uno
Según un importante psicólogo, Sigmund Freud, una persona busca en una pareja alguien psicológicamente parecido a sus padres, y JiMin no iba en contra de esa teoría, quizá por eso su vecina lo volvía tan loco aún siendo la persona más distante y egocéntrica posible, porque se parecía a la madre de él, con el mismo comportamiento de no prestarle atención, abandonarlo por horas o hasta días, y cuando se veían, lo trataba mal. Lo peor no era todo eso, sino que lo peor de la situación era que JiMin no tenía problema en ser tratado de esa forma por Lilith, su ardiente vecina que le llevaba mucha diferencia de edad, pero para él eso eran solo números, un factor que no importaba cuando se trataba de amor, cuando veía un futuro a su lado aún si ella le bajaba las ilusiones una y otra vez. Al final, sí se parecía mucho a su madre, de la misma manera que Lilith desilusionaba a JiMin, su madre también lo hacía, desde algo tan pequeño como quitarle la ilusión de Santa Claus hasta rebajar sus sueños de ser un actor famoso.
El padre de JiMin era una persona importante para el mundo, el jefe de la sede de la marca Calvin Klein en Corea del Sur, y también un reverendo hijo de puta que engañaba a su esposa con las jóvenes modelos que posaban con ropa de la marca, pero esto a ella tampoco le interesaba mucho, el amor se esfumó hace tantos años que entre ellos lo único que seguía vigente era la monotonía, el aburrimiento, y compartir el pensamiento de que tenían una vida de mierda, pero no se separaban porque los dos tenían unos padres religiosos muy exigentes, los cuales no creían en eso del divorcio, así que pensaban que el amor de ellos duraría para toda la eternidad, cuando la realidad era que se dejaron de amar desde que JiMin cumplió los dos años de edad, y ahora tiene quince, casi dieciséis. El hombre muchas veces no volvía a casa, dando la excusa de quedarse haciendo papeleo hasta la noche en su trabajo cuando solo estaba entre las piernas de una chica que podía ser su hija, y a este punto tampoco se molestaba mucho en mentirle a su esposa por su ausencia.
JiMin estaba acostumbrado a ver a su padre dos, si tenía mucha suerte cuatro, veces a la semana, a pesar de vivir con ellos, cuando él se levantaba para ir a la escuela su progenitor ya no estaba en casa, y cuando volvía de sus clases de fútbol tampoco lo estaba, o quizá dormía, en el único momento que estaban los tres reunidos era a la hora de la cena, con una comida en sus platos, y el silencio incómodo reinando el lugar, pero ya estaban tan acostumbrados que no les interesaba. Por parte de su madre, cuando era joven soñaba con ser actriz, pero entre los regaños de su padre diciéndole que solo pensaba en estupideces, y las palabras de su madre exigiéndole que debía ser una buena ama de casa en vez de soñar con cosas ridículas, fue que terminó trabajando como secretaria de un hombre más joven que ella, asquerosamente egocéntrico y pensaba que estaba bien tratar para la mierda a los demás solo porque su padre le había heredado la empresa de viajes. La madre de JiMin, Iseul, se acostumbró a ver cómo entraban señoritas en la oficina del jefe, escuchar los fuertes gemidos, y luego ver como él las rechazaba sin importarles ni un poco. Pero todo eso no le jodía a ella, lo que le molestaba era que el mocoso no hacía su trabajo que era tan simple como firmar un papel.
Estaba cansada de su trabajo, pero cualquier cosa era mejor que estar en casa con su hijo.
JiMin no creció entre abrazos y palabras lindas, sus padres lo habían tenido siendo muy jóvenes por una aventura que supuestamente se quedaría en una sola noche, ellos eran vecinos, y cuando Iseul resultó embarazada, su padre la obligó a casarse con Hwang, su actual esposo. Fueron padres a los 17 años, y si bien nunca le dijeron a su hijo que era un error, y que arruinó sus vidas, no era muy difícil darse cuenta de eso. Ninguno estaba preparado para ser padre, tuvieron demasiados errores en la crianza de su único hijo, entre ellas haciendo cosas imperdonables como tener sexo en la misma habitación que él cuando ya tenía 4 años, o ver como su padre golpeaba a su madre por una discusión que tuvieron. El concepto del amor era confuso para el menor, si se basaba en sus padres, una relación debía ser a base de gritos, golpes, discusiones, o simplemente nada de todo eso, días sin cruzar palabras, compartir cama solo por obligación, y que ya ni se acuerden lo que era darse un beso amoroso. Pero si lo comparaba con las grandes películas, cuentos, historias, el amor era magnífico, bello, divertido, algo precioso que todos debían tener la oportunidad de experimentar.
