PARTIDAS SIMULTÁNEAS

NOTA: A petición de algunas de mis mas asiduas y queridas lectoras, traigo un pequeño maratón de capítulos (muy pequeño, de hecho). Espero que les encante, y que la historia siga causándoles tanta emoción como me lo causa a mi. ¡Iniciamos! 

Maratón de capítulos.

[] 1/2 []


- ¡No puedes ir! ¡Es demasiado arriesgado!

- ¿Y cómo justificare la ausencia de las tres? Puedo hacer que una se enferme o vaya de visita con su familia... pero no pueden negarse las tres. Sería muy sospechoso. Enrico apenas y ha mordido el anzuelo.

- ¿Realmente lo mordió? - ambas jóvenes se miraron.

- Por nuestro bien, esperemos que sí. De todas formas habrá que ser aún más cuidadosas.

- Por eso creo que es mejor no ir. - Fiorella miraba angustiada a Alessandra, quien llevaba rato caminando de un lado a otro con la mano en la barbilla, intentando encontrar solución al asunto. Ignazio, Piero y Gianluca habían invitado a sus "novias" respectivas a la fiesta de cumpleaños de Bárbara. Gran parte de los empleados de la disquera estarían ahí, incluyendo a Enrico. A pesar de que los investigadores se habían retirado y que él, al parecer había dado el asunto por olvidado, Fiorella temblaba cada que pensaba en las mil maneras en que podían ser descubiertas.

- No. - se detuvo Alessandra - no es una opción. Además, sabíamos que tarde o temprano tendríamos que enfrentar este dilema.

- ¿Y qué harás? No puedes fingir ser tres personas diferentes al mismo tiempo.

- Si puedo. – respondió con firmeza sin dejar de mirar el tablero de ajedrez que desde hacía días, se mantenía abierto y con la última partida que ella había tenido con su hermano. – En ajedrez, hay algo a lo que se le conoce como "partidas simultáneas". Un jugador, juega diferentes partidas con diferentes oponentes al mismo tiempo.

- Pero esto no es una partida de ajedrez... - Fiorella perdía la paciencia cuando Alessandra se encaprichaba.

- No. Pero igual puede sernos útil esa estrategia. – Y sonriéndole a su amiga, continuo. – escucha, ya sé que es lo que haremos...

***

El día de la fiesta de cumpleaños, Bárbara no dejaba de sonreír y lucirse por cada rincón del salón. Habría preferido una fiesta más pequeña e íntima, pero Enrico, siempre de entrometido, había extendido la invitación a casi todo el personal de la disquera, y él mismo había dado como regalo de cumpleaños, el salón de eventos para tal ocasión.

Ataviada en un vestido de noche en color azul rey, había pasado horas en el salón de belleza. No tenía más remedio, tenía que sonreír y pasarla bonito.

Distraída en saludar de lejos aún conocido, tropezó con tres ramos de rosas blancas.

- Rosas blancas para la más hermosa de esta noche... - dijo Ginaluca descubriéndose el rostro al mismo tiempo que Ignazio y Piero.

- ¡Chicos! – río bárbara ruborizada – siempre tan galantes.

- Que cumplas muchos años más. – le dijo Ignazio abrazándola y luego Piero.

- Gracias. Gracias. – y tomo en sus brazos los tres ramos – ¿y las dueñas de sus corazones? ¿Dónde están?

- No deben tardar en llagar – respondió Piero de inmediato mirando su reloj de pulso.

- ¿entonces si vendrán? ¡No puedo esperar a conocerlas!... Aun no perdono que el tonto de Enrico lo haya hecho antes que yo. – y frunció la boca en una mueca caprichosa de niña.

- Era mejor así. De lo contrario no iba a dejarnos en paz. – Comento Gianluca encogiéndose de hombros.

- Bueno, no hablemos de eso, mejor....

- ¡Bárbara! ¡Mi piace como ridi! – Enrico se acercaba a ella con los brazos abiertos. Le dio un beso en cada mejilla de forma cortes y saludo a los jóvenes – Me alegra que ustedes también hayan venido. ¡La fiesta es estupenda!... Lo mejor, esta por venir. - las sonrisas forzadas de Barbara y los chicos eran evidentes, pero Enrico prefería no prestar atención.

- Buenas noches. - escucharon decir tras de ellos. 

