#005 Manipulation
S E O N G S A N G ────── yeosang haría lo que fuera por el perdón de seonghwa, incluso si eso implicaba romperse las costillas y desfigurarse la cara.
La mala fortuna de Yeosang comenzó un viernes por la noche cuando la tentación ganó por encima de su buen juicio y decidió subir a una prostituta a su auto. Tan mala era su suerte, que Seonghwa, su esposo, terminó por enterarse debido a una multa que recibió de esa noche.
Yeosang había caído una vez más. Las cosas en el trabajo estaban mal, las cosas con Seonghwa estaban tensas, él sólo intentó liberar algo de todo ese estrés. No había sabido porqué el mayor estaba distante, asustadizo, como si temiera alzar la voz lo suficientemente alto. Y Yeosang estaba harto de eso.
Seonghwa no sabía mentir. Yeosang sabía que ocultaba algo, pero no quería decir nada. Por más que preguntó, Seonghwa sólo volteó el rostro diciendo que todo estaba bien.
La noche en que tuvo sexo rápido con una mujer en su auto, Yeosang había ingerido algo de éxtasis, así que no estaba completamente bien. Cuando la chica se fue y él se quedó solo, las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas en abundancia y su pecho comenzó a doler tan fuerte que creyó que moriría. Una crisis nerviosa le precedió, sin poder creer que había engañado a su amado esposo de esa manera.
Seonghwa era listo, así que, cuando recibió la multa y la imagen que se mostraba en ella, no dudó en encarar a Yeosang, sus especulaciones resultaron siendo nada más que la verdad y, lo juraría por Dios, pero Yeosang jamás había visto a su esposo tan roto y enojado. Lanzó su ropa a la calle y lo echó de casa, mucho más molesto y herido que la última vez que Yeosang había recaído.
Había pasado una semana, Yeosang vivía en casa de uno de sus amigos, Wooyoung. El chico lo había acogido luego de verlo hecho una bola en un rincón de su edificio, junto a su puerta, con una maleta pequeña y la cara empapada de lágrimas.
―¿Ya sabes qué harás para volver con Hwa? ―preguntó San, el esposo de Wooyoung―. ¿O te quedarás aquí, lamentándote como un idiota, y esperarás a que te lleguen los papeles del divorcio?
Yeosang levantó la cara con los ojos desorbitados y negó rápidamente con la cabeza, perplejo. La idea de un divorcio era descabellada y deseaba con todas sus fuerzas que Seonghwa no pensara en ello.
―No sé... qué haré ―dijo Yeosang bajando los pies del sofá para sentarse erguido―. Lo volví a arruinar... La volví a joder con Hwa. ―Sus ojos se llenaron de lágrimas.
La primera vez que había recaído después de seis años completamente limpio, había herido a Seonghwa emocionalmente, a tal grado que el mayor tardó mucho tiempo en perdonarlo. Le había dicho cosas que realmente no pensaba, y fue difícil para ambos olvidar todo eso. Ahora, había recaído nuevamente, después de tres años, y se había metido con una prostituta.
―Y justo ahora... ―susurró Wooyoung, pasando la mano por su rostro en un gesto de desesperación.
―¿Mm? ―preguntó Yeosang, sin escuchar qué había dicho―. Ya pensaré en algo, pero necesito volver con Hwa. Yo no soy... no soy yo mismo sin él.
San palmeó la espalda de Yeosang y se levantó, yéndose hacia otra habitación. Él era amigo de ambos chicos y, díganle como quieran, pero según él, Yeosang ya no merecía más oportunidades. Había deshecho a Seonghwa tantas veces, con sus adicciones, sus mentiras, sus engaños.
―Duerme un rato más, en unas horas tienes que ir al trabajo ―dijo Wooyoung terminando con el tema―. No puedes seguir faltando, o te despedirán.
Hacían siete días desde que faltaba al trabajo y aunque su amigo Mingi fuera su jefe, no podía seguir negligente o todo el papeleo se atrasaría aún más. Yeosang suspiró pesadamente, asintiendo hacia Wooyoung.
Eran más de las diez y debía despertarse a las cinco de la madrugada. Cerró los ojos tratando de descansar, pero cada vez que lo hacía, sólo podía ver la carita empapada de su esposo y se sentía el peor ser humano del mundo. Necesitaba a Seonghwa, necesitaba abrazarlo y pedirle disculpas, pero sabía que ya no habrían más oportunidades para él. Había sido un mal esposo, había destrozado al hermoso hombre con el que se había casado.
―Yeosang ―llamó Wooyoung, moviéndolo para despertarlo―. El desayuno está listo, levántate.
