007 - Thor

Para tu asombro, Thor nunca había ido a un parque de atracciones. Es más, ni siquiera sabía qué era eso cuando hablaste de Disneyland. En Asgard no había ni parques de atracciones o ferias. Por lo que, cuando vino Thor a la Tierra, decidisteis ir a algún parque de atracciones o al menos, a una feria.

Como vivías en Nueva York, el más cercano era Coney Island. Aunque no fuera un parque de atracciones, tenía una feria, y eso bastaba.

Thor llevaba puesto unos pantalones vaqueros y una sudadera gris. Parecía un ser humano (uno bastante buenorro) sin su martillo (el que lleva a las batallas, no al que lleva en los pantalones) y su traje de batalla. Y realmente amabas a tu gigante así. Tú llevabas unos vaqueros oscuros, pero llevabas una blusa de color blanco.

Caminasteis agarrados de la mano. Primero disteis una vuelta por todo el recinto para ver qué atracciones había. A Thor le encantó todas las atracciones que había. Thor, como el caballeroso que era, pagó todas las atracciones (aunque tú no querías que hiciera eso, pero no te tocó otra que aceptar a regañadientes).

Montasteis en la noria, en las tres montañas rusas y en una atracción que consistía en matar patos de cartón. Te entregaron un peluche por haber ganado (bueno, ganó Thor, pero tú te quedaste al unicornio multicolor. Thor no lo quería).

- Vaya, ¡pensé que iba a ser todo más emocionante! – te quejaste. Thor te miró curioso. – Los parques de atracciones y las ferias deben hacerte sentir adrenalina y que pienses que vas a morir de la velocidad. ¡No aburrirte!

- Bueno, yo puedo hacerte sentirte así – habló Thor.

Te reíste por el doble sentido de su oración.

Thor te agarró de la cintura y te llevó por toda la feria hasta un callejón que había entre dos puestos de comida. En ese momento te acercó a ti, colocando los dos bazos en tu cintura. Pasaste los brazos por su cuello, con el unicornio multicolor detrás de su cabeza.

- ¿Qué hacemos aquí? – frunciste la nariz al oler ese desagradable olor a grasa.

- Coger un poco de adrenalina – dijo con una sonrisa.

Y después hizo lo que menos te esperabas: echó a volar. Sí. Thor empezó a volar y tú te agarraste más fuerte a él. Cuando dejó de ascender, avanzó hacia delante.

- ¡Thor! ¿Qué cojones estás haciendo? ¡Bájame ahora mismo! – le gritaste bastante enfadada, pero no le soltaste. Ni loca le ibas a soltar.

- ¿Qué pasa? Solo quería que sintieras adrenalina – se rió.

- Bájame. ¡Ya!

- Está bien, está bien – se volvió a reír. Y sabías que esa sonrisa maliciosa no traería nada bueno.

Thor descendió en picado. Realmente notabas que te ibas a escurrir, caer y más tarde morir en el suelo. No te diste cuenta cuando Thor volvió al suelo. Habías estado bastante ocupada aferrándote a él como si tu vida dependiera de ello (en realidad, sí que lo hacía). Oíste su risa y levantaste la cabeza de su pecho para ver que estabais en el mismo lugar de antes (antes de que volarais por los aires).

- ¿Y sentiste adrenalina? – te preguntó.

- Cállate.


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