Capitolo 22
ORLENA
El gatito es bastante rápido e inteligente, ha sabido apañárselas y buscar un método por el cual adquirir información fácil y rápida a la vez; por no decir: de buena mano. No sé quién será esa persona que le proporciona. Ahora bien, debe ser excelente en su trabajo y sobretodo audaz.
—¿Quién es esa persona que te brinda la información? Espero que sea buena gente, y no alguien del personal de la familia. —lo acuso con el dedo.
Cesare es inteligente y a la vez muy influenciable, llegando al extremo de que puede que en algún momento lo hayan utilizado o engañado; como ha ocurrido con las armas. Si confía en las personas equivocadas, irá mal. Sin embargo, hay personas —donde incluyo a mi hermano —a las que se les dificulta distinguir a aquellos que son malignos o benignos para el resto de la población humana.
—Mi abogado y fiel investigador —dejo salir el aire que estoy reteniendo. Estoy un poco más tranquila por ello. Al cien por ciento no podría estarlo nunca. Nuestro abuelo lo podría haber puesto en su camino para que fuera su trabajador y que le pasará la información. ¡Estoy siendo muy desconfiada, no obstante, así soy yo! —. Antes de que puedas abrir tu gran boca, quiero decir que antes de contratarlo como mi abogado e investigador yo le he estudiado a fondo para que mi vida no este expuesta.
—Lee el mensaje —es más parecido a un mandato que a una recomendación —. Lo siento, adelante.
—En el correo me aporta un teléfono móvil. Sin embargo, aquí especifica que es el número de una estación de policía y concretamente es la principal de Oslo.
—¿No es algo extraño que ellos viviendo en Svolvær nos manden un número de una de las estaciones de policía de Oslo? Algo inusual está ocurriendo allí.
—Estoy de acuerdo contigo. Una vez pisemos suelo noruego todas nuestras preguntas serán resueltas.
—¿Vas a llamar ahora?
—Cuanto antes lo hagamos, antes podremos viajar y hospedarnos allí —el miedo que me empieza inundar el pecho no podría describirlo con palabras. Muchas preguntas avasallaban mi cerebro.
—¿Te puedo pedir una cosa?
—Sí, dime —mantiene sus ojos en los míos.
—Mantén en secreto por ahora nuestro apellido —era muy probable que si decíamos nuestro apellido Pietro no querría hablar con nosotros. Nos mandaría directamente a la mierda o no nos cogería la llamada.
Y lo veo muy normal, yo también estuve sin ningún contacto con ninguno de mis hermanos —tampoco es que supieran quien era yo —, y tampoco hubiera querido, para eso salí de esa mansión terrorífica como maléfica.
Puede que tenga muchas similitudes sobre mi vida con Pietro. Lastimosamente, él si fue echado y estoy más que segura que en unas condiciones físicas. No estoy al tanto si nuestro bisabuelo también utilizaba mano dura con su hijo Pietro.
Él tuvo que irse lejos de aquí, poniendo de por medio más de un país de distancia entre su familia y su persona. Lo que ocurre es que a Pietro no creo que hayan ido a por él, debido a que si eso hubiera pasado; Cesare tendría de primera mano esa información, y no me ha dicho nada.
Nuestro bisabuelo pudo ser en esa época mucho peor de lo que ahora es nuestro abuelo. Venimos de una familia de mucho machismo y nada de igualdad entre todos. Nuestra familia lleva generaciones naciendo sin el amor de un hogar y es eso lo que necesitamos todos en el interior de las cuatro paredes donde compartimos con nuestros seres queridos: unión, confianza, equidad.
