Tony Stark, tu jefe y tu actual pareja había buscado en Queens a Spider Man. Tú ibas con él, solo que estabas sentada en la fila de asientos pegados a los asientos conductores, o sea de cara a Tony y el chico, Peter Parker y de espaldas a los conductores.

- ¿Puedo quedarme el traje? – preguntó Peter Parker alucinado.

- Claro. A mí me aprieta – dijo Tony poniéndose las gafas de sol (aunque se estaba haciendo de noche) y eso te sacó una sonrisa. – Solo que no hagas nada de lo que haría yo.

Peter Parker asintió exageradamente.

- Ni tampoco nada que no haría yo.

El chico pareció confundido, fruncía el ceño.

Tony levantó la mano y juntó mucho el dedo índice y el pulgar, pero no se tocaron.

- Ahí hay una zona pequeñita donde te puedes mover.

Asintió, aunque menos convencido que antes. Ni él ni tú sabíais a qué podría referirse Tony con eso.

- Aunque eso no te convierte en un Vengador – le dijo Tony, mirándole a la cara. – Por si lo pensabas.

- Oh...

- Venga – dijo suavemente. Se acercó a él e intentó abrirle la puerta. El chico no pilló su intención, y le abrazó. – No es un abrazo solo te estoy abriendo la puerta.

- Oh...

- Bueno chico, suerte ahí fuera – Tony le palmeó el hombro después de abrirle la puerta.

El chico salió sin decir nada más. El coche arrancó y le miraste a los ojos.

- Te has pasado con él – le regañaste. – he visto su cara cuando le has dicho lo de que no era un Vengador. Casi se pone a llorar.

- No, lo sobrellevará – se encogió de hombros Tony.

Le sonreíste.

Eso te llevó a pensar cómo trataría Tony a los niños, si los trataría igual como lo acababa de hacer con Peter Parker. Aunque bueno, os faltaban siete meses para averiguarlo.