Pero JiMin...se fue más por el primer lado.
Al pensar que el amor era así, él se dejaba que lo traten de una manera horrible. No le importaba cuántas veces su vecina le grite que deje de molestarlo, lo amenace con llamar a la policía, o hasta se bese con otros hombres delante de él para que vea que no tiene oportunidad de estar con ella, porque JiMin consideraba que todo eso podía ser amor, que iban a tener una linda relación en algún momento, y que Lilith de la noche a la mañana ignoraría la diferencia de edad entre ellos, la notable desigualdad entre sus salientes a JiMin, y demás cosas que entran en la importancia de buscar pareja. Una mujer de 26 no puede estar con un niño de 15, no solo por el obvio rompimiento de una ley, sino también porque ella trabaja, tiene otros intereses, no quiere tener una pareja fija en este momento, y porque ya vivió muchas relaciones por lo que tiene experiencia en bastantes ámbitos. Mientras que JiMin se entretenía tiñiendose el cabello de colores, iba a la escuela, después a fútbol, no sabía qué quería estudiar en la universidad, y el más grande problema que podía tener era quedarse sin batería en sus auriculares inalámbricos.
Demasiadas diferencias entre ellos.
⎯ Mamá, me he sacado un diez en mi examen.⎯ presumió con orgullo. Las matemáticas no se le daban muy bien, pero estudió toda la noche para hacer sentir orgullosos a sus padres. Ahora estaba con su cuaderno de comunicaciones frente a la mujer, donde decía la nota que tenía.
⎯ Mmh, que bien.
⎯ Tienes que firmarlo.⎯ habló nuevamente. Su madre estaba con la mirada en el televisor de la sala, unos papeles estaban reposando al lado suyo en el sillón, y se había quitado sus anteojos para poder leer las letras pequeñas. JiMin, al sentir que su madre no le prestaba atención, como siempre, se colocó delante de ella, impidiéndole ver la gran pantalla.
La mujer tenía rasgos finos, iguales a los de su hijo, una nariz pequeña, frente redonda, ojos alargados y labios gruesos, eso fue lo primero que le llamó la atención a Hwang, preguntándose qué tan bien entraría su polla entre esa boca pomposa. Era delgada, no solo por genética, sino también por saltarse comidas debido a su mal humor y no querer soportar a las personas que le tocó como familia, muchas veces JiMin no comió porque su madre no le cocinó solo para no querer verlo, así que tuvo que aprender a cocinarse aunque sea lo básico para él, si salía mal no importaba, era mejor eso antes que nada. Además, sus padres tenían buenos trabajos, podían volver a comprar la comida que su hijo arruinaba en un intento de alimentarse. La mayoría del tiempo vestía ropa formal, trajes y faldas estilo tubo, solo en las noches utilizaba su pijama de dos piezas, un pantalón y camiseta, odiaba verse mal, además de que no tenía la confianza suficiente con su esposo como para andar mostrándose fea.
⎯ Estoy viendo la televisión, ¿Qué no te das cuenta?⎯ soltó de mala manera. Su hijo bajó la cabeza apenado, a pesar de haber vivido durante toda su vida con ese trato, recién a los 12 años fue que le empezó a afectar más, porque ahí ya podía confirmar que sus padres no lo querían y vivían con él por obligación. Era horrible darse cuenta de eso, ver como a su mejor amigo, NamJoon, sus padres lo trataban con tanto amor, siempre le decían lo orgulloso que estaban de él, y no tenía que aprender a hacer cosas que no correspondían con su edad. JiMin amaba ir a dormir a su casa porque, aunque sea por una noche, sentía que tenía unos padres que lo querían. Ellos no le decían que lave los platos, limpie la casa, o lo dejaban sin comer solo porque no querían verle el rostro, siempre le hablaron bien, le ofrecían cosas, y la madre de su mejor amigo, que es abogada, en una ocasión llegó a plantearle la idea de la enmancipación, pero él lo negó, no podía hacerle eso a sus padres.
Algún día lo iban a querer.
⎯ Tienes que firmar esto, mamá.⎯ le extendió el cuaderno, el cual la mujer tiró al suelo de un solo golpe. JiMin se agachó a recogerlo, y se movió de la vista de su madre para que ella pudiera ver la televisión, como lo hacía antes de que su hijo fuera a molestarla.
