Pietro Maximoff

Título: Mi mejor regalo eres tú.

Ya habían pasado 15 minutos, desde que entraste a probarte ese vestido color púrpura que había llamado tu atención. No dejabas de mirarte al gran espejo de cuerpo completo que se encontraba en el probador, el cual era un cubículo demasiado espacioso.

Te habías probado más de 6 vestidos, y hasta el momento ninguno te había convencido, gracias a ti, Pietro y tú habían tardado una hora más de lo previsto en ir a comer en la plaza en la que estaban. Sabias que tu novio lo único que quería era salir de allí rápido, para así poder comer una rebanada de pizza, una pieza de pollo frito o una hamburguesa con doble carne. Pero, a pesar de eso él se encontraba sentado en uno de los sillones fuera del probador, esperandote, como el hombre dulce y comprensivo que era.

Decidiste probarte el vestido púrpura porque había llamado tremendamente tu atención, era un vestido largo, con una abertura por tu muslo derecho, pero no enseñaba nada que los demás no pudieran ver por lo menos. Tenía tirantes delgados, estos pasaban de forma cruzada por tu espalda, dándole un toque sencillo pero lindo. Poseía una separación en forma de una raya bastante fina por tus pechos, dándole así un corte bastante atrayente. Justo en tu cintura, el vestido venía con un cinturón de pedrería plateada, el cual resaltaba.

Tus curvas eran notorias, al igual que tu trasero, tenías que aceptar que el vestido te favorecía bastante. Te pusiste derecha y diste un último vistazo, ¿era suficiente? ¿te veías en realidad hermosa?.

La realidad era que no querías lucir para nada mal en su cita de mañana, Pietro te tenía una sorpresa, pues cumplían un año de noviazgo, y no sabías que se traía entre manos, pero estarías preparada y querías lucir esplendida para él.

Decidiste salir del probador, al fin. Caminaste por el corredor y llegaste a donde Pietro, tuviste que morderte el labio para evitar soltar una carcajada ante lo que estaba haciendo.

Tu lindo y estúpido chico, tenía tres de esos conos de papel que se usaban como vasos de agua, uno colocado en su cabeza, como gorrito, otro en su nariz y el último sobre su boca, cubriendola. Mantenía su cabeza ligeramente hacia atrás. Gracias a Dios, nadie estaba ahí, aunque eso no te importaba, no podías culparlo, ya había estado esperándote durante una hora con quince minutos.

-Amor, ¿que se supone que estás haciendo?-Preguntaste, riendo un poco.

Inmediatamente, Pietro se acomodo como era debido en su lugar y dejó de hacer su cabeza hacia atrás, debido a todos estos movimientos bruscos, los conitos cayeron al piso. Sin duda, él no esperaba que aparecieras en ese momento.

-Bueno, bueno, es que yo...-No dijo nada concreto, tal vez estaba buscando alguna explicación que tuviera sentido, aunque para ti no hacía falta. Pero se interrumpió en cuanto te vio, notaste como sus pupilas se dilataron.-Mierda, te ves preciosa.

No pudiste evitar sonrojarte, Maximoff te estaba mirando con deseo, era como si tu fueras la octava maravilla del mundo, como si fueras el mejor premio, o la mujer más hermosa del mundo.
No era que nunca te dijera eso, porque si lo hacía, con los anteriores vestidos que te habías probado el te decía muchas cosas bonitas. Pero supiste que ese púrpura era el definitivo al ver su reacción.

-¿Te gusta?-Pediste su opinión, mirándote con el vestido.

-¿Que si me gusta? Me encanta, hermosa. Con los otros vestidos te veías preciosa, pero este....-Tardo unos segundos en hablar, buscando el adjetivo correcto.-Es perfecto, tú eres perfecta.

-Basta.-Sonreiste cómo una niñita enamorada.

Pietro se levantó del sillón, y paso sus manos por tus caderas, pego su frente con la tuya y acortó las distancias, pegando sus cuerpos, sus labios se rozaban.

-Luces como un princesa. Mi princesa.-Dejo en claro, dejándote un casto beso en la punta de tu nariz.

Reiste ante eso, pues ese lugar te daba algo de cosquillas.

-Lamentó haberme tardado tanto.-Te disculpaste, mientras que pasabas las manos alrededor de su cuello.

-Créeme que valió la pena.

-¿Tienes hambre?-Preguntaste, mirándolo a sus preciosos ojos.

-Muchísima.-Respondió, susurrandote con una voz sexy en tu oído.-Y se exactamente que voy a comerme.

A continuación mordió el lóbulo de tu oreja, reprimiste un gemido y te alejaste un poco, provocando que él gruñera.

-Nada de eso, al menos no aquí Pietro.-Advertiste, juguetonamente.

-No puedes culparme. Me provocas a propósito.-Dijo, besando tu cuello.

Disfrutaste sus besos, pero te separaste totalmente, él te miro con un puchero que te hizo amarlo aún más, tu sonreiste en forma de disculpa.

-Aclaró que no he hecho absolutamente nada para provocarte, cariño.-Tu voz sono con un deje de diversión.

-Traer ese vestido puesto es provocarme nena.

