#002 Beauty creature
Y U N H W A ────── yunho desapareció hace dos meses, por lo que seonghwa y sus hijos se dirigen al mundo humano para poder hallarlo.
Seonghwa era una criatura del bosque, medía alrededor de veinticinco centímetros con su forma humanoide y podía transformarse en cualquier cosa que tocara. Su especie era reducida, una pequeña comunidad que vivía cerca los árboles más viejos del país.
Había conocido a su esposo cuando este se perdió en el bosque buscando al perro de su hermana, se había desmayado y quizás habría muerto de hipotermia, pero Seonghwa no podía permitir que eso sucediera, así que lo ayudó. Con ayuda del anciano de la comunidad, pudo transformar a ese humano en uno de los suyos, para que así pudiera ingresar a sus instalaciones sin romper todo con su enorme tamaño.
Cuando él despertó, casi perdió la cabeza; creyendo que se había vuelto loco y que lo que había frente a él no eran más que alucinaciones. Seonghwa había sido descuidado dejando que un humano los viera, pero había sido el error más hermoso que hubiera cometido.
Una vez fuera del shock, el humano se presentó como Jeong Yunho, cuidador de niños y pintor de cuadros surrealistas en su tiempo libre.
Seonghwa le propuso conocer su mundo, después de todo, era la primera vez que tenía contacto con un humano y todo en él le era fascinante. El anciano no se opuso a sus peticiones y dejó que Yunho conociera su cultura. Dando inicio a la unión de dos mundos completamente diferentes.
A partir de ese día, Yunho iba cada semana al bosque esperando volver a repetirlo. Fue inevitable, Seonghwa se enamoró de ese humano revoltoso, y Yunho poco tardó en darse cuenta de que sentía lo mismo por aquella pequeña criatura de orejitas puntiagudas y ojos grandes y brillantes.
Los años pasaron rápidamente, se casaron al tercer invierno y celebraron la boda durante dos largas semanas. Yunho no tenía idea de que las criaturas del bosque fueran tan insaciables.
En su segundo aniversario, Seonghwa le dio la noticia de que serían una familia y Yunho se sintió la persona más feliz del mundo. Ya habían tenido la conversación de "los machos de mi especie somos fértiles" debido a su vulnerabilidad. Así que la idea de formar una familia ya estaba correctamente puesta sobre la mesa.
Los bebés habían nacido mitad humano, por lo que tenían la capacidad de transformarse sin ayuda y crecían de manera anormal.
Seonghwa creía que todo estaba bien, que su familia era feliz. Que Yunho lo era, sin embargo, un día sólo dejó de ir a casa, un día, Yunho desapareció. Seonghwa estaba aterrado, temía que algo grave le hubiera pasado a su otra mitad, o que este les hubiera dejado. Costó obtener mucho valor para tomar a sus hijos y decidir ir en su búsqueda.
Los pequeños de dos años habían crecido hasta veinte centímetros, diez más del promedio de las otras criaturas. Debían lucir como jóvenes adolescentes, pero se veían como niños de diez años. Su especie no lograba sobrevivir sin ciudados estrictos, por lo que el crecimiento era acelerado a partir del onceavo mes.
―Papi, ¿estás seguro de que es por aquí? ―preguntó Seongmin, el más pequeño de sus tres hijos, apartando hojas de su camino y acercándose más a su hermana cuando vio a un par de hormigas rojas.
Seonghwa asintió, su corazón latía aterrado porque algo les sucediera, pero sabía el camino hacia la casa de Yunho, él podría encontrarlo.
―Sí, cariño. Debemos seguir este camino recto, luego doblar hacia la izquierda cuando nos topemos con un enorme cráter en el suelo...
―Quiero ver a papá ―murmuró Soyeon, la única niña.
―Yo quiero ir a casa, me da miedo aquí ―rezongó el más gruñón de sus hijos, Yuneul, el "cuidado que muerde".
―Ya lo sé, bebés ―dijo Seonghwa saltando un pequeño cráter en el suelo―. Pero tenemos que encontrar a papá. ―Se dio media vuelta para ayudar a sus hijos a cruzar de forma segura.