⎯ Dile a tu padre que lo haga.
Park suspiró, dirigiéndose a su habitación. Ya no lloraba por el desamor de sus padres hacia él, aunque muy en el fondo se sentía un estúpido por pensar que lo iban a querer en algún momento. Ordenó sus cosas para la escuela, ese día no se sentía con ánimos de comer, y tampoco era que sus padres vayan a avisarle sobre la comida, así que se recostó en la cama, cubriendo su cuerpo con las abrigadas mantas, mientras cerraba los ojos y se imaginaba que sus padres lo querían. En general, siempre jugó solo, sus padres nunca iban a sus actos escolares y pocas veces le firmaban autorizaciones para dar un paseo con la escuela o algo así, por lo que a JiMin muchas veces le tocó ser de los que miraba entre el público esperando verlos pero ellos nunca estaban ahí, quedarse en el salón de clases mientras sus compañeros estaban en el zoológico o el lugar al que iban a llevarlos, y sus padres no iban a las reuniones que habían, así que era la madre de NamJoon quien le daba la información al amigo de su hijo.
JiMin era fácil de querer, se apegaba a las personas con facilidad justamente por haber sido alguien que nunca recibió amor, y no importaba de quién viniera, él siempre se sentía agradecido cuando no lo ignoraban. Por un lado, sabía que tenía que estar agradecido, porque aunque sea nunca lo habían golpeado más allá de un correctivo cuando era pequeño, pero podría ser peor, podría ser abusado, golpeado, que lo traten a los gritos, y esos tratos no los recibía, solo era...indiferencia, nada de amor, e irritación por tenerlo como hijo. Además, podía decir que sus abuelos, por ambas partes, lo adoraban un montón, le hacían galletas, lo abrazaban, le enseñaban cosas, y todo eso que comúnmente debería venir por parte de sus padres, venía por parte de sus abuelos. Sabía que no podía irse a vivir con ellos, en una ocasión se lo planteó a la mamá de su papá, pero en vez de resultar algo bueno, terminó con su padre regañándolo por andar contando las cosas que sucedían dentro de la casa.
Así que lo único que le quedaba era esperar a cumplir 18 para irse de ahí, aunque era muy complicado, al tener solo 15 años nadie lo aceptaría para un trabajo, por ende no tendría dinero, y aunque quisiera, no podía trabajar apenas un día de cumplir la mayoría de edad porque no le iban a pagar una buena cantidad de dinero como para irse a vivir a otro sitio. Quería alejarse de sus padres, lo más posible, y por eso contaba los días para poder manejar su vida a su antojo, pero sabía que si se iba de la casa de ellos ya no la vería a ella, a su hermosa vecina del edificio de al lado, quién podía ser su hermana tranquilamente pero por suerte del destino no lo era. No sabía por qué siempre estaba enojada, se mostraba de mal humor, y era contestadora, pero igual le encantaba a JiMin, aún si lo rechaza demasiadas veces, seguía perdidamente enamorado de ella. Desde el primer momento que vió a Lilith sucedió, se mudó al edificio de al lado hace cuatro años atrás, cuando JiMin tenía 11, y desde ahí supo que quería conquistarla. La cosa se complicaba porque ella no le prestaba atención, y aparte de que en un primer momento pensó que tenía novio por ver un hombre entrar en compañía de ella al edificio, pero otro día entró otro, y otro día fue otro hombre, así que...habían dos opciones; Lilith era la peor persona y engañaba a un hombre con más hombres, o directamente no tenía pareja.
JiMin esperaba que sea la segunda.
Las horas pasaron y Park estaba en el salón de clases, hablando con NamJoon sobre cualquier cosa que se les cruzara por la cabeza. Las dos primeras horas ya habían pasado, así que hoy tenían matemáticas de nuevo, con una profesora que no era tan mala como aparentaba ser, sí, es verdad que cada dos o tres semanas les daba exámenes, y aunque parezca lo peor del mundo, en cierta parte era beneficioso, porque al ser tantos podía sumar una mayor cantidad de puntaje, además de que si en el anterior iba mal, en el próximo podía remontar la nota. La profesora la pasó lista de asistencias y quienes estaban presentes levantaban la mano, todo mientras NamJoon le comentaba sobre el nuevo juego para Playstation que había salido de Spiderman, el cual sus padres le iban a regalar en su cumpleaños, aunque todavía faltaban dos meses para el mismo. Al estar en tercer año de escuela secundaria no tenían muchas tareas para hacer, por lo que tenían bastante tiempo libre como para jugar videojuegos y hacer actividades extracurriculares, por ejemplo, Kim va a clases de guitarra eléctrica, no por tener un gusto apasionado por la música, sino porque en algún futuro le gustaría ser cantante, o tal vez guitarrista de algún famoso.
