seis
Lilith se quedó pasmada viendo a JiMin, en cierta parte le gustaba su sinceridad y lo atrevido que era para preguntar cosas sin sentir un ápice de vergüenza, o por lo menos no lo demostraba demasiado, pero eso no sumaba puntos ni la hacía querer tener algo con él. Ella jamás se habría atrevido a preguntar algo así hasta, como mínimo, tener pruebas de que alguien gustaba de ella, ya sea ahora o antes de todo el incidente que la hizo cambiar tanto, jamás se dejaría en tal vergüenza de ser rechazada de esa forma, prefería no preguntar, quedarse con sus dudas, antes que perder la dignidad de esa manera, más cuando era tan obvia la respuesta del otro lado, en este caso, de ella. ¿Acaso JiMin era muy ciego o simplemente prefería vivir en una imaginación rosada con brillos donde Lilith estaba secretamente enamorada de él? Ya no sabía cómo decirle que no iba a haber nada entre ellos.
Y no precisamente porque él sea feo, porque llevarse tantos años no le impedía ver que era bonito, para su edad, a comparación de sus antiguos compañeros de secundaria que parecían un moco al lado de JiMin, a menudo se preguntaba qué consumían los adolescentes de ahora para verse cada vez mejor, y no por pedófila, pero no mentía cuando decía que ella se veía horrible a sus 15 años y las chicas de ahora eran todas unas muñecas, unas modelos dignas para pasarelas. Quizá, si tuviera la edad de él, con la misma mentalidad que tenía antes, se hubieran podido dar una oportunidad, pero no era el caso; Lilith era mayor, madura, fría y no estaba enamorada de JiMin. Además, ¿a él mismo no le parecía extraño que mientras él nacía Lilith ya estaba en primer año de secundaria? Tenía once años, hasta su primera menstruación le había venido mientras él estaba saliendo de una vagina, o un vientre, quién sabe si nació por cesárea.
⎯ ¿Qué?⎯ soltó mientras lo miraba seria, con sus brazos cruzados y el entrecejo fruncido. Debía llegar al trabajo, maldita sea, pero JiMin parecía no tener intenciones de esfumarse, y no estaba como para perder el trabajo.⎯ Obvio que no, eres un niño.
⎯ ¿Y si fuera un adulto?⎯ pregunta sin poder evitarlo. Cada que Lilith lo rechazaba, él deseaba tener su misma edad, como si un milagro sucediera y pudiera crecer de la nada.
Observó como rodó los ojos mientras tomaba su teléfono, el cual estaba en el mueble junto a la puerta, al ver la hora corrió hacia adentro, tomando su bolso deportivo, y JiMin ingresó al departamento, en busca de una respuesta a su pregunta. Lilith comenzaba a pensar que era un poco (demasiado) intenso, no sabía de qué manera echarlo, porque cada vez que le hablaba peor él parecía tener más intenciones de quedarse, se cuestionaba si acaso el menor tenía una clase de fetiche con que lo traten mal, o si simplemente estaba tan enamorado que pasaba a ser una obsesión y nada lo haría alejarse de ella. Lamentablemente Lilith no tenía el dinero suficiente como para mudarse a otro lugar, su departamento era el más económico en la ciudad, o bueno, de todos los lugares que vió, y a su vez el más decente, en otros habían hasta ratas o las paredes tenían agujeros que le permitían a los roedores ingresar. Sí, definitivamente podría lidiar con un adolescente molesto antes que con ratas, que eran su mayor miedo.
Aunque, si JiMin seguía así, las ratas no parecían tan malas compañeras de departamento.
⎯ ¿Puedes dejar de hacer preguntar absurdas?⎯ soltó ya cansada, no sabía si podía ponerle una orden de alejamiento a un menor de edad, pero hacerlo la llevaría hasta la policía, y aunque estaba segura de que la justicia coreana no sabía sobre su pasado, de alguna manera podían cargar sus datos en la computadora y conocerlos. La tecnología era demasiado avanzada, podían saber todo con tan solo tener su nombre completo.⎯ Vete.
Mientras ella avanzaba por el departamento, tomando sus audífonos, dinero, tarjeta de trasporte y llaves, con el bolso colgando de su hombro, JiMin la seguía como un perro faldero, sus pasos apenas sonaban y por eso Lilith se llevaba sustos cuando se daba vuelta y tenía a su vecino lo suficientemente cerca como para que el rostro de él chocara con sus pechos, joder, hasta su altura era la de un niño. Suspiró frustrada, rodeándolo para dirigirse a la puerta. Se paró en la misma con la mano en la manija, viendo que JiMin se quedaba estático dentro del departamento, con su mano libre señaló la salida pero él no movió un centímetro de su cuerpo. Bufó exhausta, suficiente tenía con el hecho de tener que ir a trabajar, y encima más tarde grabar un video suyo que estaba posponiendo ya hace tiempo, así que buscó en su bolso la caja de cigarros, colocando uno entre sus labios a la par que buscaba el mechero, pero parecía que el mundo estaba en su contra porque no aparecía por ninguna parte.
