doce

JiMin jugaba aburrido con su bolígrafo sobre la mesa del comedor, se suponía que estaría haciendo la tarea, pero su mente no podía dejar de pensar en su vecina, y comenzaba a frustrarlo no poder completar sus deberes porque su cerebro prefería pensar en Lilith, no le molestaría si no estuviera haciendo nada, pero justo estaba completando la tarea de química, que se le complicaba esa materia, así que sí estaba algo molesto. Los bordes de sus hojas ya estaban repletos por la inicial de ella, su nombre entero, o corazones que tenían su inicial y la de Lilith, le parecía extraño que sus profesores todavía no le hayan dicho lo obsesionado que parecía con esa chica como para escribir su nombre hasta en la mesa de la escuela, aunque eso tuvo que limpiarlo o le pondrían una sanción. No consideraba que estaba obsesionado con ella, sabía que era su primer amor y era entendible que piense en Lilith todo el tiempo, hasta en sus sueños aparecía, pero obsesionado jamás.

Nunca de los nunca.

Lo tenía muy ansioso pensar lo que podían hacer en este tiempo, qué le enseñaría y lo bien que la iban a pasar juntos. Era su forma de acercarse a ella, porque intentó de manera romántica, o bueno, una amigable mejor dicho, y no funcionó, tampoco cuando comenzó a ser insistente, así que prefirió pensar como ella y hacer algo que sabía que a Lilith le gustaría. Después de ver tantas personas ingresar a su departamento e irse a las pocas horas, o hasta presenciar en dos ocasiones viéndola tener sexo, supo que ese era el lado por el cual debía ir para conquistarla. Hablando en serio, no era la forma que más le gustaba, dejando de lado que sus hormonas estaban más que contentas por lo que recibirían, él hubiera preferido hacer las cosas bien, en el orden correcto; citas, noviazgo, meses, tener relaciones. No hacer todo al revés. No era algo que precisamente cambiaba mucho, pero a su vez pensaba que Lilith podía aceptar ser su novia solo porque le gustaba como era en la cama. No quisiera estar en pareja y que de su parte solo haya atracción sexual.

Suspiró y dejó de hacer un corazón rojo, envolviendo la L sobre la punta de su hoja, debía concentrarse en las actividades que tenía, no quería preguntarle nuevamente a NamJoon cuando él se encontraba en sus clases de guitarra eléctrica. Su mejor amigo era muy talentoso, pero su timidez lo ganaba siempre, ese mismo verano había tenido la oportunidad de trabajar en el negocio de su tía, en atención al público, pero por los nervios no llegó a trabajar más de un día, y apenas llegó a su casa comenzó a llorar por como la ansiedad social arruinaba su vida. JiMin leyó unos cuantos poemas que NamJoon escribió en su cuaderno, así como también había hecho historias donde él era un chico popular con facilidad para hablar con todos, para conquistar chicas, en sus imaginaciones era todo lo contrario a lo que es en la vida real. Estaba muy seguro de estudiar finanzas cuando acabe la escuela, aunque también le confesó a JiMin que le gustaría ser un guitarrista famoso de alguna banda de rock.

Se contaban muchas cosas, pero JiMin sabía que no debía contarle de Lilith, de lo que comenzarían a hacer, porque él era capaz de decirle todo a los padres de su mejor amigo (si es que los señores Park le prestaban atención) y no quería eso, no quería alejarse de su vecina. Contarle a NamJoon sería casi como regalarse para que todo se arruine, y aunque se sienta como con una soga en el cuello por no poder contarle algo tan importante a su mejor amigo, sabía que era lo mejor, que debía guardar ese pequeño secreto, además de que Kim estaba muy interesado en que JiMin sea novio de MiYeon, a pesar de conocerla hace muy poco. Ella no le caía mal, en lo absoluto, pero no era Lilith, no le gustaba, no le atraía en lo más mínimo, sabía que por las hormonas de los dos podían acabar besándose en alguna fiesta con alcohol corriendo por sus venas, pero después no podía imaginarse en una relación seria con esa chica. Aunque, de nuevo, a penas la conocía, tal vez podía sorprenderlo y tener una personalidad que lo vuelva loco, pero por mientras, MiYeon estaba fuera de sus posibilidades.