Negaste con la cabeza divertida, te acercaste y uniste tus labios con los suyos, fue un beso suave y dulce, él pasó su mano por su espalda, hizo leves caricias en ella, lo que te provocó un estremecimiento. Te separaste segundos después, y caminaste de vuelta al probador para ponerte tu ropa y poder comprar el vestido. Ahora te sentías segura, Pietro había logrado quitar la inseguridad que tenías al respecto con tu vestimenta.

-¿Puedo acompañarte?-Pregunto, con una sonrisa traviesa.

-Lo siento, sólo pueden entrar mujeres amor.-Te reiste al escuchar detrás tuyo como él se quejaba.

Entraste al probador y te dedicaste a ponerte de nuevo tu ropa. No podías esperar a que fuera mañana, estabas más ansiosa que nunca.

Después de 7 minutos aproximadamente saliste, con el vestido en su gancho, lista para comprarlo, volviste con Pietro quien había recogido los conos que había tirado anteriormente.

-Tengo que agradecerte por estar aquí conmigo, Pietro.-Sonreiste agradecida.

Porque en serio apreciabas eso, muchos hombres no les gusta siquiera acompañar a sus novias de compras o esperarlas. Pero tu novio no, él había sido bastante paciente, con buen comportamiento y ganas, además era bastante divertido ver como se entretenía.

-No es nada linda.-Te guiño el ojo.

Ambos se aproximaron al lugar correspondiente para pagar el vestido, la señorita que te atendía te saludo y comenzó a meter tu prenda en una bolsa de forma precavida y ordenada.

-Son $30 dólares, por favor.-Dijo la señorita.

-Claro.

Cuando estabas a punto de entregar el billete, te diste cuenta que el vestido ya estaba pagado y la chica te estaba entregando la bolsa con tu ticket.

-Gracias por su compra, que tenga buen día.-Te sonrió amablemente.

Agradeciste casi susurrandolo, tomaste la bolsa y miraste a Pietro. Él te tomó de la mano y comenzaron a caminar.

-Pietro, ¿por qué pagaste mi vestido?-Cuestionaste.

No estabas molesta, pero no querías que el lo pagará, ya haría suficiente con lo que sea que te daría mañana, para ti ya era suficiente que hubiera estado contigo todo el rato mientras te decidias por un vestido.

-Amor, no fue nada caro. Quise comprartelo, como regalo de aniversario.-Se encogió de hombros y mecio un poco hacía adelante y hacia atrás sus manos.

-¿Con que eso es mi sorpresa entonces?

Te sorprendiste cuando negó con la cabeza.

-Nop.-Se detuvo un minuto, frunciste el ceño.-Estaba esperando hasta mañana, pero, ¿sabes? ¿porqué no hacerlo ahora?

Te miro sonriente, tu estabas muy confundida, lo único que podrías comprender era que te daría tu regalo hoy.

-¿Hacer qué?-Preguntaste, queriendo que soltara la sopa.

-Venir conmigo a Italia.

Abriste los ojos como platos, una sonrisa enorme se formó en tu rostro, soltaste un pequeño grito de emoción en medio de la plaza, soltaste la bolsa del vestido y brincaste sobre él, enredando tus piernas en sus caderas, te sostuvo debidamente y al verte felizmente emocionada, te dio un tierno beso.

-¡No puedo creerlo!-Soltaste más que ansiosa.

-Pues creelo. Pero, cuida ese vestido, porque quiero que lo uses para nuestro día especial.-Comento sonriendo.

-Claro, claro.-Asentiste energéticamente.

Él te bajo de nuevo al suelo, tomaste la bolsa en tus manos y te llevaste un mechón de cabello detrás de tu oreja.

-¿Y a que horas tenemos que llegar al aeropuerto?-Ladeaste tu cabeza un poco.

Pietro río.

-¿Aeropuerto? No tomaremos un avión, nena. Recuerda que corro más rápido que la luz.

Te sentiste estúpida, era cierto. Tu novio tenía superpoderes, de lo emocionada que te encontrabas, olvidaste ese detalle por completo. También te reiste.

-Cierto.

-Bien, arriba.-Ordenó Pietro, flexionandose un poco, para que pudieras subirte en su espalda.

-¿Ahora nos iremos?-No era que te disgustara, pero querías primero ir por su regalo a tu casa.

-Así es, no te preocupes por las maletas, no harán falta.-Hizo un ademán restandole importancia.

-No, no es eso. Es que quiero darte también tu regalo, te lo mereces.-Explicaste.

-Amor, no pasa nada, créeme que mi mejor regalo eres tú.-Dios, este hombre te hacía tan feliz.

Aún con tu sonrisa de oreja a oreja, subiste a su espalda, al instante sentías todo el aire en tu rostro debido a la velocidad en la que Pietro iba corriendo, te sujetaste con fuerza, la sensación no era del todo buena, pero sabías que se acabaría en segundos.

Sin ninguna duda, sería un gran día y mañana por igual. Amabas a Pietro como nunca amaste a nadie más, y ahora iban de camino directo a Italia.

Más afortunada no podías ser, lo único que pedias era que su relación jamás terminase.

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Hi, ¿Cómo están? Espero que bien.

Vengo con este imagina, es algo sencillo pero me parece que es lindo. Espero que les guste. ✨

¡Gracias por leer! 💚

Ale 🐍💚

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