Por ejemplo si un matrimonio concibe a dos bebés y a uno de ellos lo tratan de distinta forma, en otros términos, lo tenían mimado, podía hacer lo que él quisiera bajo algunos términos pautados por sus padres. Mientras, que el otro hermano es el desplazado, el hijo que era despreciado y por malo que suene, casi siempre son los menores a los que les sucedía eso. ¿Qué tendría de mágico ser el primero? ¿No se supone que cuando nace el segundo bebé se le da más cariño a ese niño y el otro se siente desplazado? No siempre pasa eso, hay matrimonios que intentan ser parciales en ambas partes; a otros les importa bien poco como se sientan, solo les importan ellos mismos.
Pienso que en la familia Lepori es distinto. Sin embargo, no esta tan alejado de la realidad. Por la época en la cual nació mi abuelo; en plena Guerra Mundial concretamente eran demasiado hipócritas muchas familias de dinero —y sabiendo cómo es la mía, con tan solo verlos por la televisión o por noticias en el móvil —se a la perfección que eran unos hipócritas y más por poseer tanta fortuna con la cual contaban.
En los años que estuve escondida —viviendo mi vida a parte —, descubrí informándome bien, que desde hacía generaciones el apellido Lepori era uno de los más prestigiados de toda Italia. Cuando recién empezaban reconocían el apellido por sus esfuerzos, no por sus avaricias ni extorsiones; como lo es a día de hoy. Nuestro sello, por el que debería estar orgullosa portar, lo repudió y mis ancestros sentirían lo mismo si pudieran levantar cabeza.
El dinero es solo algo material. No obstante, al parecer mi bisabuelo —que es desde ahí desde donde empezó todo a perderse —, las ambiciones son malas y más si van de la mano con el dinero.
La fortuna puede ser un mal para personas que piensan que es todo en el mundo. Ser millonario, tener todos los billetes del mundo y poder limpiarte el culo con ellos, no da la felicidad a nadie, incluso los que creen eso, solo se auto convencen de lo contrario para que se olviden de lo que realmente es.
Las monedas, los billetes...eso es material, con esfuerzo puedes conseguirlo, pero no retenerlo de manera ilegal, por decirlo de alguna manera.
—La llamada la puede hacer Valerio, dando su apellido y sin dar información de nuestro parentesco, hasta que vayamos a Noruega.
Cesare se sumerge en un silencio que se me hace eterno, y procedo a distraerme con otra cosa. La mitad de mi cuerpo sobresale por el pasillo y mi cabeza gira un poco haciendo que pueda ver bien a los dos hermanos, quienes se han quedado dormidos. Andreas tiene su cabeza apoyada en el hombro de Angelo. A su vez; el anteriormente mencionado tiene descansando su cabeza encima de la de su hermano.
—De acuerdo, le confiaremos en Valerio para hacer esto —vuelvo a mi posición inicial y lo miro atentamente —. Ahora bien, debemos saber bien que debe decir para que no haya complicaciones podamos ir.
—Estoy de acuerdo.
—Lo haremos una vez lleguemos a nuestro destino —aparta la cortina que se mantenía cerrada para que estuviéramos más cómodos y mantiene la mirada en el paisaje —, cosa que estamos a unos diez minutos aproximadamente.
Mi entre cejo se arruga por sus palabras. ¿Me acaba de afirmar que conoce el lugar en donde nos hospedaremos?
—¿Dónde nos vamos a quedar a dormir Cesare?
—Tranquila Leona, puedes guardar tus garras, no es un lugar peligroso. Igualmente, tú debes descansar, te has hecho varias heridas en pocos días.
—Han —corrijo algo cabreada.
—¿Perdón? —me mira confundido.
—Has dicho has y es han. Yo misma no me he hecho voluntariamente esto, yo no me autolesionado —seguramente siente culpable por sus palabras y lo veo reflejado en sus ojos.
—Lo siento, lo siento, lo siento —acerca sus dos manos y las coloca con cuidado en mis mejillas, y lleva maneja mi cabeza a su antojo, hasta llevarla cerca de su cara para que así pose un beso en mi frente —, lo siento —vuelve a disculparse.