JiMin notó aquello y buscó con sus ojos el mechero, encontrándolo sobre un sobre que al parecer tenía archivos, así que se acercó y lo tomó, aprovechando para leer el título del fino sobre amarillo claro; "documentos importantes. Legalidad coreana". No dijo nada pero una duda se plantó en su mente, obviamente Lilith no era de su país, o podía serlo pero sus padres eran de otro lado, aunque algo no le cuadraba. Tenía la impresión de que estaba en los trámites para cambiar su nacionalidad, eso podía hacerse solamente cuando estaba metida en algo pesado, algo ilegal, así como muchas personas cambian su nombre, nacionalidad y hasta número de identificación, más que nada las personas que terminan su tiempo en la cárcel pero la sociedad los detesta lo suficiente como para querer dañarlos. Volvió a Lilith mientras prendía el mechero, quemando la punta del cigarro que estaba entre los labios de ella, con dudas recorriendo por su mente, no tenían la suficiente confianza como para preguntarle sobre aquello, pero le intrigaba saber en qué estaba metida Lilith. Dejó eso de lado cuando los dedos de ella rozaron los suyos al tomar su mechero, inhalando la nicotina antes de tomar el pequeño tubo con sus dos dedos y alejarlo de su boca, soltando el humo hacia el lado contrario de donde estaba JiMin.
No lo soportaba pero no lo haría un fumador pasivo.
⎯ ¿Por qué es así conmigo, Noona?⎯ cuestiona observando lo sexy que se veía fumando, aunque era algo dañino, se veía muy caliente haciendo aquello. Los gruesos labios rodeando la parte anaranjada del cigarro blanco, con tanto contenido tóxico que dañaría su cuerpo, su dedo índice y medio sosteniéndolo y alejándolo de su boca. Hasta pudo sentir como su miembro se puso duro cuando expulsó el humo por la nariz en vez de por la boca.⎯ ¿A-alguien la dañó?⎯ preguntó interesado, aunque perdido en ese último gesto de ella. ¿Cómo podía verse tan linda haciendo algo tan malo?
⎯ No te interesa.⎯ respondió empujándolo con su cuerpo, él no puso resistencia al sentirla tan pegada a él, pero solo era una estrategia de la mayor para echarlo de su departamento. Cerró con llave la puerta antes de voltearse y verlo con seriedad.⎯ Vete a tu casa, ¿no tienes que hacer tarea o algo así?
⎯ Hice todas para estar con usted, Noona.⎯ mintió, en realidad debía copiar lo que los profesores escribieron hoy, él había estado con la mente tan perdida que tuvo que pedirle las hojas a su mejor amigo.
⎯ Pues mira, tengo que trabajar.⎯ sonrió con ironía, echando a su molesto vecino. Lo empujó hasta la salida del edificio, consideraba que necesitaba una cerradura la puerta principal de vidrio, pero no estaba en lugar para opinar cuando debía dos meses de alquiler. Agradecía que la señora no era tan insistente y entendía su situación.⎯ Vete a hacer lo que quieras, pero no entres a mi departamento, y deja de joderme la puta existencia, ¿quieres?
JiMin ve como Lilith desaparece, todavía fumando aquel cigarro por el cual sintió tanta envidia, le gustaría ser él quien esté entre sus labios, preferiblemente besándola, le daba la impresión que daba besos espectaculares, pero si era en otro contexto...una felación, no, una mamada, así sonaba mejor y más caliente, tampoco se molestaría si Lilith le haría eso. Tragó saliva cuando sintió que su cuerpo estaba caliente, a veces detestaba ser adolescente y calentarse con el más mínimo pensamiento. A otra cosa que le tenía envidia era a las mujeres, ellas podían excitarse y nadie iba a darse cuenta de eso, no iban a mirarle la zona íntima por ver un bulto, podían pensar tranquilamente en cualquier imaginación erótica estando en cualquier lugar y nadie iba a darse cuenta de aquello. Suspiró bajando el suéter de su escuela, dirigiéndose a su hogar que estaba en soledad, como siempre.