- ¡Al fin! - Ignazio estrecho a su novia entre sus brazos. - Bueno, oficialmente les presento a mi novia. Gwendolyne. ¿No es hermosa?

- No le hagan caso. Siempre encuentra la forma de ruborizarme - dijo ella mientras sonreía y estrechaba la mano de todos. - Usted debe ser Barbara. Es un placer poder conocerla. He traído un presente pero lo he dejado en la mesa de regalos.

- Eres muy gentil. Gracias y el gusto es mio - luego dirigiéndose a Ignazio continuo en broma - tienes buen gusto... ¿he?

- Sin lugar a dudas. - remato Enrico. Y las miradas de él y Gwendoline se cruzaron. Era la misma chica que había visto en la duela de ballet. Con un vestido ceñido al cuerpo en purpura y faldón corte sirena, el cabello le caía por los hombros en ligeros bucles rubios.

- Marcella tampoco debe tardar en llegar. - interrumpio Piero - me envio un mensaje, dijo que estaba cerca.

- Yo no me hago ilusiones. Nataly suele retrasarse siempre. - comento Gianluca.

- Espero llevarme bien con las novias de ustedes - dijo sonriente y ansiosa por la ocasión.

- ¡Creo que ahí esta! - exclamo Piero mientras señalaba la cabellera castaña que entraba y se abría paso pro la multitud. Ellos se hallaban al final de la escalera que daba a un segundo nivel en donde habían sillones de descanso. - ¡Marcella!

- No va a escucharte con la música - le dijo Barbara.

- Iré a buscarla, tal vez haya ido al tocador a darse el ultimo vistazo antes de presentarse. - se ofreció Gwen.

- Pero no la conoces - le refuto Ignazio.

- ¿Y? ese no es problema alguno, amore. Ahora vuelvo, prometo traerla sana y salva. 

Sin permitir que la detuvieran o que alguien mas hablara, Gwendolyne bajo las escaleras y se perdió en la multitud que bailaba en la planta baja. Sabia que la miraban, así que hizo todo lo posible por desaparecer del campo de visión de ellos. Paso por debajo de la plataforma de la segunda planta, y desde ahí se dirigió a los baños del fondo, los mas alejados del salón, los de la esquina.

Puso seguro a la puerta tras haber entrado y de inmediato la puerta de uno de lo individuales de los escusados se abrió y Fiorella apareció.

- Vamos, ayúdame a quitarme esto... - le dijo Alessandra mientras esperaba a que le bajara el cierre del vestido. - Tu entrada fue perfecta...

- Gracias... - Fiorella sonrió complacida por el elogio a su participación. - Listo... ahora recojete el cabello para que puedas ponerte la peluca... los pupilentes están sobre el lavabo... 

***

- ¿Se habrán encontrado? - pregunto Ignazio mirando hacia abajo.

- ¡Al fin! Nataly ya viene ne camino... esta mujer... - exclamo Gianluca.

- Te da lecciones de paciencia, amigo. La clave de todo es la paciencia. - le inquirió Piero.

- ¡Ahi estan! - los jovenes se asomaron mas a la balaustrada y vieron a Gwendolyne y a Marcella conversando amenamente. Ambas se encaminaban a las escaleras, hasta que Gwendolyne parecio darse cuenta de haber perdido algo y hecho a correr de regreso por donde venian.

Marcella subió las escaleras y se encamino a ellos. 

- ¡Lamento haber tardado! - se dirigió a Piero y le dio un suave beso en los labios.

- No ha sido tanto. - le respondió él. - te presento al resto del trio Il Volo. Mis hermanos Gianluca e Ignazio. 

- ¿Como es que una chica tan dulce se fijo en el señor tempano de hielo? - bromeo Gian.

- No le hagas caso. Me alegra conocerte - Ignazio le estrecho la mano - por cierto, ¿donde ha ido Gwen?

- Al parecer extravió una pulsera, regreso a buscarla, ojala la encuentre. Me pidió que yo me adelantara. - y mirando mas haya de los chicos, Marcella pudo ver a Enrico platicando jovialmente con Barbara. Por primera vez parecía estar relajado. Parecía.

- Te presentare con Barbara. Ven. - y tomándola de la mano la encamino a esa dirección. 


Gianluca tomo un sorbo de su vaso de refresco mientras sacaba su teléfono celular para leer el mensaje que le había llegado.