El gatito tenía esa mala habilidad de hablar sin pensar que podían repercutir en las demás personas, como en este caso a mí. Sí, era humano y se podía confundir, nadie en este mundo es perfecto aunque lo quieran ser.
—Tranquilo —susurro —, intenta pensar antes de abrir la boca y decir cosas que no quieres decir, por favor te lo pido.
—También debemos de hablar del objeto que robaste de la mansión —lo dice tan bajo que casi ni lo escucho.
No estaba mentalmente preparada para tener esta charla con él. Me diría que era de todo menos lista. En definitiva, a mis dieciocho años, con la rabia que acumulada en mi sistema, no podía estar pensando coherentemente. El resentimiento se adueñó de mi cuerpo sin poder controlarlo y así hacer una estupidez. Sin embargo, a la vez era una buena forma de chantajear en el caso que se diera la oportunidad.
Yo no he visto noticias importantes que haya hecho mi familia queriendo recuperar una joya. ¿Si era valiosa porque no la reclamaban? Isacco sabe a la perfección que puede organizar una búsqueda por todo el país para inspeccionar cada casa, yendo una por una para verificar quien ha sido el ladrón para que luego pague por su crimen. Pienso que es lo bastante inteligente para deducir quien se lo llevó y que cada uno de su personal no ha sido. Si hace cálculos de en qué fecha desapareció, aparezca en su mente mi nombre.
La reliquia estaba en un lugar bastante visible a los ojos de todo aquel que pasara por ese lugar. La pieza valía demasiado y relucía mucho para no posar sus ojos en él. No sé cómo hicieron para remplazar el lugar de la joya. Sin embargo, el objeto que yo tengo, es irremplazable y los que saben cuál es el original, se darían cuenta que el otro no es el principal.
—Si estuviste dieciocho años encerrada en tu habitación, ¿cómo pudiste salir de la habitación y adquirir la joya? —abro los ojos de par en par por la repentina pregunta. No la veía venir todavía. Se supone que íbamos a hablar más tarde del tema; ¿por qué me lo saca ahora?
No era un misterio que mi habitación se mantuvo cerrado bajo siete llaves durante mi estadía allí. Los únicos que entraron y eran autorizados fueron: Isacco, Davide y Beata.
Mi habitación era mi prisión, durante dieciocho años no me dio el sol, tampoco paseé por la gran mansión. Sin embargo, sí que la conocía gracias a las charlas que me daba Beata. También, consiguió un mapa para mí de toda la mansión, exceptuando la cueva, que se encontraba bajo tierra en los terrenos de la finca.
Ella misma se inventó una historia en la que había similitudes con mi familia. Beata me la contaba desde pequeña, hasta que finalmente se hizo un ritual contármela día tras día. Conforme me hacía más mayor me di cuenta que esa piedra estaba en esta misma casa, y aunque según el cuento no era tan valiosa, según decían los propios dueños, era todo mentira. Si la colocan en un lugar donde todas la pueden admirar, pero no tocar, debería ser muy importante; para ellos claro está. Yo si fuera algo de valor, lo guardaría bajo vigilancia si es preciso. Otra vez, los Lepori, tienen un pensamiento distinto al mío.
—Hay cosas que hay que mantenerlas secretas, gatito. No se revelan los trucos —no era un misterio quien me había ayudado a coger esa joya y a salir de ahí. Lo hizo sin importarle si después su vida estuviese en peligro nada más saberse mi escape.
—¿Algún día me lo dirás? —ignoro su pregunta y hago yo otra en su lugar.
—¿Sabes algo de Beata? —desde que salí de la mansión, no volví a saber de ella. La doy por muertas y las razones eran obvias para pensar tal cosa.
—¿Quién es Beata? — no veo rastro de que este bromeando en lo absoluto —¿Qué función disponía ella en la mansión?
El nudo que se me ha instalado en mi garganta me impide hablar por varios minutos. ¿Él no la vio en ningún momento? Ella vivía en el ala donde el personal de la casa tenía cada uno su recamara donde descansar y una cocina comunitaria, al igual que un salón de descanso.