⎯ Me ha hablado SeoYoung por Instagram anoche.⎯ habló en voz baja NamJoon, haciendo que JiMin lo voltee a ver con los ojos demasiado abiertos. SeoYoung era la presidenta del club de estudiantes, de cuarto año, y Park siempre supo que su amigo y ella harían buena pareja, además de que se conocerían en algún momento porque Kim es el delegado del club de estudiantes de su año, así que en algunas ocasiones tenían reuniones juntos y compartían sutiles palabras, pero ella siempre era muy tímida como para seguir hablando con el moreno de mejillas tiernas.
NamJoon y JiMin se habían conocido en primer año, aunque fue una coincidencia de que Park y la hermana de su amigo, Juna, vayan al mismo club de futbol, solo que ella estaba en la liga femenina y tenía 16 años en aquel entonces, ahora teniendo 19, por lo que seguramente en algún que otro partido se cruzaron ellos sin darse cuenta. Se tenían mucha confianza entre sí, contándose cosas que a veces resultaban ser asquerosas, pero habían diferencias entre ellos, como que Kim es bastante vergonzoso, y no sabía muy bien el hablar con otras personas aún siendo delegado del curso, cuando se trataba de algo más íntimo, algo que podía llevar a una amistad o un noviazgo, era increíblemente tímido, pero con SeoYoung quería arriesgarse, desde el año pasado le llamaba la atención y quería tener una oportunidad con ella, aún si sus nervios lo traicionaban en más de una ocasión. JiMin tampoco era que tenía un largo historial de parejas, pero él se podía hacer amigos con más facilidad, en ocasiones haciendo sentir inseguro a NamJoon por miedo a quedarse solo, pero su mejor amigo lo tranquilizó diciendo que siempre serían ellos dos contra todo y todos.
⎯ ¡Sabía que en algún momento lo haría!⎯ exclamó feliz por su amigo, quien le hizo señas para que baje el volumen de voz. Algunos los miraron confundidos, pero rápidamente volvieron a sus asuntos.⎯ ¿Qué te dijo?
⎯ Me preguntó por unas cosas de la reunión del otro día, y después comenzamos a hablar de cosas más...personales.⎯ se sonrojó cuando JiMin soltó un "uuh" picarón, estaban en la edad que todo les parecía caliente, pero ninguno sabía mucho del tema en realidad, solo eran ellos con sus hormonas de adolescente en la vida, muy incómodo en ocasiones, más cuando tenían educación física y sus compañeras estaban en la obligación de usar cortos shorts de lycra.⎯ ¿Sabias que le gustan los cómics de Marvel?
⎯ Joder, ¿Es tan siquiera real esa mujer?⎯ preguntó sorprendido, no conocía a ninguna chica fanática de aquella saga que tanto amaban los dos amigos, no solo las películas, sino también los cómics que de vez en cuando se intercambiaban a los que no tenían para poder leerlos. Para JiMin, cualquier adolescente en realidad, una chica fanática de Marvel lo era todo, y se sentía feliz de que NamJoon la había encontrado.⎯ Me alegro por ti, amigo.
⎯ Park JiMin.
Cuando la profesora lo llamó, miró asustado a esa mujer que usaba largas faldas siempre, no importaba cuánto frío haga, ella se rehusaba a utilizar pantalón. Su cabello largo y con rulos le recordaba a Lilith, solo que su vecina era más joven y guapa, quizá, en algún universo paralelo, la profesora Mastrangelo podía ser la madre de la mujer de su vida. Se levantó algo intimidado de su lugar, sus compañeros lo miraban como si fuera un asesino en serie o algo así, y cuando llegó al escritorio de la mujer observó que estaba con su cuaderno de comunicaciones, se los había pedido hace ya veinte minutos atrás, y ahora estaba abierto en la página de sus notas de matemáticas, la materia que esa profesora daba.
⎯ ¿Sucede algo, profesora?
⎯ No tienes firmada la última nota.⎯ señaló el espacio en blanco, viendo que su alumno suspiró desganado al recordar que su madre se negó a firmarla, aún cuando estaba autorizada para hacerlo.⎯ Ya dejé una nota para que tus padres sepan sobre firmar éstas cosas, es importante el cuaderno de comunicaciones y las firmas de los padres, JiMin, míralo como que es un documento de identidad.⎯ informó mientras cerraba el cuaderno para entregárselo al de cabellos naranjas, que rascó su nuca incómodo.⎯ Si para el próximo lunes no traes las notas firmadas, lamento decirte que el jueves no podrás rendir el examen.