"¿Te han dicho que te ves guapo, tomando refresco?" - Sonrió.

Busco con la mirada a Nataly. La encontró al otro lado de aquel segundo piso, inclinada sobre el barandal y mirándolo fijamente. La distancia era grande y la veía borrosa. Pero era ella. Le había lanzado un beso.

- Ve con ella galán. - le dijo Ignazio jugando.

- Ahora vuelvo. - dejo su vaso de refresco dispuesto a ir con su novia, pero en el acto la vio salir corriendo mientras una alejada carcajada de ella se oía, a pesar de la música tan elevada. - ¡Nataly!

- Se te fue... - e Ignazio Carcajeo.

- Voy por ella... ¡ya veremos quien atrapa a quien! - Gian salio corriendo con una sonrisa en los labios, divertido por aquella jugarreta.

***

Fiorella se acomodaba la peluca castaña, mientras Alessandra se daba los últimos retoques ne le maquillaje. Habían estado a contra tiempo y habían tenido que ser rápidas para cambiar de disfraces una y otra y otra vez a lo largo de la noche.

- Bien. Esta es la ultima aparición y nos vamos. ¿Cuando hables con Piero recuerda poner la grabación que hice.

- No te preocupes. Si no nos descubrieron antes, dudo que ahora.  - Y Fiorella salio, llevando consigo dos vasos de refresco, los cuales habían sido le pretexto para poder hacer un cambio mas de personalidades.

- Suerte. - Alessandra salio del baño y al hacerlo, ahora era Nataly en persona, quien se dirigía a las escaleras. Frente a ella, Fiorella, disfrazada de Marcella, iba despacio con los dos vasos. De repente, pareció chocar con alguien y el refresco cayo sobre sobre ella misma. 


Visto desde los ojos de los tres jovenes, Barbara y Enrico que no se habia despegado de ellos, Marcella habia sufrido un accidente, se disculpaba con uno de los invitados, un señor de edad un poco avanzada, mientras se miraba el vestido arruinado.

Nataly se acerco a ayudarla y comenzo a hablarle.

- Voy con ella - y Piero se desprendió de su grupo y echo a correr escaleras abajo. Pero cuando llego, Marcella se había ido.

***

La fiesta termino pasada la madrugada.  La mayoría ya se había retirado y solo algunos cuantos estaban por marcharse aun.

- Es una lastima que las chicas tuvieran que irse. - pensó en voz alta Barbara mientras miraba como sus chicos salían del salón después de haberse despedido de ella con un fuerte abrazo y de Enrico, con un saludo diplomático. 

- Si. Una verdadera lastima que no se hayan podido quedar mas tiempo. Pareciera que esta noche fue muy infortunada para ellas. - continuo él, acercándose a Barbara, sin soltar una botella de vino en una mano y una copa medio llena en la otra, desde donde sorbía tragos pequeños. - Demasiada mala suerte, diría yo. Una termino con el vestido arruinado de refresco, otra tuvo que irse porque se sintió mal, y la ultima porque tenia que atender una emergencia de la que no quiso hablar.

- ¿Que insinúas? - el tono de ella era molesto.

- No insinuó nada. Solo digo que es una pena. - se encogió de hombros.

- Espero, al menos, que con esto termines de comprobar que no son una amenaza. No puedes controlarlo todo Enrico. Menos la vida de ellos... o la mía. - y mirándolo con cierta dulzura, o al menos eso le pareció ver a Enrico, ella continuo - fuiste muy amable al organizar la fiesta. Ha sido un gesto lindo. Gracias.

Él, la miro caminar hacia los últimos invitados, a los que acompaño afuera. 

En cuanto estuvo solo, se dirigió a pasos grandes a los sanitarios. No le importo que el personal de limpieza del salón lo vieran entrar al de mujeres. Él necesitaba comprobar algo.

Inspecciono cada rincón, del sanitario frontal y el del fondo. Y en ninguno había encontrado nada. Ni una sola pieza delatora a sus sospechas. Nada. Quizá Barbara tuviese razón, quizá estaba exagerando, no podía controlarlo todo, tampoco podía seguir con esta paranoia, pero... su instinto le decía algo... lo alertaba. 

Enrico, dejo la copa sobre el lavabo y bebió directamente de la botella. 

Mañana seria otro día.

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