vista al frente Mandarina lo había encontrado.

– Tú teléfono –se lo tendió con una linda sonrisa.

– Gracias –dijo ella tomándolo, y luego de una corta despedida comenzó a avanzar por el pasillo con la mano aun en su costado.

La joven desbloqueó el teléfono y lo primero que vio fue un número nuevo anotado como "Tangerine," ella se dio la vuelta y él que había encontrado su teléfono ya la estaba mirando para entonces guiñarle un ojo. Ella rodó los ojos a modo de juego y salió del vagón para seguir buscando su asiento.

– ¿Viste que sí le gusté? –preguntó Mandarina a su hermano alzando sus cejas.

– ¡Oh, sí!, se veía extasiada –dijo Limón sarcástico.

– ¡Cierra la boca!, ¡te sentirás como un pendejo cuando me llame mañana! –dijo Mandarina para justo después escuchar un bostezo a un lado de ambos, era el hijo de la Muerte Blanca que había despertado– mira nada más quién despertó –dijo y fue a sentarse frente al chico.

– Si no lo llama mañana estará insoportable –dijo Limón para sí mismo y luego quitándose su abrigo añadió– ya se enculo –dijo y fue a sentarse a un lado del chico.


...


Advertencia: estoy en mi fase "Aaron Taylor-Johnson" so... esperen shots hasta del pinche "Kickass" hasta nuevo aviso.

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