Ni siquiera sentía hambre en ese momento, se dirigió directamente a su habitación mientras se quitaba la mochila y dejaba la puerta cerrada, a pesar de estar solo, por algún motivo se sentía más cómodo así. Cerró la ventana de su habitación y se sentó en su cama, apoyando la espalda en él respaldar de la misma, quitándose el suéter y la corbata azul marino, dejándose el pantalón del mismo color y su camisa blanca con los primeros botones abiertos. Su mente comenzó a divagar, imaginándose escenarios con Lilith, de esos que no podría confesar en voz alta porque le daría mucha vergüenza, y con eso mordió su grueso labio inferior, llevando la mano de manera inconsciente a su pantalón, masajeando por encima de la tela, jadeando ante el mínimo contacto. Aún con sus ojos cerrados, imaginó que su mano era la de Lilith, mientras la tenía recostada a su lado con ropa interior fina, en color blanco casi transparente, con sus labios tocando su cuello, y en un escenario que le permitía gemir todo lo que quisiera porque estaban solos.
Lamió sus labios, con su imaginación navegando lo más que podía, pensando que ella estaba por besarlo en ese momento, introduciendo su lengua en lo más profundo de su boca mientras él hacía lo mismo. Se imaginó lo caliente que sería tenerla sobre su cuerpo con aquella ropa interior fina, moviendo sus caderas encima suyo, tocándose sus propios pechos cuando se separaban del beso y con la mirada le pedía que la toque él. Metió su mano dentro de su pantalón y tocó la punta de su miembro, soltando un pequeño jadeo, y cuando notó que no tenía la comodidad suficiente como para mover su mano como Lilith lo había hecho días atrás, decidió desnudarse por completo. Ahora sí, envolvió sus dedos en su falo, mirando el movimiento de su propia mano, hasta que cerró los ojos para poder imaginar que era otra mano la que lo tocaba, teniéndola a ella recostada a su lado, susurrándole cosas al oído, como que era sola suya y estarían siempre juntos.
Mordió su labio inferior con tal fuerza como para que comience a dolerle, pero no le tomó importancia, y en lugar de eso su mente pensó que Lilith lo había hecho, comportándose de una manera agresiva a la par que se subía encima suyo, mientras se balanceaba sobre su miembro pero no llegaba a introducirlo en su mojado interior, solo lo tentaba. JiMin sintió la presión en su estómago bajo, y recordó que NamJoon le había dicho que en ese momento debía detenerse si quería formar resistencia, pero su mano se negaba a hacerlo, hasta que se obligó a sí mismo a dejar de tocarse. Manteniendo los ojos cerrados pasó su mano por todo su pecho y abdomen, incluyendo sus piernas, jugando con su propio cuerpo para generarle escalofríos al pasar tan cerca de su miembro que pedía desesperadamente contacto, pero él se resistía a tocarse porque imaginaba que era Lilith quien lo estaba tocando de esa manera, tentándolo para que dure más tiempo.
"Si aguantas más de veinte minutos puedes venirte en mis tetas"
JiMin tenía una mente experta para crear escenarios con Lilith.
Estuvo al rededor de dos minutos, o tal vez un poco más, hasta que volvió a tomar su miembro, repitiendo la acción de subir y bajar su mano continuamente, deteniéndose en el momento que su orgasmo estaba por llegar, y en esos cortos lapsos de tiempo aprovechaba para conocerse a él mismo. Sintió casi una corriente eléctrica al momento que tocó sus testículos cargados de semen, se encontraban tan duros como su polla, y estuvo un rato entretenido masajeando esa zona hasta que encontró el ritmo perfecto, y no desaprovechó la oportunidad de llevar su otra mano a su miembro para continuar masturbándose. Con la derecha bajaba y subía mientras la izquierda tocaba sus bolas, estuvo así largos minutos hasta que una sustancia líquida blanca, casi trasparente, había aterrizado en su mano y abdomen, agradeció haberse quitado la camisa de la escuela. Los últimos suspiros salieron de entre sus labios cuando finalizó acariciando la cabeza de su polla, hasta que su mismo cuerpo sentía que estaba recibiendo más de lo que podía aguantar y dejó de tocarse. Miró el reloj y notó que habían pasado veintidós minutos desde que empezó.
Había sido una excelente paja.