El mayor se incorporó hecho un zombie y asintió.
Yeosang dejó que el aire retenido en sus pulmones saliera de una vez, destensó sus músculos y se sentó sobre su silla como peso muerto. Se había cruzado con su esposo en la entrada y este ni siquiera le había mirado.
Apoyó sus manos sobre el escritorio sin saber qué hacer, estático. Su esposo debía entregarle unos papeles y no había aparecido aún, y sabía que no lo haría, que probablemente Seonghwa enviaría a otra persona.
Se levantó luego de dos horas en los que se la pasó observando la puerta y caminó hasta la oficina de su esposo, ingresó a la misma sin tocar y cerró la puerta detrás de él.
Seonghwa le miró y luego desvió la vista.
―Hwa... ―Yeosang intentó llamar, siendo ignorado por él―. Por favor, déjame explicarte ―se acercó lentamente al escritorio ajeno―. Te juro que...
Seonghwa levantó la mano y negó con la cabeza.
―Ya no jures, Yeosang. Deja de jurar. No te creo nada ―dijo el más alto, fríamente.
―No es todo tan sencillo como crees, Seonghwa, buscaré ayuda... ―Se sentó en la silla frente a Seonghwa y trató de tomar su mano, siendo rechazado―. Créeme, lo haré esta vez... Me portaré bien.
Seonghwa abrió la boca para tomar aire y luego negó nuevamente con la cabeza.
―No, Yeosang. Es todo, me rindo contigo. ―Seonghwa dejó salir unas últimas lágrimas y miró la puerta, invitándolo a marcharse―. No puedo soportarlo más, no aguantaría que lo arruinaras otra vez. Y no confío en que esta sea la última, por eso... Vete ahora.
Yeosang quiso negarse, estuvo a punto de perder los estribos, pero tomó aire y se calmó.
―Yo no me rindo, Hwa. ―Fue lo último que dijo antes de marcharse, sonriéndole con todo el amor que sentía.
A mitad de la segunda semana separados, Yeosang estaba tan desesperado que estuvo a punto de caer otra vez, de arruinar todo lo que había estado planeando para recuperar a su esposo. La angustia lo estaba matando.
―¿Estás seguro? ―preguntó aquel viejo amigo, mirándole con una ceja alzada y el fajo de dinero en el sobre―. Esto es demasiado.
―Sí ―Yeosang metió las manos en sus bolsillos y desvió la vista―. Necesito que lo hagas bien, así como lo planeé. Asegúrate de que acabe mal, pero no golpees mi cabeza, no quiero morir ―rio sin gracia.
Hyunwoo asintió y guardó al dinero.
―El jueves, a las diez, después de la salida. Correcto.
Hyunwoo se marchó y Yeosang lo hizo mucho después, dejando aquel callejón con la mirada en todas partes. No había nadie por allí, así que volvió a la casa de Wooyoung.
―¿Trajiste lo que te pedí? ―preguntó San apenas verle ingresar a la casa.
―Aquí ―Yeosang alzó la mano con una bolsa colorida―. Las golosinas de Woo.
Seonghwa escuchó el alboroto en los pasillos del edificio y salió de su oficina con miedo, siendo tomado de la mano por Hongjoong para correr hacia alguna dirección. Seonghwa se dejó arrastrar por el menor y sus ojos vagaron por la zona, notando rápidamente a la gente amontonada en las puertas de la sala de conferencias.
―¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ―preguntó Seonghwa, soltándose de Hongjoong para que este por fin le explicara qué sucedía.
―¡Es Yeosang! ―dijo con pánico en la voz, señalando con su cabeza la sala―. Ya llamamos a la ambulancia, deberías ir con él...
El corazón de Seonghwa cayó en picada e ingresó a la sala de conferencias rápidamente, sin pensar demasiado. Caminó hasta el armario donde solían guardarse papeles y vio a Yeosang sentado a un lado, con las puertas de este abiertas y sangre en el suelo. El rostro de Yeosang estaba completamente cubierto de sangre, hinchado, partido, sus manos tenían heridas defensivas, sin uñas, su camisa blanca abierta, su pecho empapado en rojo.
Un compañero estaba hincado junto a Yeosang, tomando su pulso. Habían unos precintos plásticos cortados a un lado y las muñecas de Yeosang prácticamente destrozadas.
―¿Yeosang? Yeosang, cariño, ¿qué pasó? ―preguntaba el más alto, aterrorizado, tentado a tomar su rostro entre sus manos, pero asustado de lastimarlo aún más.
