TIEMPOS VERBALES (Amor adolescente)


–¿Paula? –me nombró la profesora para que contestara a la pregunta.

–Pretérito pluscuamperfecto –contesté con seguridad.

–¡Exactamente! –me felicitó–. Por fin alguien que sí sigue la clase –manifestó satisfecha, y yo noté que me estaban subiendo los colores.

Al poco tiempo sonó el timbre de final de clase, y tras mandarnos deberes y recordarnos que el examen era dentro de tres días, la maestra salió de clase, dando pie a la hora del almuerzo. Yo estaba metiendo los libros en mi mochila cuando se me acerco Dani, un chico moreno y de ojos azules.

–Esto...Paula, ¿tienes un momento?

–Sí, sí –dejé de hacer lo que estaba haciendo y dirigí toda mi atención hacia él. Era un chico alegre y un poco capullo, pues le gastaba bromas a todo el mundo, aunque siempre los hacía reír. Y me gustaba. No lo voy a ocultar, estaba loca por el.

–¿Que querías?

–Bueno... nada, pues que he visto que se te da bastante bien esto de los tiempos verbales, y como yo soy un completo negado, me preguntaba si te importaría explicármelo –se rascó la cabeza mirando al suelo–. Podrías venir esta tarde a mi casa, porque mis padres van a estar fuera con mi hermano pequeño, y así estaremos tranquilos. Si tú quieres, claro –me pidió.

Yo quería dar saltos de alegría. Es verdad que ya había estado antes con Dani, y que hablábamos a menudo (a veces incluso me parecía que tonteábamos un poco), y solíamos quedar, ya que estábamos en la misma cuadrilla. Lo que nunca había hecho era quedarme completamente a solas con él, y menos en su casa. No podía contener la emoción que sentía en aquel momento, pero le respondí aparentando (o al menos intentándolo) la mayor normalidad posible.

–Sí, de acuerdo. Yo también tenía pensado repasar un poco, así que lo haremos juntos –y seguidamente me di cuenta de mis palabras, así que lo aclaré de forma nerviosa-. Esto...cuando digo "hacerlo juntos" me refiero a repasar juntos eeeh, nada más. No quiero decir hacerlo de forma literal, sino hacer...el repaso...juntos. Ya, ya me entiendes –traté de corregirme mientras él se reía a carcajadas, haciendo que le salieran esos hoyuelos que tanto me gustan.

–Sí, sí, tranquila lo entiendo –me contestó entre risas a la vez que yo, en mi mente, maldecía a mi subconsciente–. ¿A las cuatro y media te viene bien?

–Perfecto.

–Vale, pues quedamos en la plaza a esa hora. Hasta luego –se despidió.

–Sí, hasta luego –le dije con una sonrisa que ocultaba mi vergüenza.

Las siguientes clases se me pasaron volando, pues tenía la cabeza en las nubes. Nunca pensé que lengua y literatura pudiera hacerme tan feliz. En cuanto llegué a casa le di un beso a mi madre, y le informé de que iba a salir a la tarde. En un principio no le hizo mucha gracia, ya que sabía que tenía un examen esa semana, pero como el plan era ir a estudiar me dejó. Después me miré al espejo y pensé en cambiarme de ropa, pero luego deshice la idea, por miedo a que Dani se diera cuenta de que me preparaba tanto por él. Decidí pues echarme un poco de colonia y repasarme el maquillaje, y conté los minutos hasta que llegó la hora de salir.

Fui con cinco minutos de antelación, para que no me tuviera que esperar, pero cuando llegué a la plaza él ya estaba allí.

–Hola –lo saludé con la mano.

–Hola –me devolvió el saludo, y pude apreciar que él también se había echado perfume–. Ven, sígueme.

–Preparado para luchar contra esos verbos –le pregunté de forma divertida en el ascensor, con la intención de evitar una situación incómoda.

–¡Por supuesto! –exclamó él, alzando la mano como si de un guerrero se tratase. Siempre había sido algo payaso en ese sentido, por lo que no pude evitar reír.

Al llegar a la puerta de casa me pareció que yo no era la única que estaba nerviosa, pues le costó más de lo normal acertar con la llave en la cerradura. Sin embargo no dije nada, y esperé a que me invitara a entrar. La casa era muy acogedora, y estaba muy bien decorada y recogida. Dani me guió hasta su habitación, y me indicó que dejara mis cosas encima de su cama. En seguida se hizo con dos sillas, y nos pusimos manos a la obra en el escritorio.

–Vale, dime en que tiempo verbal está esta oración –le pedí tras haberle explicado toda la teoría.

Aprobarás el examen de lengua con buena nota.

–¿Está en el tiempo verbal esperoqueseaverdadquesinomedaalgo? –yo me reí, aunque estaba empezando a desesperarme.

–¿En serio que no te lo sabes?

-Es el... ¿condicional simple?

-No, es el futuro simple del modo indicativo. A ver si aciertas esta otra:

A este paso volveremos a quedar mañana.

–Es el... ¿presente perfecto?

–¡No! Eso no existe.

–Sí. Porque el presente perfecto es estar contigo.

El corazón se me aceleró al escuchar sus palabras, y ambos nos quedamos mirándonos fijamente. Entonces, poco a poco, fuimos acercándonos el uno al otro hasta que nos fundimos en un dulce beso que nunca olvidaré.






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