Los caminos de la vida
-Entonces... ¿Como moriste? - el rubio rasco su mejilla mientras desviaba la vista, le pareció algo grosero preguntar, después de todo era solo un niño, pero prefería hablar antes que estar en silencio.
-Mori al tratar de defender a un compañero, mi mejor amigo.
Ahora que lo pensaba, su "final predestinado" parecía ser el morir por salvar a Kakashi sin importar la época, el lugar o la situación.
-Ya veo, supongo que es una buena forma de morir para un mocoso, seguro te hacen algún homenaje o cosas así, eres de la hoja ¿no? Ellos son muy dados a eso.
-y ¿Qué hay de ti? - había mucha curiosidad en él, no importaba que hubiera estado presente en su final. Obito deseaba seguir escuchando su voz.
-Una explosión, la mejor y más grande de todas ¡Simplemente arte! - extendió sus manos para demostrar lo grande y magnífica de esta- aunque hubiera sido mejor si me llevaba a Sasuke conmigo y hubiera deseado no dejar solo a mi compañero o cuando menos disculparme de frente.
-¿Disculparte de frente?
- Solo déjalo - comento algo avergonzado.
- Dime Deidara senpai ¿Te arrepientes de tu forma de morir?
-Ya lo mencione antes mocoso, yo no me arrepiento de nada ni siquiera de mi muerte, si lo hiciera ninguna de mis decisiones no tendría sentido.
Obito sintió un gran respeto por él. Al inicio cuando decidió ser su compañero fue por mera estrategia y como complemento al plan de Madara, pero incluso él había disfrutado un poco de aquellos ratos divertidos y la tranquilidad de tener a alguien a su lado.
-Eres muy fuerte senpai, en verdad te admiro.
-Idiota ¿Acaso pensaste que era un debilucho de mente? Si vuelves a decir una de tus estupideces te voy a... matar- un recuerdo golpeó a Deidara, era como si hubiera tenido esta conversación antes y no solo una vez sino cientos de veces.
Obito notó al instante aquella extraña expresión, comprendía a la perfección la sensación de deja vu, misma de la cual había hablado con Rin.
Gracias a esos extraños sentimientos ambos permanecieron callados, sin embargo no era un silencio incómodo o molesto, más bien era uno que reflejaba paz.
A su alrededor no había nada salvo un extraño fondo de color rosa pastel sin embargo podía escuchar claramente el cantar de las aves, observar los amplios bosques y el largo sendero de tierra frente a ellos, casi podía jurar que sentia el viento en su rostro, los rayos del sol.
Las dos horas que Deidara puso de condición pasaron rápidamente e incluso una tercera, aún así ambos seguían andando sin detenerse, ocasionalmente Obito decía una broma tonta para molestarlo, Deidara armaba figuras para hacerlas explotar cerca de él; e incluso apoyaron a un soldado herido a seguir su propia ruta.
Todo era diversión y armonía, así como en los viejos tiempos. El Uchiha pensó que no le molestaría viajar así eternamente, fue justo en ese momento en el que ambos se toparon con algo muy extraño.
Unos pasos más adelante se podían vislumbrar dos caminos.
- Creí que está cosa solo iba en un sentido - comento Deidara.
- Igual yo, sin embargo eso no significa nada ya que solo debemos elegir cual tomar.
- Así es, iremos por el de la Izquierda.
- Derecha - replicó el Uchiha.
- ¿Eh? ¿Cómo que a la derecha? Es obvio que la izquierda es mejor.
- ¿Estás loco senpai? Es una regla básica de supervivencia el tomar el sendero de la derecha.
- ¿Y quién dicto esa estúpida regla?
- Pues yo.
La discusión se alargó un poco más de lo esperado. Al ver que esto no llegaba a ningún parte, el Uchiha propuso jugar "piedra, papel o tijera" el ganador decidiría que lado tomar.
A pesar de refunfuñar, Deidara acepto.
- Solo una vez, quien gane decide a donde ir.
- ¡Perfecto! Vamos senpai ¡Ahora! Piedra...
- Papel...
- ¡O tijera! - Gritaron al unisono.
Al ver sus manos el pequeño dió un grito de decepción.