Yeosang inhaló aire pesado y abrió la boca.
―In... Intentaron ―murmuró apenas, dificultoso debido a la hinchazón de todo su rostro.
―No hable, señor Kang ―pidió su compañero.
Yeosang apenas podía abrir los ojos.
―Querían abusar de mí ―Yeosang susurró bajo, con gran dificultad―, pero... me defendí.
Seonghwa tapó su boca, temeroso, y negó varias veces con la cabeza. Se sujetó a las piernas de Yeosang y susurró decenas de disculpas, asustado de que el corazón de Yeosang dejara de latir en cualquier momento. Pocos minutos después, una ambulancia llegó y Seonghwa se fue con él al hospital.
Cuando el médico se acercó a él, después de que Yeosang hubiera ingresado a urgencias, Seonghwa sujetaba su vientre apenas abultado, deseando que Yeosang siguiera con vida. Estaba dispuesto a perdonar lo que fuera con tal de tenerlo de vuelta, de que fuera parte de sus vidas. Había rogado al Dios en el que creía y esperaba que su esposo se librara de ello. Sabía que Yeosang había estado haciendo horas extras, que era por su culpa, porque no lo quería en casa y lo había orillado a ello.
―¿Señor Kang?
Seonghwa asintió rápidamente.
―Ya puede pasar a ver a su esposo ―el doctor sonrió dando las buenas noticias―. Él estará mejor pronto. Muchas de las heridas fueron superficiales y defensivas. Las costillas rotas tardarán bastante en sanar, y en cuanto a su rostro... La hinchazón bajará en unas semanas, quedarán cicatrices, pero nada que algunas cirugías no puedan arreglar. Tuvo suerte.
Seonghwa por fin pudo respirar y asintió, siguiendo al doctor hasta la habitación de Yeosang.
―Muchísimas gracias, doctor Koo.
Seonghwa se apresuró a acercarse a su esposo y tomó sus manos rápidamente. La cabeza de Yeosang estaba cubierta de vendas así que no podía verle claramente, asustado por el trauma, Yeosang se soltó de las manos ajenas.
―Amor, soy yo. Lo siento, debí anunciarme antes ―murmuró Seonghwa, besando las manos de Yeosang luego de tomarlas nuevamente.
Las muñecas tenían vendas al igual que el torso y tobillos. Habían atado a Yeosang luego de la golpiza, muchas de sus uñas se habían partido en la pelea. Todo en él dolía.
―Hwa... Me alegro mucho de que estés aquí... ―murmuró Yeosang con la voz quebrada.
Sus ojos hinchados se llenaron de lágrimas.
―Oh, cariño... Era obvio que vendría ―susurró Seonghwa, besando y besando la mano de Yeosang con mucho cuidado―. No podría dejarte solo.
―Lo siento, Hwa... lo siento mucho ―rogaba el menor, tratando de tomar el rostro de Seonghwa en sus heridas manos.
―No, no, cariño ―Seonghwa lo detuvo―. Tu cuerpo duele mucho, no te preocupes, no me iré... Aquí me quedo, no te muevas.
Yeosang sonrió y asintió, aliviado. Se recostó cómodamente sobre la cama, suspirando adolorido por las costillas rotas.
―Vuelve a casa, te cuidaré bien. ―Pidió Seonghwa, con su vista borrosa debido a lo que veía.
Yeosang estaba completamente herido.
―No quiero ser una molestia para ti.
―Eres mi esposo, Yeosang. No serás una molestia.
Yeosang asintió y, cuando Seonghwa recostó la cabeza en sus piernas, abrazado a él, se permitió sonreír completamente complacido de cómo había ido su plan.
Al día siguiente del ataque, luego de que la policía le hubiera dado una segunda visita, Seonghwa ingresó a la habitación con el desayuno para él.
―Entonces no podrías reconocer a tu agresor... ―murmuró Seonghwa con pena, comenzado a darle de comer las frutas que había cortado.
―No, no podría. Tenía puesto un pasamontañas, gafas náuticas... guantes, ni siquiera sabría decir su color de piel.
Seonghwa asintió, entristecido. No quería hacerle preguntas, temiendo que fuera demasiado traumático para su esposo, por lo que dejó el tema y continuó con uno banal. Hasta que terminaron de desayunar.
―Me tomaré las vacaciones ahora, así podré cuidarte ―susurró Seonghwa en tono bajo, pues había notado que con una voz más alta, su esposo temblaba atemorizado.
―Gracias por hacer esto por mí ―dijo Yeosang, acariciando la mano de Seonghwa―. Después de todo lo que pasó.