Ninguno volvió a decir nada más y cerca de dos horas después, lograron salir del bosque. La casa de Yunho estaba cruzando la calle, Seonghwa ya la había visto antes, sabía que era esa.
―¡Ahí es! Ahí es la casa de papá ―señaló Seonghwa con la emoción de por fin poder ver a su amado esposo nuevamente, tomó las manos de sus hijos y los cuatro cruzaron la calle―. Apresúrense, niños, vamos.
Lograron cruzar a salvo y llegaron a la ventana, con ayuda, las pequeñas criaturas pudieron subir al marco de esta para poder observar dentro de la casa, para asegurarse si podían entrar o no. Sin embargo, la visión frente a ellos fue confusa, y más dolorosa que cualquier golpe o herida.
La escena de una familia feliz frente a ellos.
―¿Quiénes son esas personas, papi? ―preguntó Soyeon luego de unos segundos en donde nadie dijo nada, sintiendo que sus pequeños ojos se llenaban de lágrimas.
Ella no podía entender porqué su papá estaba cargando a ese bebé, porqué se veía tan feliz con esa familia. No sabía quién era esa mujer, o porqué abrazaba a su papá y ambos miraban al pequeño bebé con tanto amor.
―Papi... ―Seongmin sollozó enterrando la cara en el pecho de Seonghwa, interpretando aquella escena tal y como el resto de ellos lo hizo.
―V... Vámonos de aquí, niños... ―La voz de Seonghwa se rompió y tironeó suavemente de sus bebés para que pudieran seguirle.
Su pequeño pecho comenzaba a agrietarse y si no conseguía ayuda rápido, podría colapsar. Tantas veces le había dicho a Yunho que su especie era débil, que algo como aquello podría matarlo, y Yunho había prometido que jamás le lastimaría; sin embargo, ahí estaba. Yunho los había abandonado y tenía otra familia, una familia humana y normal.
―No ―dijo Yuneul con firmeza, viendo dentro de la casa sin poder creer que aquel fuera su amoroso papá―. Ese no es papá, papá nos ama a nosotros, no a ellos ―señaló enojado, su voz raspada.
―Ven aquí, Yun... Vámonos ―pidió Seonghwa en una súplica, comenzando a ponerse débil.
Su mitad lo había traicionado, su mitad lo había abandonado. Seonghwa se rompía por dentro con cada respiración que daba. Sus hijos se acercaron a él y lo ayudaron a estabilizarse, caminar ya era doloroso para él y se sentía cada vez más adormecido.
―Tenemos que llevar a papá con el anciano ―murmuró Soyeon, limpiando sus lágrimas con violencia.
Entre los tres llegaron a la comunidad cargando a su padre, cuando el anciano los vio así, rápidamente se apresuró a atender a Seonghwa. Una vez dentro de la pequeña laguna de agua sagrada, Seonghwa comenzó a estabilizarse, pero su pulso ya era débil.
―¿Qué... Qué pasó? ―preguntó el anciano, inquieto.
―Papá... ―murmuró Yuneul, lleno de rabia en su voz, viendo a su papi con mucha tristeza―. Él tenía otra familia, por eso no viene aquí. Ya no nos quiere ―sorbió su nariz y se tragó sus lágrimas.
El anciano no podía creerlo, pues le resultaba imposible que aquello fuera verdad. Sin embargo, no dijo nada, de todas formas no confiaba en los humanos y jamás lo haría.
Soyeon se sentó al borde del lago mirando su reflejo, asustada por la salud de su papi.
―Yo hice enojar a papá ―murmuró tapando su cara por la vergüenza―. ¿Es por mi culpa? ¿Nos dejó porque fui mala?
El anciano se acercó a ella y la reconfortó apoyando la mano sobre su hombro, asegurándole que ella no tenía la culpa de las decisiones de su papá.
Dos días después, la salud de Seonghwa era crítica. Iba a morir si Yunho no regresaba, su corazón se estaba agrietando cada vez más rápido.
El anciano se acercó a los hijos de Seonghwa y suspiró pesadamente.
―Niños, ustedes son los que mantienen a Hwa con vida, si no fuera por su vínculo, él ya hubiera sucumbido ―murmuró viendo el cuerpo de Seonghwa flotar en el lago, rodeado de flores que hacían lo posible por curar sus heridas internas.
