๛CAPÍTULO 9
—Profesora, ¿puedo ir al baño? —pregunté.
—Sí, Theo, no te demores.
Vi a Lui haciéndome muecas, otra vez, y sus cuchicheos entre sus amigos. Desvié la mirada hacia el suelo y seguí caminando hacia el baño. Al llegar ahí, me mojé la cara con un poco de agua y traté de tranquilizarme lo más que pude.
«Solo las niñas lloran.»
Y rompí a llorar y eso era malo porque era una niña y yo no quería ser niña. Yo no era débil, no era llorón ni tenía miedo. Nada de eso, pero por qué estaba llorando. No, no, no, debía parar de llorar antes de que alguien lo notara. Enjuagué mi cara y traté de tranquilizarme, me estaba demorando mucho e iban a sospechar de mí.
—Ya deja de llorar por algo tonto, Theo, no eres una... niña.
Seguí llorando.
Me arrinconé en una de las esquinas del baño y seguí llorando desesperadamente. Era una niña, un inútil, un llorón... era todo menos un niño normal. Mis papás iban a estar muy decepcionados de mí por no ser ese niño normal que desean. Rompí a llorar, otra vez, al pensar que cosas me dirían mis padres por la decepción y el enojo. No quería ser uno de esos, no quería eso y por eso debía parar de llorar para demostrarles que no era la decepción, pero no podía.
Escuché como la puerta se abrí. Limpié mi cara con los nudillos de mi dedo y fingí que todo estaba bien. Me paré y fui hacia los lavabos. Vi a un niño que se lavaba la cara, me vio y siguió jugando con el agua. Solté un suspiro al ver que no se notaba mucho mis ojos hinchados. Sonreí internamente.
—¿Por qué llorabas, niño? —preguntó el niño—. Te escuché llorar hace minutos, no entré para no incomodarte.
—Lo siento mucho por eso, no volverá a pasar, no quiero verme débil frente a... ti, niño desconocido.
—Llámame Robin, estoy un grado mayor que tú al parecer. Y, ¿por qué llorabas?, ¿alguien te fastidió?
Negué abruptamente. No quería involucrar a otro niño inocente y que Lui lo golpeara. No quería estoy no quería hacer más problemas de los que ya hago.
—Se ve que mientes. Lo escuché todo, pero todo bien. A veces es bueno buscar ayuda. Si te vuelven a fastidiar, avísame, yo les golpearé su lindo trasero y su linda carita de bebé. ¿Entiendes, eh...?
—Theo, soy Theo.
—¿Entiendes, Theo? —preguntó.
Asentí.
—Bien, ahora ve a tus clases y deja de llorar, te ves más feo y tú no eres feo.
Sonreí ante su cumplido. Mojé por última vez mi cara y salí sonriendo del baño. Iba caminando feliz por los pasillos, pero me detuve al ver a Lui saliendo del salón, me miró y sonrió. Regresé corriendo hacia el baño, pero no encontré a Robin. ¿Tan rápido se había ido del baño? Caminé hacia el último cubículo del baño y me encerré ahí. Me senté en el inodoro y esperé a que Lui abriera la puerta. Y si lo abrió. Mi respiración se entrecortaba más cuando escuchaba a Lui acercándose.
—Sal de dónde quieras, niñita.
Escuché como la puerta del baño era abierta.
—Deja de molestar al pobre niño, Lui.
Me sorprendí al escuchar a Robin.
—Tú, idiota, golpeaste a mi hermano el año pasado, es hora de devolverlos.
Empezaron a pelear.
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