⎯ Lo siento, profesora. Fue un descuido mío no mostrarle el cuaderno a mis padres.⎯ mintió mientras jugaba con sus pies, la profesora notó eso y volvió a hablar, JiMin era un alumno impecable; buenas notas, buen comportamiento, buena relación con sus profesores y compañeros. Pero le parecía extraño que nunca traía las notas firmadas hasta después de semanas o meses, que sus padres no aparecían en las reuniones, y hasta su boletín del año anterior seguía sin firmar.
⎯ JiMin, hay una psicóloga ocupacional en el colegio. Podrías ir con ella y...
⎯ Es en serio, profesora, lamento mi descuido, es solo que últimamente estoy algo despistado, tendré un torneo de fútbol el próximo fin de semana.⎯ respondió haciendo unas cuantas reverencias, no le permitió decir más nada a la mayor cuando se marchó de ahí para llegar a su lugar junto a NamJoon.
Las horas que quedaban pasaron, los lunes, miércoles y jueves hacía tiempo en una plaza cerca del club en el que entrenaba mientras comía su almuerzo, ya que si volvía a su casa para después salir iba a ser más gasto en transporte público que otra cosa, además de que sería llegar para estar diez minutos en su casa. Salía del club a las cinco de la tarde, y ahora que era invierno oscurecía temprano, por lo que cuando bajaba del autobús caminaba con rapidez por las calles de su casa, no era que vivía precisamente en el peor lugar de la ciudad, pero de vez en cuando reportaban robos, y no quería ser asaltado, aunque no tenía mucho para dar más allá de su teléfono, auriculares, conjunto deportivo y botines especializados para jugar fútbol. Después se llevarían hojas con tareas, exámenes aprobados, lápices y hojas sueltas en las que jugaba al ta te ti con NamJoon.
Acercándose a su casa, se encontró con una preciosa mujer de cabellos enrulados en color negro, llevaba puesto un vestido suelto rojo, utilizaba un abrigo pero no la abrigaba lo suficiente porque estaba temblando por el frío invernal, y entre sus dedos tenía un cigarrillo, miraba de un lado a otro, al parecer, en espera de alguien. JiMin se acercó con una sonrisa, estaba un poco sudado por el entrenamiento, pero no le importó y tocó el hombro de Lilith con uno de sus dedos.
⎯ Hola Noona, ¿Cómo está?
⎯ Bien.⎯ respondió seca, al notar que era muy cortante suspiró.⎯ ¿Y tú?
⎯ ¡Muy bien!⎯ exclamó feliz, pensando que a ella le interesaba saber sobre él.⎯ Recién vengo de entrenar fútbol, el próximo fin de semana tendré un torneo, ¿sabe? Yo...me preguntaba...si usted querría ir a verme.
⎯ Estaré ocupada.
El ánimo de JiMin bajó un poco, sus padres nunca iban a verlo, el único que siempre estaba ahí en las gradas era NamJoon, gracias a él no se sentía tan solo en esos partidos, y agradecía que su amigo se levantaba a las 8 de la mañana un sábado solo para verlo patear una pelota. Lilith había mentido, o algo así, quizá sí estará ocupada, pero nada seguro. No le gustaba el fútbol, nunca le interesó, y le parecía el deporte más aburrido al ser 11 personas corriendo detrás de una pelota y golpeándose como si fueran simios solo por perder.
⎯ Entiendo...¡le dedicaré un gol de igual manera, Noona!
Lilith no dijo nada, ¿se suponía que debía mostrarse agradecida porque un mocoso metería la pelota en el arco por ella? Por favor, le parecía lo más estúpido posible. Si tuviera su edad, seguramente algo así le parecería el acto de amor más grande, pero teniendo 26 años una verdadera muestra de amor era que le regalen algo, la lleven a cenar, o la follen duro cuando ella lo necesitaba, no un maldito gol. De reojo vio que JiMin jugó con sus pequeños dedos entre sí, intentando encontrar el valor para preguntarle algo, a lo que la mayor rodó los ojos por eso, su vecino parecía tan salido de una serie asiática que detestaba haber ido a vivir a Corea del Sur cuando podía haberse escapado a otro país.
⎯ Noona...¿cuándo repetimos lo de la otra noche?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top