๛CAPÍTULO 6
Theo estaba actuando muy raro últimamente. Él me evitaba a veces aunque él me decía que todo estaba bien, sus acciones decían otra cosa. Sus palabras si me lograban calmar un poco, pero también mi cabeza hacía de las suyas. Tal vez hice algo malo o tal vez fue el tonto de Lui.
Escuché el timbre que daba inicio al recreo. Agarré mi lonchera y fui con Pamela a sentarnos en nuestro lugar de siempre: en las bancas debajo de un árbol alejado de todos los niños. Me senté junto a Pam y empecé a comer los trozos de queso que me envió mi papá. Vi a Pamela comer unas galletas de chocolate y trozos de naranja a la vez.
—¿Por qué te gusta eso? —pregunté.
—¿Qué cosa? ¿Naranja con galleta de chocolate?
Asentí.
—Pues, no sé. Solo me gusta. ¿A ti no te gusta algo raro?
Negué.
Odiaba las combinaciones, por eso mi mamá me daba todo por separado. A veces ella no entendía el por qué de mis gustos, pero entendía. También, ella se comportaba como yo para comprenderme y no le gustó.
—Tú eres muy especial, Mia y me gusta.
Reí ante su comentario.
Seguíamos comiendo mientras mirábamos a los niños jugar. Veía a Lui con su grupo de amigos y con Theo, pero ¿Qué hacía él ahí? Me sorprende cómo él pudo ser amigo de Lui en tan pocos días. Y me alegro por él, sin duda, pero me duele como me trata a mí. Ya éramos amigos, ¿no?
—Voy a ir a saludar a tu hermano, ¿vienes conmigo?
—¡¿Te gusta mi hermano?!
—¡No, qué asco! —respondí—Él es un feo y tonto. Solo quiero saludarlo.
—Oh... Está bien.
Le ayudé a levantarse y fuimos hacia su hermano. A la lejos había notado que estaba jugando fútbol con sus amigos y con una pequeña pelota. Apresuré a Pamela para que caminara más rápido porque parecía que iban a empezar a jugar otra vez y no quería que me llegara esa pelota.
—Hola Lui, ¿cómo estás? —le saludé.
—Mia no sabía que ibas a venir a jugar. Hola cara de avestruz.
—Hola ogro feo —saludó de vuelta Pamela.
Reí ante su saludo. Si que era un ogro feo. Desvié la mirada hacia Theo y él se veía nervioso y muy callado. Me acerqué y le di un abrazo.
—Hola, Theo, ¿cómo estás?, ¿por qué me evitas? No me gusta eso.
Él se sorprendió por lo que dije y noté que me iba a abrazar, pero miró hacia otro lado y se arrepintió de darme el abrazo que necesitaba. Y también se alejó, como siempre. ¿Qué le pasaba?
—Ahora no me quieres dar un abrazo —dije con tristeza—. ¿Hice algo mal?, ¿ya no quieres que seamos amigos?
Él se quedó callado y solo miró a Lui.
—Está bien, nuestra amistad termina aquí. Ya no eres mi amigo, Theo.
Salí corriendo de ahí. No me importaba si me veía fea en esos momentos por las lágrimas que salían de mis ojos y tampoco por lo que iban a decir esos niños feos de mí, quería estar sola. ¿Por qué Theo era así conmigo?
Escuché el grito de Pamela y Theo a la lejanía.
—No te voy a perdonar, tonto Theo. Ni siquiera me gustó tu chocolate —me dije para mí misma.
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