⎯ Dios, ¿dónde tiene la cabeza este niño?⎯ escuchó y volvió a la realidad, dejando de pensar en cosas que estaban fuera de sus estudios, donde debía concentrarse ahora. Miró a su madre que estaba con un pantalón de jean ajustado y arriba una camisa mangas largas en color beige, algo escotada. Su madre es joven, pero con sus 32 años parecía ser una señora mayor, no se divertía, no tenía amigas, citas, y demás, aunque lo último podía entenderse porque estaba casada, pero era tan sencillo como pedir el divorcio.

Aunque no, no era fácil desacostumbrarse a una misma rutina con la persona que comparte desde hace años, a pesar de que desde hace tiempo estaba pensando en el divorcio porque ya no tenía sentido seguir juntos cuando ni siquiera se aman, o por lo menos tocaban. Lo suyo se marchitó desde antes que empiecen, con el embarazo se había arruinado todo, y no era que lo estaban buscando, ella fue una tonta en aceptar que SeoJoon la folle sin preservativo, ahora entendía cuando la ginecóloga le decía que debía pensar con la cabeza fría hasta en esos momentos que su cuerpo ardía. Se arrepentía, no lo negaba, seguramente si hubiera sido más astuta recién ahora estaría teniendo un hijo, con un hombre que ame y él la ame por igual, con un bebé buscado y que tenga una vida llena de amor. Ella misma se sentía una mierda de persona por no poder darle todo eso al hijo que tiene, porque no servía de nada imaginar que tenía una vida distinta a la que le tocó, pero simplemente no podía hacerlo, porque cada vez que lo miraba recordaba como sus padres la habían obligado a tenerlo.

Ella siempre fue la primera en decir que cuando tenga hijos los iba a amar de una manera incondicional y cuidarlos de la manera que sus padres nunca lo hicieron con ella, pero también fue la primera en fallar a su propia promesa. Cuando nació JiMin quiso salir corriendo del hospital, dejarlo a la deriva, que lo cuiden sus padres o acabe en un orfanato, pero algo la sujetó a él, quizá verlo en esa pequeña cuna con un cuerpo tan minúsculo porque ella por un tiempo se resignó a tenerlo y dejó de comer, comenzó a fumar y beber alcohol, así que JiMin había nacido prematuro, con problemas respiratorios también. Tal vez haberlo visto tan indefenso, con una sonda en su nariz cuando apenas tenía minutos de vida, y que hasta la ropa y pañal más pequeño le quedaban grandes, había hecho que se quede ahí con él. Los primeros dos años lo miró y atendió con cariño, hasta que SeoJoon no le prestó atención y eso la enojó, porque era hijo de ambos, pero mientras ella se quedaba en casa amamantando con 18 años, su prometido iba de fiesta para acabar acostándose con otra chica, quién sabe si había dejado más hijos por ahí tirados.

De ahí tomó rencor, tanto a JiMin como a su esposo, y hasta con ella misma, porque si hubiera sido más inteligente hubiera podido abortar, pero tuvo tanta mala suerte que su madre encontró el test de embarazo y se lo impidió. Sabía que su hijo no tenía la culpa de que tenga un padre tan de mierda, pero llegó a un punto que ni ella misma podía llevar el tiempo atrás para no desatender a su propio hijo. A menudo se preguntaba si él en algún momento la necesitó, esas charlas con mamá que siempre aliviaban el corazón, abrazos de ella que daban una calma inimaginable, reír juntos, o ver una película con su compañía. Sea lo que sea, ella no podía llevar el tiempo atrás, y aunque sea quien necesitara de su hijo ahora, él ya no la necesitaba más.

⎯ ¿Qué quieres, mamá?⎯ pregunto de mala gana. Química lo ponía de mal humor, y de por sí que su mente divagara también lo hacía, era sencillo hacer enfadar a JiMin.

⎯ La vecina me ha dicho que te vió entrar y salir varias veces del edificio de al lado.⎯ comentó apoyando las bolsas de la compra sobre la mesa, JiMin la observó con una mirada tan fría que casi la hace tener un escalofrío.⎯ Dime que no te acercas a la zorra esa.

⎯ Se llama Lilith, y no es zorra.

⎯ ¿Por qué demonios entras a su casa?⎯ soltó enojada, JiMin rodó los ojos y eso la hizo enfurecer más, como si él le estuviera tomando el pelo.⎯ Llamaré a la policía para que la arresten.

