Capítulo 7
El trayecto hacia la reserva natural fue tranquilo. Cuando pasamos junto a nuestro bloque de apartamentos, vi a un señor mayor que subía por las escaleras en dirección a la última planta.
—Creo que al edificio no le vendría mal una reforma.
—Hace varios meses hicimos una recogida de firmas por ese motivo. Todos estamos de acuerdo en que pongan al menos un ascensor, pero todavía no nos ha llegado ninguna respuesta de la empresa constructora.
Pensé en el hombre teniendo que hacer el mismo recorrido varias veces al día y no pude evitar sentir un pinchazo de tristeza en el pecho.
—Si mi firma puede contribuir de alguna forma, me gustaría dártela también.
Hana apretó ligeramente mi brazo y siguió andando con paso ligero.
—¡Claro! Más de la mitad de la población de la isla supera los cuarenta años. Es importante que la cuidemos para el futuro de los más pequeños, pero no podemos olvidarnos del resto.
—Sí. Tienes toda la razón.
Cuando volví a alzar la vista, él ya no estaba. Fijé mis ojos en el horizonte y después en las manos de Hana.
—La chica que acabamos de ver...—me arrepentí al instante de haber empezado aquella conversación—. Olvídalo. No tienes por qué darme explicaciones.
No era correcto entrometerme en su vida personal, pero el verme reflejada me incitaba a querer saber más de lo que pudo suceder entre ellas. La reacción de su cuerpo ante mis palabras fue lo que me obligó a detenerme. No debí seguir hablando cuando noté que su brazo se tensaba y que sus ojos se posaban en cualquier lugar que no fuera yo.
—No te preocupes—se apresuró a decir—.Es una larga historia—sacudió la cabeza y fingió una sonrisa—. Íbamos juntas a la escuela y éramos amigas en ese entonces. Cuando cumplimos los dieciocho años, cada una tomó un camino diferente. Yo decidí quedarme aquí y especializarme en el cuidado de los niños y ella se fue a Seúl para convertirse en Idol.
—¿Idol?
—Sí. En artista. Es actriz y cantante.
Vaya. Me pregunté qué haría en un lugar tan tranquilo como lo era la Isla de Jeju. Quizás estuviese allí para desconectar de la vida tan ajetreada que debía llevar.
—Es la hija de la señora Choi—dijo como si me hubiese leído la mente—pero no se parecen en nada.
En eso estaba de acuerdo. Únicamente compartían el color de pelo, pero parecía que esas palabras se referían a algo más que su apariencia.
—Por cierto, ¿sabes cómo se hacen las lámparas de papel?
Hana tenía un mecanismo de autodefensa muy discreto y ese era cambiar de tema en un segundo. Puede que con los demás le funcionase, pero conmigo no pasaba desapercibido.
—No—admití— ¿Por qué?
—Es que me encantan las manualidades—su sonrisa cambió por completo en ese instante. Volvió a ser natural—. Las pasarelas de madera de la reserva están iluminadas por la noche con ellas. Si algún día quieres que te enseñe, no dudes en decírmelo.
—A mí también me gustan las manualidades—le di un pequeño apretón en respuesta y ella me miró—¿Sabes hacer farolillos que vuelan con fuego?
Siempre quise hacer uno. Puede que esa fuera mi oportunidad.
—¡Por supuesto! Qué casualidad que los nombres ahora. Para celebrar el Chuseok, que es la festividad en la que rendimos honor a nuestros antepasados por la abundancia y las buenas cosechas, suelo hacerlos.
—Oh. No la conocía
—No te preocupes. Es normal—dijo con voz calmada—. Coincide con los tres últimos días del mes de septiembre. Por las mañanas, las familias se reúnen para realizar un ritual llamado charye en el que se visten con prendas nuevas y comen unos deliciosos pastelillos de arroz llamados songpyeon acompañados con un licor tradicional.
La cultura asiática comenzaba a parecerme muy interesante. Era otro mundo completamente diferente al mío.
—Tras la primera comida del día, comienza el seongmyo, que es cuando visitan los panteones familiares y una vez ahí, se realiza una ceremonia de honor y agradecimiento. Lo habitual aquí es hacer ofrendas de su comida favorita.
—Sería algo parecido a lo que hacemos en España el 1 de noviembre.
—Sí. ¿Tú qué sueles hacer ese día?
—La mayoría de la gente acude al cementerio para llevar flores a los familiares y amigos que ya no están.