Seonghwa asintió y volvió a recostarse junto a Yeosang, abrazándolo por la cadera, apoyando la cabeza en su regazo.
―Olvidemos todo eso, corazón.
Yeosang sonrió, acariciando el cabello de su esposo.
Según lo que le había dicho Yeosang a la policía, el agresor se había ido antes de que cayera inconsciente. El sujeto estaba robando papeles importantes cuando se encontró con Yeosang, y el ataque sexual sólo había sido algo que no estaba en los planes de ese sujeto en primer lugar. Luego de que Yeosang fuera atado, el tipo recibió una llamada y tuvo que irse rápidamente de allí, no podía perder el tiempo.
Yeosang se había salvado de milagro. O eso era lo que todo el mundo debía saber.
Las semanas pasaron y no se encontró al responsable, Yeosang decidió no presentar cargos y dejar todo a la deriva, después de todo, de nada serviría.
Seonghwa había estado asustado en un principio, temeroso de que ese hombre volviera y lastimara a su esposo, por lo que había estado pegado a Yeosang todo el tiempo. Sin embargo, nunca volvió y las cosas se calmaron. En cuanto a su relación, todo estaba relativamente bien, y el embarazo de Seonghwa era cada vez más notorio. Si Yeosang y él intimaran, este ya de habría dado cuenta de ello.
Seonghwa no sabía cómo decírselo. Había planeado hacerlo antes de que todo el lío comenzara, pero de eso habían pasado ya dos meses y medio. Su barriga había crecido y estaba a punto de entrar al cuarto mes.
Wooyoung y San los fueron a visitar un viernes por la tarde. El menor había llevado pasteles para celebrar un picnic en el jardín de los Kang, pues estaba muy feliz de que sus amigos volvieran a estar juntos.
―¿Te sientes bien? ―preguntó Seonghwa, colocándose detrás de Yeosang para que este apoyara la espalda en su pecho.
―Sí, amor... Estoy bien ―dijo Yeosang, sorprendido.
Podía sentir el pecho de su esposo, sus senos habían aumentado ligeramente de tamaño. Él lo había notado.
Cuando los Choi se fueron, Yeosang tenía la sonrisa más grande del mundo en su rostro y nada podría quitarle esa felicidad. Había buscado en el armario de Seonghwa cuando este hacía la cena y había encotrado la evidencia que probaba el estado de su esposo.
Iban a ser padres.
Yeosang trató de volver a su conducta usual y luego de la cena, al ir a la cama, se recostó de lado, cuidando sus costillas y acarició las caderas de Seonghwa con lentitud.
―Cariño... ―comenzó en un tono bajo, arrastrando las palabras―. He estado pensando, después de lo que me pasó... Veo la vida de otra manera, es un poco espeluznante, pero... No lo sé. Quiero hacer las cosas bien, contigo. Quiero formar una familia, por fin. Me encantaría tener un bebé, ¿qué dices? ―preguntó con voz elocuente―. Es lo único que nos hace falta para estar completos, formar la familia que siempre quisiste...
Eligió las palabras cuidadosamente y esperó a que la reacción de Seonghwa fuera la esperada. Sintió al mayor temblar y sufrir pequeños espasmos, mientras oía sus sollozos. Yeosang siempre había sido muy claro en que tener una familia era lo último que él querría, pero la situación lo ameritaba.
―Me encanta la idea de tener un bebé ―susurró Seonghwa luego de unos segundos en los que estuvo en shock, luego, tomó la mano de Yeosang y la dirigió a su vientre―. Me adelanté un poco, cariño ―rio apenado.
Yeosang fingió la mejor cara de sorpresa del mundo y besó a Seonghwa, lleno de emoción. Abrazó el vientre ajeno sintiendo por primera vez el bulto, y se sintió estúpido por apenas darse cuenta cuando era tan obvio.
―No te preocupes ―dijo lleno de amor―. ¿Cuándo te enteraste? ¿Por qué no me dijiste? ―preguntó tranquilamente.
―Hace poquito, no es nada ―y como siempre que lo hacía, Yeosang se enteró de que Seonghwa mentía.
Seonghwa, a comparación de él, jamás había sido un buen mentiroso. Ahí fue que comprendió porqué Seonghwa estaba aún más herido, aún más enojado y más reacio a volver con él, Seonghwa ya sabía del bebé cuando se acostó con esa prostituta.
Eso era lo que lo tenía tan tenso.
―Todo estará bien de ahora en más.
Jue., 18 de Febrero 2021
yeeey, otra actualización ♥ esta vez no tuvo tanta presencia el mpreg, oops
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