⎯ Me está ayudando con química, porque si no recuerdas hace más de un mes te dije que necesitaba un tutor particular, pero como siempre, me ignoraste.⎯ le echó en cara, la mayor abrió la boca sorprendida. Su hijo se veía tan neutro que si estuviera pensando en formas diferentes de asesinarla no se sorprendería. No recordaba que él le haya comentado eso, pero hablando en serio, nunca se acordaba de las veces que su hijo le decía algo, así que le creyó, más por la seriedad con lo que se lo dijo.⎯ Así que no llames a nadie.

⎯ ¿Le estás pagando?

⎯ Me enseña porque es buena persona, rechazó el dinero que le ofrecí.⎯ mintió, estaba seguro que Lilith se hubiera aferrado a esos billetes que él pudiera haberle dado por enseñarle algo. Es más, sabía que ella no pedía dinero a cambio de enseñarle cosas sexuales porque prácticamente sería prostituirse, y encima con un menor de edad, delito tras delito.

⎯ Seguro más adelante te pedirá algo atrevido, así son las mujeres de ahora.⎯ lo señaló con su dedo, Lilith daba toda la pinta de ser alguien que ofrecía cualquier cosa con tal de tener dinero, o por el contrario, sexo. No le sorprendería si JiMin termina confesando que tuvieron algo íntimo, aunque, bueno, lo más seguro era que no se los cuente porque ellos no le prestaban atención.

⎯ No estamos teniendo sexo si eso es lo que te preocupa.⎯ encaró, su madre soltó la manzana que tenía en la mano. Obviamente JiMin sabría de esos temas por la edad, porque en la escuela se enseña desde los 11 años el tema de la reproducción sexual y la menstruación, pero ella tenía planeado hablar de eso después de sus dieciocho años, para que no cometa sus mismos errores, llegó tarde, como siempre.⎯ No seré tan idiota como papá y tú lo fueron.

⎯ Respétame que soy tu madre.⎯ regañó, pero él no se retractó de lo que dijo.⎯ Además, ¿idiotas por qué?

⎯ Porque tuvieron un hijo no deseado.

La mayor suspiró, no quería tener esa conversación, prefería ignorarla porque sabía lo mal que entre ella y su marido le hacían a JiMin, y decírselo en la cara, confesarle que nunca había estado en los planes de ellos, sería hacerlo sentir peor. Era una mierda de madre, de persona en sí, pero decirle eso a su único hijo definitivamente la coronaría como una mujer digna para ser asesinada frente a otras personas. Se supone que un hijo es amado, sea buscado o no, siempre terminaba ganando el amor de los corazones de sus padres, pero no fue en su caso, o no llegó a ganárselo lo suficiente. JiMin se había cansado de imaginar que en algún momento tendría la familia que deseaba, con buenos padres, que lo acompañen a sus partidos de fútbol, o tan siquiera puedan tener una conversación, pero se acostumbró tanto a no escuchar las voces de ellos durante días, no verlos en las gradas, o que ni siquiera le pregunten cómo estaba. Y ahora, después de tantos años, se terminó acostumbrado a eso, y de alguna forma le encontró lo bueno a estar solo todo el tiempo.

No hacía cosas realmente malas, pero se ahorraba que ellos vayan a reuniones con el director, que vean sus calificaciones de manera obsesiva, o tener que presentarles a su pareja. No sabían nada de JiMin, preguntarles tan siquiera cuál era el color favorito de él era como una burla porque no lo sabrían, y si recordaban su cumpleaños era porque ese día había sido el principio del fin, donde empezaron a vivir juntos y afrontaron la idea que a pesar del alcohol, nicotina, y poca alimentación, el embarazo continuaba. JiMin para ellos había sido algo imposible de destruir, aún si ella consumía lo más pesado para tener un aborto espontáneo y de esa forma impedir la vida de mierda que tiene ahora, él fue fuerte, nació con problemas por todo aquello, pero sobrevivió. Fue un sobreviviente más en un mundo de mierda, con una familia que no lo quería, y hasta él mismo se cuestionaba por qué fue un feto tan fuerte en vez de haber muerto en el vientre de su madre, se hubiera ahorrado muchas cosas.

⎯ No puedes tener relaciones con ella, eres menor de edad y ella mayor.⎯ respondió, ignorando sus palabras. JiMin rió sin gracia alguna, cerró su cuaderno y lo guardó en la mochila que tenía en la silla al lado suyo, todo bajo la atenta mirada de su madre.

⎯ Es mi vida, y meto mi polla en el agujero que yo quiera. No te metas.⎯ sonrió de manera irónica, su madre estaba más que sorprendida por su lenguaje, y más porque él tampoco negó haberse metido con su vecina.