Yuneul levantó la mirada con desconfianza.
―¿Pero?
―Necesita a Yunho para romper el vínculo... o morirá en pocos días.
Soyeon y Seongmin rompieron a llorar nuevamente, abrazados entre sí. El anciano sintió tristeza por ellos, pues eran apenas tres niños de dos años, todavía necesitaban de Seonghwa.
―Iremos a buscarlo de nuevo. Y lo vamos a traer.
La afirmación de Yuneul hizo que sus hermanos lo miraran confusos.
Yunho bajó las escaleras de la casa hasta que llegó a la cocina y se sentó frente a su plato de comida. El desayuno estaba listo así que sólo se limitó a, somnoliento, comer. Su pecho dolía hacia unos días por lo que no podía dormir bien, sentía una fuerte presión en la zona del tórax y no sabía a qué se debía.
Terminó de comer y fue hacia la sala, Yeri estaba dormida en el sofá y el bebé en un babysit a sus pies, durmiendo también. Besó la cabecita del pequeño tras agacharse y revolvió el cabello de Yeri.
―Son las nueve.
Yeri se removió en el sofá y se estiró.
―Eres un vago, te despiertas muy tarde.
―Efecto secundario ―dijo Yunho apuntando a su propia cabeza, soltando una risita―. Sucede cuando casi te mueres y pierdes la memoria, usualmente puedes hacer lo que quieras y nadie te dirá que eres un vago ―dijo con burla.
―Presumido.
Yeri se levantó, pues tenía que irse al trabajo en un rato.
―¿Estás seguro de que puedes cuidar a mi hija?
Yunho asintió desviando la mirada, pues por alguna razón, se sentía extrañamente familiar el trato de un bebé, sentía que sabía qué hacer. Como si ya hubiera tenido a un bebé en brazos antes.
―Claro que sí, noona. Ahora vete, llegarás tarde.
Yeri subió a su cuarto para poder cambiarse y así irse, mientras Yunho se acomodaba en el sofá y encendía el televisor en un volumen bajo, pues no quería despertar a su sobrina.
Poco después de que Yeri se fue, alguien tocó la puerta con insistencia, por lo que Yunho se apresuró a abrir. No esperó en lo absoluto ver a tres niños con cachetes rojizos del llanto, despeinados y descalzos. Los miró patidifuso.
―¿Hola, qué se les ofrece...? ―saludó confuso, sin saber si debería ofrecerles algo o no.
―Actúa como si no nos conociera ―dijo Soyeon en un tono de pregunta, dolida.
―Es porque ahora es feliz con otras personas ―murmuró Yuneul, con el ceño fruncido, su pecho también dolía y se partía, pero debía ser fuerte por sus hermanos y su papi.
―No entiendo... Creo que se están confundiendo de persona ―dijo Yunho ladeando la cabeza.
Aquel dolor en su pecho se intensificó y aunque era soportable, tuvo que sostener la zona herida con su mano. Carraspeó tratando de llamar la atención de aquellos niños nuevamente, tal vez se irían al darse cuenta de que estaban con la persona equivocada.
―Déjate de juegos, papá. ―Seongmin, quien se había mantenido callado, dio un paso al frente―. Papi se está muriendo porque nos dejaste solos... Su corazón está agrietado ahora.
Aquellas palabras hicieron que Yunho frunciera aún más el entrecejo y negó varias veces, mientras sostenía su cabeza con la mano después de un pequeño mareo, con lentitud, parpadeó confuso y algunas escenas extrañas comenzaron a reproducirse en su cabeza.
"Seongwha" Yunho sostuvo su pecho, sintiendo un pinchazo más fuerte que antes y se derrumbó, con decenas de imágenes y recuerdos volviendo a su cabeza de súbito. Y entonces recordó a su familia, recordó lo que había sucedido antes del accidente hace dos meses, que aquellos sueños donde veía a una preciosa criatura no eran invenciones, sino recuerdos.
Yeri no lo sabía, sus padres no lo sabían, nadie tenía la más mínima idea de su matrimonio sobrenatural; ninguno de ellos pudo haberle recordado que había dejado abandonada a su familia por tanto tiempo.