Horas después, Lilith volvía a casa, totalmente cansada y con su frente sudando, ese día había iniciado una chica nueva que tenía sobrepeso y su nutricionista la mandó a hacer cardio, pero como no tenía idea de qué ejercicios hacer, ella la ayudó mostrándole, así que sus músculos dolían. Bebía agua en el camino, era invierno, y por ende oscurecía temprano, pero al parecer ese día el sol quiso esconderse más tarde por lo que el atardecer se asomaba por el cielo, y se veía muy bonito. Recordó cuando le gustaba ir de picnic con su antigua mejor amiga, antes de que le diera la espalda, y ver el atardecer, o cuando salían a discotecas y volvían exageradamente tarde a sus casas, se quedaban un rato en algún lugar tranquilo para ver el amanecer, tomando agua fría para bajar el alcohol en sus cuerpos y que sus padres no las regañen tanto. Extrañaba su antigua vida, pero a su vez pensaba que tampoco era tan buena, vivía rodeada de gente de su edad con los mismos trasfondos; padres que no los querían, obligados a sacarse las mejores notas, cero trabajadores, y con la carga sobre sus hombros de seguir el legado de una empresa o negocio familiar. No estaba bueno ese entorno.
Pero cualquier cosa era mejor antes que la vida que lleva ahora.
Si se ponía a pensar, y se daba el lujo de ponerse un poco filosófica, su vida nunca fue buena, no tiene un momento en el que le gustaría regresar para vivirlo nuevamente, porque siempre había algo que lo arruinaba. En su fiesta de dieciséis sus padres discutieron frente a todos sus invitados y luego en la escuela le hacían burlas por eso. Su hermano menor la odió desde siempre, por algún motivo desde que nació no la quería, cuando ella intentaba acercarse Lake se alejaba. Sus tías siempre hablaban de las medidas para que una mujer sea perfecta, nunca escuchaba algo positivo porque siempre tenían algo malo para aportar de cualquier persona, hasta de la celebridad más hermosa como podía serlo Angelina Jolie, ellas le criticaban ese micropunto negro en su nariz que nadie apreciaba. Presenciar los momentos que su hermano Leonel sufría por tener un trastorno de conducta alimenticia. Siempre sintió la presión de ser perfecta porque su madre la obligaba, aunque por otra parte también veía la envidia en ella por no ser la única mujer de su familia (marido e hijos), nunca comprendió aquello, se suponía que una hija y una madre eran casi como mejores amigas, pero su progenitora en vez de verla de esa forma la veía como si fuera su competencia. Y su padre...
Bueno, lo de su padre es una historia larga.
Resumiendo, Lilith no podía decir que deseaba volver al pasado, tampoco le gustaba su presente, y sabía que si quería cambiarlo ella debía hacer algo, lamentablemente las cosas no mejoraban por sí solas, pero había llegado a un punto en su vida que ni siquiera tenía ganas de hacer algo por ella misma. Detestaba su rutina, eso de ir a trabajar horas extras porque el dinero nunca alcanzaba, grabarse desnuda para sumar ganancias, vivir en un departamento con una seguridad pésima, que su corazón no se mueva por nadie, y tener un vecino que en cualquier momento lo asesinaría y escondería en algún lugar. Bueno, eso último no, suficientes cosas ilegales tenía en su historial como para sumar una más. Nada le daba vida a Lilith, tampoco sentía la necesidad de suicidarse por lo deprimente que llegaba a ser su vida, simplemente estaba en un limbo del que no estaba segura de poder salir en algún momento.
Abrió la puerta de su edificio y saludó de manera corta a uno de sus vecinos, un señor adulto que sufría de sordera pero gracias a unos aparatos en sus oídos podía oír, era amable y le gustaba cocinar, de vez en cuando le daba galletas o tartas a Lilith. Le recordaba a su abuelo, tan dulce y diferente a las personas y entorno que lo rodean, que hasta podía decir que lloraría el día que se entere que ese hombre fallezca, pues tenía una edad avanzada, había pasado por dos pre infartos y gracias a las rápidas ambulancias era que seguía con vida, pero en sí era preocupante. Era feo saber que el camino de la vida era así, no importa cuánto te esfuerces, lo reconocido que seas, o lo mala persona que la vida te haya hecho, todos terminamos en el mismo lugar; hechos polvos bajo la tierra, con pocas personas recordándonos.
Lilith estaba segura que ni los gusanos irían a visitarla cuando esté en un ataúd.
Ingresó a su departamento mientras soltaba un suspiro cansador, soltó el bolso y lo dejó caer en el mueble del costado, estaba por quitarse los tenis deportivos cuando vió una hoja blanca en el suelo. La tomó pensando que era una queja de algún vecino, por los exagerados gemidos que suelta para sus videos pornográficos o porque nunca iba a las reuniones de todos los vecinos, pero en su lugar encontró unas palabras escritas en color negro, con una letra que no sabía reconocer.
"Te veré muerta antes que casada. Nadie te amará, y por esa razón es mejor quitarte del camino de los demás."
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