⎯ ¡Soy tu madre y te digo lo que puedes hacer y lo que no!

⎯ ¡Y yo me cansé de que finjas ser buena madre cuando eres una puta mierda!⎯ gritó de igual manera. La mayor se acercó y golpeó su mejilla con tal fuerza que la dejó rojiza. Por un instante se arrepintió, más cuando pasaron cortos segundos en silencio, que para ella fueron una eternidad, esperaba ver lágrimas en los ojos de JiMin, pero lo único que vió fue la furia reflejada en los mismos mientras la sujetaba del cuello con tal fuerza que le estaba quitando la respiración. Con sus manos rasguñó las de su hijo, su boca estaba abierta, esperanzada en poder tomar un poco de aire, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas por ver aquella faceta de JiMin.

¿Qué le habían hecho?

Segundos después la soltó, cuando ella casi estaba morada por la falta de oxígeno, pero la empujó con tal fuerza que su cuerpo impactó contra el suelo y su cabeza con la puerta del horno de acero. JiMin estaba tentado a abrir la misma y golpearle la nuca con la punta de la puerta de acero, pero sabía que eso lo haría quedar como un asesino, y no quería eso, no ahora, solo le dejaba en claro a su madre que no debía actuar como idiota con él. Sin siquiera tocarla volvió a hablar.

⎯ Me vuelves a tocar y a la que se llevará la policía será a ti, no pienses que soy estúpido, sé lo que haces.

Se marchó de su casa mientras su madre lloraba en el suelo, por el susto y porque su propio hijo casi la llevaba a la muerte. Por un segundo pensó que lo hacía, que la dejaba sin vida, y aunque por un lado pensaba que lo tenía más que merecido por la ignorancia en la que siempre lo hizo vivir, por el nulo amor que recibió, no quería morir de esa manera, a manos de su único hijo. Llevó las manos a su cuello, casi que podía sentir palpitar y las manos de JiMin sujetándola todavía, lo que la hizo llorar con más fuerzas mientras se arrepentía de haberlo tenido.

JiMin, por su lado, había entrado al departamento de Lilith después de que ella le abriera la puerta, había tomado profundas respiraciones para no molestarse con ella también, y sabía que con ella encontraría la paz que estaba buscando, no porque Lilith fuera precisamente tranquila, sino que con ella encontraba algo armonioso que lo calmaba. Suspiró mientras apoyaba su cabeza en el hombro de ella, quien estaba fumando, como de costumbre, y le extrañó que no haya dicho nada, pero no pensó en ello, simplemente disfrutó de la pequeña cercanía y pensó que podían estar avanzando, que próximamente habrían muestras cariñosas por parte de los dos. Definitivamente agradecía que ella sea su vecina, la tenía a su alcance cuando quisiera, y en esos momentos que su cuerpo se encontraba tan tenso y lo único que quería hacer era golpear a alguien, le servía demasiado que Lilith viviera al lado de su casa.

El olor de ella era delicioso, no usaba perfume en sí, pero su fragancia personal la podía reconocer en cualquier parte, era refrescante, limpia, como si fuera un manantial de agua en un precioso bosque escondido. Acercó más su rostro a su cuello, percibiendo más el olor, y más porque ella tenía la cabeza girada hacia la parte contraria en la que él se encontraba, le dejaba más a su merced aquella parte. JiMin lamió sus labios y dejó un pequeño beso sobre el minúsculo lunar que encontró ahí, haciéndola voltear sorprendida, pero él no salió de su lugar y volvió a dejar pequeños besos. Lilith lo sentía como un acto cariñoso, de esos que la pareja se daban cuando recién despertaban, y por ese motivo prefirió dirigir las cosas a un lado más caliente, porque no podía aceptar cualquier muestra de amor que le dieran.

⎯ Besa más fuerte.⎯ ordenó mientras el humo salía por su boca.⎯ Muerde despacio y succiona.

JiMin siguió sus órdenes, poniéndose nervioso y mordiendo un poco más fuerte de lo que debería, pero nada doloroso. Fue cuestión de minutos para que tome confianza, sosteniéndola de manera suave por el lado contrario de su cuello, acercándola todavía más, y encontrándolo como un reto dejar más de esas marcas rojizas en la piel morena. Cuando escuchó los suspiros de ella se motivó a seguir haciéndolo, dirigiéndose un poco a la parte trasera, y de vez en cuando en dirección a su escote, aunque nunca llegaba ahí y solo bajaba hasta las clavículas.