Ahora mismo hay dos opciones: la primera es que este muerta, la segunda es que se escapó y que consiguió una identidad nueva para vivir una vida pacífica. Pero... ¿realmente se puede escapar de este Clan? Lo dudo sinceramente.
—Ella era la que me curaba las heridas cuando volvía de la cueva, la que me cuidó desde pequeña, la persona que me ayudó a estudiar y no retrasarme en absolutamente nada.
—Jamás la vimos y tu habitación debió estar en otra ala que no fuese el nuestro —me informa —. Por lo que comentas es bastante lógico que no la conociéramos si tu habitación no estaba en la misma zona —hace una pausa y después de unos segundos vuelve a hablarme —. ¿Quieres que le escriba a mi investigador privado para que haga sus averiguaciones sobre Beata?
—¡Sí! —no dudé ni un segundo —Por supuesto que sí. No voy a descansar bien sino tengo noticias de Beata en un corto periodo de tiempo.
—¡Chicos! —nos interrumpe el conductor asignado de rebote —¡Estamos a punto de llegar!
¡Al fin! No habían sido tantas horas de viaje; sin embargo, es bastante agotador estar sentado en un asiento durante varias horas.
Los diez minutos se me habían pasado volando, hay a veces que te enfrascas en conversaciones donde los segundos se convierten en minutos y la hora llega a s tiempo, haciendo que lleguemos a nuestro destino; como nos acaba de ocurrir.
En nada estaríamos en tierra firme y podríamos estirar las piernas, a mí por lo menos me hacía falta. Alguna parada habíamos hechos kilómetros atrás —no contando con los dos parones que habíamos hecho hacía poco —, lastimosamente, esas paradas que hicimos más que nada eran para ir al servicio y comprar comida para no morirnos de hambre.
Llevábamos un poco más de un día entero viajando, menos mal que Cesare tenía siempre a mano un termo con café en el interior para mantenerse despierto toda la noche.
En estos momentos aún se podía apreciar los últimos rayos de sol. Habíamos emprendido camino hacia las cuatro de la tarde del día anterior. Iban a ser días duros los que vinieran a continuación, sin embargo, si resistíamos, lo que podría venir después de las nubes grises, sería algo magnifico.
Al mismo tiempo que mi hermano se encontraba guardando el ordenador y colocando todo para poder salir rápidamente. Yo en cambio, intentaba pasar por encima de mi hermano para poder observar las vistas tan majestuosas que habían tras el cristal.
El paisaje era muy bonito y más en estos momentos que el sol se estaba empezando a esconder y daba una panorámica hermosa: arboles de todo tipo —los más comunes en esta zona —con casi todos los ángulos en sombra, pero justamente en algunos arbustos —más concretamente en la copa —se apreciaba los rayos de sol.
La hilera de setos, parecía que hacían una buena función, como si fuera una fortaleza para poder cuidar a los ciudadanos que vivían en ese pequeño pueblo con tan pocas casas.
—Cuidado Orlena —al parecer yo sin casi darme cuenta estaba encima de su espalda con todo mi cuerpo; una muy mala postura para estar mucho rato en la misma posición.
—Lo siento gatito —me disculpo y despacio, no queriendo hacerle daño me bajo de su espalda y vuelvo a mi puesto. Cuando estoy incorporada, vuelvo a hablar —. ¿Podemos ir a visitar ese lugar? —en mi voz se reflejaba la intriga de saber sobre ese sitio.
—¿Cual? —él, gira la cabeza para intentar ver a lo que me refería y de refilón lo ve —. Sintiéndolo mucho no podemos perder tiempo ahora. Te prometo que cuando volvamos a Italia visitaremos ese pueblo.
Las promesas no se deberían de olvidar jamás y cumplirlas. Espero que el gatito lo haga y no me defraude.