- ¡Te dije que yo ganaría! - celebró Deidara - ahora vamos por la izquier...
Sus ojos se fijaron en un pequeña y esbelta figura, está pertenecía a un chico pelirrojo que se encontraba sentado contemplando la nada.
El corazón del ninja dió un vuelco no podía creer que al fin lo había alcanzado.
- Es él, ¡Maestro! ¡Maes... - el rubio detuvo sus paso y volteo a ver a su joven amigo.
Obito soltó un gran suspiro para después dedicarle su sonrisa más radiante.
- Fue muy divertido acompañarte pero a partir de aquí debemos separarnos. Quiero decirte que en mis largos años de agonía pude disfrutar de tener un compañero gracias a ti Deidara, pero yo no soy quien debe caminar a tu lado.
Avanzó lentamente hasta quedar frente a él, su cuerpo tomo la forma de "Tobi". Al verlo Deidara sintió una fuerte presión en el pecho.
- Debí suponer que no existían dos personas que fueran igual de estúpidas.
- Es usted bastante grosero senpai, pero sé que en el fondo tiene un gran corazón, pues a pesar de todo en aquel momento... Usted me pidió disculpas antes de morir ¿No es verdad? Pensó en mi antes de entregar su vida y eso dice que no es tan malo como parece.
- ¡Ya cállate! No puedo creer que seas tan ruidoso, si sigues hablando así te juro que te mataré, idio...
Sin previo aviso, las palabras del más bajo fueron calladas por un dulce beso.
Con delicadeza Tobi llevo una mano a la mejilla ajena para dejar una pequeña caricia mientras sus labios rozaban los contrarios, en aquel contacto no existía lujuria alguna solamente amor, un amor puro y profundo.
Pasados algunos minutos ambos se separaron.
- Ahora puedes acabar conmigo si así lo deseas - bromeó el mayor mientras retrocedía un par de pasos.
- ¿Por qué hiciste eso?
- Es mi regalo de despedida, fue un placer conocerte Deidara senpai.
Sin detenerse, Obito tomo el camino contrario al rubio, a los pocos minutos este se perdió en una extraña neblina en tonos pastel.
- Ese tonto... Sí que tiene valor para dejarme aquí - indignado giró sobre sí mismo y avanzó hasta quedar a unos pasos de Sasori.
- Llegas tarde - comento el pelirrojo - sabes que detesto que me hagan esperar.
- Lo siento maestro Sasori, es solo que me entretuvieron bastante.
- Ja, es curioso, siempre dije que moririas joven, quién diría que sería yo el primero en morir - El ninja de la arena se levantó, hizo un par de estiramientos y se adentro en el luminoso sendero - Andando, hay gente que me espera más adelante y no quiero retrasarme aún más.
La confusión invadió a Sasori al ver como unas cuantas lágrimas escurrían por el rostro de su compañero, sus ojos carmesí se fijaron cuidadosamente en la sonrisa ajena.
- ¿Ahora que te pasa?
- Nada, es solo que al fin descubrí lo que había debajo de la máscara.
- ¿La máscara? - cuestionó totalmente confundido.
- Olvídalo, andando que nos espera un largo viaje maestro - mientras hablaba camino lo suficiente para quedar a su lado.
- ¿Desde cuándo das las órdenes? - replicó.
- Desde que me volví "Deidara senpai"
- ¿senpai? Eso suena estúpido, seguro quien telo dijo era más tonto que tú.
- ¡Oh vamos! maestro Sasori intenté decírmelo solo una vez.
- Me niego.
- Solo una vez.
- Quizás debí avanzar solo.
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A pesar de ser el primero en irse Obito se había tomado su tiempo para alcanzar a su compañera pues no deseaba mostrarle la tristeza que habitaba en su corazón.
Una parte de él no aún se negaba a dejar a su senpai, pero en el fondo sabia que era imposible para ellos el continuar juntos, después de todo cada uno tenía su propio lugar al cual volver.
Paso un largo tiempo hasta que por fin se topó con la chica que amaba, ella le recibió con una gran sonrisa.
- Te tardaste mucho ¿Se puede saber dónde estabas? - pregunto de forma amable.
- Lo siento, es que me perdí en los caminos de la vida.
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