⎯ ¿Así le gusta, Noona?⎯ preguntó y ella tragó saliva, no quería contestar, hasta antes de que hablara sentía que no estaban haciendo nada malo, pero después de escuchar sus palabras se arrepintió de lo que podían llegar a hacer ese día.

Miró su departamento, sobre la mesa frente a ellos habían bolsas en las que guardaría su ropa interior, y recordó que debía empacar para el viaje que sería dentro de dos días, así que ya tenía una excusa antes de que las cosas se pongan peores. De reojo observó el cuerpo de él, sus piernas estaban juntas, su mano libre descansaba sobre su regazo, y no había signos de una erección o algo así, pensó que no la notó porque tenía un pantalón suelto, pero a su vez prefirió pensar que él no estaba caliente y podían detenerse. Sintió como la lengua de JiMin pasó por el costado de su cuello, haciendo que Lilith suspirara y ladeara un poco la cabeza para recibir más de aquello, Park lo repitió unas cuantas veces mientras lo intercalaba con pequeños besos torpes.

Pero había que detenerse.

Se levantó de la silla mientras JiMin la miraba confundido, pensó que estaban pasando un buen rato, que avanzarían, y retuvo un suspiro de enojo al notar que nada parecía salirle bien ese día. No iba a molestarse con Lilith, sería muy infantil de su parte enojarse porque no terminaban en la cama, no quería tener sexo porque la obligó, o porque ella aceptó solo para no verlo enojado, no quería ser eso, llegar a ese punto, entonces respiró profundo, disimulándolo, a la par que la veía acomodar unas bolsas ziploc sobre la mesa, que antes no había notado.

⎯ ¿Solo haremos eso hoy, Noona?⎯ consultó todavía sentado en su lugar, pareciera como si realmente ella fuera su entrenadora o algo así.

⎯ Aún no me siento lista para estar con un niño.⎯ confesó tomando su caja de cigarrillos, necesitaba otro a pesar de que hace menos de veinte minutos había acabado uno. Tiró la caja con fuerza a la mesada al notar que no habían más, necesitaría comprar, de nuevo, y ese lo compró apenas hace tres días atrás.

⎯ Deje de llamarme así.⎯ dijo entre dientes, sus manos formaban puños al escuchar que seguía tratándolo como un infante cuando no lo era. Si viera lo que sucedió con su madre antes de llegar no pensaría que es un niño.

⎯ ¿Qué?

⎯ Deje de llamarme de esa forma, no soy un maldito niño.⎯ repitió con la furia corriendo por sus venas, pero se felicitó a él mismo por permanecer sentado en su lugar y no responder de manera agresiva. Lilith estaba estática viéndolo, por un segundo sus reacciones le recordaron a su padre, un hombre agresivo, también a su hermano menor, que posiblemente era un violento en acenso.⎯ No quiero que me vea como uno. Quiero ser un hombre para usted.

⎯ Te trataré como lo que eres, y eres un niño de quince años.⎯ contestó suspirando al final, no pensaba mostrarle cobardía por sus reacciones de niño mimado que no le gustaba lo que le decían. Bienvenido al mundo real, nunca terminaban de gustar las cosas que sucedían, todo era una mierda, por lo menos en el mundo de Lilith lo era.⎯ Serás un adulto cuando cumplas dieciocho años.

⎯ Faltan tres años, ¿qué diferencia hay de aquí a los dieciocho?⎯ rodó los ojos. Y sí, era verdad, con su comportamiento no importaba que cumpla la mayoría de edad, porque seguiría siendo como un niño, solo que legalmente mayor.

⎯ Mucha, créeme que hay mucha diferencia.

Luego de sus palabras se sorprendió al ver que JiMin se arrodilló frente a ella mientras juntaba sus manos, como si estuviera rezando, mirándola desde su lugar con los ojos llorosos, y es que no había nadie más que él que detestara tanto no haber nacido tres años antes. Nadie además de JiMin sabía lo mucho que esperaba ser mayor de edad, no solo porque sería legal estar con Lilith, sino también porque podría irse de su casa, tener un trabajo, crecer.

Noona, tráteme como uno de sus hombres, se lo ruego. Solo quiero ser suyo de todas las maneras. Tráteme como usted crea que me lo merezco.

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