—Te tomaré la palabra.
—¿Todo el mundo está despierto? —por los altavoces del autobús se escucha la voz de Valerio hablarnos desde su posición de conductor.
—Ahora que has hablado por ese micrófono de mierda sí —se queja de inmediato Donato —. Apaga ese micrófono ahora mismo.
—Acabas de decir que estábamos al caer y aún seguimos dentro del autobús en funcionamiento, ¿cuánto falta por llegar?
—Escasos minutos, ¿verdad Cesare? —la pelota se la lanza a mi hermano para que debata la disputa con el novio de mi mejor amigo.
Valerio es un miedoso.
—Si no me equivoco la entrada al pueblo debe estar después de ese puente —a estas alturas mi hermano estaba de pie en su asiento intentando mirar que había por delante —. Efectivamente, hemos llegado personas desesperadas.
—¿Habéis estado alguna vez por aquí? —el que pregunta con suma curiosidad ahora es Battista.
Mi hermano suspira y se pasa las palmas de sus manos por sus pantalones seguramente para secar el sudor que debe de tener en ellas por los nervios.
—Es una larga historia; más adelante os la contaré. El dueño del hostal me está haciendo un favor en dejarnos dormir por tiempo ilimitado... —Cesare no termina de explicar lo que ocurre porque Giotto lo interrumpe de manera abrupta.
—¿No sería una parada estratégica? —una de sus cejas se eleva haciéndole ver de una manera algo repugnante —Eso significaba solo un día aquí.
—Lo siento don perfecto. Lo siento por estropear tus planes, lo que ocurre es que debemos hablar varios temas, organizarnos bien y aquí dentro de un autocar no es lo más indicado para hacerlo, ¿entiendes?
—Sí—bufa —, más días perdidos, bravo —si lo que quería era que lo escucháramos, un aplauso para él, ha conseguido su cometido.
—Con lo bien que me caíste en Venecia...se me ha caído una buena persona —no me iba a quedar callada ni mucho menos —. Eres una persona que al parecer se preocupa por ella misma. La historia que me contasteis puede que sea verdad. Sin embargo, tú dejas mucho que desear —y con eso aparto mi mirada de él con asco hacía él.
No sé cómo Valerio y Cesare —sabiendo lo escoria que puede llegar a ser este individuo —siguen a su lado como si fueran los tres mosqueteros fieles a él.
Adicionalmente, puede que haya una historia turbia detrás por la que actúa de esa forma. Todos los que estamos dentro de este transporte tenemos un pasado no demasiado desagradable o por lo menos alguno de nosotros. Asimismo, él tendrá su historia carcomiéndole por dentro y por ello, su mal comportamiento hacia todos, no solo hacía mí, es en general.
—Tú y yo hablaremos una vez estemos instalados —si viene de viaje con nosotros es mejor que deje las rencillas de lado conmigo. Si no me quiere decir nada a mí, que no me lo diga. No obstante, es bueno que lo hiciera con sus dos mejores amigos.
—No tengo nada que hablar contigo niñita —es desesperante este chico. No tengo ni la menor idea de porque lo sigo intentando con él, es reacio a mí ser.
—Pues entonces me escucharas a mí —sentencio.
—¿Cuándo hablaremos y concretamos nuestros asuntos hermanita? Al parecer tienes la agenda bastante ocupada como para atender a tu hermano, sangre de tu sangre —no, sí a dramático no le gana a nadie.
—Cuando acabe con él —señalo con la cabeza a Giotto.
Todos estuvimos un par de minutos en silencio, nadie habló hasta que el autocar frenó y Valerio se giró de nuevo y nos brindó una buena noticia:
—Hemos llegado, personitas desesperadas —que buena noticia.
—¡Al fin! —se le escucha a Niccolo decir desde la parte delantera —. La próxima vez, viajo en un jet privado —a continuación, todos estallamos en carcajadas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top