―¿N... Niños? ¿Yeonie, Minnie, Yuyu? ―Yunho jadeó acariciando la zona de su pecho, el dolor se hizo más fuerte ante el conocimiento de que la unión con su esposo se rompía―. ¿Qué sucede? ¿Por qué mi pecho...? ¿Dónde está papi Hwa? ―preguntó incorporándose y mirando hacia todos lados, entonces recordó lo que Seongmin dijo.
Boqueó sorprendido.
―¿Dejarlos? Mis hijos, ¿qué están diciendo? Todo esto es un malentendido ―Yunho caminó rápidamente hacia la sala y tomó a su sobrina en brazos, volviendo a la entrada con sus hijos―. Hace unos meses, un ebrio se pasó un alto y me atropelló... Eso fue lo que pasó, no recordaba nada... Yo... Carajo, no, no los dejé...
Yunho comenzaba a desesperarse, el dolor en su cuerpo era cada vez más fuerte y ni siquiera podía imaginar lo que su esposo estaba sufriendo, sabía que probablemente era diez veces peor.
―Vamos, niños. Vayamos con papi. ―Exclamó en desesperación, cerrando la puerta detrás de él para dirigirse al bosque.
Corrieron, apresurados, hacia lo más profundo del bosque, donde los árboles eran más viejos. Yunho dejó a su sobrina con una criatura que logró transformarse en humana por el tiempo suficiente para cuidarla. Al llegar al pequeño lago sagrado dentro del Gran Árbol, Yunho pudo divisar a Seonghwa flotando en el centro de la brillante agua, rodeado de flores, se veía resquebrajado, herido.
El anciano les esperaba listo para romper el vínculo que los unía, de otro modo, Seonghwa moriría tras saberse abandonado por su mitad.
―Anciano Yul ―saludó Yunho, sin poder despegar la vista de su amado esposo.
Durante el camino, sus hijos le habían explicado lo que había sucedido, lo que habían visto. Yunho podía entender por fin a qué se debía ese dolor en su pecho.
Era porque su mitad se moría.
―Ha habido un malentendido, anciano Yul ―murmuró Yunho, respirando profundo y lento debido a la pesadez―. Amo a Hwa, por favor, ¿cómo haré que él lo sepa?
El anciano no hizo preguntas, tan sólo asintió y señaló el lago con la vista. Yunho debía sumergirse con Seonghwa.
El humano no tardó en desvestirse para colocarse la pequeña túnica y así poder unirse nuevamente a su esposo. Cuando estuvo listo, se acercó a él y rápidamente las flores se duplicaron y lo rodearon también, Yunho sujetó las manos de Seonghwa y se recostó junto a él, uniendo sus almas en el lago sagrado.
Poco a poco, Yunho comenzó a sentir que la unión crecía y se fortalecía. Toda su fuerza drenándose para tratar de reparar a su mitad, para hacerse uno nuevamente y que todas las heridad internas sanaran. Sorpresivamente, las heridas de su cabeza también sanaron, la marca que habría sido una gran cicatriz alguna vez, desaparecía lentamente.
El vínculo logró curar a Seonghwa y pudo despertar después de cuatro horas, Yunho estaba a su lado, adormecido, en su cama matrimonial. El larguirucho cuerpo de su esposo lo sostenía con firmeza sobre él y Seonghwa dejó caer la cabeza en su pecho, avergonzado por haber desconfiado de su mitad.
Unos pequeños sollozos se escaparon de sus labios haciendo que Yunho despertara, cuando lo hizo, acarició los brazos y la espalda de Seonghwa con amor, susurrándole que todo estaba bien.
―Mi amor, creo que ya es hora de presentarte a mi familia... ―murmuró Yunho, dejando besos en la cabeza de Seonghwa de manera constante―. Será duro para mis padres comprender que mis hijos son mágicos, lucen como niños de diez años y que vivirán más de cien años, pero no quiero seguir ocultándolos.
Seonghwa asintió sorbiendo su nariz y se dejó besar por los labios hinchados de su mitad, sintiéndose amado y valorado.
Casi había muerto, y Seonghwa jamás se había sentido más vivo que ahora, en los brazos de su mitad y con sus pequeños bebés a pocos metros de él.
Lun., 1 de Febrero 2021
aaa muchas gracias por leer ♥
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