Algo que nunca hice. No fui al entierro de mi abuela y tampoco la visité en años posteriores con mi madre. Ella iba por su cuenta y yo por la mía. Nunca me dio un motivo concreto, simplemente me dijo que no quería ir a ese sitio conmigo. Aunque lo cierto era que ningún lugar le parecía adecuado para ir juntas.
—Qué bonito. Siempre me ha parecido una forma especial de recordarlos.
—A mí también.
—Por cierto, el 31 de octubre hacemos una fiesta de Halloween en la escuela. Si no has traído disfraces, yo te dejaré uno de los míos.
Algo creció en el centro de mi pecho y se extendió por todo mi cuerpo. ¿Estaba emocionada?
—Siempre me he disfrazado de bruja—sentí un poco de vergüenza al confesarlo en voz alta.
—Entonces tengo el disfraz ideal para ti.
Sus ojos brillaron y yo sonreí. Estuvimos andando durante unos diez minutos más hasta que vimos un cartel de madera en el que parecía escrita la palabra Socheonji.
—Hemos llegado.
Cuando puse un pie sobre la primera tabla de madera, fue como si me trasladara a otro lugar. A mi alrededor sólo había naturaleza. Los altos árboles hacían que la temperatura descendiese un par de grados y la brisa marina borró el ligero sudor que cubría mi frente. Al fondo podía ver las casetas de madera y las rocas en las que rompían las olas.
Al parecer, era un sitio muy turístico, pero cuando caía la noche, se vaciaba completamente. Esa tarde nos encontramos alrededor de veinte personas y la mayoría eran extranjeros. Hana soltó mi brazo y se dirigió hacia una de las casetas que estaba orientada directamente hacia Seopseom. Colocó ambas manos sobre la barandilla y cerró los ojos.
—Este lugar es precioso—dije sin poder apartar la mirada de lo que teníamos enfrente.
Debían de ser alrededor de las siete de la tarde y el sol estaba comenzando a ocultarse en el horizonte.
—En la Isla de Jeju, los veranos son cortos, calurosos, húmedos y mayormente nublados—abrió los ojos, pero no me miró—. Los inviernos son fríos y parcialmente nublados. También suele hacer mucho viento.
—He traído la suficiente ropa de invierno, aunque no sea mucha—dije sin saber muy bien por qué me decía eso.
—Las personas tienden a irse de aquí de la noche a la mañana. A veces es el clima. Otras es la monotonía. Yo llevo aquí veinticuatro años y nunca me he sentido así. Me gustaría visitar otros lugares—se encogió de hombros—pero no puedo imaginarme viviendo en otro sitio que no sea Seogwipo.
—Te entiendo.
Lo hacía, pero a la inversa. Yo siempre soñé con dejar Madrid atrás.
—Si en algún momento quieres volver a tu país, no quiero que te sientas mal por hacerlo. Ya me he acostumbrado a que el voluntariado se vaya al poco tiempo de venir.
Me giré hacia ella y me di cuenta de que estaba hablando completamente en serio.
—No te preocupes. Nada me impidió irme y nada me hará volver. Nadie me necesita allí.
Me miró con el ceño fruncido, pero no tardó en sonreír. Su expresión reflejó el alivio que acababa de sentir. Lo que le dije era cierto. Quería olvidar lo vivido. Quería olvidarme de las personas que me provocaron recuerdos amargos. Si ellos no pensaban en mí, ¿por qué yo sí tenía que hacerlo?
Estaba dispuesta a dar la mejor versión de mí y quería rodearme de personas que me hiciesen sentir válida.
—Me hace tan feliz saber...
El sonido de su teléfono no la dejó terminar lo que estaba diciendo.
—Doyun—dijo al segundo—¿Estás bien?—miró a su alrededor—¿Ha pasado algo?
La miré sintiendo unos nervios en la parte baja de mi estómago. Esa extraña sensación apareció cuando vi la preocupación reflejada en su rostro.
—¿Moon Dae-ji está aquí?—abrió los ojos de par en par—¿Cuándo ha llegado?
¿Moon Dae-ji?
Estaba preguntándome quién sería el propietario de ese nombre y qué relación tendría con ambos, ya que Hana empezó a morderse las uñas mientras seguía haciéndole preguntas a Doyun, cuando una voz a nuestras espaldas nos hizo girarnos al mismo tiempo.
—He llegado esta mañana.
Los nervios de mi estómago aumentaron cuando mis ojos volvieron a cruzarse con los del chico de la cafetería. Mi corazón volvió a acelerarse.
¿Quién era y por qué seguía mirándome de esa forma?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top